Publicado el 6 de enero de 2003

EXTRACTO I RECOMENDACIONES DE QUINCE ANALISTAS Y EMPRESARIOS PARA AFRONTAR LOS GRANDES PROBLEMAS ECONOMICOS

Muchas demandas sin respuesta en el año en que vivimos en peligro

Recuperar la confianza del público en el sistema financiero es uno de los objetivos que plantea más exigencias a la economía uruguaya

Un repaso de los reportajes realizados por ECONOMIA & MERCADO el año pasado indica que el gobierno uruguayo atendió pocas de las recomendaciones para el mejor manejo de la crisis económica efectuadas por los analistas y empresarios consultados. La actual validez de algunas de esas propuestas —pese a que en muchos casos fueron formuladas hace varios meses— merece que se transcriba a continuación la parte medular de lo expresado por los entrevistados en materia de deuda pública, déficit fiscal, sistema financiero, falta de crédito para el sector productivo, desdolarización, etc. Aunque la presentación de esta nota tiene las características de una mesa redonda, cabe consignar que los textos responden a distintas preguntas planteadas en el transcurso de entrevistas individuales que se publicaron en el año 2002.

—¿Cuáles serían las medidas básicas que contribuirían a mejorar la difícil situación económica?

Javier de Haedo — Serían como las tres patas de una mesa, que representan el tema financiero-fiscal, un aspecto económico y de política comercial y la política social.

La primera de ellas estaría destinada a lograr un equilibrio fiscal ajustado por inflación en los años malos del ciclo económico y el superávit fiscal también ajustado por inflación en los años buenos de dicho ciclo, de modo que el sector público recupere la solvencia. (...) Una segunda tendería a mejorar la eficiencia de la economía, desmantelando aquellas medidas que se adoptaron con la excusa de que no se podía tocar el tipo de cambio (...) y profundizar la competencia mediante una mayor apertura de la economía y la eliminación de monopolios. La tercera apoyaría el fortalecimiento de la red de seguridad en materia social, volcando parte de los recursos ahorrados (...) a extender el plazo del seguro de desempleo, aumentar el monto de las asignaciones familiares por hijos y, especialmente, intensificar los planes de refuerzo alimentario para los sectores con más problemas socio-económicos. (9 de diciembre de 2002)

—¿Se podrá reducir el déficit fiscal a 2.5% del PBI sólo con las medidas anunciadas por el gobierno?

Ramón Díaz — Es fundamental que se reduzca el déficit fiscal, pero las disposiciones anunciadas parecen ser insuficientes para cumplir con el objetivo previsto. Sin embargo, es una señal positiva que, por primera vez, se haya reconocido que resulta imprescindible realizar un ajuste fiscal importante. El Poder Ejecutivo debería tomar algunas medidas espectaculares que exijan una cierta dosis de heroicidad y que dejen de lado los gestos demagógicos que ha mostrado la coalición gobernante en los últimos tiempos. Hay que terminar con la frivolidad de tener tantos ministerios con todo el gasto que implica su funcionamiento. (28 de enero de 2002).

Mercedes Rial — Como la deuda pública no puede continuar incrementándose es imperioso reducir el déficit fiscal, que es su fuente de expansión. (...) Lo adecuado sería una reforma y no una reducción del gasto, por más difícil de realizar que sea. La reforma del Estado, una tarea tantas veces sugerida como postergada, es la solución de largo plazo; lo otro es una medida impuesta por las circunstancias. (18 de marzo de 2002).

Deuda pública

—¿Qué riesgo existe de que el Estado uruguayo caiga en default?

Ignacio Pakciarz — Los recursos que los organismos multilaterales se han comprometido a entregar a Uruguay parecen ser suficientes para cubrir el fondo de estabilización del sistema bancario y las necesidades financieras del gobierno para 2003(...). Esto sólo se va a dar si se logra un superávit fiscal primario del 3% del PBI y se renuevan o pagan los depósitos bancarios reprogramados que vencen el año próximo. El acuerdo con el FMI expira en diciembre del año que viene y se prevén vencimientos en 2004 del orden de los U$S 500 millones de títulos públicos que no estarían cubiertos por desembolsos programados. Pero lo importante consiste en ir cumpliendo paso a paso los objetivos trazados, de modo de poder suscribir un nuevo compromiso con el FMI en el año 2004. (18 de noviembre de 2002).

