SISTEMA FINANCIERO | PERSISTIRA LA FALTA DE CONFIANZA MIENTRAS SUS FUNDAMENTOS NO SEAN SOLIDOS

No habrá más remedio que ir tarde o temprano a una flotación cambiaria

Líderes políticos deberían comprometerse públicamente a que no se va a adoptar ninguna medida de conversión forzosa de los depósitos

No habría falta de confianza en el sistema financiero uruguayo si no existieran problemas con los fundamentos de la economía, sostuvo el economista Nelson Noya, investigador de Cinve y docente universitario, en diálogo con ECONOMIA & MERCADO. El entrevistado analizó los posibles efectos de las medidas propuestas por el gobierno en materia de reducción del gasto público e hizo un diagnóstico de la economía uruguaya. A su entender debería aplicarse un ajuste fiscal y modificarse la política cambiaria para evitar que se produzca una corrida contra el peso.

--El gobierno ha anunciado un nuevo ajuste fiscal que, aparentemente, recortará gastos y aumentará el impuesto a las retribuciones personales, el IRIC y la base imponible del IVA. ¿Es una medida adecuada dada la profundización de la crisis económica?

--Es difícil pronunciarse dado que la cuantificación del aumento de impuestos y contracción de gastos no está aún totalmente clara.

--¿Es suficiente con achicar el gasto para salir de la recesión?

--La austeridad fiscal por sí sola no sacará a la economía uruguaya de la recesión como lo muestra el ejemplo argentino, que registró el récord de seis ajustes en dieciocho meses durante la gestión del ministro Machinea bajo la presidencia del Dr. de la Rúa. Sin embargo, eso no alcanzó para detener el alza del riesgo país. En realidad, las cuentas fiscales nunca le cerraron debido al aumento de los intereses de la deuda pública y, sobre todo, a la caída de la recaudación a causa de la continuación de la recesión. Es sabido que un ajuste fiscal tiene impactos contractivos sobre la demanda. A lo sumo, la reducción del déficit puede ayudar a la reactivación en la medida que genere una reducción de la tasa de interés interna, la cual está determinada por el riesgo país, pero ese es un canal de reactivación de importancia muy secundaria.

En Uruguay, hoy estamos en la misma etapa de la Argentina de Machinea, anunciando un ajuste en enero, que recién se aplicó en marzo, y ahora tenemos otro en mayo y, quizás, haya otro más dentro de tres o cuatro meses porque el nivel de actividad va a seguir cayendo y con él la recaudación.

--Entonces, ¿cuáles serían los pasos que el gobierno debería dar para revertir esa tendencia negativa?

--Es un error pensar que el desequilibrio fiscal constituye una causa primaria del problema que está viviendo la economía de Uruguay, cuando en realidad es sólo una consecuencia. La raíz está en que nuestros dos socios comerciales, primero Brasil en 1999 y luego Argentina este año, han devaluado sus monedas. Eso ha afectado gravemente la competitividad de los productos uruguayos y no existe otro instrumento que el cambiario para remediar esta situación. Hasta hace poco tiempo el gobierno no tenía este diagnóstico, basta leer las declaraciones del ministro Bensión de los tres últimos años. Finalmente, este ha modificado su diagnóstico, pero, aún así, se está moviendo con lentitud porque el ritmo de deslizamiento de la pauta cambiaria es insuficiente para que las exportaciones y parte de la producción destinada al mercado interno, que compite con las importaciones, logren ser el motor que nos saque de la recesión en un plazo razonable.

--¿No ha permitido la aceleración del tipo de cambio alcanzar un nivel de competitividad similar al de Brasil?

--Mejoramos, pero creo que aún estamos por debajo de Brasil y, además, lo que importa es el nivel promedio respecto a todos los países. La competitividad de la producción uruguaya ha caído enormemente con respecto a la de Argentina, así que, aunque nos igualemos a Brasil y al resto, en promedio sería insuficiente. A pesar de la crisis actual en Argentina, este país sigue siendo nuestro socio principal si al comercio de mercancías le sumamos el de servicios, en particular el turismo. La especificidad que Uruguay tiene con Argentina radica en que le vende determinados productos y servicios que no tienen la alternativa de otro destino. En este caso es imposible razonar en términos de sustituibilidad de los destinos, pues de nada vale mejorar la competitividad con el resto del mundo, ya que a las plantas fabriles e instalaciones hoteleras que atienden al mercado argentino no se les puede dar otra utilización sino no hay demanda desde ese país.

