Publicada
el 31 de ocutre, cuatro días antes del fin de la coalición
de gobierno
Dr.
Luis Alberto Lacalle | Presidente del Directorio del Partido Nacional
"Batlle
todavía tiene tiempo, aunque todo dependerá de cómo
lo utilice"
"Sinceramente
yo esperé del presidente Batlle una reciprocidad mayor para
con el Partido Nacional. Porque acá hay que tener claro que
el que está obligado es él para con nosotros. (...).
Pero me parece que el doctor Batlle no llegó a calibrar nunca
lo que para los blancos representó votarlo".
ALVARO J. AMORETTI | ALVARO GIZ
El
presidente del Directorio del Partido Nacional y líder del
Herrerismo, Luis Alberto Lacalle, dijo que al gobierno sólo
le quedan "unos 14 o 15 meses" útiles para concretar
reformas, y aunque estimó que si ese tiempo es "bien
aprovechado" puede permitirle a la administración Batlle
aprobar una reforma tributaria, sancionar la Ley Orgánica
Militar y la Ley Orgánica Policial, y encontrar "un
mecanismo de equidad salarial" para los funcionarios del Estado,
advirtió que para ello "hay que meterle" y "estar
arriba de las cosas".
Durante
una entrevista que concedió a El País en su pequeño
despacho de la nueva sede del Herrerismo, el ex mandatario explicó
las razones que llevaron al Directorio del Partido Nacional a abandonar
la coalición, y aunque cuestionó la lentitud del gobierno
dijo que su gestión "ha sido buena" y que "mucho"
de lo que colorados y blancos se comprometieron a impulsar juntos
en el acuerdo programático de noviembre de 1999 "efectivamente
se hizo".
"Yo
no abjuro de lo que se hizo. Simplemente lamento que no se haya
hecho más", dijo el líder herrerista.
Lacalle
admitió haber esperado del presidente Batlle "una reciprocidad
mayor para con el Partido Nacional" luego de que los votos
blancos le aseguraran la llegada al poder y lamentó que "desde
Casa de Gobierno" se hubieran abierto ámbitos de negociación
directos con líderes nacionalistas y por fuera del Directorio
partidario. "Fue el gobierno el que se buscó esa complicación",
dijo.
El
que sigue es un resumen del extenso diálogo que, mientras
jugaba insistentemente con una lapicera, Lacalle mantuvo con El
País.
Hace
casi tres años, el 9 de noviembre de 1999, se firmaba el
acuerdo por el que el Partido Nacional sumaba sus votos a la candidatura
presidencial del doctor Jorge Batlle. Ese acuerdo llevó al
candidato del Partido Colorado al poder y sentó las bases
de la coalición de gobierno que, hasta el pasado lunes, condujo
al país. Vamos por partes. Con las cartas a la vista, ¿cambiaría
algo de aquel acuerdo programático preelectoral?
Sí.
Lo haría un poco más breve y bastante más concreto.
¿Por
qué?
Porque
uno mira aquel documento, como lo hemos mirado en reiteradas ocasiones
en estos últimos días, y se da cuenta que en ese texto
se plantearon algunas metas de difícil cumplimiento y medida.
¿Por
ejemplo?
Bueno,
si lo leen se van a dar cuenta que hablamos mucho de "fomentar"
tal cosa o de "promocionar" tal otra. Y esos son verbos
a los que siempre les falta el cómo y el hasta dónde.
Por eso digo que, si lo tuviera que hacer de nuevo, lo haría
más breve y más concreto.
Pero
con ese acuerdo programático en la mano, en noviembre de
1999 usted recorrió el país pidiendo a los nacionalistas
el voto para la candidatura presidencial de Batlle. Y los blancos,
mayoritariamente, aceptaron esa opción. ¿Volvería
a hacerlo?
Sí.
Si la opción fuera, de nuevo, entre Batlle y (Tabaré)
Vázquez, no vacilaría en hacer lo que hice.
¿Por
qué?
Porque
en 1999 los blancos votamos al menos malo.
¿Batlle
era "el menos malo"?
Y...
los blancos considerábamos que nuestro candidato era el mejor.
