RAUL
JAURENA | BANDONEONISTA; EMBAJADOR DE URUGUAY Y SU CULTURA
"El
tango necesita la adrenalina de la improvisación"
Entrevista
de Daniel Mazzone y Leonel García, de la redacción
de El País Digital
Hermoso
lugar tiene la Orquesta Filarmónica de Montevideo como sede
y sala de ensayos. Muy hermoso. Un espacioso edificio ubicado en
la calle Bacacay, que ha gozado de un renacimiento en los últimos
años. Uno de los amplios e iluminados salones del recinto,que
respira música por cada uno de sus rincones, fue el punto
ideal para el encuentro con elbandoneonista Raúl Jaurena,
un hombre que vive, disfruta, y hace las veces de embajador uruguayo
de una de las expresiones ciudadanas más entrañables:
el tango.
En
la charla (realizada un día antes de su presentación
con la Filarmónica en el Radisson), amena y disfrutable,
propia de la que surge cuando uno ama lo que hace, el maestro Jaurena
aseguró que hoy por hoy el tango es uno de los mejores negocios
a nivel musical en el mundo. Sostiene que, en clara oposición
a los tangueros más tradicionalistas, los rioplatenses no
tienen que creerse los dueños del dos por cuatro. No cree
en la fusión con el jazz, sin embargo, es un partidario de
la improvisación que, según él, es lo que le
hace falta a este ritmo surgido en los arrabales de Buenos Aires
y Montevideo.
¿Qué
es Montevideo para usted?
Montevideo
es todo... acá están mis raíces, mis calles,
mi gente.
Usted
tocó en Europa y EE.UU. ¿cómo es la recepción
del tango en esos países tan alejados de la idiosincracia
rioplatense?
Es
muy buena, muy buena. En este momento el tango es uno de los mejores
negocios, moviendo millones de dólares en clases de tango,
grabaciones, espectáculos. Es algo que nos identifica a nosotros,
y no nos damos cuenta cuánto. Si lo supiéramos, le
daríamos mucho más corte acá en el Río
de la Plata.
¿En
el Río de la Plata o en el Uruguay?
En
el Uruguay más que nada, los argentinos en eso nos llevan
mucha ventaja.
Relativo
a eso, se dice que el tango nació en los arrabales de Barrio
Sur y Palermo, que Gardel es uruguayo, así como Matos Rodríguez,
el autor de la Cumparsita, ¿en Uruguay se le da la trascendencia
al tango que se merece?
No,
no de la forma que se le debería dar. Pienso que a una orquesta
como ésta (la Filarmónica de Montevideo), que tiene
el programa Galas del Tango, el gobierno tendría que tenerla
viajando por el mundo como representante.
Usted
ha grabado con artistas de diversas latitudes y procedencias musicales,
el tango que usted realiza con el clarinetista Giora Feidman, por
ejemplo, ¿no puede considerarse un poco "light"?
Bueno...
el que hago con él no es un tango-tango del Río de
la Plata sino más bien pensado para Europa. Hay que tomar
en cuenta que el no es un tanguero.
¿Se
identifica con ese tango?
Yo
me identifico con todas las formas del tango que se hagan con respeto.
No hay que encerrarse en una sola forma, todos son sacos, solo uno
es azul, otro es verde y otro es rojo.
¿Siguen
existiendo tradicionalistas a ultranza?
Sí,
claro. Sobre todo en el Río de la Plata. Lo que pasa es que
acá nos creemos los dueños del tango. De alguna manera
es así, pero... ¡uno tampoco es dueño de los
hijos!
No
hay que descalificar a un alemán o a un chino, que quiera
bailar o tocar tango. No lo va a hacer como nosotros, porque no
caminó por las mismas calles ni tuvo la misma educación,
por lo tanto lo va a ejecutar de distintas formas. ¡Pero hay
que decirle gracias! ¡Gracias por tocar mi música!
¿Se
ha sorprendido en alguna oportunidad por la repercusión en
el extranjero?
Sí,
tremendamente. En una oportunidad escribí la música
para un cuerpo de danza moderna en New York y tuve la suerte que
nos dieron un premio a la mejor música y a la mejor danza.
Frente a eso, hicimos una gira por toda Europa.
