Los
autos oficiales son demasiados y se usan mal
La
vida en coche
La
gente denuncia. Pero el público casi nunca recibe una respuesta.
Y cuando se encuentra un culpable, se lo castiga con benevolencia.
Andrea
Tutté
¿En
el aumento de la tarifa de UTE estará incluido el costo asociado
al uso del auto oficial Fiat Premio azul con logo de esa empresa,
matrícula SOF 1621, utilizado por un señor mayor (acompañado
por quienes parecen ser hija y nieta) para realizar las compras
en un supermercado de Sayago?
Atormentada
por esa inquietud y por los repetidos aumentos en las tarifas públicas,
una "uruguaya indignada" planteó esa pregunta en
el correo de lectores de El País.
Por
supuesto, nadie del Estado respondió a su pregunta. Y su
caso está lejos de ser el único.
En
los últimos meses, decenas de mensajes similares aparecieron
publicados. Se referían a autos y camionetas con matrícula
oficial usados para hacer los mandados, llevar niños a la
escuela, pasear por la rambla, "levantar" prostitutas,
asistir a reuniones partidarias o sacar a pasear al perro.
La
preocupación por el mal uso de los automóviles del
Estado no es reciente. Ya en 1957, una ley estableció que
existe "uso indebido del vehículo oficial" cuando
este salvo en el caso de presidentes, ministros o miembros
de la Suprema Corte transporta personas u objetos ajenos al
servicio, cuando circula en día feriado o fuera del horario
administrativo o en "cualquier circunstancia que suponga, total
o parcialmente, el uso del vehículo para fines ajenos al
servicio público al cual esté afectado".
La
ley también obliga a los policías a detener y conducir
a la seccional más próxima los vehículos que
contravengan esta ley, y prevé sanciones para los funcionarios
infractores que pueden llegar hasta la retención de la mitad
del sueldo durante seis meses para aquellos que reincidan. Esta
sanción, además, se considera causal de destitución.
Esta
ley está vigente pero no se aplica. Y en estos tiempos de
recesión, cuando faltan remedios en los hospitales públicos,
los autos oficiales se han convertido en un tema especialmente sensible
para la ciudadanía.
Atendiendo
a esta inquietud, el Senado aprobó un proyecto de ley y el
Poder Ejecutivo creó en mayo una comisión encargada
de inventariar los vehículos de la flota oficial, controlar
su uso y supervisar la venta de aquellos considerados prescindibles.
Han
pasado más de seis meses, pero todavía no se sabe
exactamente cuántos vehículos tiene el Estado ni cuánto
le cuestan a los contribuyentes. Se han vendido cientos y se han
impuesto tímidas sanciones a algunos de los funcionarios
que utilizan los autos del Estado en provecho propio. Pero al mismo
tiempo, se siguen comprando nuevas unidades y las denuncias de escandalosos
abusos siguen apareciendo en la prensa. Y ante la perspectiva de
que la paciencia ciudadana se agote, hay legisladores que proponen
medidas más radicales.
¿Cuántos
hay?
En
setiembre del año pasado, el senador Francisco Gallinal,
de Correntada Wilsonista, dijo que el Estado poseía unos
10.000 vehículos, "muchos de ellos absolutamente prescindibles",
que le costaban 250 millones de dólares al año, el
2,5% del presupuesto nacional. Según Gallinal, uno de los
autores del proyecto de ley que el Senado aprobó en marzo,
estos datos fueron recabados por un centro de estudios de su agrupación.
Este constató, por ejemplo, que sólo en vales de combustible
se gastaron 60 millones de dólares.
Más
de un año después, todavía no hay cifras oficiales
que corroboren o corrijan esas estimaciones. La Comisión
creada por el Poder Ejecutivo sólo abarca la Administración
Central, por lo que sigue sin saberse cuántos autos tienen
las empresas públicas, las intendencias y los organismos
autónomos como la Administración Nacional de Educación
Pública.
Para
conocer la cifra exacta habrá que seguir esperando. La Comisión
está redactando un proyecto de ley inspirado en el
que ya aprobó el Senado que crea un Registro Nacional
de Vehículos del Estado dependiente de la Contaduría
General de la Nación. Si el Parlamento lo aprueba, todos
los vehículos oficiales deberán ser inscriptos obligatoriamente
allí.