Régimen cambiario

--Si no le entiendo mal, Ud. cree que una depreciación significativa del peso allanaría el camino para el comienzo de una reactivación. ¿Qué régimen cambiario debería regir después de producida esa devaluación?

--La situación se está deteriorando tan rápidamente que no es obvio cuál sería la política cambiaria más adecuada en este momento. Hace un mes hubiera dicho que el mejor régimen cambiario era el que permitía una mayor discrecionalidad en el manejo del tipo de cambio, como podría haber sido una banda más ancha que la actual. Además, hubiera sido más deseable que el deslizamiento de la banda no fuera prefijado sólo respecto al dólar, sino respecto a una canasta de monedas, la cual no debería incluir al peso argentino debido a su gran volatilidad, pero sí al real brasileño.

En términos más ideales aún, considero que habría que modificar íntegramente el régimen monetario y cambiario en Uruguay. En los últimos tiempos, muchos economistas favorecen la adopción de un régimen de inflation targeting (metas de inflación), el cual implica que el gobierno debe comprometerse con el objetivo de política económica que es la inflación y no con un instrumento para alcanzarlo, como ocurre hoy con el tipo de cambio. Ese régimen no es fácil de implementar pues requiere una política monetaria activa, es decir, del uso de tasas de interés, de un grado de sofisticación en las previsiones inflacionarias, en la comunicación de decisiones diarias al público, en la transparencia de las decisiones, que no creo que se pueda alcanzar en un período corto. Además, requiere de un Banco Central mucho más independiente del Poder Ejecutivo --por lo cual tendríamos que transitar por un proceso de reforma constitucional-- y con la misión muy clara y cuantificada de alcanzar una meta de inflación definida. Esto implicaría que el régimen cambiario fuese, al menos formalmente, de flotación.

--¿No favorece ese esquema que se produzcan grandes fluctuaciones en el valor de la moneda?

--Siempre se entiende que un régimen de metas de inflación implica una flotación de la moneda, pero eso no quiere decir que haya una volatilidad extraordinaria en el tipo de cambio. Significa sólo que no hay ningún compromiso de parte de la autoridad monetaria para sostener un valor determinado de la moneda. Eso no impide que la autoridad monetaria actúe estabilizando dicho valor siempre y cuando siga cumpliendo con su objetivo central que es lograr una determinada meta de inflación.

--¿Y cuál sería el régimen cambiario más acertado hoy día?

--Ante la fuerte pérdida de reservas internacionales registrada en los últimos meses, tarde o temprano no tendremos más remedio que ir a un régimen de flotación. No tendría ningún sentido gastar las reservas para mantener la cotización de la moneda.

Caída de reservas

--¿Cómo interpreta la caída de las reservas internacionales netas del Banco Central del Uruguay (BCU) que acumularon un descenso de U$S 1.387 millones en los primeros cuatro meses del año?

--Es presumible que la pérdida de reservas esté vinculada al retiro masivo de depósitos bancarios, cuyos titulares son argentinos, aunque así también han actuado muchos uruguayos. Desgraciadamente, la forma como el BCU publica estos movimientos no permite tener un seguimiento claro de qué monto de reservas se pierden por esa razón y cuántas por sostener el valor del peso. Todo esto nos debería recordar las declaraciones de algunos políticos y economistas, que sostenían que Uruguay tenía capacidad de sobra para enfrentar una corrida contra su moneda porque la Autoridad Monetaria podía comprar varias veces el circulante en moneda nacional. Esto es un error porque las reservas internacionales no sólo respaldan la emisión monetaria sino que también respaldan los depósitos del sistema bancario. Obviamente, esa operación que se podía hacer con el circulante de moneda, no se puede efectuar con los depósitos bancarios porque estos en su conjunto tienen como contrapartida no sólo el encaje sino también los créditos. Pero estos últimos no son líquidos ya que es imposible que se le reclame a los deudores de los bancos que cancelen todas sus obligaciones de la noche a la mañana.

Fundamentos y confianza

--¿Cómo evalúa la situación actual del sistema financiero uruguayo?

