Informe

El duro oficio de exportar

Una nueva etapa se abre para la producción agropecuaria a partir de este año de crisis. La devaluación de la moneda tiende a mejorar los márgenes de los negocios del campo, lo que aún no luce por las restricciones que impone la falta de financiamiento y los dolores de cabeza que causa el endeudamiento.

Si estos temas se resolvieran, el productor podría abocarse tranquilamente a lo que sabe: sacar más leche, más quilos gordos, más lana, más granos de los campos.

Sin embargo, buena parte del éxito o del fracaso de la producción se dirime bastante lejos de las chacras.

Es entre viajes de avión y hoteles, giras y reuniones, promociones y ferias que los vendedores de las empresas exportadoras (o las que aspiran a serlo) buscan el espacio comercial para lo que el productor genera. La producción tiene sentido si hay alguien que la compra, confirmando así su verdadero valor. La demanda manda.

Al mismo tiempo, los negociadores oficiales trabajan en los complejos y difíciles vericuetos de las negociaciones internacionales, donde hay cada vez más frentes de batalla (gestiones bilaterales, Mercosur, ALCA, OMC). También allí se juega la suerte de muchos rubros, sobre todo la de los que más sufren los subsidios y barreras no arancelarias.

Sobre estas cosas intenta poner el ojo este informe, yendo de lo urgente (financiamiento, mecanismos de acceso al crédito) a lo importante (negociaciones comerciales, promoción, productos). Quedan muchos temas en el tintero, como la infraestructura y la logística, que merecen un informe en sí mismos. Pero vayamos haciendo boca. Ingrese a la ruta agroexportadora.

LA SALIDA AL EXTERIOR

Del dicho al hecho

Uruguay, tal como preveía (y reclamaba) mucha gente, devaluó su moneda. Lo hizo mal y tarde, en medio de una crisis económica y financiera sin antecedentes, de la cual demoraremos mucho en salir.

¿Qué implica devaluar? No otra cosa que ponerse en oferta, bajar los costos en dólares por precio (que no por mayor eficiencia). Es abaratar el costo uruguayo a través de una pérdida del poder adquisitivo en términos internacionales.

La teoría dice que los exportadores y los sectores vinculados son los principales beneficiados en una devaluación. Así, los discursos (de las pocas cosas que cambian rápido en este país) incorporaron la nueva panacea: ahora la salida es exportar.

Sin embargo, las exportaciones aún no responden. Es cierto que la crisis bancaria dificultó los embarques en julio y que la crisis argentina incide, aunque también se registra un importante aumento en las exportaciones de carne, superada la crisis aftósica. Si apartamos estos dos factores (Argentina y la carne), de todas formas las ventas al exterior muestran una retracción de 7% en lo que va del año. ¿Por qué no crecen las exportaciones?

En primer lugar, por falta de financiamiento. Las firmas exportadoras no están aisladas del resto de la economía. La crisis financiera impactó en su desempeño de tal forma que no han podido, hasta ahora, capitalizar con rapidez el aumento en la competitividad que brindó la devaluación.

Ciertamente, exportar se ha tornado buen negocio en muchos rubros. A los empresarios laneros, citrícolas, frigoríficos, lácteos y otros exportadores agroindustriales les están dando mejor los números en las ventas al exterior.

El presidente de la Sociedad de Productores Forestales, Gerardo Barrios, expresó recientemente en Radio Sarandí que la devaluación permitirá a su sector aumentar las ventas en varios mercados. Los precios que antes no daban ahora dan, porque el dólar se ha fortalecido.

Sin embargo, falta plata para financiar las ventas y la compra de insumos. La crisis ha sido de tal envergadura que “secó” al país de capital.

El Banco de la República, otrora importante financiador de exportaciones, destinó una línea de U$S 30 millones para capital de trabajo, con fondos aportados por el BID a través del Programa de Crédito Multisectorial. A esto agregó unos 20 millones de capital propio. Ya se usó toda la plata.

Los bancos privados internacionales están otorgando muy poco crédito, entre otras cosas porque su prioridad, por ahora, es devolver a las casas matrices las remesas que se giraron para responder a la salida de depósitos.