Por
ahora, lo que se sabe es que al 31 de diciembre la Administración
Central tenía 7.234 vehículos, contando autos, motos,
camiones, camionetas, ambulancias, carros de bomberos, motoniveladoras
y un largo etcétera, informó Pedro Aramendia, representante
de la Presidencia en la comisión creada para regular todo
lo referente a los autos oficiales. Ernesto Lorenzo, representante
del Partido Nacional en la comisión, estima que en el resto
del Estado podría haber otros 3.000 vehículos, aunque
por ahora es imposible saberlo con certeza.
Lograr
que cada ministerio enviara los datos concretos no fue fácil.
"Había algunos que no sabían muy bien lo que
tenían, por la complejidad de sus funciones o porque estaban
dispersos en todo el país", dijo Lorenzo. "Por
ejemplo, el Ministerio de Salud Pública hacía como
40 años que tenía un camión en San José,
que no se sabía ni cómo ni por qué estaba allí".
El
decreto que creó la comisión también obligaba
a cada ministerio a vender por lo menos el 50% de su flota, aunque
exceptuaba a los vehículos policiales o militares, a los
servicios de salud y de lucha contra la aftosa. Por ahora, la Administración
Central se ha desprendido de 670 vehículos, y se dice que
se espera llegar a 1.000 antes de fin de año.
"Lo
más importante de esto no es el ahorro, aunque lo ahorrado
puede dar para construir un par de escuelas", dijo Lorenzo.
"Lo importante es dar una señal de que el Estado está
ajustándose el cinturón".
Algunas
dependencias han reducido su flota de vehículos en cifras
significativas, aunque en muchos casos todavía lejanas al
50% prometido.
Según
las cifras de la comisión, el Ministerio de Ganadería
tenía 619 vehículos y ahora tiene 437. Presidencia
pasó de 57 a 39, el Ministerio de Economía pasó
de 61 a 48 y el de Vivienda, de 31 a 20. El Ministerio de Relaciones
Exteriores tenía 13 y ahora tiene 10. (Aunque el canciller
Didier Opertti, entrevistado por El País el 5 de diciembre,
afirmó que el Ministerio tenía diez autos y ahora
tiene cuatro).
Las
únicas reducciones del 50% se operaron en la Dirección
Nacional de Aviación Civil e Infraestructura Aeronáutica,
que se desprendió de 28 de sus 55 vehículos y ahora
tiene 27, y en el Ministerio de Industria, que tenía 62 y
ahora tiene 30.
En
cambio, la Fuerza Aérea, que tenía 272, vendió
apenas 17 y sigue teniendo 255. La Armada tenía 337 vehículos
y se desprendió de tan solo nueve. Todavía tiene una
flota de 328.
Aluvión
de denuncias
Cada
mañana, de lunes a viernes, decenas de autos oficiales con
sus respectivos choferes recorren la ciudad para trasladar, desde
su casa al trabajo, a ministros, viceministros y directores generales
de cada ministerio. Al fin de cada jornada, cada uno de esos autos
recorre el camino inverso. La única excepción que
hasta ahora se conoce es la del ministro de Economía, Alejandro
Atchugarry, que prefiere manejar su propio auto.
Todos
estos funcionarios tienen un auto a disposición y son llevados
y traídos desde su casa al trabajo sin pagar nafta, taxi
o boletos, un raro privilegio casi desconocido en el sector privado.
Y en algunos casos, este privilegio llega mucho más allá:
el 24 de noviembre, en la sección "El duende de la trastienda"
de El País, se informó que un alto jerarca del ministerio
del Interior, oriundo de Salto, se hacía llevar hasta allí
todos los fines de semana. Pero además, entre semana, la
familia de ese jerarca utilizaba una camioneta Nissan blanca del
ministerio para ir al supermercado y llevar los niños a la
escuela.
