VIOLACION
SEXUAL EN URUGUAY
Inocencia
interrumpida
En
el 2000 se denunció casi una por día. Pero las cifras
oficiales no reflejan la verdadera cantidad de violaciones en Uruguay.
VIRGINIA
ARLINGTON
EN
EL 2000 SE denunciaron 335 casos, pero se estima que en realidad
hubo muchos más. La violación sexual es moneda corriente
en los consultorios de psicólogos, psiquiatras y organizaciones
no gubernamentales que trabajan en el ámbito de la violencia
doméstica. Aquellas mujeres --los especialistas consultados
estimaron que las víctimas que denuncian son, en su mayoría,
del sexo femenino-- que se deciden a quebrar el Silencio, con "S"
mayúscula, deben enfrentarse a un sistema que no está
preparado para recibir a este tipo de víctima. No hay protocolos
médicos aprobados y hay quienes consideran que la legislación
es predominantemente vetusta: en pleno siglo XXI el Código
Penal uruguayo incluye una ley que exime de pena al agresor que
se case con su víctima.
"Cuando
yo tenía 10 años mi padrastro comenzó a manosearme
tocándome los senos, las piernas y los genitales haciéndolo
seguido y cuando cumplí 14 años él mismo me
violó siendo un día en horas de la mañana en
mi casa cuando mi madre se encontraba trabajando. Él fue
hasta el dormitorio, que está dividido por una cortina, donde
yo me encontraba durmiendo en una cama de una plaza y comenzó
a manosearme estando yo de camisón y ropa interior..."
(Fragmento
de un expediente judicial)
El
testimonio de esta niña-mujer forma parte de una de las 335
denuncias realizadas ante la Policía durante 2000. Significa
que en Uruguay prácticamente todos los días, una mujer
soporta lo que se considera como la manifestación más
violenta de la gama de agresiones sexuales. Una por día.
Por lo menos.
Porque
los expertos consultados coincidieron en que sólo una fracción
de las violaciones son denunciadas. "A nivel mundial, todos
los autores que abordan esta temática, son contestes en afirmar
que la fuente de datos ya sea policial, hospitalaria o judicial,
no reflejan la realidad de este tipo de violencia (...) La cifra
anual en Estados Unidos es de 50.000 casos por año, proyectando
la cifra real entre 200.000 y 500.000 víctimas" , señaló
Beatriz Balbela, médica forense, en su trabajo El delito
de violación en víctimas adultas: propuesta de investigación.
Si
bien para Uruguay no hay proyecciones realizadas, resultan significativas
las cifras reveladas en una investigación realizada entre
febrero y julio de 1999. Del relevamiento de 715 fichas de la Sala
de Puérperas adolescentes del Centro Hospitalario Pereira
Rossell (Ver Qué Pasa número 68) resultó que
21 nacimientos habían sido producto de una violación.
Son más de 3 al mes.
Balbela
agregó en su trabajo que si bien las secuelas en las víctimas
son graves, en Uruguay "no siempre se genera una investigación
policial y un procedimiento judicial ya que por diversos motivos
la víctima permanece en silencio. Pero aún en aquellas
que acuden a un hospital o a una comisaría ocurre tanto en
el ámbito judicial como policial dificultades en la obtención
de las pruebas por escasez, por falta de coordinación entre
los que intervienen en la investigación y resolución
y muchas veces por ignorancia profesional de los que actúan".
Es
tan engorroso probar una violación que en la mayoría
de los casos aquellas que osaron denunciar, no obtienen resultados.
En 1999 se denunciaron 321 casos pero sólo fueron procesados
87 violadores: 50 primarios y 37 reincidentes.
Fuera
de control
"...mientras
pasó todo esto, mis hermanitos menores estaban en la casa
pero se encontraban durmiendo, luego se levantó y se sentó
afuera de la casa para el mismo día por la noche decirme
que lo que había pasado entre nosotros era un secreto..."
(Continuación del expediente judicial)
Si
bien cada experiencia es única, los especialistas coinciden
en señalar que el trauma provocado por una violación
es de los más graves. Aunque es uno de los miedos más
arraigados en la psiquis humana, la sorpresa es tan profunda, que
generalmente se responde paralizándose y mirando la escena
desde afuera, como un observador más. La persona pasa por
una situación que está fuera de su control y que le
produce sentimientos de tal intensidad que literalmente lo conectan
con el miedo a una muerte inminente y/o desfiguración, afirma
un librillo sobre violencia sexual editado por la Asociación
Uruguaya de Planificación Familiar.
Las
víctimas, al describir sus sentimientos mientras son violadas,
en su mayoría coinciden en que se sienten a punto de morir.
