CATERINA NOTARGIOVANNI
Hay un dicho muy popu- lar entre los comerciantes que
dice "calle mojada, caja seca". Evidentemente
alude al hecho de que los días de lluvia son
malos para los negocios. Para el caso de los locales
de venta de souvenirs ubicados en Plaza Independencia,
el dicho podría adaptarse a "calle cerrada,
caja seca". Contrariamente a lo que casi todos
esperaban, los miles de extranjeros que visitan la ciudad
por estos días parece que salieron sin sus billeteras,
y las ventas en la mayoría de los locales fueron
cercanas a cero.
"Si hay un término que represente menos
que pésimo, esa sería la manera de describir
el movimiento en el local", aseguró Martín
Pérez, encargado de "La casa del turista".
Las expectativas previas fueron superadas por la realidad.
"Los clientes no existieron, vendimos 50 veces
menos que un día normal, por no decir absolutamente
nada", dijo. Pérez considera que el público
que trajo la cumbre no tiene interés en sus productos.
Allí se venden mates, materas, llaveros, piedras
preciosas, alfombras de cuero de vaca, entre otros.
En "La puerta del turista" la situación
era casi idéntica. La ventas fueron un 50% menos
que en un fin de semana normal. "La gente entra
y sale, como si estuviera apurada", afirmaron,
"el único momento que se movió un
poco fue el viernes entre la hora 17.30 y las 19, pero
nada más".
El ánimo en "Mundo Mineral", casa
de venta de piedras preciosas, indicaba decepción.
Según la encargada, el vallado les arruinó
el negocio. Hasta la hora 14 habían entrado menos
de cinco clientes. "Para colmo hay un silencio
sepulcral, parece que estamos en un cementerio",
se quejó.
Igual situación se vivió en los dos únicos
locales abiertos de la calle Sarandí. El único
indicador de la presencia de miles de extranjeros eran
los restaurantes repletos.
EXCEPCION. Lo que si se vendió en volúmenes
importantes fueron camisetas de Uruguay, especialmente
la oficial de la selección de fútbol.
Elisabeth, empleada del local "Artesanías
del Sur", contó que la mayor cantidad de
remeras se las llevaron integrantes de la delegación
venezolana. Y no es la primera vez que esto sucede.
Los venezolanos son habitué: "desde que
empezó a venir Chávez hicimos amigos venezolanos
con los que nos comunicamos por mail y que siempre nos
traen regalos", contó la empleada. También
los visitaron españoles, portugueses, puertoriqueños,
Cada cliente gastó un promedio de US$ 70 en camisetas.
Algunos comerciantes conservaban la esperanza de que
una vez finalizado el trabajo en la cumbre, los visitantes
se dediquen a comprar souvenirs para sus familiares
y amigos.
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