Publicado
el sábado 26 de enero en el suplemento QUE PASA
¿POR
QUÉ ROCHA NO FUNCIONA?
Arruinando
el paraíso
Caos
administrativo. Clientelismo político. Proyectos sin sentido.
Asistencialismo mágico. Cheques sin fondo.
EDUARDO
GONZALEZ, CORRESPONSAL EN ROCHA
"ROCHA
ES como un Fórmula Uno sin bujías: le falta la chispa
que lo haga arrancar", afirma el presidente del Centro Comercial
e Industrial rochense, Lázaro Cabral.
Con
una superficie de 10.551 kilómetros cuadrados, la tierra
"donde nace el sol de la patria" es dueña de una
riqueza paisajística que no se agota en sus 180 kilómetros
de playas sobre el Atlántico (algo que ya de por sí
es un privilegio; ningún otro departamento del país
tiene costas totalmente oceánicas). Tiene lagunas, sierras,
palmares, bañados y hasta un bosque de ombúes, y se
halla en una zona de tal diversidad biológica que la Unesco
la ha declarado "patrimonio de la humanidad".
Además,
Rocha es el tercer productor de arroz del país, el 90% de
su superficie es apta para la explotación agropecuaria y
sus recursos pesqueros, hasta ahora explotados en forma depredatoria,
son aún considerables.
Aún
así, en 1999 el departamento sólo generó el
2% del Producto Bruto Interno del país (su vecino, Maldonado,
contribuyó con casi el 6% del total). El porcentaje de habitantes
con una o más necesidades básicas insatisfechas llega
al 44%, cuando el promedio en todo el país es de 38,7%. De
sus 70.000 habitantes, uno de cada diez es empleado público
y, aún así, el desempleo trepa al 40%, según
cifras de la socióloga rochense Silvia Fuentes. Y el déficit
municipal, que no ha dejado de crecer en los últimos cuatro
períodos de gobierno, supera los 16 millones de dólares
aunque nadie sabe exactamente a cuánto asciende debido al
caos administrativo en la Intendencia local.
Con
los datos a la vista, muchos --dentro y fuera de Rocha-- se formulan
la misma pregunta: ¿cómo un departamento tan rico
vive una realidad de tanta pobreza?
El
invierno temido
"La
temporada este enero parece la de un tibio febrero", comenta
a un desconsolado ciudadano en la Plaza Independencia, principal
paseo público de la capital rochense.
La
crisis argentina se ha hecho sentir sobre la única industria
del departamento que se venía salvando --la turística--
y los operadores locales no ocultan su preocupación.
Días
atrás, el hotelero Pedro Quartino propuso establecer un comité
de crisis similar al creado para el sector agropecuario cuando surgió
el brote de aftosa. Por su parte, Luciano Fontana, administrador
de varios complejos habitacionales en el balneario La Aguada, en
La Paloma, no dudó en afirmar que "la temporada fracasó".
"Para
salvar lo que queda hay que apuntar al turismo interno: increíblemente,
hay montevideanos que no conocen aún las bondades de la costa
más atlántica del país", agregó.
Tampoco
ayuda el preocupante estado de las calles en las zonas costeras.
"Los accesos a Punta del Diablo --que ahora se están
reparando-- las calles y la falta de iluminación en los diversos
centros turísticos reclaman una mejora urgente", afirmó
Pedro Viera, presidente de la Liga de Fomento y Turismo de La Paloma,
donde el mal estado de las calles alcanza niveles alarmantes y constituye
una amenaza para la circulación vehicular.
El
fracaso de la temporada no es un mero detalle. Durante cada verano
se define cómo será el invierno para muchos rochenses.
Para este año las perspectivas no son buenas y no sería
honesto responsabilizar exclusivamente a la crisis argentina: hay
otros factores que desde hace largo tiempo conspiran contra el éxito
de la industria turística rochense.
La
carencia de un plan director y de una policía de la construcción
han hecho de algunas de las zonas costeras más hermosas verdaderos
paraísos de ocupantes ilegales que poco y nada aportan al
departamento. Un ejemplo claro es Punta del Diablo: un pequeño
pueblo de pescadores --de indudable belleza y atractivo-- fue transformado
merced a la codicia de algunos y la complicidad de la Intendencia
en una especie de cantegril sobre la playa, donde los más
"vivos" compiten para construir su rancho lo más
cerca posible del mar. Quienes han construido estas viviendas ilegales
contaminan el ambiente con las aguas servidas que vierten indiscriminadamente
en la playa y no pagan impuestos municipales, pero sí lucran
con interesantes alquileres de sus construcciones sin regularizar.
