Publicado
en Quepasa el sábado 27 de julio
FINANCIAMIENTO
DE LOS PARTIDOS POLITICOS
Pe$o
de la democracia
Van
17 años del retorno a la democracia. Ya se han presentado
ocho proyectos de ley. Pero todavía nada regula el financiamiento
de los partidos políticos.
ANDREA
TUTTÉ
CUANDO
VICTOR LISSIDINI, el director nacional de Aduanas, dijo haberse
reunido con contrabandistas que aportaban dinero a las campañas
"de todos los partidos", los aludidos se escandalizaron.
Sin embargo, estas polémicas declaraciones pusieron sobre
la mesa un debate largamente postergado: cómo se financian
los partidos políticos en Uruguay y qué consecuencias
tiene ello en nuestra democracia.
¿Cuánto
dinero gastan los partidos políticos uruguayos en sus campañas
electorales? ¿De dónde proviene? ¿Cómo
se gasta? Son preguntas imposibles de responder con exactitud, ya
que en Uruguay no hay leyes que regulen la financiación de
los partidos, ni siquiera su contabilidad.
Desde
1995, se han presentado en el Parlamento ocho proyectos de ley sobre
financiamiento de partidos y campañas --dos del Partido Colorado,
dos del Nuevo Espacio y cuatro del Frente Amplio--, pero ninguno
llegó a aprobarse.
"Las
normas de financiamiento de partidos son imprescindibles",
dijo el diputado colorado Washington Abdala, autor del primero de
esos proyectos. "Estas normas permiten dotar de transparencia
el funcionamiento de los partidos: la gente puede acceder a información
sobre cómo se financian, quiénes aportan y quiénes
no deben ni pueden aportar, cuáles son los estados contables,
quiénes son los responsables de esos estados contables...".
Además,
una legislación de ese tipo permitiría despejar rápidamente
cualquier sospecha, como las que surgieron con las declaraciones
de Lissidini. "Todos sabemos que la financiación de
los partidos es un tema espinoso, y que no hay control", escribió
Juan Martín Posadas, ex senador del Partido Nacional, el
14 de julio en El País. "Todos sabemos que la persona
que se acerca a hacer una contribución no trae una escarapela
que diga 'contrabandista' o que diga 'probo' y nadie es preguntado
en el momento de oblar qué es lo que hace para ganarse la
vida. Se presenta como fulano de tal, que viene a contribuir con
el partido de sus amores (quizá ya lo hizo en otro partido)
y si un día precisa de algo caerá de vuelta y sólo
dirá; ¿se acuerda de ó que estuve por acá
en la campaña electoral?".
Posadas
deploró que muchos políticos pusieran el grito en
el cielo ante los dichos de Lissidini pero eludieran el debate de
fondo: "nunca se había visto un tipo tan burdo de hipocresía",
escribió. Y sobre el financiamiento de empresarios de todo
tipo a todos los partidos señaló: "Eso pasa,
todo el mundo lo sabe y no corresponde emprenderla contra Lissidini".
Dinero
por votos
El
Estado contribuye con una parte importante del dinero que se gasta
en las campañas electorales. En las últimas elecciones
nacionales, este aporte fue de algo más de 18 millones de
dólares.
El
dinero se reparte entre los distintos sectores de acuerdo a los
votos recibidos pero el Banco República otorga adelantos
(hasta el 50% de lo que les tocaría si obtuvieran la misma
cantidad de votos que en la elección anterior).
En
las últimas tres elecciones nacionales, los partidos recibieron
media Unidad Reajustable (UR) por cada voto. La suma fue de 8,4
dólares por voto en 1999.
Además,
en las elecciones municipales de 2000, cada partido recibió
0,12 Unidades Reajustables (1,9 dólares) por voto, otros
3,9 millones de dólares. Las elecciones internas y el balotaje
no tuvieron financiación estatal, de modo que en total, sumando
la primera vuelta de 1999 y las municipales del 2000, el Estado
aportó a los partidos casi 22 millones de dólares
en el último proceso electoral.