--Sin duda enfrenta una crisis de confianza. No obstante, hay que distinguir entre los fundamentos del sistema, o sea los determinantes más profundos, y los elementos aleatorios o accidentales. Para que haya confianza es necesario que haya fundamentos sólidos, pero eso puede no ser suficiente.

Los malos fundamentos están detrás del problema del sistema bancario uruguayo y también de la crisis económica. Este diagnóstico es parcialmente distinto al que tiene el gobierno porque este admite que hay insostenibilidad en la política fiscal, desde el momento que está planteando un ajuste de las cuentas del Estado. Pero creo que también hay insostenibilidad en la política cambiaria porque el deslizamiento de la banda cambiaria es tan lento que, de mantenerse, el país enfila derecho a una crisis. Con esos fundamentos en tan malas condiciones, en algún momento ocurre un problema de confianza. En términos prácticos, este diagnóstico significa que debe aplicarse un ajuste fiscal y modificarse la política cambiaria para evitar que se produzca una corrida contra el peso como sucedió en Argentina, que ha terminado con una moneda cotizándose a precios ridículos.

--¿No se debe la falta de confianza en el sistema bancario uruguayo a un contagio de la crisis Argentina?

--Puede ser, pero estoy seguro que si no existieran problemas con los fundamentos, no habría falta de confianza. Y Uruguay no va a salir de ese problema hasta que el sistema financiero no presente fundamentos sólidos. Además de eso que tiene que ver con la sostenibilidad cambiaria y fiscal, como la confianza es un mecanismo que se autogenera, se requiere actuar con elementos que puedan revertir las actuales expectativas negativas. Para ello habría que emitir señales muy claras por parte de los políticos, conseguir un acceso fluido a los fondos de los organismos internacionales y aprobar alguna medida estructural importante que dé mayor solidez al sistema bancario, para lo cual hay un abanico de opciones técnicas que incluyen, entre otras, el seguro de depósitos.

--¿Qué señales debería dar el sector político?

--Aunque es comprensible que los políticos no hablen de la falta de confianza basándose en el razonamiento de que si se lo menciona, el problema empeora, creo que a esta altura el tema de la confianza va a seguir estando presente de todas formas. Los partidos políticos deberían manifestarse con el mayor consenso posible emitiendo una señal que transmita tranquilidad y seguridad a los inversores y depositantes. Por ejemplo, los líderes de todos los partidos políticos podrían asumir públicamente el compromiso de que no se va a adoptar ninguna medida de conversión forzosa de los depósitos, que van a dar pleno apoyo al sistema bancario por ser esencial para el país, etc. Declaraciones de ese tenor deberían complementarse con alguna medida, insisto, que refuerce los fundamentos de la economía para poner fin a la recesión porque, con insostenibilidad fiscal y cambiaria, las palabras valen poco.

Apoyo del Estado

--¿Qué significa el préstamo puente de U$S 40 millones que recibirá el Banco Comercial de la Corporación Nacional para el Desarrollo (CND), que utilizará fondos concedidos por el Credit Suisse First Boston?

--Es un crédito que se otorga mientras no llega otro que está previsto para más adelante. Pero más allá de esto, la operación significa una asistencia crediticia del sector público al Banco Comercial. La legislación vigente le impide al BCU asistir a un banco privado más allá del límite dado por su patrimonio contable. Entonces, puede ser que esté utilizando a un organismo estatal, pero que se mueve en el marco del derecho privado como la CND, para eludir esa legislación. Esto estaría revelando que la Carta Orgánica del Banco Central está siendo violada en su espíritu, pero no en su letra.

--A su juicio, ¿es conveniente esa decisión?

--En las actuales circunstancias, es mejor que el Estado apoye a esa institución en dificultades. Sería mucho peor para el sistema financiero uruguayo y, por consiguiente, para la economía del país que se dejara caer al Banco Comercial.

--Con este precedente inmediato, ¿deberá el Estado también respaldar a otros bancos privados que, eventualmente, puedan tener problemas de liquidez e incluso de solvencia en el futuro?

--Si el gobierno uruguayo tiene intenciones de apoyar a todos los bancos privados que entren en dificultades, estamos regresando a un escenario similar al del período 1981-83. En el caso de que el fisco asumiera todas las pérdidas de los bancos, no me parece demasiado descabellada la idea de que el público tendría más confianza si los bancos quedasen en manos del Estado sea en propiedad total o parcial.

