Publicado
el 4 de enero de 2003 en el suplemento Que Pasa
Los
especialistas explican cómo será el 2003
Lo
que vendrá
Algunos
pronostican un repunte económico. Otros una crisis más
grave. Hay pesimismo respecto al empleo y al fútbol, pero
mejores perspectivas para los frigoríficos y las galerías
de arte.
Entrevistas:
Andrea Tutté y Joel Rosenberg.
A continuación,
las perspectivas del año que recién comienza según
los especialistas consultados:
Luis
Eduardo González, politólogo
Cómo
será, efectivamente, creo que nadie lo sabe. Al menos yo
no lo sé. Todo lo que podemos saber es que algunas tendencias
y algunos acontecimientos son más probables que otros.
En
el plano social, por ejemplo, el futuro más probable para
el 2003 es "tan malo como el 2002, o quizás algo peor".
Algunos economistas parecen pensar que aún no tocamos realmente
fondo, aunque eso podría ocurrir en la primera mitad del
año próximo. En ese marco (y también por otras
razones, dicen algunos economistas), no parece razonable esperar
una mejoría significativa en el nivel de empleo. Tampoco
en los ingresos reales. Más aún: para algunos, la
variable de ajuste del déficit fiscal sólo puede ser
el control de sueldos públicos y jubilaciones vía
inflación (preferiblemente moderada).
Ciertas
tendencias de corto y mediano plazo son tan o más preocupantes.
La pobreza, que estaba evolucionando en forma moderadamente favorable,
ha empeorado, con algunas características nuevas que la hacen
más difícil de enfrentar. En general: tenemos un conjunto
de políticas sociales mucho más atento a los problemas
de los adultos y jubilados "que están en el sistema"
que a los de los jóvenes o a los de los demás adultos.
La
característica común a los más difíciles
de estos problemas es, a mi juicio, que requieren soluciones que
"salten" las fronteras de las dos mitades políticas
que hoy, aproximadamente, dividen al país. Ninguna de las
dos los puede resolver por sí sola, porque, siempre a mi
juicio, comparten algunas responsabilidades. Las responsabilidades
de los que han sido gobierno son, o deberían ser, muy evidentes.
Pero también las tienen los que hasta hoy no han sido gobierno.
Por ejemplo: ¿es verdaderamente cierto que la oposición
de izquierda no tiene responsabilidad alguna en los problemas de
la educación?
Esto
lleva a la política. En los casi tres años que lleva
este gobierno probablemente sólo dos temas de envergadura
"saltaron" realmente esas fronteras: la Comisión
para la Paz, y la ley que se acaba de votar sobre los bancos intervenidos.
En promedio, un tema cada año y medio. Si ese ritmo se mantiene,
y el diagnóstico anterior es correcto, no hay mucho espacio
para el optimismo.
Las
circunstancias probablemente actuarán a favor de enlentecer
ese ritmo, no de mantenerlo, ni menos aún acelerarlo. El
2003 es año preelectoral: con o sin campañas visibles,
las fracciones y precandidaturas deberán desarrollar sus
estrategias, que normalmente dificultan esta clase de acuerdos (o
"saltos"). En resumen: a corto plazo no hay mucho espacio
para el optimismo.
Fanny
Trylesinski, economista
Durante
el 2003 Uruguay estará bajo supervisión del Fondo
Monetario Internacional ya que se necesitará su apoyo financiero
para no caer en incumplimientos de pago de la deuda. Ello implicará
necesariamente una importante disciplina fiscal. Esto no será
fácil pero es un pre-requisito para que se dé el mejor
escenario posible, es decir que la economía encuentre un
piso desde el cual empezar lentamente a crecer, liderada por un
paulatino aumento de las exportaciones. El comportamiento de la
región volverá a marcar el ritmo de recuperación
por su fuerte impacto en las ventas de bienes y servicios. Por un
efecto estadístico, el PBI volverá a caer un 3 o 4%
pero la recuperación comenzará a notarse a partir
del tercer trimestre.
Los
sectores que pueden liderar la reactivación no son los que
tienen mayor impacto en el empleo y por lo tanto, continuaremos
con un desempleo alto. No es posible esperar aumentos en el ingreso
familiar, lo que significa que seguiremos con una problemática
social muy delicada.
Juan
Manuel Rodríguez, economista, director del programa de Relaciones
Laborales de la Universidad Católica
Nuestras
perspectivas no son buenas: prevemos que el nivel de actividad caerá
de nuevo, aunque no tanto como en el 2002. Las encuestas que hacemos
muestran que las empresas piensan seguir despidiendo, y el desempleo
probablemente aumente. Los ingresos seguirán cayendo, debido
al menor nivel de actividad y a que muchas empresas no están
ajustando salarios, incluso los están bajando. Además,
los anuncios de un nuevo ajuste fiscal permiten prever que en el
sector público los ajustes serán inferiores al Indice
de Precios al Consumo, por lo que también allí habrá
una caída salarial.