Parecería que todo vale en esta tierra generosa de futuro
hoy comprometido.
Mientras
tanto, siguen cruzándose ardorosas opiniones a favor y en
contra del inconcluso puente sobre la laguna Garzón, que
permitiría la interconexión costera entre Rocha y
Maldonado --facilitando el ingreso de turistas-- pero inquieta a
los ambientalistas por su eventual impacto sobre el ecosistema.
"Quieren defender a los pajaritos pero la gente se muere de
hambre", ironizó el edil colorado Artigas Iroldi.
Paralelamente
a este debate, se llevan gastados miles de dólares en consultorías
sobre la regulación hídrica del norte del departamento,
sin que hasta ahora se haya alcanzado una solución satisfactoria.
Resultado: el canal Andreoni sigue vertiendo agua dulce con materia
orgánica en el mar, perjudicando al balneario La Coronilla
y a los quizá mejores 16 kilómetros de playa, hasta
la barra del Chuy.
Si
bien es cierto que los vertimientos no han sido tan abundantes en
los últimos años --gracias a que ha llovido poco--
la mala fama que estos generaron ha ido socavando una de las mayores
infraestructuras hoteleras del país. Muchos de los hoteles
de La Coronilla ya ni siquiera abren en verano.
Adiós
industrias
Con
el paso de los años, en Rocha han ido cerrando industrias
y más industrias. Cabral, el presidente del Centro Comercial
e Industrial rochense, recuerda que cuando era niño, hace
cuatro décadas, el departamento "tenía hasta
una industria ladrillera y cerámica, hoy desaparecida".
La lista de empresas que cerraron incluye también a la textil
Rochatex y al Frigorífico Castillos (con lo que el departamento
se quedó sin frigoríficos).
El
mayor impacto fue el causado por Astra Pesquerías Uruguayas,
cuyo cierre, en 1992, dejó desempleados a 1.000 trabajadores
de su planta en La Paloma. "Fue un golpe al corazón",
afirmó Cabral.
En
ese entonces se dijo que las plantas de tierra estaban cerrando
y que era la hora de los buques factoría. Pero en Argentina
e incluso en Montevideo siguieron habiendo plantas de este tipo:
¿es que la nueva tendencia implicaba sólo a Rocha?
Hay quienes creen que la explicación es otra.
Para
el periodista y director de la radio FM Vida, Angel Presa Corrales,
lo ocurrido en Astra evidencia la falta de control del gobierno
sobre los préstamos para la implantación industrial
en Uruguay, lo que terminó en el traslado de los capitales
de la empresa hacia el exterior.
Por
su parte, el ex dirigente gremial y actual edil frenteamplista José
Luis Onandi cree que en Astra existió "una mala administración,
un pesado endeudamiento y la carencia de una política pesquera:
no se estudió adecuadamente la capacidad de captura".
Las
empresas del sector pesquero fueron cerrando sus puertas, dejando
como lastre la desocupación. Los obreros adiestrados para
la faena tuvieron que reconvertirse o sencillamente emigrar hacia
otras zonas a falta de otras fuentes de trabajo.
"Rocha
da la sensación de estar anestesiado, de que sencillamente
no ha respondido por diversos motivos ante los cierres de fábricas
como Astra", afirmó Cabral, que aspira a que la alta
participación política de los rochenses en cargos
nacionales influya más en el destino del departamento.
Por
ahora, uno de los principales empleadores del departamento es la
Intendencia, junto a la Cooperativa Médica de Rocha y algunas
empresas arroceras en el norte. Dejando esto de lado, las opciones
laborales son muy pocas.
El
mayor patrón
Rocha
es hoy un departamento altamente "municipalizado": el
grado de dependencia de muchos de sus habitantes con respecto a
la Intendencia es un hecho a la vista: uno de cada 20 rochenses
mayores de 18 años trabaja en la Intendencia. Por lo tanto
las dificultades económicas y financieras de la comuna --hay
funcionarios que tienen un atraso de hasta siete meses en el cobro
de sus sueldos-- tienen una fuerte repercusión sobre el resto
de la economía del departamento.
Durante
la dictadura militar, el intendente Homero Pereyra dejó una
comuna sin deudas, con 700 funcionarios y un gran stock de repuestos.
Le sucedió --sobre el final del gobierno de facto-- el fallecido
caudillo colorado Milton de los Santos: hizo algunas obras largamente
reclamadas por la ciudadanía, pero llevó a 1.100 el
número de funcionarios y agotó importantes recursos
de los talleres municipales.