También
los directores de empresas públicas u organismos de la enseñanza
se van a su casa en auto oficial. Y algunos no lo usan sólo
para ir a sus casas. En octubre, un lector denunció que el
director de UTU Eduardo Castellanos había asistido en el
auto oficial a una convención de su agrupación política
en Las Piedras. Castellanos admite que así fue. "Como
no tengo auto, uso el de UTU para volver del trabajo a mi casa o,
si voy a otro lado, a ese otro lado", afirmó. "Lo
que la carta no dice es que usé el auto de UTU para ir hasta
allí, pero no para volverme. A la vuelta me llevaron en un
auto particular".
De
todos modos, el auto oficial con nafta paga por el contribuyente
volvió a Montevideo.
Antes
de que el decreto del Poder Ejecutivo comenzara a aplicarse, los
funcionarios que podían irse a casa en auto oficial eran
muchos más. "Hasta setiembre, nosotros traíamos
y llevábamos hasta a las secretarias", contó
un chofer de la administración central que prefirió
no ser identificado.
Este
chofer, que a lo largo de años ha conducido a varios funcionarios
de alta jerarquía, recuerda que algunos disfrutaban con bastante
autoindulgencia del coche estatal que tenían a disposición.
"Era común usar el auto para ir al supermercado o llevar
familiares; una vez me tocó llevar a la peluquería
a la esposa de mi jefe". En otra ocasión, llevó
a un hermano de su jefe hasta una fiesta particular y lo esperó
durante horas para llevarlo de nuevo a su casa. "Es que una
vez que se acostumbran, serían capaces de ir hasta en ambulancia
con tal de que los lleven". De todos modos, según el
chofer, desde que el uso de los autos oficiales comenzó a
controlarse los funcionarios se "cuidan más".
Una
de las funciones de la comisión de Presidencia es controlar
que tales abusos dejen de producirse. Para ello recibe denuncias
de los ciudadanos, por teléfono (hay que discar el 150 y
pedir para hacer una denuncia) o por correo electrónico (autos@presidencia.gub.uy)
y también investiga algunas de las que se publican en la
prensa, aunque nunca han respondido públicamente ninguno
de los abusos señalados por los ciudadanos. Ocasionalmente,
se le responde personalmente al denunciante, aunque "sin dar
muchos detalles", explicó el responsable de la comisión.
"Al
principio hubo un aluvión de denuncias, que luego fue bajando",
dijo Aramendia. De todos modos, todos los días se reciben
una o dos denuncias, lo que significa que aún se está
lejos de erradicar las irregularidades.
Según
el funcionario, en el 25% de las denuncias se comprobó que
hubo alguna irregularidad. En otro 25% "quedó la duda",
porque según Aramendia no hay forma de probar
la denuncia: el involucrado niega haber cometido infracción
alguna y el Estado no va más allá en la investigación
del caso. En el 50% restante, dijo, la irregularidad denunciada
no era tal.
Algunos
de los malentendidos se deben a que muchas intendencias, como la
de Canelones, permiten que algunos funcionarios públicos,
como los jueces, empadronen su autos particulares con chapa oficial,
lo que los exonera de pagar patentes y peajes, trasladando ese costo
a los ciudadanos comunes. La Intendencia de Colonia, por ejemplo,
brinda ese beneficio a los legisladores, que no tienen autos oficiales
a su disposición.
En
otros casos se comprueba que los autos denunciados sí cumplían
tareas de servicio. Por ejemplo, el caso de un funcionario del Ministerio
de Economía que estaba en un supermercado haciendo una inspección,
y no las compras.
Dentro
de esta categoría fue incluido también el caso insólito
de un auto oficial que fue a una confitería a comprar una
torta, porque en la oficina correspondiente se celebraba "el
día del funcionario". Aramendia, que considera el caso
"bastante simpático", dijo que no hubo sanción
"porque se entendió que no se trataba de una actividad
particular, sino de toda la oficina".
En
cambio, no se considera correcto el uso de autos oficiales para
hacer las compras o para llevar niños a la escuela. "Los
denunciados dicen y bueno, es que me queda de pasada,
pero los autos oficiales no están para eso", dijo Aramendia.