Y ese candidato era Luis Alberto Lacalle. Pero el sistema de balotaje
tiene estas cosas. Yo no puedo votar al que más me gusta,
porque quedó fuera de la carrera. Y entonces después
tengo que elegir, con una independencia ciertamente mucho mayor,
entre dos candidatos que no son los míos. Y para optar uno
tiene que comparar. Nosotros comparamos, encontramos un punto de
coincidencia y votamos a Jorge Batlle.
¿Y
hoy sigue pensando que Batlle era "el menos malo" de los
dos candidatos?
Sí,
de eso no tengo ninguna duda. Y cuanto más veo la forma en
que el Frente Amplio gobierna Montevideo y la manera en que se conduce
en la generalidad de los temas, más me reafirmo en mi opción.
Entre Batlle y Vázquez, me sigo quedando con Batlle.
Pero
en noviembre de 1999 ustedes no salieron públicamente a pedir
el voto de los nacionalistas por "el menos malo" de los
candidatos a la Presidencia de la República, sino a defender
un acuerdo programático por el que el doctor Batlle se comprometía
a asumir algunas de las ideas fuerza del Partido Nacional si finalmente
llegaba al poder. ¿Cree que Batlle, tras su triunfo en el
balotaje, cumplió con el compromiso asumido con el Partido
Nacional?
Estamos
por estos días preparando un documento que le vamos a presentar
a la Convención del Partido Nacional y que, a nuestro juicio,
demuestra que mucho de lo que se comprometió, efectivamente
se hizo.
¿Pero
eso no equivale a decir que Batlle ha hecho, hasta ahora, un buen
gobierno?
Es
que yo pienso que la gestión del gobierno en estos 32 meses
ha sido buena. El problema es que creo que no ha sido tan buena
como podía haber sido. Pero ha sido buena. Yo no abjuro de
lo que se hizo. Simplemente lamento que no se haya hecho más.
¿Y
entonces por qué el Directorio del Partido Nacional ha resuelto
esta semana abandonar la coalición de gobierno?
Bueno,
como en todas las cosas humanas, nunca hay una sola causa. Hay varias
causas que determinan un resultado.
¿Pero
cuáles han sido las diferencias fundamentales que justifican
esta decisión del Directorio?
Y...
una de las principales diferencias que tenemos con este gobierno
radica en el ritmo de la gestión.
¿Se
iba más lento de lo que ustedes pretendían?
Claro.
Y hay mil ejemplos de eso. Fíjense que en abril de 2001 el
Partido Nacional le planteó al Poder Ejecutivo la necesidad
de otorgar incentivos tributarios a la construcción como
instrumento para reactivar el país. Y el gobierno aceptó
la idea. El presidente Batlle me dijo que estaba de acuerdo. Pero
después tuvimos que esperar 16 meses para que el Poder Ejecutivo
enviara el mensaje al Parlamento. Y no se puede esperar 16 meses
para implementar una medida en la que todos estamos de acuerdo.
Pero
uno tiene que suponer que el presidente Batlle tiene que estar tan
o más interesado que usted y que el Partido Nacional en reactivar
la economía. ¿Por qué cree entonces que se
demoró tanto tiempo en implementar una medida en la que ambas
partes estaban de acuerdo?
Porque
evidentemente el presidente y nosotros tenemos una noción
distinta del tiempo y de las urgencias.
En
el último año usted insistió fuertemente con
la necesidad de que el gobierno apretara el acelerador y apurara
el ritmo de los cambios que se reclamaban, pero siempre dejó
en claro que el que manejaba el auto era el presidente Batlle, y
que el Partido Nacional iba en el asiento del acompañante.
¿Por qué cree que, a pesar de esa demanda constante
del nacionalismo, el presidente mantuvo su marcha y no apuró
el paso?
Eso
tendrían que preguntárselo a él. Porque el
que maneja y ordena es el presidente. El que va al lado es su aliado,
pero no marca el paso.
Pero
ustedes, que estaban sentados al lado, ¿qué sienten
que pasó?
Sentimos
simplemente que el auto del gobierno no fue tan rápido como
podía.
¿Pero
por qué? ¿Por falta de decisión del presidente?