Según
un trabajo de los politólogos Gerardo Caetano, Daniel Chasquetti
y Rafael Piñeiro, del Instituto de Ciencia Política
de la Universidad, en las elecciones de 1999 el Encuentro Progresista
recibió 7,23 millones de dólares de aporte estatal,
el Partido Colorado 5,91 millones, el Partido Nacional 4,02, el
Nuevo Espacio 822.721 dólares y la Unión Cívica
42.916.
De
acuerdo con este estudio, presentado en junio en el coloquio "Financiamiento
de partidos políticos", organizado por el Instituto
Goethe, el Instituto de Ciencia Política y la OEA, los 18
millones de dólares aportados por el Estado no alcanzaron
a cubrir el costo de la campaña.
Como
es imposible saber cuánto dinero invirtió cada partido
(sólo el Nuevo Espacio difundió esa información)
los autores se basaron en el único gasto que pudo ser medido
con cierta precisión y cotejado con el subsidio estatal:
el costo de los minutos de publicidad contratados en los canales
montevideanos de televisión abierta antes de la primera vuelta,
a tarifas oficiales, según datos de la encuestadora Monitor
Ibope publicados por El País.
Suponiendo
que a todos los partidos se les hubieran aplicado las tarifas oficiales,
el aporte del Estado sólo habría alcanzado para cubrir
el 65% de los minutos contratados en la primera vuelta por el Partido
Colorado, el 46% de los del Partido Nacional y el 32% de los del
Nuevo Espacio. En el caso del Encuentro Progresista el subsidio
habría representado el 102% de lo invertido en publicidad.
Esto sin contar todos los demás gastos de campaña:
publicidad en la televisión del interior y en los canales
por cable, publicidad radial, cartelería, impresión
de listas, giras de los candidatos, agencias de publicidad, asesores
de imagen, alquiler de locales, etc. etc.
Estas
cifras demostrarían que el aporte que realiza el Estado está
muy lejos de poder solventar las cada vez más costosas campañas.
También
hay que tener en cuenta que hubo fuertes gastos de publicidad televisiva
para la segunda vuelta, en la que los candidatos no contaron con
aporte estatal.
De
todos modos, los propios politólogos admiten que estos cálculos
son relativos ya que, además, en ocasiones partidos y canales
negocian descuentos de hasta el 50% de la tarifa oficial. "Cuando
un descuento llega a ese punto, más bien es un aporte en
especie, en minutos de aire", afirmó el politólogo
Piñeiro. "Además, no se sabe si todos reciben
los mismos descuentos, lo cual puede generar desigualdades".
Donaciones
privadas
Como
es claro que el dinero que reciben del Estado no les alcanza, los
partidos reciben también, en mayor o menor proporción,
el aporte de dirigentes, simpatizantes y empresas o empresarios.
Varios meses antes de las elecciones ya comienzan a organizarse
"comités de campaña" con sus respectivos
"comités de financiación". Sus actividades
incluyen hasta rifas y ventas de bonos, pero los aportes más
importantes provienen de empresas visitadas en busca de donaciones.
"Hay
una cierta especialización en la búsqueda de fondos,
que está a cargo de responsables de las áreas contables
de cada partido que tienen una idea más precisa de cómo
dialogar con las empresas", explicó Abdala. "Hay
empresas que colaboran con varios partidos".
Alberto
Roselli, coordinador de la campaña del Encuentro Progresista
en 1999, explicó que "existe una Comisión de
Finanzas que se encarga de reunir dinero de adherentes y empresas".
Según
el ex director del Banco República, José Pedro Lafitte,
la "comisión electoral de hacienda" del Partido
Nacional --que integró en varias campañas-- se compone
de personas de confianza de los candidatos que, por su actividad
profesional, conocen las empresas y saben cuáles pueden tener
simpatizantes de su agrupación. "Si, por ejemplo, sabíamos
que en un frigorífico importante había un integrante
del directorio que tenía afinidad con el partido, lo visitábamos
y le pedíamos un aporte, pero a título personal, no
de la empresa", explicó.
Sin
embargo, las afinidades ideológicas no siempre tienen algo
que ver. En temporada electoral, hay empresas que reciben la visita
de todos los partidos y colaboran con todos, o al menos con más
de uno.
"Todos
los partidos nos vienen a pedir donaciones", afirmó
Leonardo Rozemblum, presidente de la empresa Motociclo. "Colaboramos
con casi todos, pero estos aportes no implican en absoluto una adhesión
de carácter partidario".