Los pocos créditos que la banca privada concede se dan a tasas muy altas, en consonancia con el “riesgo país”, que de carta de presentación pasó a ser un dato vergonzante (no baja de 20%, o 2.000 puntos básicos). El BROU, en cambio, mantiene tasas de interés relativamente bajas para los exportadores, cercanas a 8%. El Banco prioriza el financiamiento de sus clientes de siempre y luego, eventualmente, atiende nuevos. La prioridad la tienen los exportadores que demanden mayor cantidad de mano de obra.

Exportar es rentable, pero hay muy poco capital para invertir, al menos por las vías tradicionales. Dada la situación, se requieren nuevos instrumentos para financiar esos negocios, instrumentos que operen independientemente del pesado “lastre” financiero que, lamentablemente, aqueja a muchas empresas exportadoras.

Escapándole al riesgo

Durante la entrega de los premios a los mayores exportadores, actividad organizada por el BROU y la Unión de Exportadores del Uruguay (UEU), el presidente de esta gremial, Daniel Soloducho, informó que la UEU está trabajando con el ministro de Economía para crear, a través de la Corporación Nacional para el Desarrollo (CND), dos sociedades, con el objetivo de obtener financiamiento para la exportación.

Una estará radicada en el exterior y será depositaria de los derechos de cobro de los exportadores uruguayos, de forma tal que sirvan de garantía de los créditos que esas empresas reciban, ya que luego de exportar no existe el riesgo país. Se facilita así el financiamiento por parte de la banca internacional y de los organismos multilaterales, que quieren evitar el riesgo país.

La otra sociedad estará radicada en Uruguay y procurará canalizar el ahorro interno hacia la prefinanciación y la financiación de exportaciones, con garantías similares.

Soloducho expresó a El País Agropecuario que se buscará que el BROU tenga un rol sustancial en esta sociedad. Agregó que las AFAPs son un inversor potencial en ella. Respecto de la sociedad externa, remarcó que hay un banco internacional interesado en apoyarla.

También se están pensando soluciones que requieren un marco legal, como los fideicomisos y los warrants. Al cierre de esta nota, el vicepresidente Luis Hierro (presidente en ejercicio al hacer estas declaraciones) afirmó que las leyes de fideicomisos y de warrants están en etapa de estudio técnico y se espera que se instrumenten rápidamente en el Parlamento.

Si el panorama político se calma y el Legislativo actúa con celeridad, ambas herramientas estarán funcionando relativamente pronto, tal vez a comienzos del año próximo (hay que aprobar la ley y su reglamentación).

Como lo señalábamos en la edición anterior (El País Agropecuario N° 92, página 18), el fideicomiso es una figura jurídica que permite aislar activos del patrimonio original del titular. Estos activos dejan de pertenecer a la persona que crea el fideicomiso y son administrados con fines preestablecidos. El fideicomiso se independiza, así, de la empresa o persona que lo crea (fideicomitente) y no puede ser alcanzado por sus acreedores. La administración del fideicomiso se adjudica a una organización especializada (agente fiduciario).

En Uruguay se necesita una ley que dé garantías suficientes para que esto se ponga a funcionar, porque, hasta ahora, figuras similares están previstas sólo para las AFAPs o para los Fondos de Inversión. Uno de los puntos críticos (que puede definir el éxito o no de la herramienta) es la modalidad tributaria que se defina.

El warrant (garantía) es una herramienta complementaria y apunta a reconocer como garantía de crédito a bienes comercializables (desde ganado hasta automóviles). Es lo que necesitan las empresas agroexportadoras (forestales, arroceras, etc.) para garantizar, por ejemplo, el crédito que capten los fideicomisos. Estas empresas manejan, constantemente, grandes volúmenes de mercadería, que pueden respaldar perfectamente el crédito.

Cuanto antes empiecen a funcionar estos mecanismos, más rápido se verá el “rebote” en las cifras de exportación. Pero sólo con esto no alcanza. Se precisan mercados.

Los de afuera no son de palo

En la cancha del comercio internacional se juega al borde del reglamento, muchas veces el juez no pita y los contrarios tienen un estado físico mejor que el nuestro.