En ese tour estuve en la capital de los Montes Urales en Rusia,
casi en la frontera con China. Yo dije, "¿acá
qué pueden saber de tango?" Bueno, para mi sorpresa
se conoce y se sabe que es una música. Obviamente no se sabe
quién es Raúl Jaurena, pero en la marquesina decía
"Tango", ¡y el teatro se llenaba! Sin embargo, fui
a la escuela de esa ciudad y el director me dijo que yo era el tercer
extranjero que él había visto en su vida.
El
tango aparece muy a menudo en el cine europeo. Yo creo que en este
momento, en cualquier parte del mundo, se menciona la palabra "tango"
y saben de qué se trata.
¿Y
qué pasa con el tango en América del Sur? Porque mucha
Europa, mucho EE.UU., pero, ¿Brasil y Chile?
Yo
creo que en América del Sur sigue siendo una música
restringida all Río de la Plata.
¿Todavía
se busca el tango arrabalero?
Todavía
se busca, y pienso que... con todo respeto, porque me gusta mucho...
ya fue. Todo tiene una línea evolutiva, y el actual tango
es parte de aquél. No podemos seguir en la misma que en 1924,
si se piensa distinto, la problemática de la juventud es
distinta...
Eso
en el tango música, ¿y en el tango letra?
Eso
se ha movido menos, en la parte musical se ha evolucionado más.
Y hay otra cosa: los tangos clásicos son de tres minutos,
no más. ¿Por qué? Porque no cabía más
que eso en los discos de antes. Pero, qué pasa ahora: se
realizan conciertos en EE.UU. y Europa de una hora o dos de una
hora de duración. Utilizando temas de tres minutos, ¿cuántos
temas se necesitán? ¡Hay que andar aplaudiendo cada
poco tiempo! (gesticula entre risas) Además, los finales
pasan a ser un problema, ¡ya no te quedan! Chan-chan, pun,
tucutún, tiquitín (risas). Yo estoy trabajando sobre
otra dinámica, desarrollos de quince minutos, donde todos
los músicos tienen oportunidad de mostrarse, explayarse y
crear diferentes climas. Entonces, en un set de cincuenta minutos
capaz que tocamos cuatro números...
Eso
lo inició Astor Piazzolla...
El
empezó a alargar los tiempos cada vez más. Yo estoy
trabajando mucho en la improvisación en el tango. Pero ojo,
no creo en el jazz-tango. O es jazz, o es tango. Esa a mí
no me la venden. Sí, creo en una improvisación libre,
pero sobre armonías y ritmo determinados.
¿Con
quién está discutiendo ahí?
En
Buenos Aires están en la onda de hacer tango con saxofón,
aunque se puede hacer con cualquier instrumento...
Como
si fuera "Reunión Cumbre" (N. de R. el disco entre
Piazzolla y el saxofonista Gerry Mulligan), digamos...
Sí, eso es algo que no me gusta. Creo que el bandoneón
y el saxofón se llevan muy mal. Pienso que además
de eso, Piazzolla tenía la costumbre de ser bandoneonista
y líder, y cuando grabó, por dar un ejemplo, con Gary
Burton, no supo qué hacer, en momentos aparece y desaparece.
Él estaba acostumbrado a liderar su quinteto, y en esas oportunidades
parecen dos personas que querían salir al mismo tiempo por
una misma puerta.
A
Piazzolla el experimentalismo le salía por los poros.
Pasó
por muchas cosas, como la parte electrónica -que no me gustó
nada-, una de las cosas que más me gustó fue el octeto,
el último quinteto. Pero todo el que se hace algo, al mismo
tiempo que abre nuevas posibilidades, también en parte se
puede equivocar.
¿Cuál
fue la formación de la orquesta de Piazzolla cuando usted
tocó con él en el Festival de Montreal?
En
aquel momento, yo trabajaba para la Facultad de Música de
Montreal y a él lo habían contratado para el Festival.
Estábamos los dos al bandoneón, y además violonchelo,
bajo y piano.
¿Cómo
fue la relación, musical y humana, con Piazzolla? ¿Era
un hombre difícil?
Sí,
era difícil, pero musicalmente me llevé muy bien.
Toda persona que es perfeccionista y quiere su profesión
es difícil. ¡También Federico García
Vigil es difícil, en el buen sentido de la palabra! Es exigente,
si a eso se le puede llamar difícil.
Usted
ya había hecho tango con García Vigil, ¿cómo
es la química?