En
términos de mercado de trabajo, el único aliciente
es que el nuevo ministro tiene una fuerte preocupación por
el desempleo y eso podría redundar en políticas de
generación de puestos de trabajo, como los planes de empleo
de emergencia o de apoyo a pequeñas y medianas empresas.
La
conflictividad, que en el 2002 aumentó bastante, seguirá
siendo importante debido al deterioro de salarios y empleos. Además,
los dos principales conflictos del 2002 el de Adeom y el de
AEBU todavía no están resueltos. También
hay dos sectores con problemas, como la salud y el transporte, y
COFE está estudiando medidas contra el ajuste fiscal anunciado.
Jorge
Barrios, presidente de la Asociación de la Industria Frigorífica
Pensamos
que el 2003 será mejor que el 2002 para nuestro sector: podremos
trabajar bien y con normalidad siempre que los factores climáticos
no incidan negativamente y que los problemas con el crédito
para la exportación se solucionen.
Por
otra parte, esperamos la apertura de los mercados de Estados Unidos
y México para la carne uruguaya, y también mejores
precios en los circuitos no aftósicos.
Carlos
Pareja, politólogo
Tengo
rechazo a hablar del futuro como algo inevitable. Sí creo
que hay algunas tendencias posibles, aunque reversibles.
Una
tiene que ver con Irak: vamos rumbo a una colisión que haría
retroceder muchos años las instituciones internacionales
y probablemente estallará en febrero, a menos que reaccionen
los que tendrían que hacer oír su voz mas fuerte.
En esto han fallado los organismos internacionales y Europa, Rusia
y China, que o no se sienten capacitados para enfrentar esta ola
nacionalista del presidente estadounidense George Bush o creen que
hacerlo no conviene a sus cálculos
En
Uruguay, nos espera un año de parálisis que nos condenará
a soportar un 20% de desempleo, niños hambrientos, una situación
igual a la de Argentina. Hay mucha plata de uruguayos fuera del
país hay que dejarse de hablar de esa pavada del colchón
y es lógico, así que no habrá inversiones.
El gobierno carece de capacidad política para dar señales
sobre lo que puede o quiere hacer y la oposición le resulta
más cómodo refugiarse en capitalizar el descontento.
Esto refleja nuestra miopía por haber adoptado un mamarracho
como es el sistema presidencialista, que nos obliga a esperar por
el calendario para cambiar un gobierno que ha perdido su capital
político.
Un
rumbo alternativo sólo será posible si el gobierno
sale de su "corralito" y busca nuevos apoyos políticos
o la oposición deja de jugar a las escondidas y decir un
día una cosa y otro día otra.
En
la región, la cosa viene mal. Argentina y Brasil están
proponiendo un retorno al peor sueño latinoamericano, todo
ese verso de Perón y Vargas: volver a la sustitución
de importaciones, al "destino propio", la geopolítica
y el antinorteamericanismo, un proyecto elitista diseñado
desde las cancillerías. La única alternativa sería
que Uruguay sacara fuerzas de no sé dónde y propusiera
otro tipo de bloque, más abierto, ni quejoso, ni mendigo,
ni antiestadounidense.
Javier
de Haedo, economista
Para
hablar de perspectivas macroeconómicas es necesario establecer
algunos supuestos. En lo externo, supongo que desde el punto de
vista de Uruguay la región mejorará tanto en términos
de ingreso como de precios, pero sin que esa mejoría sea
tan importante como para ser un "motor" que nos arrastre
con fuerza. En lo interno, supongo que aún sin coalición,
el gobierno tendrá un mínimo de sustento político,
que en parte le será dado por el Encuentro Progresista, lo
que además puede contribuir a restar temor sobre la futura
transición.
En
este contexto, el gobierno podrá continuar "poniendo
la casa en orden" sin el riesgo de que se reitere una crisis
de confianza como la de 2002. Pero esa puesta en orden debe ser
realizada con la menor heterodoxia posible.
En
materia fiscal se debe procurar por lo menos un resultado de equilibrio,
ajustado por inflación. Esto implica que el déficit
fiscal en sentido tradicional no puede superar el 1,5% del PBI,
con una inflación de 35 a 40%. Si el objetivo de inflación
es menor (se ha dicho 25%) entonces también debe serlo el
déficit fiscal (no más de 1% del producto). La licuación
real de los gastos será el principal instrumento para alcanzar
este objetivo.
En
materia de actividad, espero que se alcance una tasa de 3 a 4% de
crecimiento, al impulso del agro y las industrias que procesan su
producción.
Adela
Pellegrino, demógrafa
La
inmigración probablemente continuará aumentando, lo
que además incidirá sobre la tasa de natalidad, que
ya venía bajando mucho. La tasa de fecundidad, que ronda
los 2,1 hijos por mujer, también seguirá en baja,
por la incorporación de las mujeres al mercado laboral y
por la crisis económica. Y el índice de mortalidad
infantil, que en los últimos años venía bajando,
probablemente se estanque o tenga un ligero repunte. También
es probable que sigan aumentando la desigualdad y el porcentaje
de niños nacidos bajo la línea de pobreza, que ya
crecieron en el 2002.
