Publicada
el 21 de noviembre
Presidente
de la Unión de Exportadores
"Es
más fácil pensar que somos unos llorones, que ver
la realidad"
Daniel
Soloducho "El gobernante mira los indicadores del semestre
que pasó, mientras los exportadores las proyecciones del
semestre que se viene. Muchas veces, la visión del gobernante
y la del exportador tienen casi un año de diferencia. Y eso,
en materia de negocios, es mucho tiempo"
ALVARO
J. AMORETTI | ALVARO GIZ
El
presidente de la Unión de Exportadores, Daniel Soloducho,
dijo que el hecho de que las autoridades hayan modificado en junio
de 2002 la política cambiaria que esa gremial reclamaba revisar
desde mediados de 1997 demuestra que los gobernantes y los empresarios
tienen "una distinta noción del tiempo" que les
hace "leer de diferente forma la realidad", y lamentó
que para quienes fijan el rumbo de la política económica
se haya vuelto "más fácil" pensar que los
exportadores son "unos llorones" que "ver la realidad".
"El
gobernante mira los indicadores del semestre que pasó, mientras
los exportadores estamos mirando las proyecciones del semestre que
se viene. (...) Muchas veces la visión del gobernante y la
visión del exportador tienen casi un año de diferencia.
Y eso, en materia de negocios, es demasiado tiempo", dijo Soloducho
durante una entrevista concedida a El País.
El
empresario se mostró convencido de que en 2003 se comenzará
a percibir un incremento de las exportaciones y consideró
"lógico" que el repunte en las ventas no se haya
registrado en forma inmediata al cambio en la pauta devaluatoria.
"Uno no le puede pedir a una empresa que hoy tenga su estructura
intacta para salir a conquistar el mundo después de tantos
años en que su capacidad de competir en el exterior se vio
tan fuertemente resentida", indicó.
El
que sigue es un resumen del diálogo que El País mantuvo
con Soloducho.
El
gobierno asegura que el sector exportador será el que marque
el camino hacia la reactivación económica que el país
espera. Sin embargo, y a pesar de los beneficios que en materia
de competitividad supone el nuevo escenario cambiario, los indicadores
revelan que las exportaciones no terminan de despegar y parecen
demostrar que la recuperación de la economía será
más lenta de lo que muchos esperan. ¿Le sorprende?
No.
¿Por
qué?
Porque
la experiencia indica que han sido muchos los países que
devaluaron para recuperar competitividad, pero que no hay ninguno
en que la recuperación de las exportaciones se haya dado
de la noche a la mañana. Y es lógico que sea así.
Porque un mercado no se conquista en una semana o en un mes, sino
que es algo que lleva su tiempo. Y fundamentalmente porque uno no
le puede pedir a una empresa que hoy tenga su estructura intacta
para salir a conquistar el mundo después de tantos años
en que su capacidad de competir en el exterior se vio tan fuertemente
resentida. Pero bueno... estamos padeciendo hoy las consecuencias
del desastre que quisimos evitar cuando tantas veces pedimos que
se adecuara gradualmente el tipo de cambio. Se hizo todo de una
vez, y lo estamos pagando.
¿Habría
que haber devaluado en 1999, cuando Brasil adecuó su tipo
de cambio?
Habría
que haberlo hecho antes, incluso. Nosotros empezamos a hablar de
este tema en 1997, y en 1998 lo hicimos público, a través
de un reclamo muy fuerte. Pero nadie nos escuchó.
¿Faltó
visión a las autoridades económicas de aquel entonces
y a las que asumieron la tarea con la llegada del nuevo gobierno
para vislumbrar el impacto negativo de no adecuar el tipo de cambio?
Lo
que ocurre es que muchas veces los gobernantes y los exportadores
tenemos una diferente noción del tiempo, que nos hace leer
de diferente forma la realidad.
¿Sí?