Mientras Uruguay transitaba la década de los ’90 concentrando sus exportaciones en la región, casi todo el resto del mundo trabajaba para consolidar fuertes articulaciones comerciales, lo más amplias posibles. Europa mejoró sus vínculos internos y se integró monetariamente, China ingresó a la Organización Mundial de Comercio (OMC) y Chile trabajó para cerrar acuerdos bilaterales con EE.UU. (en vías de firmar) y con la Unión Europea (ya firmado). México, miembro del Nafta, también suscribió un acuerdo de libre comercio con la UE, los países andinos mejoraron sus posibilidades de comerciar con EE.UU., y Nueva Zelanda y Australia compensaron la crisis asiática con otros mercados, sin dejar de lado el comercio con Asia, que ya se ha recuperado.

Ante tanto movimiento, Uruguay parece un tanto adormecido y eso le puede costar caro. Además, después de años de fuerte crecimiento, ahora el intercambio comercial mundial transita por un período de cierto retroceso: cayó 4,5% el año pasado y muestra una caída de 4% este año, según cifras de la OMC. Con este trasfondo, conquistar nuevos mercados es más difícil.

Por si fuera poco, la crisis económica ha afectado el presupuesto de la Cancillería, lo cual está causando perjuicios en las negociaciones comerciales en el Mercosur y en las que se realizan para constituir el ALCA.

En su edición del 31 de octubre, el semanario Búsqueda informó que Uruguay no está asistiendo a reuniones de nivel técnico en el Mercosur y se suspendieron negociaciones comerciales por falta de recursos.

Informantes oficiales admitieron al semanario que la ausencia de representantes uruguayos en esas reuniones le hace perder poder de negociación al país.

Consultado al respecto en El Diario Sarandí (Sarandí 690), el canciller Didier Opertti reconoció los problemas presupuestales y remarcó que se buscarán soluciones a nivel del Ministerio de Economía.

Asignaturas pendientes

El gobierno aspira a un acuerdo de libre comercio con EE.UU., que es un objetivo de largo plazo. Pero mientras, en estos días, se están definiendo asuntos relevantes en la región. Como destacábamos en el número pasado, Brasil está importando arroz estadounidense subsidiado, lo que afecta seriamente nuestras posibilidades de colocación y los precios.

Interrogado al respecto en la misma entrevista, el doctor Opertti respondió que la Cancillería “está trabajando desde hace ya varias semanas. He instruido a nuestra embajada en Brasilia, que también ha venido trabajando en el tema”. Opertti expresó que “los países del Mercosur no deberían importar arroz subsidiado. El problema es que no existe una norma legal obligatoria que le prohiba a los países importar arroz subsidiado. Ése es un tema que está pendiente, como está pendiente el tema del dumping en el Mercosur. El Mercosur todavía tiene varias asignaturas pendientes, una de las cuales es ésa”.

Si bien las exportaciones a la región han perdido significación (ver recuadro) y Uruguay apuesta en lo inmediato a profundizar los acuerdos bilaterales con México y firmar nuevos con India, Centroamérica, etc., las negociaciones principales (ALCA y UE) son realizadas como país miembro del Mercosur. Doblemente preocupante, entonces, la debilidad presupuestal señalada líneas arriba.

Se necesita reforzar la capacidad de negociación y promoción del país para que la inserción comercial sea sostenida, creciente, para que el impulso exportador natural que se dará después de la devaluación no sea efímero. l

El bajón

La caída de nuestras ventas en los últimos ejercicios es abrupta, aunque no se da simultáneamente en todos los mercados.

Con Brasil, donde habíamos alcanzado a colocar U$S 823 millones en 1998, la caída se manifiesta a partir de la devaluación del real, en enero del ‘99.

Con Argentina, la baja no fue tan pronunciada hasta este año, en que el quiebre de la convertibilidad prácticamente borró a nuestros productos de ese mercado, interrumpiendo el comercio y el turismo receptivo.

Entre los dos países vecinos acumulan una baja en las compras, entre 1998 y 2001, de U$S 500 millones. Y la amenaza es que caigan otros U$S 200 millones en este ejercicio, básicamente por el efecto Argentina.

Un monto de esa entidad -U$S 700 millones- equivale a 30% de nuestras exportaciones, que se perdieron en muy poco tiempo. Sería ilusorio pretender que Uruguay redireccione esos volúmenes de comercio en forma instantánea.

