Una historia que nos enorgullece
Nació (nacimos) hace hoy 86 años,
un lluvioso sábado de 1918. El alumbramiento se produjo
en una vieja casona de Ciudadela 1400 esquina Rincón. Ese
primer ejemplar hoy octogenario, procesado en viejas linotipos,
armado en vetusta tipografía, casi sin fotos, pero entrañable
para todos los que componemos esta casa periodística, fue
nada más que el comienzo de una trayectoria que ya hace
tiempo nos encuentra como reza indesmentido el eslogan surgido
en 1982: Primero Siempre.
Aquel ejemplar no costaba más que 2 centésimos,
precio promocional para una aventura empresarial que seamos
sinceros pocos entonces se animaban a augurarle este presente
en permanente crecimiento.
Hoy la historia nos ubica en una situación de privilegio,
en el referente del periodismo uruguayo actual, en una posición
de estimación internacional, acollarados a otros grandes
diarios del continente en eso que se da en llamar Grupos
Diarios de América (GDA) y que conforma una prestigiosa
cadena de grandes publicaciones.
Pero 86 años atrás la historia era diferente. Aquello
fue una patriada de tres militantes nacionalistas
a quienes pronto se uniría un empresario de dinámica
visión. Ellos dieron vida a un diario de voz ardorosa en
defensa de un idealismo democrático, noble por excelencia,
que encontraron en sus descendientes el mismo espíritu
para seguir batallando al cabo de ocho largas décadas.
Aquellos fueron los doctores Leonel Aguirre, Washington Beltrán,
Eduardo Rodríguez Larreta y don Carlos Scheck. Después
llegaron sus hijos y hoy algunos de sus nietos ocupan los cargos
de jerarquía, en una continuidad familiar que de alguna
manera también demuestra la solidez en que se fue construyendo
esta empresa periodística.
Cuando los doctores Aguirre, Beltrán y Rodríguez
Larreta idearon el proyecto de un nuevo diario en el Uruguay de
1918, su objetivo fundamental fue hacer un diario combativo, partidista
y patriótico, sin todavía considerar que aquel órgano
de prensa que nacía podía ser también una
empresa comercial de largo aliento. Tuvieron que sufrir el alerta
de una crisis financiera para darse cuenta que necesitaban de
alguien con ideas empresariales. El contador perito mercantil
Carlos Scheck tenía apenas 25 años cuando se unió
a los tres periodistas y su pujanza juvenil lo llevó pronto
a armar un andamiaje administrativo que dio excelentes resultados.
El País de a poco se convirtió en un diario sólido,
con una redacción donde abundaron nombres de grandes intelectuales,
un taller gráfico de eficiente labor, un departamento comercial
con clara visión para acompasar la explosión del
desarrollo publicitario que la segunda parte del siglo pasado
conoció, una red de distribución que fue puliendo
contratiempos y, sobre todo, con una creciente adhesión
de lectores que fue aceptando las propuestas de El País.
El diario, así, fue al cabo de los años desplazando
a otros colosos del periodismo nacional. Se apoderó del
primer lugar entre los diarios uruguayos, le ganó a otros
la pulseada por conquistar el Interior y también
venció en la lucha por liderar la oferta clasificada de
avisos.
Y paralelamente a esa consolidación empresarial, El País
procuró siempre devolver a la sociedad la preferencia que
la sociedad le dispensaba. Y entonces, fuera de todo interés
comercial, se pensaron y se llevaron a cabo realizaciones en tres
ámbitos: unas que hicieron mucho por mejorar la cultura
del Uruguay, otras que pusieran su acento en el ámbito
social y otras que abarcaran el ámbito de los entretenimientos.
De esas tres aristas vamos a desarrollar, en las siguientes páginas
de esta edición especial aniversario, lo hecho por El País
al cabo de estos 86 años, aunque la enumeración
de la totalidad de esos emprendimientos sea imposible por su vastedad.