"La experiencia vivida durante la violación es el aislamiento.
La humanidad depende de la comunidad y el efecto de la violación
es destruir simultáneamente el sentido de la comunidad y
el de la persona", dice Georges Vigarello en su Historia de
la Violación, citando a otro autor, D. Metzger.
El
"después" es un camino arduo de recorrer. Para
superar --que no quiere decir olvidar-- hay que dejar atrás
varios síntomas. En principio reina la confusión,
el pánico, el llanto fácil y cualquier estímulo
--desde un bocinazo a un portazo-- produce sobresaltos. La víctima
vive en un estado de alerta permanente con los consecuentes trastornos
del sueño.
La
humillación, la vergüenza, las náuseas, el temor
a estar sola, a estar afuera, a estar adentro, a un posible embarazo,
al sida, la persiguen día y noche. El maquillaje, la vestimenta
colorida o cualquier signo de femineidad son sustituidos por la
más estricta austeridad. Quieren desaparecer, permanecer
en el anonimato, que nadie las mire. Además, las rutinas
varían, modifican sus rutas habituales y se va creando campo
fértil para desarrollar algún tipo de fobia. Si bien
es posible la recuperación, cualquier actitud que tenga una
connotación sexual será recibida con pánico,
al menos por un tiempo.
Revivir
las escenas de la violación se torna inevitable y cada tanto
se intercalan imágenes de venganza. Piensan en todo lo que
le pueden hacer al agresor, desde matarlo a castrarlo, pasando por
todo lo que hubieran hecho si se hubiesen podido defender.
Todas
estas reacciones, explicó María Celia Lassus, psicóloga
y perito criminalista, se pueden dar simultáneamente o en
forma sucesiva, de acuerdo con la historia de cada uno. "Como
si esto no fuera suficiente, en el medio de toda esa maroma, la
víctima tiene que decidir si denuncia o no, si se somete
al examen forense, a los interrogatorios policial y judicial y a
que se enteren sus familiares".
Culpa
universal
Cuando
una mujer reúne el valor, o la bronca o el dolor suficiente
como para presentarse en un centro médico, comienza otro
calvario, tanto o más dramático que el que tuvo que
vivir al ser violada. Es que en Uruguay no existen protocolos para
que el personal médico sepa qué pasos seguir ante
una situación de este tipo, aunque el trabajo ya citado de
Balbela fue un intento para comenzar a ponerse de acuerdo.
Allí
se propone una metodología técnica y científica
para los médicos que asisten a las víctimas, así
como para los forenses y se resalta que es necesaria la existencia
de un protocolo único de actuación para no revictimizar
a la paciente y, a la vez, obtener las pruebas adecuadas.
"Más
allá de que no tenemos algunos elementos técnicos
para hacer estudios más precisos, fallamos mucho antes, no
tenemos pautas a seguir. Tenemos que seguir determinados procedimientos
de una buena vez por todas porque la chica realmente ha sufrido
y cuando llega aquí se ve otra vez violentada. La ven entre
tres y cuatro médicos, uno atrás del otro, con el
afán de llegar a un diagnóstico. La pasan, la ven,
la derivan...", afirmó Estela Conselo, coordinadora
del Centro de Atención de niñas y adolescentes del
Pereira Rossell. "La solución no es tan difícil
porque el hospital tiene una guardia permanente de médico
legal. Más vale hacer esperar a la paciente media hora para
juntarnos todos y atenderla de una sola vez", reclamó.
Además
de esa calesita de médicos que estudian una y otra vez el
cuerpo violado, la mujer debe enfrentarse al prejuicio de "algo
habrás hecho vos, para que te pase lo que te pasó".
Generalmente existe la presunción, tácita o expresa,
de que la víctima no se defendió lo suficiente. Por
más libres de tabúes que estén las personas,
preguntas como "¿Qué tenías puesto?",
"¿Qué andabas haciendo a esas horas por la calle?",
"¿Por qué saliste con alguien que apenas conocías?",
son moneda corriente en los interrogatorios. Todo esto hace que
el sentimiento de culpa de la víctima se vaya arraigando
cada vez más.
"La
culpa es un síntoma universal y eso corre por cuenta de lo
cultural. Ya desde la cuna, la niña escucha lo que se dice
en el cine, en las novelitas, aquello del largo de la pollera y
de la forma de caminar que provocan a los hombres", explicó
Lassus. Coincidiendo, Mabel Simois, coordinadora de la Casa de la
Mujer de la Unión donde hay un programa de atención
a víctimas de violencia doméstica y sexual, manifestó
que tanto en la comisaría como en el Poder Judicial se parte
de la base que fue la víctima quien provocó la violación.