Con los países del Nafta la situación es similar, aunque la baja ocurre por diferentes razones y más tardíamente. Eran mercados que estaban en rápido ascenso: el pico de exportaciones se dio en el año 2000, cuando entre los tres países sumaron U$S 349 millones. En lo que va del año les vendimos por valor de U$S 209 millones. Solamente la carne marca una diferencia de U$S 100 millones que dejaron de comprar entre ese año y el actual.

Tres verbos a conjugar: Promover, negociar, vender

Estar en el mercado, investigar, realizar contactos, enviar muestras, invitar a los clientes a venir al lugar de producción, etc., componen todo un esfuerzo vendedor del cual la exportación del producto es sólo el resultado final. Resultado que, a veces, demora mucho tiempo en concretarse.

Por lo tanto, más que esfuerzos espasmódicos se requiere constancia y permanencia. Al respecto, Uruguay todavía muestra ciertos problemas. Si bien se está avanzando en el buen sentido, impera aún en varios ámbitos la actitud de producir y luego ver si se puede vender. El esfuerzo de venta, lo promocional, la investigación de nuevos mercados, quedan a veces últimos en la lista. El verdadero enfoque mercadotécnico (colocar al cliente en el centro del negocio) no es el que impera en la exportación.

Es necesario profundizar este tipo de visión, sobre todo ahora, porque la economía uruguaya tendrá (por un buen tiempo) un mercado interno deprimido. La demanda externa ha cobrado un protagonismo mucho mayor (ver recuadro).

A principios de este mes, en el programa Cierre de Jornada (Sarandí 690) se convocó a una mesa redonda para abordar estos aspectos con empresarios vinculados al comercio exterior. Participaron Héctor Arrillaga (codirector de la empresa Compañía de Indias), Enrique Decker (director de Opticarnes, un broker del mercado cárnico internacional) y el Ing. Agr. Eduardo Pietra (presidente de Central Lanera Uruguaya).

Pietra aludió a ese necesario cambio de orientación: “Hay que ir a los mercados y ver qué están demandando, qué tipo de productos quieren y están dispuestos a pagar, y de ahí armar toda la producción hacia atrás, de manera de satisfacer las necesidades de esos consumidores en el extranjero”.

Decker agregó: “Creo que en más de un rubro eso se ha logrado. Después viene otra serie de etapas (...) estudiar la competencia, las barreras al acceso que esos mercados tienen, a veces de carácter sanitario, o arancelario, o para-arancelario, y a veces de carácter... misterioso”.

Misterio develado

Arrillaga, que hace algunos años fue agregado comercial de la embajada uruguaya en Ecuador, contó: “Gran cantidad de botellas de vino argentino estuvieron un año y medio detenidas en el puerto en Guayaquil, con la documentación en regla, sin poder entrar a Ecuador. Terminaban pidiendo, por ejemplo, el origen del vidrio de las botellas. Como yo tenía muy buena relación con determinado ministro, el exportador argentino pidió mi colaboración y fui a verlo personalmente con parte de esa documentación, y terminó diciéndome la realidad: Argentina les estaba vendiendo en el año por 260 millones de dólares y Ecuador les estaba vendiendo menos de 30 millones”.

Más allá de casos tan irritantes, el principio de reciprocidad comercial es clave. ¿Qué tiene Uruguay para ofrecer? Si se trata de productos poco diferenciados, commodities, la capacidad de negociación no es alta, porque se producen en muchos otros lados. Por eso es tan relevante diferenciar productos: no sólo porque tienen más valor agregado, sino porque tienden a ser únicos.

Uruguay puede ofrecer oportunidades de inversión. El sector agropecuario es un excelente ejemplo de cómo la inversión extranjera promueve el comercio. Los casos de las malterías, la forestación, los citrus, son ejemplos elocuentes.

También la lechería, donde Parmalat, Bonprole y Lactosan (de capitales europeos) han abierto mercados. El caso de Lactosan es interesante porque la firma elabora un producto diferenciado, especial, el queso en polvo, que es un componente de diversas preparaciones gastronómicas. La empresa tiene un acuerdo con la firma norteamericana McCormick, como proveedor. Recientemente retomó sus exportaciones a Europa, que se habían frenado porque el Ministerio de Ganadería no cumplió con ciertas exigencias de la UE.