La
Asociación de Despachantes de Aduana colaboró con
todos los partidos en la última elección. "Nos
visitaron todos, y a todos les dimos lo mismo --incluso tenemos
las facturas-- porque pensamos que aportar más a uno u otro
hubiera sido inclinarse indebidamente", afirmó Carlos
Longobardi, que en 1999 presidía la asociación. "Fue
un reconocimiento de que todos los partidos necesitan ayuda económica
para financiar sus campañas, y nosotros estábamos
en condiciones de brindarla".
Rozemblum
y Longobardi son dos de las personas que aparecen en una lista divulgada
por el Nuevo Espacio con los nombres de todos quienes pusieron dinero
para su campaña. En el listado figuran los nombres de muchos
reconocidos empresarios y banqueros uruguayos: Fernando Ariceta,
Carlos García Arocena, Jorge Mailhos, Jorge Peirano, Julio
César Lestido, Humberto Henderson, Walter Branáa,
Walter Pintos Risso, Aram Rupenian, Carlos Schneck, Antonio Salgado,
Atijas-Weiss, etc., etc.
"Este
es un tema privado. Nosotros somos apolíticos. No somos del
Nuevo Espacio", dijo Lestido.
En
cambio, otra de las personas que aparecen en la lista, Leticia Cambre
dueña de una prestigiosa inmobiliaria relató
que ella sólo puso dinero para la campaña del Nuevo
Espacio ya que simpatizaba con el sector (ahora apoya al Nuevo Espacio
Independiente).
Pero
en círculos políticos se reconoce que lo más
frecuente son casos del tipo de los de Longobardi y Rozemblum: empresarios,
empresas o instituciones que apoyan a varios o a todos los partidos.
No
hay nada ilegal en ello. Como no hay leyes que limiten los aportes
privados, particulares, organizaciones y empresas pueden aportar
y cualquier suma está permitida.
Pero
a juicio de los especialistas, esta falta de regulación puede
implicar riesgos para la democracia si los aportes son demasiado
voluminosos. "Las donaciones privadas afectan la igualdad de
los ciudadanos, ya que quienes cuentan con suficientes recursos
para financiar campañas inciden más en los resultados
de lo que un simple voto permitiría", afirmó
el politólogo Piñeiro. "Y por otro lado, la dependencia
de los partidos del dinero hace que estos sean más permeables
a ser influidos por quienes aportan los fondos, en temas en que
los intereses de quienes los votaron pueden ser distintos de los
intereses de quienes los financiaron".
Los
especialistas coinciden en que el principal peligro es que algunas
o instituciones hagan luego hacer valer sus aportes para influir
sobre decisiones políticas.
El
ex diputado colorado Víctor Vaillant, que por su condición
de integrante de la organización Uruguay Transparente fue
uno de los invitados en el seminario sobre financiación de
los partidos, recuerda un ejemplo relacionado con las compañías
tabacaleras, "que son importantes contribuyentes de las campañas
electorales".
Hace
unos años, cuando el Parlamento estudiaba un proyecto de
ley que prohibía fumar en espacios públicos, el entonces
diputado recibió "la visita de tres representantes de
estas empresas que estaban recorriendo todos los despachos de los
legisladores, planteando argumentos contrarios a una ley de ese
tipo", recordó. "Finalmente, cuando el proyecto
--que había sido redactado por diputados de todos los partidos--
entró a sala para ser votado, en las barras había
sólo tres personas: los mismos representantes de las tabacaleras
que habían recorrido los despachos. Por supuesto, el proyecto
no se aprobó".
Finalmente,
la prohibición de fumar en espacios públicos se concretó,
pero no a través de una ley sino de un decreto emitido por
Hugo Batalla en 1996, mientras ocupaba interinamente la presidencia.
De
todos modo, nunca llegaron a imponerse multas a quienes incumplen
esa norma. Y la regulación sobre el tabaco sigue siendo benévola
en comparación con otros países, donde existen limitaciones
a la publicidad e impuestos de hasta 500%.