"Siempre hay una sospecha en el entorno que sugiere que no
te defendiste lo suficiente".
En
la Comisaría de la Mujer y la Familia, los interrogatorios
en este tipo de casos se conducen con la presencia de un psicólogo
y de un asistente social. "Acá no se las culpabiliza
en ningún momento. Pero hay ocasiones en que hay que hacer
algunas preguntas. Si la mujer aparentemente sufre de algún
trastorno mental es importante saber qué estaba haciendo
en la calle a las tres de la mañana", explicó
la psicóloga Fernanda Martínez Lara.
Si
la mujer logra sortear todos esos escollos, aún así,
la violación difícilmente puede ser probada, sobre
todo en las adultas que mantienen relaciones sexuales periódicamente.
Como indicó Gustavo Gallino, ginecólogo y médico
legista, esas mujeres "pueden perfectamente haber sido violadas,
que si no existen elementos extragenitales que demuestren que fue
reducida a la fuerza, mediante golpes o atada, lo que nos va a mostrar
la esfera genital va a ser simple y llanamente secuelas de una relación
sexual."
Pese
a todo, Graciela López, directora nacional de Prevención
Social del Delito, instó a las víctimas a que realicen
la denuncia. "El procedimiento es ágil aunque haya que
prestar declaraciones durante un largo período y hay que
soportar revisaciones. Si lo ocultamos estamos facilitando que esto
siga adelante, porque estas personas normalmente repiten su conducta.
Cada uno es parte de ese proceso. Y puede evitar que ocurra con
otras personas."
Maracaná
jurídico
"...luego
de esto por dos meses me decía cosas y continuaba con manoseos
para después dejar de hacerlo y cuando yo cumplí 16
años comenzó de nuevo con lo mismo y hasta volver
a violarme haciéndolo en los sitios baldíos ya que
me obligaba a salir con él (...) pero esta vez me obligaba
a hacerlo cada tres o cuatro días, siempre bajo amenazas
de que si no lo hacía se iba a llevar a mis hermanitos lejos
de la casa, y por miedo yo nunca se lo dije a mi mamá, hasta
que cuando cumplí los 17 quedé embarazada de él..."
(Final de la declaración del expediente judicial)
La
mayoría de las violaciones no son como en las películas.
Nada de corridas desesperadas por un callejón oscuro y solitario,
nada de desconocidos al acecho; generalmente los delitos sexuales
se dan entre conocidos. Los de película existen, pero son
la excepción. Los violadores son, en la mayoría de
los casos, los esposos, los padres, los padrastros, algún
tío, entre otros allegados. Y ese dato surge cuando las víctimas
consultan en las organizaciones no gubernamentales dedicadas a la
violencia doméstica.
"El
abuso de poder en la cama es lo constante, pero sólo aparece
cuando lo preguntás, si no, no lo dicen, porque ese tema
entra dentro de lo más íntimo y lo más indecible.
Son muchas las que dicen tener relaciones sexuales con el cuchillo
debajo de la almohada o con un revólver sobre la mesa de
luz. Es una relación vaciada de afecto y es vivida como una
imposición penosa y detestable. Se sienten abusadas y ensuciadas.
La relación sexual se convierte en una experiencia de enfrentamiento
y no de encuentro", relató Fanny Samuniski, asistente
social de la organización feminista Mujer Ahora.
Las
violaciones maritales son moneda corriente en la comisaría
de la Mujer, coincidieron la psicóloga Martínez Lara,
la asistente social Mariela Dipólito y la encargada del centro,
la subcomisaria Miria de Castro. "Las mujeres llegan aquí
a denunciar maltrato doméstico y recién después
de una o dos charlas se animan a contar que son violadas por su
pareja. Pero les cuesta mucho concientizarlo porque ellas no lo
consideran como una violación ya que sienten que el marido
tiene derecho sobre su cuerpo. Tampoco se animan a denunciarlo porque
les da vergüenza", dijo Martínez Lara. Y agregó
que después de una primera instancia en que los golpes sirven
para intimidar a la víctima, el mecanismo de agresión
queda instaurado. "Después basta con poner el cuchillo
sobre la mesa o con una simple mirada. Con eso alcanza para amedrentarla".