No
sé, porque yo no puedo estar en la cabeza del presidente
y porque además no quiero presumir intenciones. Pero hay
ejemplos tan o más graves que el de los incentivos para la
construcción. ¿Quieren uno? En setiembre de 2001 propusimos
al presidente encarar con tiempo la elaboración de la siguiente
Rendición de Cuentas, porque el Presupuesto de 2000, en virtud
de lo que había pasado en el mundo y en la región,
ya no se compadecía con la realidad. Pasaron octubre, noviembre,
diciembre, enero, febrero, marzo, abril, mayo y junio. Pasaron nueve
meses, que es el tiempo que lleva gestar un ser humano, y nunca
pudimos sentarnos con el gobierno a analizar cómo adecuábamos
la Rendición de Cuentas a la realidad.
¿Y
por qué cree que pasaban cosas como esa? ¿Porque el
otro socio de la coalición, el Foro Batllista, empujaba al
gobierno en sentido contrario?
Yo
tengo que pensar que el problema radica en el presidente, porque
el que manda es el presidente. Y eso no quiere decir que yo no sepa
que el Partido Colorado tiene graves problemas internos. Pero el
que tiene que dar la orden es el presidente. Y si el presidente
no dio la orden, él sabrá por qué no la dio.
¿Pero
ustedes, que viajaban con el presidente en el auto de la coalición
pidiendo que se apretara más el acelerador, percibían
que en el mismo vehículo viajaba otro socio, el Foro Batllista,
que reclamaba que se acelerara menos?
Es
que uno sabe, por la experiencia, que el Foro Batllista es un movimiento
mucho más conservador, que se maneja con una mayor cautela
y que tiene una manera diferente de la nuestra de encarar la acción
política. Eso es notorio, no es un misterio para nadie. Lo
que yo no puedo saber es qué influencia pueda haber tenido
ese sector en el presidente de la República y en el ritmo.
Lo
que usted sí sabe es que, cuando asumió Batlle, muchos
pensaron que sobrevendría un tiempo de cambios profundos
y acelerados, en el que reformas estructurales largamente postergadas
se verían finalmente concretadas. ¿Usted tenía
la misma expectativa?
(se
ríe) ¿Ustedes vieron esas carreras de "picadas"
que hay en Estados Unidos, donde unos autos con ruedas gigantescas
esperan la señal de largada con el acelerador al máximo
y a la mínima señal de partida salen como bólidos?
Bueno, yo pensé que así iba a salir este gobierno.
Y lo pensé por los antecedentes del doctor Batlle y porque
lo conozco.
¿Y
cuándo se dio cuenta de que las cosas no serían como
usted había imaginado?
Cuando
empezaron a pasar los meses. Y más que nada, cuando vi cómo
se había consumido el primer año, que para un gobernante
es "el año de oro", porque es cuando tiene que
hacer lo que va a marcar su gobierno. Pero uno se dio cuenta de
que ese primer año, más allá de lo que se hizo
con la Comisión para la Paz, transcurrió sin que se
adoptaran grandes medidas de gobierno.
Está
claro que usted esperaba mucho más...
Yo
esperaba que se hicieran cosas. Acá vimos un día que
el presidente publicaba en la página web de la Presidencia
de la República los sueldos de todo el Estado. Y ese sí
que fue un acto de coraje cívico. Porque poner en blanco
y negro la diferencia que hay entre un chofer de un ente autónomo
y un coronel del Ejército o un docente de Secundaria, que
es gente que tiene años de estudio y responsabilidades muy
grandes, es un acto de coraje. Y cuando el presidente dio ese paso,
yo me imaginé que atrás de ese acto de coraje venían
las medidas. Pero no vinieron y resulta que recién ahora,
por iniciativa mía, se incluyó en la Rendición
de Cuentas un artículo que dice que se estudiará el
sistema salarial del Estado procurando que tenga cierta justicia
y equidad.
¿Y
por qué un presidente que es capaz de un acto de coraje como
el que usted reconoce no toma las medidas para corregir de inmediato
la inequidad que se atreve a denunciar?
No
lo sé, porque conozco al presidente y lo sé un hombre
capaz y lleno de experiencia política y capacidad personal.
¿Es
posible que la magnitud de los problemas que ha tenido que enfrentar
desde su asunción hayan incidido?
Yo
tengo claro que le ha tocado bailar no con la más fea, sino
con la feísima. Pero bueno... así es este oficio de
ser presidente. Uno tiene un día un Hospital Filtro, otro
día una huelga policial y otro día pierde un plebiscito
por la ley de empresas públicas. Siempre hay adversidades.