Límites
y transparencia
Para
minimizar el riesgo de una influencia indebida, los proyectos de
ley de financiación de partidos presentados en el Parlamento
establecen topes a las donaciones y prohíben expresamente
que algunas empresas o entidades contribuyan. En todos los casos,
esta prohibición incluye a las organizaciones delictivas
o ilícitas, las entidades y gobiernos extranjeros y las empresas
concesionarias de servicios u obras públicas.
Hay
proyectos del Nuevo Espacio y el Frente Amplio que, además,
prohíben a las empresas donantes suscribir contratos con
el Estado durante los cinco años siguientes. Otros vetan
también las donaciones de asociaciones profesionales o sindicales,
y en el caso de los presentados por el Frente Amplio también
se prohíben los aportes de empresas financieras y bancos.
En
algunos casos se establecen límites de 1.000 UR para las
donaciones con origen identificado, y de entre 15 y 100 UR para
las anónimas (algunos proyectos establecen, además,
que las donaciones anónimas no podrán superar el 10%
de todo lo recaudado).
Ninguno
de los proyectos prohíbe totalmente las donaciones de empresas.
Pero el autor del más reciente de estos intentos, el diputado
del Nuevo Espacio, Felipe Michelini, señaló que está
a favor de prohibir este tipo de aportes (aunque en la última
campaña el Nuevo Espacio los haya recibido). "Se puede
comprender que una sociedad anónima haga una donación
a una escuela, pero ¿cómo se justifica que aporte
a un partido político? Las empresas o personas jurídicas
no deberían poder hacerlo; eventualmente, que aporten sus
accionistas, y que saquen de su bolsillo el dinero".
Abdala,
por su parte, se considera "más liberal" en ese
sentido y cree que "solamente habría que prohibir aportes
de empresas vinculadas al Estado. Porque si se impide que una empresa
aporte, aportará el empresario, directamente o a través
de terceros".
Es
por eso que, según Piñeiro, lo más efectivo
no es limitar las donaciones sino dar transparencia a la obtención
de fondos, "dando a conocer quiénes aportaron y cuánto
aportaron, para que cuando haya que evaluar los votos de los legisladores
en el Parlamento o las decisiones del gobierno, toda la ciudadanía
pueda juzgarlos y ver a quién responden: si a sus votantes
o a quienes los financian".
Lo
ideal, según el politólogo, es divulgar esta información
antes de los comicios, para que los ciudadanos puedan votar con
toda la información a la vista.
Sin
embargo, no parece existir consenso sobre este tema. El proyecto
del Nuevo Espacio prevé que cada partido informe a la Corte
Electoral sobre sus gastos y el origen de sus fondos un mes después
de la elección.
Abdala,
en cambio, es partidario de registrar el origen de las donaciones,
pero no publicitarlo a menos que se sospeche de alguna irregularidad.
"Los donantes tienen derecho a la reserva, al menos en una
primera instancia", afirmó. "Si equis entidad o
persona aporta, debe saber que existe la posibilidad de que esa
información se haga pública ante la más mínima
duda, aunque ni siquiera se trate de un requerimiento judicial.
Pero no me parece muy feliz tener, desde el vamos, una página
en internet diciendo quién aportó cuánto a
cada partido".
Para
Abdala, "eso se pasa de transparencia".
Bombardeo
publicitario
Otra
forma de regular el financiamiento partidario, que ninguno de los
proyectos de ley presentados hasta el momento aborda, es el tema
de cuánto dinero debería gastarse.
Según
Piñeiro, "las campañas son cada vez más
caras: se gasta todo lo posible para no perder chances ante otros
candidatos, y todos terminan desembolsando más dinero para
obtener los mismos resultados que si se hubieran puesto de acuerdo
para gastar menos. Si no reducimos la necesidad de dinero en la
política estamos empujando a los partidos a conseguir dinero
de manera no transparente".
Para
el ex diputado colorado y vicecanciller Ope Pasquet "no es
saludable que las campañas se transformen en una competencia
para ver quién tiene más dinero. Eso redunda en un
bombardeo publicitario insoportable".
Según
Monitor Ibope, en la campaña de la primera vuelta de 1999
se emitieron 155 horas de propaganda partidaria en los canales abiertos
de Montevideo; si todos esos avisos se hubieran emitido en continuado,
se hubieran precisado más de seis días seguidos.