Juan Carlos Protasi — La relación de deuda y PBI que tiene Uruguay implica que la riqueza que generamos no es suficiente para pagar ese endeudamiento. Destinar un 13% de su producción anual, para servir la deuda es hoy impensable porque socialmente no se va a tolerar. Las soluciones existen, pero no son aceptables para el sistema político ni para los uruguayos. Fíjese que probablemente en una de cada dos familias uruguayas existe un funcionario público y, por lo tanto, votar la supresión de cargos públicos implicaría perder varios votos por cada persona que quedara desempleada. Por otro lado, la sociedad uruguaya, a la luz de lo que pasó en otros países, decidió no privatizar las empresas públicas probablemente por no tener confianza en su sistema político. Guste o no esto es así. (2 de setiembre de 2002)

—¿En qué caso el Estado uruguayo podría llegar a incumplir con sus obligaciones?

Ramón Díaz — Si gastara más o si se endeudara más, aunque esta última alternativa es difícil porque ya nadie le presta a nuestro país salvo los organismos multilaterales. En todo caso, cualquier medida que difiera de la actual política de contención del gasto producirá una actitud de mayor desconfianza de los tenedores de moneda uruguaya, que los impulsará a tratar de deshacerse de los pesos y comprar moneda extranjera y, sobre todo, inhibirse de invertir en el país. (10 de junio de 2002)

Sistema bancario

—¿Qué desafíos habrá de afrontar el sistema bancario uruguayo?

Carina López Espiño — Una vez superadas las presiones sobre la liquidez, los bancos deberán enfrentar crecientes problemas en su cartera de préstamos originados por la prolongada recesión económica, la dramática caída de las exportaciones hacia Argentina y las dificultades de las firmas uruguayas para hacer frente a sus deudas en dólares ante la creciente devaluación del peso uruguayo. La incertidumbre económica sobre el futuro de Brasil, el otro gran socio comercial de Uruguay, también hoy constituye un obstáculo importante. De igual modo, la evolución favorable de la solvencia del gobierno será fundamental para disminuir la incertidumbre y restaurar la confianza de inversores no residentes. (5 de agosto de 2002)

Ariel Banda — Tendrá que acostumbrarse, por bastante tiempo, a operar con un nivel de recursos de terceros —y quizás también propios, por el riesgo país— sustancialmente más bajo y sujeto a mayor volatilidad, que hará que las estructuras administrativas se vuelvan un peso considerable. Al mismo tiempo, deberá colocar en un mercado en el que el riesgo de crédito y el riesgo cambiario seguirán presentes. Es probable que las operaciones fuera de balance adquieran entonces mayor peso. (14 de octubre de 2002)

—¿Vislumbra cambios importantes en el sistema bancario uruguayo luego que finalice la crisis actual?

Ignacio Pakciarz — La banca se va a consolidar con un menor número de instituciones. Los factores que se deberán tener en cuenta son una mayor flexibilización a nivel laboral, mejor gestión de los bancos públicos y un aumento de los controles financieros de parte del Banco Central del Uruguay (BCU), el que a su vez debería tener un mandato más autónomo como la FED de Estados Unidos. Una mayor independencia del BCU obligaría al Ministerio de Economía a tener una política fiscal más austera, lo que constituye un efecto positivo desde el punto de vista macroeconómico. (18 de noviembre de 2002).

¿Qué medidas podrían reforzar la permanencia de los bancos internacionales en Uruguay?

Nelson Noya — Además de la necesidad de que se conozcan declaraciones políticas consensuadas y se corrijan los desequilibrios de los fundamentos de la economía uruguaya, tendría un efecto importante para recuperar la confianza en el sistema financiero que hubiese algún tipo de pronunciamiento acerca de su compromiso con Uruguay de parte de algunos bancos internacionales. Conste que digo "algunos" porque resultaría muy difícil lograrlo de todo el conjunto de instituciones bancarias dada la existencia de intereses contrapuestos en el sector. Debería ser una gestión que promueva el gobierno dentro de un plan de medidas más acordes con la situación actual porque no parece factible que vaya a producirse una declaración de los bancos per se. (20 de mayo de 2002)

—¿Qué rol considera que tiene que desempeñar la banca oficial en el futuro?

Ariel Banda — El BROU no debería desempeñar un rol muy diferente del que ha venido realizando, sólo que debería hacerlo en forma más eficiente, para lo cual debería cambiar algunos criterios, procedimientos, etc. A su vez, sería importante que tuviera independencia del poder político al igual que el BCU y, en ese sentido, los organismos de crédito internacionales pueden jugar un papel importante al momento de otorgar fondos.