En base a una producción primaria competitiva pueden atraerse más inversiones, que agreguen valor a la producción, incorporando procesos y técnicas que aumenten el acervo tecnológico del país.

Promoción: verdes y maduras

La forma en que Uruguay promueve sus productos en el exterior, tanto a nivel público como privado, es un tema recurrente, en el cual se cae muchas veces en el mero voluntarismo.

En el país hay más de 15 instituciones que, de una u otra forma, promueven las exportaciones. ¿Es esta dispersión un mal síntoma? No necesariamente, pero sí lo son la descoordinación, la superposición de esfuerzos, la ineficiencia y la inconstancia.

En el discurso en ocasión de la entrega de premios a los exportadores, el presidente de la Unión de Exportadores del Uruguay (UEU), Daniel Soloducho, cuestionó duramente la existencia de Uruguay XXI, instituto que promueve las exportaciones e inversiones en Uruguay:

“En el año 1995 la UEU presentó un estudio por el cual se oponía a la creación del Instituto Uruguay XXI como estaba planteado y por consiguiente, cuando le fue ofrecido, decidió no formar parte de éste. Posición que reitera en su última reunión de directiva.

(...) El Instituto se dedicó con mayor énfasis a la atracción de inversiones, pero, sacando el trabajo de películas de presentación del país que podría haber realizado cualquier empresa de comunicaciones, los exportadores sentimos que se confirmaron nuestras opiniones, no proviniendo del mismo casi ninguna utilidad.”

Soloducho expresó su apoyo a una estrategia conjunta entre el sector oficial y los privados: “Creemos que se debe apoyar a la Cancillería, en (...) (cuyo marco) existen embajadas profesionales que cumplen un papel muy importante (...). Éstas, sumadas a un trabajo conjunto con las instituciones de los exportadores que ya existen, podrían realizar una tarea más completa si se las dotara de los recursos necesarios”.

En el agro, algunos rubros poseen organismos sectoriales que realizan, entre otras, tareas de promoción. Es el caso del Inavi, en vinos; del SUL, en lanas (que gestiona, para Uruguay, la Woolmark); y del INAC, en la carne, que también impulsa una “marca país” para el rubro: “Natural meat”. Estos organismos son ejemplos exitosos de asociación Estado/privados, para emprender tareas en conjunto.

Otros programas puntuales han aportado lo suyo. Pietra recuerda: “El puntapié inicial para llevar a escala comercial el cordero pesado del SUL estuvo en un programa de 10.000 corderos apoyado por el Penta (programa Promoción de Exportaciones No Tradicionales Agropecuarias) que permitió que participara el SUL, que participara el frigorífico San Jacinto, con el apoyo del Ministerio y los productores que aportaron corderos. También Central Lanera aportó una parte de esos corderos y fue un apoyo muy interesante”.

Iniciativas similares, que apuntan a integrar la cadena cárnica, están siendo apoyadas hoy por el Proyecto Ganadero, que funciona en la órbita del MGAP.

El sector público puede apoyar y hacer un aporte sustancial, básicamente a dos niveles: apuntalando a los exportadores que ya están en el mercado y apoyando a las empresas que inician su experiencia exportadora. En el caso de las PyMEs, el sector público puede ser un nucleador efectivo de estas iniciativas, para canalizar esfuerzos en forma más eficiente.

Claro que ningún esfuerzo estatal o apoyo es efectivo si no hay iniciativa privada genuina. Que el Estado no la desestimule ya sería un avance.

La ruta agroexportadora

LA CARNE

Situación. Es el principal producto de exportación del país, dentro del cual la carne vacuna responde por más de 70% del total. El resto es carne ovina y equina, y un porcentaje menor de comidas preparadas, achuras y subproductos.

Se exporta más de la mitad de la carne que se produce, proporción que va en aumento. En 1998 se alcanzó un pico de U$S 511 millones, 411 de ellos de carne vacuna. La aftosa llevó estos valores a U$S 292 y 217 millones, en 2001. La situación, lentamente, se va revirtiendo.

Mercados. La Unión Europea e Israel son compradores consecuentes, que absorben volúmenes relativamente estables e importantes, a buenos precios. La región, que llegó a 40%, ahora apenas compra 18% de las toneladas totales exportadas.