Este
"bombardeo" habría reportado a los canales montevideanos
unos 27 millones de dólares, de haberse aplicado las tarifas
oficiales, o 13,5 millones suponiendo que se aplicara un descuento
generalizado del 50%.
Según
fuentes de distintos partidos, el gasto en publicidad en medios
masivos representa hasta un 70% del total de los recursos usados
en las campañas. Una forma de reducir costos pasaría,
entonces, por limitar o regular la publicidad electoral televisiva
y establecer --como lo ha hecho Brasil, por ejemplo-- espacios gratuitos
para que cada partido exponga sus ideas.
"Una
vez que decidimos que la democracia tiene un costo y hay que aceptarlo,
el tema es decidir cuánto está dispuesta la sociedad
uruguaya a gastar en campañas", afirmó Michelini.
"Parte de ese debate es el tema de los espacios gratuitos,
que en las elecciones pasadas se resolvió con un acuerdo
por parte de Andebu".
En
1998, un anteproyecto de ley discutido en el Senado planteó
la posibilidad de que los partidos con representación parlamentaria
accedieran a espacios gratuitos en radios y canales de televisión.
Durante
el debate en el Senado, el legislador blanco Carlos Julio Pereyra
dijo que "de esta forma solucionamos, al menos parcialmente,
el problema que implica de dónde se nutren de fondos los
partidos políticos. Una de las cosas que han provocado escándalos
en los últimos tiempos en Uruguay son las colectas que hacen
los partidos políticos, fundamentalmente cuando van dirigidas
a empresas que de alguna manera, en determinadas circunstancias,
pudieran interferir en la libre acción de los legisladores".
Y agregó: "la democracia es un sistema destinado a asegurar
la igualdad, que no sólo se logra con la declaración
de libertad de expresión del pensamiento, sino otorgando
medios para que se pueda concretar. De otra forma, la democracia
se convertiría en un sistema a practicar por quienes tienen
el poder del dinero".
En
un comunicado remitido entonces al Parlamento, Andebu manifestó
su desacuerdo con el anteproyecto estudiado, por considerarlo "una
intromisión en sus facultades de organización y disposición
de su programación" y planteó un acuerdo --que
finalmente se concretó-- para otorgar espacios gratuitos
sin necesidad de legislar en la materia. Paralelamente, se aprobó
una ley para otorgar espacios gratuitos a los partidos en los medios
de radiodifusión del Estado.
Pero
esas medidas no lograron impedir el bombardeo del que hablaba Pasquet,
ni el millonario gasto en publicidad.
Vacío
legal
Uruguay
Transparente está elaborando un nuevo proyecto de ley sobre
financiamiento político con miras a lograr un consenso mínimo
entre los partidos. Paralelamente, a instancias del Nuevo Espacio,
la Comisión de Legislación, Constitución y
Códigos de la Cámara de Diputados comenzó este
mes a trabajar en una ley para regular el tema.
La
larga lista de antecedentes a estudiar por los legisladores se remonta
a 1986, cuando el entonces senador colorado Eduardo Paz Aguirre
presentó un proyecto de ley de partidos políticos
que incluía disposiciones en materia de financiamiento.
Todos
los proyectos presentados desde entonces por el Partido Colorado,
el Nuevo Espacio y el Frente Amplio se inspiran en el de Paz Aguirre,
lo cual explica las sus llamativas similitudes. Lo que no se explica
es cómo, si existe semejante consenso sobre la necesidad
de legislar y la forma de hacerlo, han transcurrido 16 años
sin que ninguno de esos proyectos llegara a transformarse en ley.
La
explicación de Felipe Michelini apunta a varios factores,
desde la lentitud de los procesos legislativos hasta la resistencia,
tanto de los partidos como de la ciudadanía, a hablar de
temas que rechinan, como es el de la relación entre la política
y el dinero. "A los políticos les cuesta dejar en claro
que la democracia sale dinero. Y si la democracia cuesta dinero,
y los partidos políticos son las instituciones por excelencia
de la democracia, entonces deberíamos preguntarnos cómo
financiamos las campañas y los partidos". Además,
"este es un tema con el cual no se ganan votos: se pueden ganar
denunciando las irregularidades, pero no regulando".
Para
Abdala, "cuando estas cosas no se aprueban es porque la gente
no entiende su importancia, aunque probablemente las crisis regionales
que se están viviendo en materia de credibilidad de los partidos
estén volviendo a poner en la agenda este tipo de temas".