Con
el retorno de la democracia, las elecciones de 1984 dieron la victoria
al caudillo colorado Adauto Puñales, figura emergente de
la ciudad de Lascano. Con su aire gauchesco y recordadas advertencias
contra los "testículos del comunismo", Puñales
logró en su primer año de gobierno un hecho histórico:
un presupuesto unánimemente aprobado por los 31 ediles de
la Junta Departamental.
Cuenta
la anécdota que el intendente exhibió orgullosamente
su logro ante el entonces presidente Julio María Sanguinetti:
"Presidente: todos me votaron el presupuesto". La respuesta,
dicen, habría sido: "Debe ser un desastre ese presupuesto",
en alusión al llamativo y unánime respaldo.
Los
hechos posteriores parecen confirmarlo. El cupo para cargos presupuestados
se mantuvo hasta hoy en 700 funcionarios, pero la creatividad municipal
rochense encontró la manera de sumar al plantel municipal
a empleados zafrales, contratados y empresas unipersonales.
Puñales
recibió la Intendencia en 1985 con 1.100 funcionarios y la
entregó con 1.470 al nacionalista Irineu Riet Correa.
Este,
que recibió el impacto de la crisis pesquera, lejos de detener
las contrataciones las acrecentó vigorosamente. Cuando le
devolvió el puesto de intendente a Puñales, reelecto
en 1994, el municipio de Rocha tenía 2.306 trabajadores.
Puñales
despidió al menos a 1.000 trabajadores, pero también
contrató otros nuevos y dejó la Intendencia con 1.700
funcionarios, que al momento de su partida llevaban cinco meses
sin cobrar.
En
la siguiente elección, los rochenses eligieron darle una
segunda oportunidad a Riet Correa, que fue fiel a sus antecedentes.
En lo que va de su segundo gobierno, la cifra de empleados y contratados
municipales ha vuelto a trepar a cerca de 2.300, según el
presidente del sindicato municipal rochense, Ruben Lazo. El atraso
en el pago de sueldos se mantiene y en algunos casos incluso ha
aumentado hasta siete meses.
Lazo
ha declarado que la Intendencia podría funcionar perfectamente
con la mitad de sus funcionarios.
Riet
defiende esta política de contratación alegando que
esta sirve para frenar el "estallido" social. "Hoy
sería muy fácil para los intendentes poner fuera del
despacho una placa que dijera: 'no hay trabajo'. Para nosotros eso
es criminal, porque es terminar con la única la última
ilusión de la gente", afirmó.
No
importa, según el intendente, que no haya dinero para pagarle
al funcionario. "Más allá de no pagarle el sueldo,
por lo menos mantiene una ilusión".
Ediles
de la oposición, sin embargo, señalan que los funcionarios
de mayor rango (incluyendo al propio intendente) no sólo
mantienen viva su ilusión sino que siguen cobrando al día.
(ver recuadro).
Caos
El
descontrol administrativo ha sido un drama que persigue a la Intendencia:
hay rendiciones de cuentas que no cierran, déficits acumulados,
altísima morosidad y sistemas informáticos obsoletos.
Ni siquiera el Tribunal de Cuentas ha podido expedirse sobre la
rendición de cuentas correspondiente al año 2000,
por falta de información.
La
semana pasada, el Tribunal reclamó a la Intendencia rochense
que inicie una investigación administrativa al constatar
el libramiento de cheques sin fondos por cerca de un millón
de dólares. Se estudia si esto puede dar lugar a alguna acción
penal, pero por lo pronto en la Junta Departamental, el edil Iroldi
ya ha propuesto un juicio político contra el intendente.
Pero
la situación actual no tiene un único responsable.
Puñales y Riet, que desde el retorno de la democracia se
han alternado en el poder, poseen un fuerte respaldo popular que
se contradice con el resultado financiero de sus gestiones. El déficit
de la primera administración Puñales fue de dos millones
de dólares. Luego trepó a 9,25 millones durante la
primera administración de Riet, que renunció meses
antes de terminar su período para postularse a las siguientes
elecciones y dejó la gestión en manos de su suplente
Aníbal Marzano, posteriormente procesado por "delito
reiterado de fraude" con perjuicios económicos para
la comuna.