Es
muy buena. Federico sabe de tango y le sabe sacar a la orquesta
hasta la última gota de jugo, la conoce muy bien y le hace
rendir al máximo.
Yo
he tocado recientemente con dos orquestas magníficas como
la de Cleveland y la de Berlín, y con la Filarmónica
de Montevideo, siento que me llevan del brazo, por los tiempos,
por la dinámica, porque, ¿qué músico
de los de esta orquesta no ha tocado ni escuchado tango?
¿Usted
se considera Piazzollista?
Sí,
no soy fanático pero soy.
¿En
qué etapa está el tango actualmente?
Pienso
que el tango necesita el punch, la descarga de adrenalina que da
la parte de improvisación. Por eso creo que el jazz nos lleva
ventaja. Es como el tipo que camina por la cuerda floja y muchos
de los que miran están esperando para ver si se cae. En la
improvisación yo estoy dando algo que provoca nervios y tensión
en el público (risas). Si yo me acartono en una música
que siempre toco igual, no me salgo del libreto, a la tercera vez
nadie me escucha porque se aburre.
Sin
embargo, con la improvisación estoy dando algo de mí,
que podrá gustar o no, pero es diferente.
Sin
vanidad ninguna, soy el primer bandoneonista que está improvisando
en una sinfónica o filarmónica. En dos temas de la
presentación (del viernes 4 en el Radisson), "Libertango"
y "Buenos Aires, hora cero" de Piazzolla, la orquesta
hace un open y yo "camino por la cuerda floja".
En
algún momento, improvisar en una sinfónica o filarmónica
era considerado una falta de respeto, ¿falta de respeto por
qué? Los arreglos que hago siempre tienen una parte abierta
a ese recurso. Sería una etapa post-Piazzolla, ya que él
era un tipo que escribía toda su música y solamente
la guitarra podía salirse del libreto.
Usted
dice que el jazz le lleva ventaja, ¿pero el público
de tango ha reaccionado bien o mal?
Bueno,
yo hace muchos años que no vivo aquí. Anteriormente
vine en dos oportunidades a Uruguay con dos diferentes grupos. Una
de las veces vine con un trío para Joventango con un pianista-jazzista,
Ethan Iverson, que en estos momentos es uno de los mejores de New
York. Hicimos un open de improvisación con temas como "La
cumparsita", "Palomita blanca", "Desde el alma",
y me acuerdo que gustó muchísimo, ¡y son clásicos!
También
vine al Solís con un grupo alemán, Tango Five... y
al menos no nos tiraron piedras. Yo creo que gusta. Pero, ojo, no
olvido la raíz de esta música, en el momento que uno
la pierde ya está tocando cualquier cosa. Yo mantengo una
armonía, un beat y un ritmo de dos por cuatro.
¿Qué
es lo que se recoge de los clásicos?
Se
recoge la esencia del tango. Yo tuve la suerte de tocar con músicos
muy importantes como César Zagnoli, formando su trío,
etapa que recuerdo con mucho cariño, donde actuaba todas
las noches en varios lugares como Portofino, el Club Náutico,
Intermezzo o La Cumparsita, con Donato Raciatti y con Toto D'Amario.
¿Cuáles
son los secretos del bandoneón?
Muchos,
es un instrumento muy ilógico, el mismo botón para
adentro es un sonido y para afuera otro; además es diatónico,
las notas no están puestas en escala.
Piazzolla
decía que tocar cerrando es aburrido y tocar abriendo es
la gloria.
Sí...
bueno, no tanto como aburrido. Pasa que los efectos para el tango
se sienten mejor abriendo. Eso es lo que más hacemos nosotros;
ahora, "bandoneonísticamente" no está bien
del todo.
¿Hay
un misterio en el encuentro del bandoneón con el tango?
Yo
creo que sí, hablar del bandoneón me encanta porque
soy un fanático, es como un brazo o una pierna mía.
El "fuelle" tiene una expresión que lo puede hacer
agresivo o dulce.
Lo
realmente increíble es que sea un instrumento de origen alemán.
Hace
ocho años estuve en una fábrica muy antigua de bandoneones.
Ahí encontré una persona, hijo de uno de los artesanos
de la fábrica de Arnold, que me contó una anécdota:
antes se construían bandoneones al sistema alemán,
mucho más fáciles que éstos del tango. Y un
día, éste tipo creó los que usamos ahora. Pensaron
que era muy difíciles de tocar y los tiraron a un costado.