En
una entrevista que concedió hace algunas semanas a El País
el asesor presidencial Carlos Ramela reconoció que el gobierno
pasó el primer año tratando de ordenar la casa, el
segundo soportando el impacto de la aftosa y el tercero manejando
una crisis financiera, lo que le impidió imprimirle un mayor
ritmo a las reformas planteadas durante la campaña electoral.
Con
toda la simpatía que tengo por el doctor Ramela Regules,
con cuya familia tengo una gran amistad, creo que eso es algo que
no se puede decir. Porque si algo tiene de fascinante y complejo
la gestión de un gobernante es que uno tiene que atender
varios temas al mismo tiempo. Eso es justamente lo tremendo de ser
presidente. Si uno sólo puede atender un tema a la vez, entonces
tiene que entender que no puede ser presidente. Pero además,
Ramela Regules habla de que en el primer año se dedicaron
a ordenar la casa, pero yo no vi que el gobierno impulsara un ajuste
fiscal o un programa de contención del gasto, que era lo
que había que hacer.
A
la hora de explicar los inconvenientes que en estos tres años
debió enfrentar el gobierno, Ramela agradecía el "apoyo
incondicional" del Foro Batllista al gobierno, y aunque reconocía
que el Partido Nacional había aportado sus votos en los momentos
más difíciles también llamaba la atención
acerca de lo complejo que resultaba para el gobierno negociar con
una colectividad como la nacionalista, que parecía dividida
en varias fracciones de partidos. Como presidente del Directorio
del Partido Nacional, ¿considera que esa crítica es
de recibo?
Yo
creo que fue complicado, y que lo complicaron desde Casa de Gobierno.
¿Por
qué lo dice?
Porque
hay un solo Directorio del Partido Nacional. Y eso quiere decir
que bastaba con que me hablaran a mí, para que yo consultara
con el Directorio y pudiera dar una respuesta en nombre del Partido
Nacional. Porque el Partido Nacional es un partido que estaba organizado.
Pero si desde el gobierno se generaron otros interlocutores del
nacionalismo y otros ámbitos de negociación, fue el
gobierno el que se buscó esa complicación.
¿Está
diciendo que fue un error del gobierno abrir instancias de negociación
con líderes de sectores del Partido Nacional en lugar de
concentrar el diálogo a través del Directorio?
Estoy
diciendo que cuando el doctor Ramela Regules dice que ellos tienen
problemas porque tienen en frente a más de un Partido Nacional,
no sólo incurre en una falta de respeto, porque uno podría
decir lo mismo del Partido Colorado pero yo no me meto en los problemas
internos de las otras colectividades, sino que no advierte que ese
problema lo crearon ellos mismos cuando generaron otras vías
de negociación. Porque hay un único Directorio del
Partido Nacional.
¿Pero
no tiene razón Ramela cuando advierte que dentro del Partido
Nacional hay diferencias entre los diferentes sectores que pueden
hacer sentir a quien tiene que negociar con su colectividad que,
más allá de que hay un órgano único
de conducción, hay más de un Partido Nacional?
Sí.
Pero también hay varios Frente Amplio y también hay
varios Partido Colorado. ¿O no? Porque en el Frente Amplio
yo veo al menos tres tendencias. Y en el Partido Colorado hay dos
y capaz que hasta tres tendencias. Y eso es parte de lo que le pasa
a un partido multitudinario. Pero cuando un partido tiene un órgano
de conducción único, como el Partido Nacional, me
parece que quien quiera negociar con ese partido tiene que aprovechar
esa ventaja. Y el gobierno no la aprovechó como yo creo que
hubiera tenido que aprovecharla.
El
apoyo del Partido Nacional fue decisivo para que Batlle llegara
al gobierno. ¿Esperaba otro trato del presidente para con
los nacionalistas?
Sinceramente
yo esperé del presidente Batlle una reciprocidad mayor para
con el Partido Nacional. Porque acá hay que tener claro que
el que está obligado es él para con nosotros. El Partido
Nacional votó no solamente a un candidato del Partido Colorado,
aunque sin lema, sino también a una persona que lleva un
apellido que para nosotros es muy importante en la historia y que
los nacionalistas no asociamos precisamente con recuerdos gratos.