Entre
viejos conocidos es más difícil aún probar
la violación. Ya es paradigmático, entre los penalistas
uruguayos, el caso de una mujer que denunció la diaria violación
sexual de la que era objeto por parte de su marido. Pese a que el
médico forense comprobó las secuelas de la violencia,
luego de varias idas y venidas, el hombre fue sobreseído
(porque había sido condenado en primera instancia). Las autoridades
concluyeron, entre otras cosas que el deber de convivencia debe
hacer posible que los cónyuges satisfagan sus mutuas demandas
sexuales y que la doctrina sostiene que la negativa habitual de
uno de los cónyuges a prestar el débito conyugal constituye
injuria grave.
En
lo que refiere a la violación, el artículo 272 del
código fue sustituido por el artículo 9 de la ley
16.707 de Seguridad Ciudadana. "Comete violación el
que compele a una persona con violencia o amenaza a sufrir la conjunción
carnal, aunque el acto no llegara a consumarse. La violencia se
presume cuando la conjunción carnal se efectúa: 1)
Con persona del mismo o diferente sexo menor de quince años.
No obstante se admitirá prueba en contrario cuando la víctima
tuviere doce años cumplidos. 2) Con persona que por causas
congénitas o adquiridas, permanentes o transitorias se halla
en el momento de la ejecución del acto privada del discernimiento
o voluntad. 3) Con persona arrestada o detenida siempre que el culpable
resulte ser el encargado de su guarda o custodia. 4) Con fraude
sustituyéndose el culpable o otra persona. Este delito se
castiga según los casos con penitenciaría de dos a
doce años".
Lo
que se cambió en la sustitución de la primera reglamentación
fue fundamentalmente la edad para admitir prueba en contrario. Antes,
si la víctima era menor de 15 no había vuelta de hoja,
era violación. Con la modificación, si la víctima
tiene entre 12 y 15 años, se admite la posibilidad de que
la joven pueda haber consentido.
"Uruguay
está atrasado, no contempla, como en otros países,
la tutela de la libertad sexual de las personas. Hay como un mito
de que cómo el Uruguay no hay. Yo siempre uso una metáfora
futbolística: tenemos un Maracaná jurídico,
nos quedamos en 1950, cuando nuestro país, en el resto del
concierto latinoamericano, e inclusive mundial, estaba avanzado.
Estamos en el año 2001 y no hay un protocolo de intervención
médica para los casos de violación, no hay nada aprobado.
En este país ni se habla de los derechos reproductivos y
sexuales de la gente", concluyó Graciela Dufau, abogada
penalista y representante en Uruguay del Comité de América
Latina y el Caribe para la defensa de los derechos de la mujer (Cladem).
Gritar
y correr
El
violador, esa figura temida fue, en su infancia, víctima
de abusos. Violar es para él una forma de demostrar poder,
de marcar territorio otorgándole una sensación de
autoridad y alivio. Así lo explicó la criminóloga
Lassus. "Es una ley que el abusador fue sexualmente abusado
o castigado muy violentamente en su infancia. Esto no quiere decir
que todos aquellos que fueron abusados vayan a repetir su historia.
Si imaginamos que la afectividad del niño es como un puzzle,
cuando éste es abusado, todas las fichas quedan mezcladas,
todo queda desordenado: los vínculos, los valores...".
Considerando
que en 1997, según datos de la Comisión Nacional de
Prevención del Delito publicados en Mujer y Estadísticas
de Unicef, hubo 1.753 denuncias por maltrato infantil --50% consistieron
en agresiones físicas y 40% correspondieron a violaciones
y atentado violento al pudor--, las perspectivas no son muy esperanzadoras.
A eso hay que agregarle que también en estos casos el número
de denuncias son siempre menores a la cantidad de hechos reales.
En un artículo de El País del 19 de febrero, se hacía
referencia a que en realidad se denuncian sólo un 10% de
los maltratos cometidos. Haciendo una proyección aproximada,
ese año hubo 17.530 menores abusados. Todos potenciales abusadores
y todos maltratados por quienes, a su vez, fueron maltratados.
¿Qué
hacer frente a este abusador abusado cuándo comienza a agredir?
Los expertos coinciden: Defenderse. Claro que del dicho al hecho
hay un gran trecho. De acuerdo a Lassus, hay que transformar el
miedo y la sorpresa inicial en ira pura, gritar lo más fuerte
posible y, en un descuido, correr.
Si
el hecho ya está sucediendo y no se pudo hacer nada para
evitarlo hay que intentar retener lo más posible del atacante.
Arañarlo y arrancarle cabellos, por ejemplo, para después
hacer exámenes de ADN. Aunque pueda pensarse que eso sólo
se hace en las películas, según López, directora
de Prevención del Delito "este tipo de exámenes
son algo de rutina".