--¿Qué lecciones deberíamos recordar de la crisis de 1981-83?

--En el camino a una posible crisis bancaria, habría que evitar algunas perversiones que ocurren en estas circunstancias y que no faltaron en esa ocasión similar de hace veinte años. Si algunas instituciones bancarias privadas actualmente estuvieran reduciendo sus líneas de crédito con corresponsales, o sea, los pasivos que tienen los bancos locales con el exterior, mediante amortizaciones anticipadas o aceleradas, habría que evitarlo para que todos los acreedores y no sólo los depositantes pongan algo de su parte para cubrir los riesgos. Le aclaro que no sé cómo están operando los bancos porque no hay información disponible al público, pero supongo que el BCU sí lo debe saber. Si la idea es salvar la imagen de la plaza bancaria uruguayo a costa del fisco, también deberían contribuir con una parte los acreedores de los bancos locales y, por supuesto, las casas matrices en caso de ser bancos internacionales. Esto sería lo ideal. Por supuesto, no es fácil de implementarlo pero, por lo menos, habría que intentarlo.

Seguro de depósitos

--¿Qué posibilidades existen de que se adopte un seguro de depósitos bancarios en Uruguay?

--No me parece una mala idea, pero dudo que por sí sola resuelva todos los problemas. En primer lugar, sería como contratar una póliza luego de haberse producido el siniestro, lo cual se parece más a un subsidio que a un seguro. Se supone que ese seguro va a ser financiado a futuro con aportes de los beneficiarios, lo cual es más bien una promesa que podría cumplirse o no dependiendo de cómo esté diseñada. En segundo término, ese seguro sería muy oneroso porque no sólo cubriría lo que pueda pasar de aquí en adelante sino que tendría que incluir lo que ya sucedió. En definitiva, esto se presenta como un inconveniente financiero. En tercer lugar, los seguros de depósitos generalmente cubren sólo a una determinada franja de ahorristas limitada por una cifra predeterminada, que en algunos países se fija en U$S 10.000. Esto se diseña así no por razones distributivas, sino porque el objetivo de un seguro de depósito es evitar que haya corridas por el sólo hecho de tener una mala percepción de la solidez de los bancos, cosa que es más factible que ocurra entre los ahorristas pequeños. Entonces, en estas circunstancias, la instalación de un seguro puede ser un arma de doble filo porque actualmente no hay buena información sobre la calidad de las carteras de los bancos, pero todo hace sospechar que en este contexto de crisis deben estar empeorando y, además, porque los depositantes grandes podrían tomar esa medida como una señal de que efectivamente van a ser afectados en caso de quiebra.

--¿Qué tipo de seguro de depósito sería más conveniente en Uruguay actualmente?

--Me temo que cualquiera fuera la modalidad de seguro de depósito que se adoptara, el Estado tendría que aportar buena parte del capital para hacer viable al esquema asegurador. Es posible que algún organismo multilateral estuviese dispuesto a facilitar fondos con ese fin y así diferir en el tiempo ese costo mediante la amortización de esos préstamos. Lo ideal sería que se diseñara un esquema en el que contribuyan también los bancos que sobrevivan a una crisis, pero reconozco que eso es muy complicado y, en definitiva, es un problema de poder. Probablemente, incluso los que piensan que sobrevivirán se resistan al pago de ese seguro porque un banco internacional prestigioso puede argumentar que nunca ha dejado de cumplir con sus obligaciones en siglos y que la casa matriz siempre lo va a respaldar en caso de dificultades.


Ineptitud u oportunismo en el BHU

--Se ha anunciado que el gobierno elevará un proyecto de ley al Parlamento para capitalizar al Banco Hipotecario de Uruguay (BHU) en $ 550 millones. ¿No se están malgastando los fondos públicos con ese tipo de medidas?