Pero me parece que el doctor Batlle no llegó a calibrar nunca
lo que para los blancos representó votarlo.
¿Se
lo dijo alguna vez al presidente?
No
se lo dije. Y si se lo hubiera dicho no lo diría, porque
no cuento mis conversaciones con otra gente. Siendo discreto me
ha ido mucho mejor.
¿Y
ahora qué? El rompimiento de la coalición de gobierno,
¿deja algún margen para que el gobierno pueda impulsar,
en lo que le queda de gestión, algunas de las reformas estructurales
que están pendientes?
Cuando
le llevé al doctor Batlle la resolución del Directorio
le dije al presidente que si se lee bien su texto se puede advertir
que hay en ella mucho para aprovechar. No es, como mucha gente cree,
un "no" a todo lo que viene. Es un "reformulemos",
aunque a partir de un descenso en el grado de relacionamiento que
tenemos con el gobierno. Y una lectura detenida de la resolución
del Directorio por parte del presidente y de su equipo de gobierno
le va a revelar que se trata de un verdadero y nuevo plan de gobierno,
porque no solamente se le ofrece al gobierno lo que no tiene, que
son mayorías parlamentarias, sino que hasta se indican cuatro,
cinco, seis temas de primordial importancia para desarrollar en
el Parlamento.
¿Y
hay margen para hacer esas reformas?
Yo
pienso que sí. El ministro (Alejandro) Atchugarry nos ha
convocado para analizar el tema de la reforma tributaria, que es
una idea que personalmente lancé en un almuerzo de ADM en
abril de este año. Pasaron siete meses, pero finalmente la
idea se ha puesto en marcha.
¿Qué
tiempo útil diría que le queda a este gobierno para
hacer las reformas antes de que el ruido electoral termine por dominarlo
todo?
Yo
diría que dispone de unos 14 o 15 meses.
No
es mucho tiempo.
No
crean. Bien aprovechados, 14 o 15 meses es mucho tiempo. Por eso
hemos pedido que se levante el receso. Creemos que con que el Parlamento
descanse desde el 20 de diciembre hasta el 15 de enero es suficiente.
Y después hay que meterle.
¿Qué
debería plantearse el gobierno como meta posible de acción
para esos 14 o 15 meses útiles de gestión que a su
juicio le restan?
Si
le metemos, podemos sacar en ese tiempo la Ley Orgánica Militar,
la Ley Orgánica Policial, la Reforma Tributaria, un mecanismo
de equidad salarial para los funcionarios del Estado y alguna cosa
más. Y ese es un lindísimo programa para encarar de
aquí al final. Pero para que eso sea posible hay que meter
"palo y palo", y estar arriba de las cosas...
...
y aceitar los mecanismos de negociación parlamentaria, porque
de los acuerdos o disensos que se registren en el Palacio Legislativo
dependerá si esas reformas tienen o no los votos para ser
aprobadas.
Eso
es cierto. Y también es cierto que este nuevo relacionamiento
nos va a obligar a poner en marcha todos los mecanismos de la Agrupación
Parlamentaria del Partido Nacional para garantizar la disciplina
de nuestros legisladores. Porque cuando uno pone el eje de un relacionamiento
en el Parlamento, al mismo tiempo tiene que saber que tiene que
ser muy disciplinado. Si somos tantos legisladores, somos tantos
legisladores. Y vamos y venimos juntos. Así funcionan los
partidos.
¿Y
qué papel va a jugar el Directorio en ese relacionamiento?
¿Se va a hacer a un lado y dejar que los temas se negocien
exclusivamente en el Parlamento o va a dirigir a distancia?
El
Directorio va a seguir siendo la autoridad más importante
del partido. Y hay que entender, además, que el Directorio
y la Agrupación Parlamentaria no son compartimentos estancos.
Está claro que el senador (Guillermo) García Costa
me comunica lo que está haciendo y está claro que
yo le doy mi opinión y la del Directorio.
Al
apoyar en el Parlamento este nuevo esquema de relacionamiento entre
el gobierno y el Partido Nacional, ¿no se corre el riesgo
de que algunos legisladores, sabiendo que su voto se vuelve decisivo,
comiencen a "cotizarlo" de otra forma, complicando más
la obtención de las mayorías necesarias para procesar
determinadas reformas?