Y...
sí. El gobernante mira los indicadores del semestre que pasó,
mientras los exportadores estamos mirando las proyecciones del semestre
que se viene. En mi caso, por ejemplo, estoy mirando las ventas
de febrero de 2003. Y si ustedes me preguntan si me está
yendo bien o mal, yo les voy a responder en función de mis
proyecciones para el semestre que viene, y no en base al semestre
que pasó. Y eso lleva a que, muchas veces, la visión
del gobernante y la visión del exportador tienen casi un
año de diferencia. Y eso, en materia de negocios, es demasiado
tiempo.
¿Y
no es una carencia grave del sector político el no poder
pensar con criterio empresarial cuando se adoptan desde el sector
público decisiones que impactan fuertemente en el sector
privado?
Lo
es. Acá no se tomaron a tiempo algunas decisiones por temor
a perder el "investment grade" o a que pasara lo que,
fatalmente, igual terminó pasando. Lo que pasa es que para
el gobernante es más fácil pensar que somos unos "llorones"
que ver la realidad y entender que, cuando decimos algo, es porque
tenemos una perspectiva de mediano y largo plazo que nos permite
realizar una advertencia, hacer un pronóstico o plantear
un determinado escenario. Y nos ven como los que siempre están
llorando, en lugar de darse cuenta que estamos mirando la misma
realidad aunque con otros ojos.
¿Deberían
los gobernantes escucharlos más?
Uno
piensa que deberían conversar más con nosotros y,
en todo caso, pedirnos que demostremos lo que decimos.
¿El
ex ministro Alberto Bensión no los escuchaba?
Aunque
nunca concordamos y nunca nos dio nada de lo que le pedimos, Bensión
siempre nos atendió muy bien.
¿Y
qué argumentos les daba para negarse a modificar una política
cambiaria que los hechos, finalmente, le obligaron a rectificar?
Nosotros
le hacíamos ver la situación por la que estábamos
pasando y la que se avecinaba, y él nos decía que
eran cosas pasajeras, que se iban a arreglar.
¿Cómo
se iban a arreglar?
Bensión
decía que el mercado se encargaría de volver a poner
las cosas en su lugar. Y a la vista está que eso no sucedió.
Finalmente hubo que modificar la política cambiaria. El problema
es el costo que el sector ha tenido que pagar por no haber modificado
antes lo que estaba claro que había que modificar. Porque
la industria que se destruye no se levanta de un día para
el otro. Y acá se murieron muchas industrias.
¿Y
exportadores?
Quedan
cada vez menos. En el sector pesquero, hace algunos años
había catorce empresas que exportaban sus productos. Hoy
apenas quedan cuatro. Y los exportadores de productos textiles,
que eran quince o dieciséis, hoy son cuatro o cinco. Y así
pasa en absolutamente todos los rubros.
Con
ese panorama, ¿está preparado el sector exportador
para aprovechar las ventajas que en materia de competitividad ofrece
la nueva política cambiaria?
Estoy
seguro que sí.
¿Van
a aumentar las exportaciones en 2003?
Sí,
no tengo dudas. Ahora tenemos la herramienta que estábamos
pidiendo para ser más competitivos. Yo diría que tenemos
hasta la obligación de vender más. Pero vamos a tener
que darle tiempo al tiempo. Porque el exportador que ya tiene un
mercado, el que lo mantuvo contra viento y marea en esta crisis,
ahora va a poder vender más, porque va a llegar al mismo
destino a un precio mucho más competitivo. Pero el que no
tiene mercados va a tener que salir a buscarlos. Va a tener que
mandar una muestra. Y si les gusta le van a hacer un pedido de prueba.
Y si cumple y el producto se vende bien, con el tiempo le van a
hacer un pedido más grande. ¿Qué quiero decir
con esto? Que los tiempos de los exportadores son diferentes. Que
hay que viajar mucho, porque no hay buen negocio que se cierre sin
conocer personalmente a la contraparte. Y que hay que trabajar mucho
para que, finalmente, los resultados se perciban.
¿Cuánto
tiempo puede llevar conquistar un mercado incluso para quien tiene
un producto apetecible?
Le
puede llevar un año, o incluso más. Por eso el primer
efecto que deberíamos notar es que las empresas que ya están
exportando empiecen a exportar más. Y gradualmente deberían
comenzar a crearse nuevas empresas y a generarse más riqueza.