Ya eran algunos cientos.
Un
día fueron unos argentinos a Alemania a comprar bandoneones.
Ellos, que no son tontos, les vendieron los que tenían de
clavo (risas). Al poco tiempo, llegaron pedidos por miles y miles.
Pasó a ser el sistema más famoso.
Hay
que sentirse agradecidos a Alemania, entonces.
A mí
me encanta ese país. Es más, mi mujer quiere irse
a vivir ahí pero yo ya estoy cansado de mudarme y cambiar
de residencia, de aprender idiomas. Alemania tiene un público
excelentísimo, vas al sur y es increíble, te acepta
lo que vos hacés en tu forma más genuina.
Ahí
hay una diferencia con EE.UU. donde siempre se le quiere poner ketchup:
una lucecita, una cornetita, un fuego artificial. En el Hollywood
Bowl, donde actué una vez, le pusieron ¡fuegos artificiales
a un malambo! Nunca vi unos más lindos, computarizados, que
costaban 50 mil dólares, pero, ¿para qué? Los
norteamericanos están más para el show-business. Los
europeos respetan tu arte original, les gustará o no, pero
lo escuchan.
¿Es
la única diferencia con los europeos?
No,
hay otra diferencia muy grande: no tienen complejos, que es algo
que lo veo muy seguido por estos lados. Yo acá, y en EE.UU.
también, si le hago una corrección a un músico
generalmente lo toma como algo personal. ¡No te enojes, yo
no estoy diciendo que sos una mala persona! Pero se pone en postura
de "a mí me vas a enseñar a tocar el instrumento".
Y no estás enseñando, simplemente indicás de
qué manera querés que vaya la melodía. Una
vez estaba en una orquesta alemana, ¡y el director se puso
a tocar conmigo! Cuando lo vi, me di cuenta que era veinte veces
más profesional que yo y que tenía una humildad tremenda,
y yo tengo que aprender de eso.
En
estos días, Federico (García Vigil) me corrigió
un aspecto en un ensayo y yo se lo agradecí personalmente,
y ahora públicamente. En una parte, yo adelantaba una nota
y lograba un efecto que es mucho más lindo atrasándolo.
Yo no me había dado cuenta, y se lo agradecí. Siempre
hay lugar para aprender.
Luego
del viernes 4 en el Radisson, ¿qué viene, Raúl?
Al
otro día me voy (sábado 5), ya que la semana que viene
tengo un espectáculo muy grande en New Jersey, el 28 de octubre
me voy a Mónaco, donde me quedo unos tres días, y
de ahí a Stuttgart donde tengo un concierto el 4 de noviembre.
El 10 de diciembre estoy en Budapest y posiblemente el 13 esté
de vuelta en Montevideo.
¿Para
descansar o para trabajar?
Vengo
para festejar los 25 años de Joventango.
¿Por
qué acá no nos damos cuenta del potencial que tiene
el tango?
Es
una buena pregunta... no sé, será porque cuando se
tiene algo bueno uno no se da cuenta hasta que lo pierde. Tal vez
lo sentimos tan nuestro que ni lo notamos, como que es imposible
que se nos vaya. A nivel mundial hay una demanda enorme. Yo hice
arreglos de tangos tradicionales para orquesta. Es una música
con un potencial tan grande que atrae gente que está cansada,
tal vez, del estilo clásico de las grandes salas.
A nivel
internacional es el gran momento del tango, yo ya tengo la agenda
ocupada hasta febrero. El 14 de ese mes, toco con la orquesta de
Minneapolis, y me acaban de avisar que ya está vendida la
fecha, y me llamaron para que me quede un día más
para agregar otra. Es algo sorprendente.
¿Hay
un relanzamiento del tango como marca?
Sí,
tenemos que prestarle mayor atención a nuestras cosas más
intelectuales. Con todo respeto, pero llega la Filarmónica
de Montevideo, que estuvo en Egipto y en todos lados mostrando algo
que es nuestro, y a Carrasco habrán ido cinco personas. Llega
Peñarol o Nacional y va todo el mundo con pancartas a recibirlos.
¡Vamos a darle un poco más de corte a cosas que nos
identifican! Dejemos de ser exportadores de gente y pasemos a ser
exportadores de cultura.
¿Por
qué le parece que pasa eso?