Si
bien el primer instinto es bañarse para quitarse las huellas
de la humillación, los expertos se oponen enérgicamente
ya que el agua barre las valiosas pruebas que pueden llevar al agresor
entre rejas. López fue tajante. "La primera medida de
defensa es ir a tomar un baño para desprenderse de aquello
que conserva el recuerdo de lo vivido. Pero eso precisamente es
lo que destruye la prueba. Hay que concurrir lo más rápidamente
posible a un centro asistencial de salud o a cualquier comisaría.
Si no es posible, lo más importante es no desprenderse de
esas prendas, ponerlas en una bolsita y guardarlas en un lugar fresco,
como la heladera, por ejemplo. Para no perder el semen o las huellas
dactilares".
"Acá
también pasa"
Los
implicados en el tema manifestaron que no hay procedimientos establecidos
por escrito para seguir ante una denuncia de violación y
reclamaron soluciones a corto y a largo plazo. Las primeras consisten
en coordinar esfuerzos para que las víctimas de una violación
no sean victimizadas nuevamente al pasar por largos procesos e interrogatorios
en comisarías y despachos judiciales, además de la
manipulación sucesiva de diferentes especialistas médicos.
Las segundas se refieren a actualizar algunos artículos del
Código Penal y a introducir otros que contemplen las libertades
sexuales y reproductivas. Hacer todo esto implica reconocer que
hay varios elementos que no están funcionando bien. Como
manifestó Simois, de la Casa de la Mujer de la Unión,
"Los uruguayos somos muy cuidadosos de nuestra imagen y nos
pensamos que estas barbaridades no pasan aquí, pasan en otros
lados. Y no. Acá pasa como en todo el mundo". *
Legislación
polémica y anticuada
EL
ARTICULO 116 del Código Penal dice que si un hombre ofrece
casarse con una mujer luego de haberla violado, el delito desaparece.
"Extinción del delito por casamiento. El matrimonio
del ofensor con la ofendida extingue el delito o la pena en su caso
tratándose de los delitos de violación, atentado violento
al pudor, estupro y rapto".
Al
respecto, la penalista Graciela Dufau dijo que "el código
es un instrumento donde más se expresan los anacronismos.
El artículo 116, por ejemplo, muestra que el legislador de
esa época suponía que un matrimonio se podía
realizar sobre la base de una violación".
El
penalista Germán Aller por su parte, aclaró que, si
bien la reglamentación se utilizó fundamentalmente
hace varios años como forma de obligar al violador a casarse
con la mujer deshonrada, el espíritu de José Irureta
Goyena, redactor del código vigente, no era ése. "Este
artículo, por ejemplo, le daba una salida a aquellas parejas
solteras en las que la mujer quedaba embarazada. Si se querían
casar, él no tenía que enfrentar una pena por un delito
grave como lo es la violación".
El
artículo 276 también genera problemas. "Cometen
incesto los que con escándalo público mantienen relaciones
sexuales con los ascendientes legítimos y los padres naturales
reconocidos o declarados tales con los descendientes legítimos
y los hijos naturales reconocidos o declarados tales y con los hermanos
legítimos. Este delito será castigado con seis meses
de prisión a cinco años de penitenciaría".
O sea que si el incesto se realiza sin escándalo, no pasa
nada.
Para
Aller, el artículo 276 debería derogarse ya que el
incesto no tendría que entrar en la órbita penal.
"De ninguna manera es una práctica sana y moral, pero
tendría que derogarse porque no hay un bien jurídico
de relieve en juego. Hay otras vías, como la educación,
para evitar el incesto".
Violación
en cifras
EN
MÉXICO hay una violación entre cada cinco y 15 minutos;
una de cada seis mujeres salvadoreñas es violada y una de
cada tres sufre abuso sexual; en Perú, de 5.000 niñas
embarazadas --de 12 a 16 años edad--, el 90% fue víctima
de violación, en su mayoría por sus propios familiares;
en Colombia, de cada 100 mujeres violadas, 29 tienen menos de 15
años; en Chile, cada 26 minutos se comete una violación
y al año se cometen 20.000 delitos sexuales. De éstos,
se denuncian 4.000. El 57,3% de las víctimas de violación
tiene entre cinco y 15 años y en el 71,8% de los casos, el
agresor es un familiar cercano o un conocido.
En
el caso de Chile, Maximiliano Errázuriz, diputado derechista
propuso, en octubre de 2001, "castrar a los violadores".
Ante la polémica desatada por su propuesta, manifestó
que "lo único que hago es recoger el clamor de la gente
porque por donde voy, todos reclaman, ¡hasta cuándo!"
(Fuente:
Asociación Uruguaya de Planificación Familiar y Dpa)
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