Y
bueno... eso tendría que haberlo calculado antes el gobierno,
¿no les parece?
El
presidente ya ha anunciado que, si la Convención nacionalista
refrenda lo resuelto por el Directorio blanco, él enviará
un proyecto al Parlamento para eliminar algunos ministerios y reducir
el número de directores de las empresas públicas.
¿El Partido Nacional dará apoyo legislativo a esas
iniciativas?
Primero
tenemos que ver la ley. Cuando la veamos, diremos si estamos o no
de acuerdo. Pero bueno... si había que dar este sacudón
para que el presidente empezara a hacer cosas, entonces estaremos
viendo el primer efecto positivo de la resolución del Partido
Nacional.
Usted,
al término de su tercer año de gobierno, sufrió
su propio "sacudón" cuando más de siete
de cada diez uruguayos rechazaron la Ley de Empresas Públicas,
que para muchos era el buque insignia de su administración.
Y muchos pensaron que esa derrota le dejaría sin margen para
encarar reformas de fondo en los dos años que tenía
de gestión. Sin embargo, su gobierno se rehizo, aceleró
el paso en 1993 y el último domingo de noviembre de 1994
terminó perdiendo las elecciones nacionales por apenas 16
mil votos. ¿Siente que este "sacudón" que
ustedes ahora le dan al gobierno colorado puede impulsar al presidente
Batlle a relanzar su administración de la misma forma que
usted lo hizo?
Lo
que pasa es que en aquel entonces había un presidente duro
de matar (se ríe a carcajadas).
¿Y
el actual presidente no lo es?
No
lo sé. Batlle todavía tiene tiempo, aunque no demasiado.
Todo depende de cómo lo utilice.
La
izquierda y la inmediatez
¿Cómo
observa el Partido Nacional el conflicto que la Intendencia de Montevideo
mantiene con los trabajadores municipales nucleados en Adeom?
Con
mucha alarma.
¿Por
qué?
Porque
gobernar Montevideo es gobernar medio país y porque los problemas
de Montevideo son mucho más chicos que los del país.
Fíjense el Frente Amplio se ve en figurillas para gobernar
Montevideo, pero ha aumentado la presión tributaria sobre
el contribuyente, no tiene que pagar Fuerzas Armadas, Policía
ni maestras, nos cobra casi un millón de dólares diarios
a los vecinos y dedica menos de 20 millones de dólares al
año a hacer obras. Y si a todo eso uno le unimos la dependencia
que el Frente Amplio tiene respecto de los sindicatos, está
claro que lo que está sucediendo con Adeom es una señal
fea para Montevideo y para todo el país.
¿Manejó
mal la administración Arana la relación con los trabajadores
municipales?
Creo
que no calculó debidamente lo que se le daba a los trabajadores
y ahora hay un compromiso, pero no hay cómo cumplirlo. Y
ese es el problema de la izquierda. A veces piensa con demasiada
inmediatez. Y cuando uno piensa con inmediatez, pierde la perspectiva
de las cosas.
"No
soy jugador de mediocampo. Juego en el área chica, de nueve"
En
los días previos a que el Directorio del Partido Nacional
se reuniera para decidir si se mantenía o no dentro de la
coalición, algunos dirigentes herreristas se manifestaron
en favor de que el acuerdo se extendiera todavía por algún
tiempo más, y otros, como el intendente de San José,
Juan Chiruchi, y el sector de su señora, la senadora Julia
Pou se inclinaron por abandonar ya el gobierno. ¿Fue difícil
de procesar el tema dentro del Herrerismo para que, finalmente,
todos estuvieran de acuerdo y asumieran la misma postura?
Primero
que nada, nuestro sector, en el Herrerismo no hay sectores. Hay
dirigentes, pero no hay sector de mengano, ni de zutano, ni de mengana.
Hay compañeros que hacen confianza en mí. Y yo decido
en función de la confianza que me dan los compañeros.
El Herrerismo es un movimiento que está muy fuertemente basado
en esa confianza hacia mi persona, que yo mucho agradezco.
Pero
usted, antes de tomar una decisión como la que acaba de tomar,
consulta a esos compañeros. ¿Fue duro aunar esas posiciones
que, al menos en el papel, aparecían como divergentes?