El Banco Hipotecario no parece tener un rol significativo a cumplir. Con una estructura sumamente pesada, con una dependencia política nociva, seguirá generando periódicamente pérdidas considerables a la sociedad. La construcción de viviendas con carácter de ayuda social debe hacerse con subsidios del Estado, cuya cuantía y uso estén adecuadamente reglamentados y no con recursos obtenidos en competencia en el mercado. El resto debería operar a través de la banca, con una regulación prudencial que atienda este tipo de riesgos para evitar lo ocurrido con el Banco Transatlántico y otras instituciones o por otros instrumentos financieros adecuados, como los hay en otros mercados. (14 de octubre de 2002)

—¿Qué enseñanzas pueden recogerse de esta crisis bancaria para mejorar las normas de supervisión y control del sistema financiero?

Ariel Banda — La mejora de las normas de supervisión y un mayor control no van a evitar las crisis bancarias de tipo sistémico, derivadas de un mal funcionamiento macroeconómico. Tampoco van a evitar la crisis de algunas instituciones aisladas e incluso no es bueno que lo hagan para la salud del resto del sistema, lo cual no quita que se busquen mecanismos que hagan que esas situaciones tengan las repercusiones menos costosas para la sociedad. (...) Esta crisis enseña que hay que legislar específicamente para las cuestiones financieras y, quizás, crear un fuero especializado dentro del Poder Judicial como existe, por ejemplo, para las cuestiones de aduanas. La quiebra de un banco tiene características y externalidades muy específicas como para regirse por una ley general de quiebras. (14 de octubre de 2002)

Confianza

—¿No se debe la falta de confianza en el sistema bancario uruguayo a un contagio de la crisis Argentina?

Nelson Noya — Puede ser, pero estoy seguro que si no existieran problemas con los fundamentos, no habría falta de confianza. Y Uruguay no va a salir de ese problema hasta que el sistema financiero no presente fundamentos sólidos. Además de eso que tiene que ver con la sostenibilidad cambiaria y fiscal, como la confianza es un mecanismo que se autogenera, se requiere actuar con elementos que puedan revertir las actuales expectativas negativas. Para ello habría que emitir señales muy claras por parte de los políticos, conseguir un acceso fluido a los fondos de los organismos internacionales y aprobar alguna medida estructural importante que dé mayor solidez al sistema bancario, para lo cual existe un abanico de opciones técnicas que incluye, entre otras, el seguro de depósitos. (20 de mayo de 2002)

—¿De qué forma se podría recuperar la confianza de los ahorristas para que vuelvan al circuito financiero los ahorros hoy guardados en el "colchón"?

Javier de Haedo — Una de las formas para recuperar la confianza es que los agentes económicos perciban que Uruguay está en un camino de recuperar la solvencia de su sector público. Por lo tanto, el gobierno debe ceñirse a un plan muy estricto y obtener un resultado fiscal ajustado por inflación de por lo menos equilibrio o positivo en los próximos años. De modo tal que, en la medida que el PBI vuelva a crecer, como la corrección cambiaria ya se hizo, la deuda pública como porcentaje del PBI empiece a reducirse nuevamente. Es una tarea que demandará muchos años de trabajo, pero es el único camino viable. (9 de diciembre de 2002).

—Desde una óptica sociológica, ¿qué se puede hacer para que el ahorrista vuelva a confiar en el sistema financiero instalado en el país?

Luis Eduardo González — Pienso que la única respuesta es recuperar la credibilidad, que es un bien intangible. Lo que ocurre es que existen algunos intangibles que tienen consecuencias terriblemente tangibles. Es necesario llamar a las cosas por su nombre, siempre; crear un marco de expectativas plausibles, creíbles, y cumplirlas a rajatabla. Si el comportamiento de las autoridades y los actores relevantes zigzaguea o se contradice a sí mismo, eso afectará directamente la credibilidad. Es necesario reconstruir una situación, un marco en el que la gente pueda sentir que le están dejando de mentir, aunque lo que oiga no sea demasiado lindo. Para eso es necesario sinceridad en la comunicación y consistencia en las acciones. No se puede apostar a que la gente vuelva a depositar su dinero simplemente por razones prácticas, porque le inspira más temor "el colchón" que el banco; por esa vía nunca se va a reconstruir un sistema financiero capaz de proveer crédito. (28 de octubre de 2002).

Medidas para promover la inversión
productiva

—¿En qué consisten las condiciones para promover la inversión?

Carlos Lecueder — En esta materia hay seis tipos de medidas que se deberían tomar o profundizar.