A esto
hay que sumarle la multa impuesta a la Intendencia por la Justicia,
ante el incumplimiento de una sentencia que ordena demoler construcciones
ilegales en Punta del Diablo. La suma crece día a día
ya que la sentencia sigue sin cumplirse, y no parece haber intenciones
de llegar a una solución. "Vamos a pagar el día
que las gallinas críen dientes", dijo Puñales
en su segunda gestión, al heredar la multa y la sentencia
judicial, que tampoco cumplió.
El
segundo gobierno de Puñales, concluido por David Gutiérrez,
dejó un déficit acumulado superior a los 16 millones
de dólares que siguió aumentando tras la asunción
de Riet en julio del 2000, aunque nadie sabe en qué medida.
Lo
que sí se sabe es que en el 2.000 la Intendencia tuvo una
recaudación de 16,6 millones de dólares a los que
se suman otros seis vertidos por el gobierno nacional. Es una suma
considerable, aunque es poco lo que queda si se tiene en cuenta
que en los últimos años el municipio rochense destinó
en promedio un millón de dólares al mes para el pago
de retribuciones.
Jaqueado
por los números en rojo, sus obras están supeditadas
a las partidas que otorgue el gobierno nacional, siempre y cuando
no se precisen para pagar diversas deudas, como por ejemplo con
el Banco de Previsión Social.
Y como
la Intendencia también se hace cargo de policlínicas,
merenderos y necesidades de las personas "sin techo",
es como si estuviera en todas partes menos en las funciones que
le son propias por excelencia: vialidad, alumbrado y limpieza. Cualquiera
que haya visitado La Paloma este año lo habrá comprobado.
Y de
promoción turística ni hablamos.
Pero
aunque no hay recursos para grandes emprendimientos, la variedad
de profesionales empleados por la Intendencia sigue en aumento y
abarca un sinnúmero de áreas. La convocatoria a trabajar
en el municipio parece atrayente para muchos que combinan este empleo
público con su actividad privada. Nadie sabe cómo
les da el tiempo de hacer todo. Burlonamente hay quienes los llaman
"lobizones", porque concurren a la Intendencia sólo
los viernes de noche.
Soluciones
Para
muchos, la tan ansiada reactivación rochense llegará
de la mano del puente sobre la laguna Garzón, unido tal vez
a la construcción de un hotel cinco estrellas. El Herrerismo,
sector opositor a la actual gestión, ha señalado también
la necesidad de desprenderse de algún bien municipal como
el camping de La Aguada (conocido como Los Delfines) para que se
desarrolle allí un emprendimiento privado.
Entre
las acciones concretas para impulsar el desarrollo está la
reactivación de la vieja planta pesquera de Gamacor, mediante
un crédito de 500.000 dólares que actualmente se gestiona
ante la Corporación Nacional para el Desarrollo ante la iniciativa
del dirigente colorado Antonio Pereyra.
La
idea es reiniciar el procesamiento de pescado y harina dando también
cabida a otros pequeños proyectos en los que se aproveche
la capacidad de las cámaras de frío existentes. Hace
unos días, posibles inversores chinos visitaron la planta
en compañía del intendente.
Pero
hay quien señala que más allá de las iniciativas
aisladas, el departamento se carece de una política coherente
de atracción de inversiones. "Suponiendo que se presentara
alguien con intenciones de invertir en el departamento, no sabría
qué hacer porque no existe ninguna oficina o escritorio destinado
a recibirlo", afirmó el edil Iroldi, autor de un proyecto
de atracción de inversiones presentado en la Junta Departamental.
"Y a eso se suma la mala administración, porque es obvio
que ningún inversor va a venir a un departamento en estas
condiciones".
Para
Cabral, "primero que nada se precisan reglas claras para los
posibles inversores: un ordenamiento territorial confiable y la
seguridad de que las decisiones tomadas no se revertirán,
como le está sucediendo ahora a los inversores de la terminal
de ómnibus de La Paloma". (Ver recuadro).
El
presidente del Centro Comercial e Industrial rochense da por descontado
que también se precisa una buena administración, y
separar los posibles negocios de simpatías y vaivenes políticos.
"Es por eso que en el Consejo para el Desarrollo de Rocha,
que integro, se trata de hacer el cambio de autoridades lo más
separado posible de las elecciones municipales".
A la
espera de un invierno que seguramente será difícil,
los habitantes de Rocha toman distintas actitudes: hay gente que
espera sentada una solución, gente que debate, gente que
promueve iniciativas. Todos recuerdan lo ocurrido el invierno pasado,
cuando muchos vecinos hacían cola desde la madrugada para
recibir un litro de leche donado por la Intendencia. Una pesada
realidad que curte la piel tanto como el sol y el viento que sopla
desde el Atlántico.
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