Pasa
que no hay interés porque no tenemos identificación
ni autoestima, y no entendemos que nosotros somos algo, tenemos
una tradición y tenemos que creer en lo que somos. Pero,
lamentablemente, nosotros no sabemos quiénes somos ni de
dónde venimos, y quien no sabe de dónde viene no sabe
adónde va.
Una
vida dedicada al dos por cuatro
Raúl
Jaurena nació en Montevideo en 1941. Más precisamente
en el barrio de la Unión. A muy temprana edad comenzó
sus estudios de bandoneón con su padre y a los 8 años
integraba una orquesta de tango infantil. A los 15 años,
en una época en que a esa edad todavía se usaban pantalones
cortos, él se ponía los largos para actuar en la Orquesta
de Donato Raciatti en bailes, discos y teatros. Posteriormente integró
el trío del pianista César Zagnoli, época que
él recuerda con más cariño. Una vez madurado
su estilo, llegó el momento de hacerse reconocido internacionalmente.
Estuvo radicado en Venezuela, Cuba y México, entre otros
países, y hace 15 años que vive en Nueva York. Actualmente
es el director musical del grupo de tango New York Buenos Aires
Connection, es bandoneonista y arreglista de innumerables producciones
musicales, se ha presentado con orquestas filarmónicas de
todo el mundo y estuvo recientemente nominado al Grammy en la categoría
Tango. Su agenda esta completa por varios meses, no solo mirando
hacia delante sino hacia atrás. El sábado 28 de setiembre,
seis días antes de presentarse con la Orquesta Filarmónica
de Montevideo en el Hotel Radisson, tocó con la Sinfónica
de Cleveland. Llegó a su casa neoyorquina el domingo, cambio
la valija, y se vino para el Uruguay. La anterior semana había
estado en Alemania con la Filarmónica de Berlín. Su
bandoneón estuvo presente con las Filarmónicas de
New York (dirigido por el maestro Dennis Rusell-Davis), de Stuttgart
(el director fue el maestro Bernd Ruf), Philadelphia, Chicago, Minneapolis,
Indianapolis (ver "El director que lo fue a buscar al aeropuerto")
y la Sinfónica de Viena, tal vez la orquesta más tradicional
del mundo.
El
director que lo fue a buscar al aeropuerto
"Una
de las satisfacciones más grandes que tuve en mi carrera
fue en Indianápolis, cuando fui a tocar con la Filarmónica
de esa ciudad. Siempre mandan a un asistente al aeropuerto a buscarte,
y a mí me fue a recibir el director, Stanley Da Ruscha. ¡Yo
creí que era un empleado y casi le doy las valijas para que
me las lleve (risas)! Tuve una relación bárbara con
él, me llevó a desayunar e incluso una vez cocinó
para mí, un gran tipo". "Luego le retribuí
el favor. En una oportunidad que vine a Uruguay, conocidos míos
me dicen: 'acá hay un director que te conoce, Sanley Da Ruscha'.
Averigüé dónde estaba ensayando y lo fui a saludar.
Ni bien me ve, me pregunta '¿qué hacés aquí?'.
'¿Qué hacés vos?', le digo yo, 'si yo soy de
acá' (risas). Por supuesto, lo llevé a cenar".
"Nunca
pensé que me fueran a nominar"
El
punto no podía ser pasado por alto, aunque el maestro Jaurena
confiesa que no le prestó demasiada atención. Su nominación
al Grammy en la categoría Tango por su disco "Tango
Bar" lo sorprendió pero no lo desveló. Como el
mismo indica, en estos momentos su vida pasa por desarrollar su
música, y tiene la envidiable situación de desear
que todos los años sigan igual que éste, viajando
por el mundo para seguir expandiendo su arte. "Cuando me nominaron
para el Grammy, fue por uno de mis trabajos que menos pensaba que
podía ser. Es un buen disco pero no uno de los mejores míos.
Fue un tango hecho a la usanza tradicional con un sexteto. Nunca
pensé que me fueran a nominar. Es más, el día
de la premiación me fui a tocar con la Filarmónica
de Berlín. En este momento me interesa más mi música,
y quiero seguir así. Trato de mejorar en mi instrumento aunque
no me interesa tocar mejor que nadie, toco para ser feliz, y si
hay algún bandoneonista mejor que yo - que hay muchos - lo
disfruto".
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