En primer lugar, toda nueva inversión debería quedar exonerada absolutamente de cualquier tipo de impuestos y aranceles aduaneros y no sólo de aquellos que están previstos en la Ley de Promoción de Inversiones. (...) Si no hay inversión, no se cobran impuestos, ni aportes sociales, ni nada. Entonces hagamos de cuenta que no se invirtió y exoneremos totalmente de impuestos a quienes inviertan. Si generan ocupación de mano de obra, eso ya sirve en las actuales circunstancias. (...)

En segundo lugar, pondría más énfasis en el régimen de concesión de obra pública, que está correctamente legislado y que funciona muy bien. Está claro que la concesión de obra pública no significa privatizar, sino que consiste en la prestación de un servicio u obra por parte de un privado que el Estado no puede cumplir porque no tiene fondos suficientes y, por tanto, facilita a los privados que lo hagan. Sugiero lanzar un agresivo plan de llamados a licitación para este tipo de concesiones, tanto a nivel municipal como nacional, (...) Se les exoneraría del pago del canon al Estado y de impuestos y aportes con tal de que ocupen mano de obra y que las obras luego pasen a ser propiedad del Estado. Ya habrán de pagar impuestos y aportes en el futuro. Pero hay que hacerlo muy rápido y con seguridades jurídicas ya que el país necesita esas inversiones.

En tercer lugar hay que tomar medidas que ayuden financieramente al agro y a la industria exportadora, que son los pilares en los que deberá apoyarse la reactivación.

En cuarto lugar, se deberá desarrollar un fuerte programa para recuperar los importantes ingresos por concepto de turismo que el país perdió y que puede recuperar, apoyando la importante acción que viene desarrollando el Ministerio de Turismo.

En quinto lugar, hay que luchar aún con más fuerza contra el contrabando para evitar la entrada masiva de productos de los países vecinos así como contra el informalismo.

Sexto y último, hay que aumentar la recaudación fiscal. Para ello en vez de poner nuevos impuestos conviene que recauden más los que ya existen. Es fundamental una reforma que permita recaudar mejor. (3 de junio de 2002)

Desdolarizar el crédito a través de la emisión de títulos en unidades indexadas

—¿Cree factible que la economía uruguaya se pueda desdolarizar?

Fernando Antía — El proceso de desdolarización, que debería ser voluntario, se va a producir en forma lenta y gradual. (...) La gran interrogante que se plantea es qué actitud adoptarán los bancos cuando se normalice la operativa crediticia. Dada la situación económica del país, tendría que ir surgiendo paulatinamente un mercado de crédito en pesos. Parecería que la apuesta del gobierno consiste en crear un mercado de títulos públicos en unidades indexadas (UI) al IPC. (30 de setiembre de 2002)

—¿Cómo se podría incentivar la creación de mercados desdolarizados?

Fernando Antía — Con miras al futuro se debería buscar el modo de obstaculizar, aunque no impedir, el otorgamiento de préstamos bancarios en moneda extranjera a agentes económicos que no generan dólares, al exigir a los bancos algún mecanismo oneroso de cobertura del riesgo cambiario-crediticio. De exigirse previsiones especiales a los bancos sobre los créditos provistos en moneda extranjera a ese tipo de deudores, estos espontáneamente van a tratar de prestar en moneda nacional y eso los va a empujar a su vez —porque el problema radica en que los pasivos bancarios están en dólares— a generar instrumentos atractivos de captación de fondos en pesos o en UI. (30 de setiembre de 2002).

—¿Qué vías estima factibles de implementar para crear un mercado en pesos?

Gerardo Licandro — Hay que apuntalar a la UI. Los puntales (...) son dos. En primer lugar es necesario incentivar el uso de la UI desde la actividad pública. Los bancos públicos tienen que comenzar a hacer una base de negocios en UI. La política de vivienda ya ha dado pasos en ese sentido. Ahora es conveniente que el BROU acompañe buscando espacios para hacer negocios en UI. El Estado debería seguir con su política explícita de emitir papeles en UI.