Y aunque
se les recuerde que eso esta prohibido, no todos desisten fácilmente:
hubo un alto funcionario de un ministerio que fue denunciado varias
veces: primero dejaba a su hijo en la puerta de la escuela y luego
de las primeras denuncias no dejó de hacerlo, sino que optó
por parar a la vuelta y fue acusado nuevamente.
Como
las clases terminaron, habrá que esperar a marzo para saber
si el funcionario aprendió la lección. Si es que para
entonces el uso de los autos oficiales sigue controlándose
con el mismo rigor. "Hay que perseverar", dijo Aramendia.
"Si dentro de un par de meses esto se termina y nadie más
controla nada, estas cosas volverán a pasar".
Autónomos
La
gran cantidad de ciudadanos que siguen denunciando estos abusos
en la prensa demuestran que a pesar de las buenas intenciones todavía
no se ha logrado impedir que los vehículos oficiales sigan
utilizándose con fines no oficiales. A comienzos de diciembre,
El País publicó una carta de un lector que vio a una
camioneta con el logo de la UTE detenerse una noche para "levantar"
a dos prostitutas.
La
comisión de Presidencia ha acuñado una expresión
propia, "conducta amorosa al volante", para definir una
categoría especial de infracción en la que el ocupante
del vehículo oficial es visto en actividades nada oficiales
con alguien del sexo opuesto. Uno de los casos más recordados
fue incluso fotografiado por el denunciante, de modo de no dar lugar
a desmentidos. El denunciado resultó ser un chofer, a quien
se le inició un sumario.
También
fue sumariado un funcionario Aramendia no recuerda si era
del Poder Judicial o de la Fiscalía denunciado por
un comisario que vio su auto oficial estacionado, un fin de semana,
frente a una discoteca. A un chofer contratado por un ente autónomo
se le rescindió el contrato tras comprobar que circulaba
a alta velocidad y a contramano. A un funcionario del Ministerio
de Ganadería se le retiró el vehículo que tenía
a disposición y que usaba para "tareas particulares".
Aramendia
asegura que se aplicaron "varias" sanciones, aunque no
recuerda cuántas ni en que consistían. "La sanción
depende de cada organismo: les pasamos la denuncia, ellos inician
una investigación administrativa y después, si corresponde,
un sumario". Este proceso puede llevar meses. Por ahora, no
hay ningún funcionario al que se le haya retenido medio sueldo,
como prevé la ignorada ley de 1957.
Según
Aramendia, la idea es no ser demasiado severo por ahora. "Cuando
las normas no se han aplicado en mucho tiempo, no parece conveniente
comenzar aplicando una sanción grave", afirmó.
"Preferimos advertir que se va a comenzar a controlar y si
aún así se repite la irregularidad, ahí se
espera que sí haya sanciones, porque ya hubo un aviso".
Un
criterio que el Estado no tiene para con los ciudadanos que, por
ejemplo, dejan de pagar un mes la tarifa de UTE.
Quizás
tanta paciencia y benevolencia para con los funcionarios públicos
que usan los autos oficiales para su beneficio sea la clave de que
las denuncias continúen apareciendo en los diarios día
tras día.
El
lunes 9, el lector F. D. Gaudio denunció en El País
que el 2 de diciembre, un oficial de la Fuerza Aérea llevó
a su hijo hasta la puerta de la Scuola Italiana y, a las cuatro
de la tarde, envió el auto con el chofer a buscarlo. Al día
siguiente sucedió lo mismo, afirmó Gaudio. "Es
muy grande mi bronca, ya que este oficial no conforme con cobrar
su buen sueldo de militar en la aviación, una aviación
uruguaya militar sin sentido de existir, pretende que todos los
ciudadanos le paguemos el transporte escolar a su hijo", escribió,
indignado.
La
autonomía de ciertos organismos también conspira contra
la posibilidad de sancionar, como en el caso de las intendencias.
Decenas de vehículos municipales han sido denunciados: en
este diario, por ejemplo, se publicó un mensaje referido
a un camión de la Intendencia de Flores que hacía
una mudanza en Montevideo.
En
esos casos, la comisión transmite la denuncia a los gobiernos
departamentales involucrados, pero estos no muestran mucha disposición
a investigar. "Nos dicen que sus vehículos hacen
de todo o sencillamente nos recuerdan que son organismos constitucionalmente
autónomos", contó Aramendia.