Nelson
Noya, economista, representante del Partido Independiente en la
Comisión Consultiva del Sistema Financiero
Será
un año crucial de reestructura del sistema bancario.
Hay
bancos internacionales que quizás no tengan interés
en permanecer en plaza y se retiren. El sistema tendrá mayor
estabilidad porque lo peor ya pasó, pero será un año
muy duro. El proceso de recuperación de la confianza de los
ahorristas llevará tiempo, probablemente más de un
año: comenzará por la apertura de cuentas corrientes
y cajas de ahorro y recién después, muy lentamente,
empezarán a tomar plazos fijos.
También
habrá que esperar más de un año para poder
evaluar correctamente la viabilidad del nuevo banco creado por ley.
En los primeros tiempos no hay forma de que tenga un funcionamiento
razonable, aunque existen nichos de mercado en los que a la larga
tiene chances de funcionar, como por los créditos a las exportaciones
rurales o la captación de ahorros en ciertas áreas
del país. Por eso, a priori parece tener cierta viabilidad.
El problema es que recuperar la confianza será difícil
y llevará mucho tiempo.
Joaquín
Secco García, ingeniero agrónomo
Nuestro
país, hace décadas que está atrapado en un
proyecto autodestructivo. La crisis que vivimos es la consecuencia
de graves errores de la conducción política acumulados
a lo largo de décadas. Hoy es más fácil proclamar
que todo se debe a los argentinos y a la aftosa. Se crea opinión
pública en la dirección opuesta a la razón
y a los intereses de la gente.
En
algún momento del 2003, el país volverá a crecer.
Ello no será el resultado de que los empresarios tengan más
confianza, que los funcionarios públicos sean más
responsables, de que seamos más organizados, más trabajadores,
que invirtamos más o que apliquemos mejores tecnologías
o prácticas de gestión. Tampoco será el resultado
de que el gobierno, los partidos y las organizaciones sociales resuelvan
sus conflictos, acuerden un modelo y estrategias y políticas
de largo plazo. Tampoco se solucionarán los problemas más
graves y que más mortifican a la gente. El desempleo bajará
levemente, la pobreza, la informalidad y la precariedad del empleo
aumentarán, los muchachos seguirán haciendo cola por
el pasaporte y las angustias por pagar los gastos y las deudas del
Estado mantendrán la insoportable presión fiscal desalentando
la inversión y sembrando el futuro de inseguridades. No habrá
crédito, cuando en el mundo es abundante y las tasas de interés
se parecen a cero. Nuestros gobernantes seguirán confundiendo
la economía con el equilibrio de las finanzas públicas.
Asimismo, seguirán pensando que la única manera de
equilibrarlas es aumentando impuestos.
El
crecimiento será moderado y explicado en parte
porque el paso del tiempo ha permitido dar cumplimiento a los plazos
para reingresar a los mercados luego de la aftosa. En otros casos,
por la devaluación que resolvió el atraso cambiario
y mejoró la competitividad de algunos productos que se exportarán
o dejarán de importarse. El campo, la agroindustria y el
turismo son los sectores que encontrarán mejores condiciones
aunque es difícil prever aumentos en la inversión
fija. Simplemente se utilizará parte de la capacidad ociosa.
Pese al crecimiento, el ingreso por habitante a fines del 2003 será
parecido al de 20 años atrás, pero con mayor endeudamiento
y una convivencia deteriorada por la desintegración social
y la desigualdad.
Daniel
Soloducho, presidente de la Unión de Exportadores
Esperamos
una recuperación lenta, sobre todo después del primer
trimestre. Lo primero que cae con la devaluación son las
importaciones, pero el aumento de las exportaciones es mucho más
lento y depende de muchas más variables.
La
competitividad ha mejorado por la devaluación, algo que pedíamos
hace mucho tiempo aunque, claro, no como se dio. Además,
eso no alcanza: con las restricciones crediticias actuales es muy
difícil pensar en un crecimiento del sector. La prefinanciación
es fundamental para los exportadores y hoy sólo el Banco
República la ofrece. La suerte de los exportadores dependerá,
en gran medida, de que se concrete un préstamo del BID destinado
a la prefinanciación.
Otro
tema importante será el acceso a los mercados. Los países
del Mercosur siguen siendo los principales clientes y Brasil, que
absorbe el 22% de los productos uruguayos, sigue siendo nuestro
principal comprador. Lo que aumentó, y es la gran apuesta
del 2003, es el volumen de exportaciones a la Unión Europea.
Esperamos que siga creciendo.
Otro
tema importante es la carne. La aftosa ha desaparecido y mercados
como Canadá, que bajó de 68 a 23 millones de dólares
su importación de carne uruguaya, pueden repuntar.
Juan
José Ramos, dirigente del sindicato bancario, AEBU
Creo
que será bastante parecido al 2002, al menos en los primeros
diez meses: todavía se puede empeorar un poco pero no mucho
más, así que supongo que a fines del 2003 comenzará
una recuperación. En la banca se prolongará la crisis,
será un año difícil porque en las empresas
se empezarán a hacer notar los resultados.
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