Porque si no generamos más riqueza, no se van a crear más
empleos, ni se van a poder pagar mejores sueldos, ni se va a invertir
en maquinaria y locales, ni nada.
¿Y
qué puede hacer el gobierno para ayudarlos a acelerar ese
proceso? ¿Invertir más en promocionar la producción
uruguaya?
Sí,
pero no a través de una herramienta como "Uruguay XXI",
que a nuestro juicio es ineficaz y sólo sirve para generar
más burocracia, sino a través del trabajo permanente
de los embajadores que el Uruguay tiene en todo el mundo. Yo soy
un convencido de que los privados y el gobierno tienen que trabajar
juntos, pero también de que el articulador de esa tarea tiene
que ser la Cancillería, y no un instituto que ha demostrado
que no sirve para los fines que motivaron su creación.
¿Y
es posible que el sector exportador despegue en un país en
el que no hay crédito para la producción?
Ese
es el gran escollo que tenemos por delante. Porque hemos visto bajar
nuestros costos en dólares, pero al mismo tiempo hemos visto
crecer las tasas de interés de los créditos. Pero
estamos trabajando para encontrar soluciones.
¿De
qué tipo?
Estamos
pensando en armar una empresa con base en el exterior que pueda
vehiculizar la salida de las exportaciones uruguayas y que sea la
que reciba, siempre en el exterior, los préstamos de organismos
internacionales que permitan apoyar la producción nacional.
Es
un proyecto ambicioso. ¿Es además viable?
Por
lo pronto, ya hemos enterado del proyecto al contador Enrique Iglesias,
quien nos ha anunciado la voluntad del BID de apoyar al Uruguay.
Y estamos esperanzados en que ese camino nos permita obtener los
recursos que los exportadores uruguayos necesitan para salir al
exterior con más fuerza, para ganar más mercados y
para reactivar la economía y generar más trabajo.
¿Y
cómo cree que va a reaccionar el empresario que comience
a percibir que los mercados que se habían perdido comienzan
gradualmente a recobrarse? ¿Piensa que el que antes de la
crisis tenía 200 operarios y ahora tiene 50, va a comenzar
a tomar personal inmediatamente para atender los nuevos pedidos,
o que el empresario va a atender primero la mayor demanda con el
personal que ya tiene y después va a adoptar una estrategia
muy conservadora de crecimiento de la plantilla para evitar un aumento
de sus costos fijos?
Si
le dan la posibilidad de ganar dinero, el empresario siempre aparece.
Y acá también va a aparecer. Lo que hay que entender
es que en Uruguay, como en el mundo, no es un delito ganar dinero.
Es como funcionan las empresas. Para que el obrero gane más,
la empresa tiene que ganar dinero. Distribuir pérdidas es
muy difícil. Más que nada porque la gente no se deja
(risas).
¿Pero
piensa que, incluso si cambia el viento y el empresario empieza
a ganar dinero, el sector va a recuperar los puestos de trabajo
que perdió durante la crisis?
Yo
confío que si el empresario sale a vender, y vende bien,
y ve que su cuenta general mejora, va a terminar tomando más
personal. Y si tengo razón, el empleo va a comenzar a aumentar.
"Que
estén los mejores, y muy bien pagos"
El
presidente Batlle llegó al poder anunciando que, en los cinco
años de su administración, el país duplicaría
sus exportaciones. ¿Esperaban más, como empresarios,
de este gobierno?
Esa
pregunta requiere de una respuesta política que no tendría
problemas de dar a nivel personal, pero que no quisiera encarar
en tanto sea presidente de la Unión de Exportadores.
¿Pero
qué opinión tiene, en líneas generales, de
la gestión de este gobierno?
Diría
que comparto algunas ideas rectoras, como la de que hay que bajar
el "costo país" del Uruguay, pero discrepo con
la forma en que se ha intentado hacerlo.
¿Por
qué?
Porque
no se logra nada, por ejemplo, topeando los salarios públicos.
Hay
quienes ven en esa medida una señal del gobierno en el sentido
de que, al mismo tiempo que pide un esfuerzo a la población,
es capaz de reducir su propio gasto.