Gracias
a esa autonomía, las intendencias no sólo no están
obligadas a reducir su flota, sino que muchas de ellas, como las
de Montevideo, Colonia, Salto, Flores, San José, Cerro Largo
o Paysandú, incluso han seguido comprando autos, motos, camiones
o camionetas.
Hay
grandes disparidades entre las flotas de los distintos gobiernos
departamentales: mientras el de Soriano, por ejemplo, dice tener
seis vehículos oficiales, la Intendencia de Tacuarembó
tiene 45, la de Colonia 70 y la de Salto, 110.
En
el caso de las empresas públicas, también autónomas,
hay directores que viven en el interior y cada viernes se hacen
llevar a su domicilio el chofer luego vuelve a Montevideopara
ser luego recogidos y vueltos a trasladar el lunes de mañana.
"Hay varios casos de esos, y evidentemente es una interpretación
bastante laxa de la disposición que permite el traslado a
domicilio", admitió Aramendia. "Pero no podemos
hacer nada: son entes autónomos y ellos son los que deciden
qué hacen".
Medidas
drásticas
Algunos
organismos del Estado han encontrado mecanismos propios para lidiar
con el problema de los autos oficiales. El Banco de Seguros, por
ejemplo, usa para la mayoría de sus gerentes los autos que
se recuperan tras haber sido robados. Presidencia ha decidido transferir
parte de su flota a otras dependencias: ya destinó uno de
ellos para sustituir un auto arrendado por el Ministerio de Deportes,
y planea hacer lo mismo con otros dos.
Sin
embargo, Gallinal, que propuso pintar autos sobrantes para usarlos
como patrulleros, cree que hasta el momento no se ha hecho lo suficiente.
El senador cita como ejemplo una licitación del Ministerio
de Ganadería para adquirir 30 nuevos autos en octubre, que
quedó sin efecto ante un reclamo suyo.
"Hay
un proyecto de ley, un decreto vigente, y sin embargo hay algunos
jerarcas que parecen creer que un auto más o menos no va
a cambiar mucho la ecuación. La licitación del Ministerio
de Ganadería es una prueba", afirmó.
"No
se ha tomado suficiente conciencia del problema y eso va a terminar
en una reacción popular negativa, porque la gente ya no mira
con buenos ojos a los autos oficiales, sobre todo cuando hay vidrios
polarizados que impiden saber quién es el ocupante. Porque,
además, no son autos de los más baratos".
Más
de un contribuyente debe haberse preguntado si es realmente necesario
que los funcionarios de la Dirección de Proyectos de Desarrollo
de la Oficina de Planeamiento y Presupuesto circulen en un Mitsubishi
Galant con butacas de cuero que vale en el mercado más de
46.000 dólares, o que el intendente de Salto use para sus
desplazamientos un lujoso Mercedes Benz.
Es
por eso que algunos legisladores creen necesario tomar medidas más
drásticas con esos autos. El diputado blanco Carlos González
Alvarez cree que "hay que restringir al máximo los autos
oficiales, dejando sólo los imprescindibles para tareas esenciales,
no para ir a alguna recepción oficial. ¿Por qué
los gerentes de los entes autónomos tienen que usar un auto
oficial para ir del trabajo a su casa y de su casa al trabajo?".
De
la misma opinión es el senador Ruben Correa Freitas, del
Foro Batllista. En marzo, cuando el Senado aprobó un proyecto
de ley para controlar y reducir la flota oficial, el senador anunció
que esperaría un año para ver los resultados, y de
no estar conforme presentaría un proyecto más restrictivo.
Hoy,
Correa Freitas sigue con la idea de redactar esa ley. "Que
sólo puedan andar en auto oficial el presidente, el vice
y los ministros de la Suprema Corte", afirmó. "Todos
los días salen cartas de los lectores en los diarios, y es
evidente que la paciencia de la gente se está agotando. Hay
que eliminar todos los autos oficiales y dejar sólo los que
el propio presidente autorice. Con los demás, que se haga
lo que sea: que se rematen, se guarden bajo llave o se quemen en
plaza pública. Lo que sea".
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