--No, porque la misión del BHU no es cien por ciento sustituible por los agentes privados. Además, esos fondos cubren una pérdida que se dio por una insólita falta de competencia, que no sé si es de orden técnico o debida a la conducción política del Banco, aunque no a la actual sino a más de una de las anteriores. Ocurre que el BHU, que está sujeto a ciclos como toda la economía, hoy está afectado por un problema cíclico que era totalmente previsible y que figura en cualquier manual básico de macroeconomía. Sin embargo, las autoridades --no sé si por ineptitud, por desconocimiento o por oportunismo político-- no tomaron las medidas preventivas necesarias. Es bien sabido que el nivel del salario medido en dólares aumenta durante las épocas de boom económico y baja en períodos de recesión. Esta situación es la que está teniendo serias consecuencias en los resultados del BHU, mucho más que el nivel de morosidad, pues el BHU tiene un descalce de monedas: presta en unidades reajustables, es decir, presta en montos que se ajustan con los salarios y, por otro lado, financia una proporción muy importante de esa cartera en dólares. Por lo tanto, este banco que gana durante el boom y pierde durante la recesión, expandió excesivamente su crédito a mediados de la década de los noventa. Es obvio que se deberían haber constituido mayores reservas en dólares en la época de bonanza porque esta situación no iba a durar eternamente. Este descalce que era previsible sólo había que administrarlo a través de técnicas bancarias elementales. Si se observa la historia del BHU, éste es exactamente el mismo caso que conocimos en el período comprendido entre 1978 y 1982. Lo llamativo es que habiéndose vivido un problema similar hace veinte años no se tomaron las medidas pertinentes, que si bien no eran políticamente simpáticas como es una contención del crédito para viviendas, habrían evitado las elevadas pérdidas actuales.


Plaza local puede ser aún más atractiva para bancos internacionales

--¿Qué actitud adoptarían las casas matrices de los bancos que operan en Uruguay en caso de una crisis de liquidez en la plaza?

--Creo que los bancos internacionales de primera línea van a respaldar a sus filiales y subsidiarias, pero otra cosa es que los respalden y que también se queden en el país. Eso dependerá, en un alto grado, de las estrategias definidas en cada casa matriz. Desde el punto de vista estratégico, la plaza financiera uruguaya, ante la completa certidumbre de que ha desaparecido el sistema bancario argentino por varios años, puede ser aún más atractiva que antes para los bancos internacionales. Argentina sigue siendo una nación de enormes recursos y teniendo una clase media de altos ingresos, la cual necesitará de servicios financieros que no podrá obtener en su país. Lo que quede del sistema financiero argentino sólo va a existir para administrar la caja de algunas grandes empresas, que no tienen otra alternativa que mover sus fondos con cheques. Pero va a ser difícil que el público argentino vuelva a confiar en la banca de su país en su función de intermediar ahorro. Si bien los argentinos de mejor posición económica seguramente depositarán sus ahorros en los grandes centros financieros, un segmento importante de la población del vecino país, básicamente la clase media, va a utilizar los servicios de los bancos uruguayos que están instalados sobre las costas del Río de la Plata y del litoral oeste.

--¿Cómo podrían los bancos instalados en Uruguay operar en Argentina en un futuro próximo?

--Es factible que algunos bancos internacionales otorguen crédito a empresas argentinas desde Uruguay dentro de un esquema offshore que puede ser incluso más rentable de lo que era hasta ahora. Por lo tanto, puede ser de interés para algunas instituciones bancarias extranjeras tratar de salvar la credibilidad de la plaza financiera uruguaya a los efectos de operar desde aquí con Argentina. Por supuesto, cabe la limitación de que en este juego Uruguay no está solo y no goza de exclusividad para desempeñar ese papel, porque la banca chilena y la brasileña deben estar muy tentadas en suplir el vacío financiero que va a existir en Argentina durante mucho tiempo. Por lo tanto, no es descartable una negociación en la cual algunos bancos internacionales estén dispuestos a apoyar la confianza en la plaza uruguaya.

--¿Qué medidas podrían reforzar la permanencia de los bancos internacionales en Uruguay e incluso que otros se instalen a corto plazo?

--Además de la necesidad de que se conozcan declaraciones políticas consensuadas y se corrijan los desequilibrios de los fundamentos de la economía uruguaya, tendría un efecto importante para recuperar la confianza en el sistema financiero que hubiese algún tipo de pronunciamiento acerca de su compromiso con Uruguay de parte de algunos bancos internacionales. Conste que digo "algunos" porque resultaría muy difícil lograrlo de todo el conjunto de instituciones bancarias dada la existencia de intereses contrapuestos en el sector. Debería ser una gestión que promueva el gobierno dentro de un plan de medidas más acordes con la situación actual porque no parece factible que vaya a producirse una declaración de los bancos per se.