Y
eso está bien. Lo que está mal es que pensemos que
podemos dejar empresas que facturan 500 millones de dólares
en manos de técnicos que ganan 1.500 dólares. ¿O
pensamos que con un sueldo de 1.500 o 2.000 dólares vamos
a conseguir que los mejores manejen nuestras empresas públicas?
Si lo pensamos, estamos equivocados. Porque los mejores, por esos
sueldos, se van a ir. Entonces no estamos racionalizando el gasto,
sino administrando mal los recursos que tenemos e igualando para
abajo. Porque de esa forma sólo nos estamos achatando.
¿Y
usted qué propone?
Que
en los cargos más importantes estén los mejores, y
muy bien pagos.
¿Con
qué recursos?
Con
los que surgirán de administrar bien y no de recortar donde
no importa. ¿O ustedes se creen que recortando el café
en el Senado vamos a solucionar algo? Hay que cortar donde todos
sabemos que hay que cortar, donde hay ineficiencia. Pero es una
cuestión de filosofía. Yo en mi empresa siempre apuesto
arriba, a ganador, a ir a más. Porque está claro que
si yo corto todo, lo más seguro es que termine cerrando.
Es aquello de que el día que convencí a mi caballo
de que viviera sin comer el pobre se me murió (risas).
El
país en donde nadie se equivoca
¿Cree
que si un empresario tuviera a su cargo la responsabilidad de trazar
la línea económica los reclamos de exportadores, industriales
y comerciantes serían más escuchados?
Creo
que los cargos políticos tienen que ser ocupados por políticos,
que los hay y muy buenos. Lo que hace falta es que cuando los políticos
se equivocan, lo reconozcan.
¿Por
qué o por quiénes lo dice?
Y...
acá muchos dijeron que cuando Brasil devaluara, la hiper
inflación que iba a sobrevenir iba a echar por tierra con
todos los efectos beneficiosos sobre la competitividad. Y eso no
pasó, pero yo no escuché a nadie salir a decir que
se había equivocado. Y yo acá, en la fábrica,
si me equivoco no sólo tengo que reconocerlo, sino que debo
corregirlo para no persistir en el mismo error. Y salgo, y reconozco
el error, y empiezo de vuelta. Porque reconocer que me equivoqué
no me descarta de por vida. Lamentablemente los gobernantes no piensan
igual.
Mercosur,
izquierda y derecha
¿Fue
un error de Uruguay haber apostado tan fuertemente al Mercosur sin
considerar que la inestabilidad de Argentina y Brasil podía
terminar por arrastrarnos?
No.
Con todo lo que han pasado nuestros vecinos, el Mercosur es hoy
el destino del 31% de nuestras exportaciones. Y siendo sinceros,
tenemos que decir que muchas de las cosas que vendemos en el Mercosur
no tienen demasiados mercados alternativos por un problema de distancias,
de fletes y de costos. Por eso cuando alguien me dice que el Mercosur
no nos ha servido de nada, yo saco los números y los pongo
sobre la mesa. Y los números hablan.
¿Y
no teme que el triunfo de Lula Da Silva en Brasil puede aumentar
la inestabilidad de ese mercado?
Hay
que esperarlo. He visto a muchos gobernantes llegar al poder con
un programa y terminar con otro completamente distinto.
¿Entrar
por la izquierda y salir por la derecha?
Algunos
entran por la izquierda y salen por la derecha. Y otros hacen otros
recorridos.
Atchugarry,
la llave del diálogo
¿Cómo
es su relación con el presidente Batlle?
La
verdad es que no tenemos mucha relación.
¿No?
No.
Y no es de ahora. Sinceramente nunca tuvimos mucha relación.
Pero
usted representa al sector que, según el gobierno, está
llamado a liderar la reactivación económica. ¿Cuál
es el canal de diálogo que, como presidente de la Unión
de Exportadores, tiene con el gobierno?
Tengo
una relación muy fluida y muy buena con el Ministerio de
Economía, que siempre nos ha atendido y ha escuchado nuestros
planteamientos. Y es a través del ministro (Alejandro) Atchugarry
que yo dialogo con el gobierno.
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