¿Saben
algo? A veces no se entiende que en política no hay decisiones
que son en blanco o negro. La mayor parte de las veces hay que manejarse
con los matices del gris. Por lo demás, parte del encanto
de esta profesión es tener que adoptar decisiones. Y yo no
soy jugador de mediocampo. Yo juego en el área chica. Y de
nueve.
¿No
terminó siendo arrastrado el Herrerismo por la ofensiva lanzada
por el senador Jorge Larrañaga, que después de una
larga prédica pública reunió las firmas necesarias
para que su propuesta de abandonar la coalición fuera considerada
por la Convención partidaria?
No
sé. Lo que hizo el doctor Larrañaga, que me parece
muy legítimo desde el punto de vista político, fue
ejercer una facultad que le da la Carta Orgánica del partido.
Pero esa misma Carta Orgánica es la que dice que es el Directorio
el que debe opinar sobre las coaliciones.
Por
eso el Directorio se reunió y se pronunció antes de
la Convención. Porque si no, la Convención se iba
a reunir y nos iba a preguntar "y ustedes, ¿para qué
están?". Y los diarios hubieran titulado "Lacalle
omiso". Por eso nos pareció que era mucho más
legítimo que la Convención supiera lo que opina quien,
por Carta Orgánica, está obligado a opinar sobre estos
temas.
Hay
quien puede pensar que, en realidad, el Directorio nacionalista
adelantó un pronunciamiento para evitar que la Convención
partidaria le dijera lo que tenía que hacer, lo que podía
haber supuesto una desautorización.
Se
pueden decir tantas pavadas...
Al
cambiar "le hicimos un bien al gobierno"
Cuando
su cuestionamiento terminó con el reemplazo del contador
Alberto Bensión en el Ministerio de Economía y Finanzas,
desde varios sectores políticos se disparó contra
usted y se le acusó de poner en riesgo la estabilidad del
país y su imagen internacional. Ahora, que el tiempo ha pasado,
¿sigue pensando que hizo lo correcto promoviendo aquellos
cambios en el equipo económico?
Y...
el estar en la punta de la carrera siempre atrae más fuego
que el estar en el fondo del pelotón. Por eso a mí
la crítica no me asusta. Porque soy una persona seria, que
mide las consecuencias de sus actos. Y a mí, durante tres
días seguidos, el presidente Batlle me había asegurado
que el ministro Bensión iba a ser sustituido Pero resulta
que se mencionaban los nombres, se hablaba de gente, pero el cambio
no se producía. Y bueno, me pareció que era el momento
de actuar.
¿Cree
que el tiempo le dio la razón?
Creo
que el tiempo ha demostrado que le hicimos un bien al propio gobierno.
¿Está
conforme con la gestión del ministro Atchugarry?
Sí,
por supuesto. Estoy conforme con lo que ha hecho y fundamentalmente
con la manera en que lo ha hecho, porque es un ministro que escucha.
Y eso es muy importante.
¿Se
siente el Partido Nacional representado por la conducción
económica de este gobierno?
No.
El presidente excluyó expresamente al Partido Nacional de
la conducción económica desde un primer momento. Y
no sólo estoy diciendo con eso que no nos tuvo en cuenta
para los principales cargos, sino que ni siquiera se nos ha consultado
acerca de las decisiones económicas. Fue su forma de interpretar
la coalición.
¿Y
usted cree que, a la hora de evaluar la actual gestión económica,
la gente puede distinguir entre colorados y blancos?
Yo
espero que puedan distinguir entre nosotros y ellos, porque no somos
lo mismo.
Los
cargos, el presidente y Aparicio
Los
ministros blancos se van del gabinete. ¿Por qué no
siguen el mismo camino los dirigentes que, en representación
del Partido Nacional, integran directorios de entes autónomos
u ocupan otros cargos de confianza política?
Los
cargos de confianza político hay que abandonarlos, todos
ellos. Los cargos que tenemos en función del control constitucional
no se abandonan, ninguno de ellos.
¿Quiere
decir que los dirigentes blancos se van a mantener, por ejemplo,
en sus cargos de directores de las empresas públicas?
Claro.
Y se van a quedar porque se tienen que quedar. Y se tienen que quedar
porque es una conquista del Partido Nacional que viene de las revoluciones
saravistas, y no un gesto de buena voluntad de un presidente.
|