El segundo puntal es el regulatorio. Hay que hacer que los agentes reconozcan el riesgo de los descalces de moneda a través de la regulación. Si la regulación penaliza los descalces, los agentes van a buscar la forma de evitar la penalización. Al encarecerse el crédito en moneda extranjera, el sector no transable estará más dispuesto a buscar opciones en moneda nacional, lo que incentivará a los bancos a conseguir fondeo en UI, y, por ende, a conseguir depósitos en UI. El otro descalce de envergadura en la economía uruguaya, que está en gestación, es el del sistema previsional. Las obligaciones del sistema previsional —no de las Afaps— están en UR, pero el portafolio del sistema, transitoriamente en manos de las Afaps, está muy sesgado a las opciones en dólares. Desde un punto de vista prudencial, el sistema debería reducir el riesgo del portafolio para evitar fluctuaciones en las pasividades futuras. (...) En ese sentido, la política de aumento de las inversiones en pesos de las Afaps que viene siendo impulsada por la regulación es un camino a seguir. (11 de noviembre de 2002)

Se presenta difícil la reactivación económica sin créditos para el sector productivo

—¿De qué manera se sale de esta recesión si no se produce un aumento significativo del crédito bancario privado dado que el Estado no está en condiciones de proveer fondos para la reactivación?

Gustavo Licandro — Es necesario un shock positivo sobre la confianza de los agentes económicos, que haga viable el ingreso de capitales en esta economía. Para ello es necesario, en mi opinión, un resultado fiscal acorde con el resto de las políticas. Y eso hoy no se está dando. No veo otra acción que reducir los salarios públicos y las pasividades que constituyen más o menos las dos terceras partes del gasto del Estado. Póngale el nombre que Ud. quiera: impuesto a las retribuciones personales, baja de ingresos, etc., pero el ahorro fiscal principal vendrá de allí. Una posibilidad es plantear un cronograma decreciente para esta medida y, al mismo tiempo, una reducción creciente de la plantilla de funcionarios totalizando un monto similar permanente hacia adelante. Estaríamos ante un ahorro permanente por menor gasto público. Por otro lado, el ingreso de capitales permitirá financiar un mayor nivel de actividad, lo que apunta en el sentido de lo que subyace en sus preguntas. (17 de junio de 2002)

—¿Se puede pensar en una reactivación económica sin créditos al sector productivo?

Juan Carlos Protasi — El punto más dudoso es la disponibilidad de recursos para financiar la reactivación. Y este es básicamente un problema de confianza, que está relacionado al riesgo país. Es cierto que hoy el sistema bancario no puede prestar porque se fue el 45% de los depósitos. Pero, ¿qué hay de los capitales que mantienen los uruguayos en el exterior? Si un exportador comprueba que existe un buen nivel de precios y competitividad favorable para exportar y si también tiene sus recursos colocados en algún banco en el exterior, muy probablemente comience a traerlos para financiar su actividad, tal como ocurrió en 1985 cuando se restableció la democracia. Si esos capitales no retornan, creo que será muy difícil la reactivación. (2 de setiembre de 2002).

—¿Cuándo prevé que se produzca una reactivación del crédito bancario privado?

José Luis Rubio — Esa reactivación no se va a producir hasta que se restablezca la confianza en el sector financiero y la liquidez de los bancos se consolide. Luego que pase este trago amargo, que significa aguardar si se liquidan todos o sólo algunos de los bancos suspendidos, y se sepa con certeza qué instituciones continuarán operando en el mercado financiero, es de esperar que el crédito comience a aparecer en forma muy lenta. Pero la confianza no habrá de retornar hasta que se reactive la economía, porque la credibilidad no es un atributo exclusivo de los bancos sino que radica básicamente en el funcionamiento del país. (16 de setiembre de 2002)

—Más allá de la natural reticencia de los bancos para conceder préstamos en épocas de crisis, ¿están los exportadores uruguayos en condiciones de solicitar nuevos créditos?

Daniel Soloducho — Sin lugar a dudas, hay empresas muy solventes en el país. Le diría que no quedan más empresas ineficientes. Las que han sobrevivido a los cambios económicos que se produjeron en los últimos diez años son negocios muy competitivos tanto a nivel doméstico como externo. Lo que la Unión de Exportadores está planteando es que tanto las empresas como los bancos establecidos en Uruguay viven épocas buenas y malas y, a pesar de la crisis actual, tienen que continuar trabajando para salir adelante. Si los empresarios hubiesen retirado utilidades cuando el viento soplaba a favor, para lo cual estaban en todo su derecho, hoy tendrían que reinvertir porque sus empresas están en dificultades. Sin embargo, existe la sensación de que los bancos, que giraron al exterior remesas considerables en tiempos de bonanza, no aportan capitales ahora cuando más se necesitan. Reconozco que estas decisiones no las toman los gerentes locales sino que responden a órdenes de la casa matriz. De todos modos, no es una política justa. Entonces, la lógica haría pensar en otra banca, ya sea nacional o internacional, que apueste al país a largo plazo. (17 de junio de 2002)