El circuito no aftósico, en particular el Nafta, representó casi 35% de las colocaciones (en dólares) en 2000 y ahora (al cierre de esta nota) está cerrado. Por eso es que aparecieron otros mercados, como Argelia, Rusia y Egipto, que pagan precios menores.

Perspectivas. Es excelente. La reapertura del Nafta va a coincidir con una alta disponibilidad de ganado. También Chile aumentará su demanda, al no poder comprar en Paraguay, que tiene aftosa. Posiblemente, la exportación de 2003 alcance una cifra récord, del orden de las 300.000 toneladas (equivalente carne con hueso).

LA LANA

Situación. Fue durante décadas el principal rubro de exportación. En el ejercicio 1988-89 aportó U$S 448 millones, 317 de los cuales correspondieron estrictamente a embarques de lana en todas sus presentaciones: sucia, lavada, peinada (tops, que representan dos tercios de los montos totales), y el resto a prendas, tejidos y otros productos.

En el ejercicio 2001-02 (cerrado el 31 de octubre), la cifra se desplomó a U$S 179 millones (140 millones de lana y el resto de productos). La caída se debe fundamentalmente a la baja del stock ovino y, consecuentemente, de la producción de lana.

Mercados. Es un producto netamente exportable: 98% se destina a los mercados externos; China y algunos países europeos absorben cerca de 80% del total.

Perspectivas. Son favorables, dado que la producción mundial (al igual que la local) ha caído, lo que generó una suba explosiva de precios. Se espera que esto promueva una recuperación del stock. En nuestra plaza, de la zafra pasada a ésta, el precio de la lana al productor ha más que duplicado su valor. ¿Dudas? Sí, la demanda internacional, que no aparece del todo firme.

EL ARROZ

Situación. Con la lana, es el otro gran rubro netamente exportador. Noventa por ciento de la producción nacional se destina a los mercados externos. En el año pico, 1998, se exportó arroz por valor de U$S 273 millones. Luego sobrevino la devaluación en Brasil (principal destino) y la exportación cayó.

La caída del precio del grano, las dificultades financieras y el impacto en la economía de los productores provocó una constante y sustancial reducción del área sembrada y de la producción, que cayó 40% respecto de 1998-99. En el ejercicio 2000-01, las ventas externas sumaron U$S 165 millones y, hasta agosto de este año, rondaban los U$S 84 millones, el monto más bajo de los últimos tiempos. Mercados. Treinta y cuatro países compran arroz uruguayo, pero Brasil adquiere cerca de 60% del total (de los dólares, último ejercicio), seguido de lejos por Irán (13%) y Perú (8%).

Perspectivas. Se espera una tonificación moderada de los precios internacionales, debido a la menor producción y a menores stocks de los principales países productores y consumidores. En la región, Brasil podría sufrir una caída de su producción, debido a los excesos de lluvia que se registran en las zonas de siembra. La devaluación contribuye a abaratar los costos de producción, lo que mejorará la rentabilidad.

LÁCTEOS

Situación. La mitad de la producción de leche del Uruguay se exporta. Con la recesión interna y la devaluación, se espera que este equilibrio tienda a una mayor preponderancia de las exportaciones, que pueden llegar a explicar más de 60% del ingreso sectorial. Uruguay exportó productos lácteos por casi 150 millones de dólares en 2001 y este año podría igualar esta cifra.

Mercados . La devaluación brasileña impactó seriamente sobre las exportaciones lácteas con ese destino, que ahora se están recuperando, a menores precios. México se ha constituido en un demandante clave para muchos productos. EE.UU. compra unos 15 millones de dólares (10% del total) y Venezuela es un mercado importante, pero inestable.

Perspectivas. Son inciertas. El aumento de los subsidios de Europa y EE.UU. baja los precios y dificulta las colocaciones. Esto podría contrarrestarse exportando productos más diferenciados y de mayor valor agregado a Brasil y Argentina, iniciativas que se vieron afectadas por la crisis regional. Con la devaluación, y superada esta instancia, este tipo de estrategias podrían retomarse.

GRANOS

Situación. La cebada es el sector exportador por excelencia de la agricultura de secano. Tiene como destino la producción de malta (germinación y secado de grano, para producir cerveza). La industria maltera está toda en manos extranjeras: AmBev (la multinacional brasileña producto de la fusión de Brahma y Antarctica) tiene más de 70% de la capacidad instalada de malteo (Maltería Uruguay, Salus, Norteña). El resto pertenece a Maltería Oriental, de capitales chilenos. Noventa por ciento de la producción se exporta.

Mercados. El destino principal es Brasil, aunque a veces se colocan partidas en otros países de la región. Las exportaciones del sector se ubican entre 40 y 50 millones de dólares anuales.

Uruguay también exporta girasol, que llegó a ventas por casi 30 millones de dólares en el ’99 y que el año próximo puede repetir ese desempeño.

Perspectivas. Después de algunos años calamitosos en lo que refiere a clima, éste ha sido relativamente normal y las cebadas están arrojando buenos rendimientos. De mantenerse Uruguay con buena producción, y competitiva, podrá seguir siendo un buen abastecedor regional y ampliar la producción y las exportaciones. Para eso, el ajuste cambiario mejora el panorama.

Lo mismo puede decirse en el caso del girasol, que puede aumentar el área si los precios se mantienen firmes.

FORESTACIÓN

Situación. Es un sector de gran potencial exportador. Apoyada por una política de Estado que lleva ya más de 10 años, la forestación enfrenta ahora el desafío de comenzar las ventas a gran escala. Grandes empresas forestales internacionales (españolas, chilenas, canadienses y estadounidenses) han invertido en bosques y comenzarán la exportación a mediano plazo. Por ahora, la extracción de madera no supera los 50 millones de dólares de exportación.

Mercados. Europa, en particular España, es el mercado principal, lo que se explica por la actividad de la firma Eufores (de ese origen), que es la principal protagonista de la exportación de rolos. Se espera que la devaluación permita acceder a otros mercados, que quedaron fuera del alcance de Uruguay por problemas de precios.

Perspectivas. Si se realizan las inversiones de infraestructura necesarias (puertos, carreteras, trenes, dragado), la forestación puede exportar por un valor de varios cientos de millones de dólares en un plazo no mucho mayor a cinco años. Pero esto no es seguro: ya se hicieron proyecciones que resultaron fallidas. Todo dependerá de que dichas inversiones se hagan y de que, en lo posible, se exporten productos con mayor valor agregado, como por ejemplo madera aserrada.

CÍTRICOS

Situación. Más de la mitad de la producción citrícola se exporta. Las colocaciones externas del sector fueron de aproximadamente 100 millones de dólares en 2001. Este año el monto es menor, por la menor producción. La mayoría de las empresas citrícolas están integradas desde la chacra hasta la venta al exterior. En muchos casos ha habido inversiones extranjeras.

Se exporta sobre todo fruta fresca, empacada. La industrialización (jugos y aceites) es secundaria y no tiene, por ahora, perfil exportador.

Mercados. Europa es el mercado citrícola por excelencia, al que la producción uruguaya entra en contraestación. Responde por 75% de las exportaciones totales del rubro. Sudáfrica es el gran competidor de la producción de Uruguay.

Perspectivas. El ingreso al mercado norteamericano parece difícil a corto plazo. Resulta alentador el acuerdo firmado con China, en la última visita del presidente Batlle. La devaluación del peso uruguayo y el fortalecimiento del euro mejoraron sustancialmente la economía de las empresas, lo que va a incidir positivamente en los próximos ejercicios.

La situación sanitaria y todo lo vinculado al cancro es la gran limitante del comercio y le ha puesto un techo a la expansión del sector. Si esto no se supera, el aumento de la producción será difícil.

Viraje al exterior

La crisis interna y la devaluación de la moneda alteraron la estructura de demanda de la economía uruguaya. Lo que Uruguay produce tiene dos destinos: interno o externo.

La demanda interna está deprimida y lo seguirá estando el año próximo.

La exportación, en cambio, puede aumentar, porque Uruguay se ha vuelto más barato en dólares. Pero además, aunque no aumente, cada dólar que ingresa por exportaciones vale ahora casi 50% más en términos reales, por lo que la exportación tiene hoy una importancia mucho mayor en la demanda total.

Según estimaciones de SERAGRO, esta proporción pasará de 23% (1999) a 34% (2003), como lo muestra la gráfica adjunta.