Sin embargo, dijo, "tampoco hay que legislar al grito de la
tribuna, porque se termina haciendo una ley mala. Lo que hay que
hacer es aprovechar la experiencia de los proyectos ya presentados.
No hay que ir a 150 kilómetros por hora, tenemos todo el
año".
La
experiencia de otros países muestra que siempre es más
fácil avanzar en este terreno en aquellas ocasiones en las
que la opinión pública toma conciencia de la importancia
de este asunto para la democracia.
Al
respecto, el politólogo Gerardo Caetano dijo que una ley
que regule el financiamiento de los partidos "no es suficiente,
pero sí es necesaria, y el tema ha estado demasiado ausente
de la agenda política".
Una
agenda que recién encontró espacio para el tema cuando
las polémicas declaraciones de Lissidini volvieron a ponerlo
sobre el tapete.
"Si
ahora el Parlamento se ve sombreado por una forma indirecta de acusarlo
--que un director de Aduanas diga: 'me dicen los contrabandistas
que contribuyen con los partidos'-- no es responsabilidad del director
de Aduanas ni del contrabandista", dijo Carlos Maggi en la
radio El Espectador. "Es responsabilidad de los parlamentarios,
que no dictan una ley cristal para la financiación de las
campañas".
Después
del comentario de Maggi, el periodista Emiliano Cotelo se preguntó:
"¿qué pasa que llevamos 17 años desde
el regreso a la democracia y no hay una ley que regule el financiamiento
de la actividad de los partidos? ¿Qué pasa? No sospecho
de nada, lo digo con ninguna intencionalidad oculta, pero digo ¿por
qué no existe, si es algo elemental en el sistema democrático
de infinidad de países del mundo, especialmente los países
serios?".
Para
Piñeiro, lo deseable hubiera sido que se legislara sobre
este asunto sin necesidad de un escándalo previo. "La
realidad nos trajo el tema de la peor manera, la que más
daño le hace al sistema político, que es la de la
sospecha", dijo. "Si no se regula para dar transparencia,
vamos a tener un grave problema de credibilidad en la democracia".
*
Financiación
permanente
EL
TEMA DE LA FINANCIACION de los partidos políticos no se agota
en las campañas electorales. "Es sano para la democracia
que los partidos trabajen entre elección y elección,
pero ese funcionamiento tiene un costo", afirmó el ex
diputado y ex vicecanciller Ope Pasquet. "Habría que
hacer explícita esa financiación, sería más
honesto que lo que ocurre ahora, cuando se financia oblicuamente
con aportes de los funcionarios, o dando cargos a los dirigentes
que no obtuvieron ningún cargo electivo".
En
Argentina, por ejemplo, una nueva ley aprobada a fines de mayo creó
aportes estatales para el funcionamiento de los partidos. Un 20%
del dinero deberá ser utilizado obligatoriamente para la
formación y capacitación de dirigentes.
En
Uruguay todos los legisladores, ministros, viceministros, directores
de bancos o entes y políticos que son designados embajadores
sin ser diplomáticos de carrera aportan un porcentaje de
su sueldo a su partido y otro a su sector.
Recientemente,
el presidente de la Cámara de Diputados, Guillermo Alvarez,
declaró a la radio Sarandí que de los 34.000 pesos
de su salario líquido aporta 16.000 al Partido Socialista
y al Frente Amplio. Los colorados entregan el 1,5% de su sueldo
al partido y el 3% a su sector y los blancos aportan respectivamente
un 3% y un 5%, tal como lo exige la Carta Orgánica del Partido
Nacional. Hace unos años, el economista blanco Javier de
Haedo fue amenazado de expulsión por negarse a aportar parte
de su sueldo cuando ocupaba un cargo público.
"Este
tipo de aporte es totalmente insuficiente, apenas da para pagar
las cuentas y algún alquiler", afirmó el senador
nacionalista Francisco Gallinal, partidario de crear algún
tipo de financiación estatal que abarque los cinco años
entre las elecciones. "Aunque probablemente, debido a la crisis
económica, este no sea el mejor momento para plantearlo".
Pasquet
también es partidario de una financiación de este
tipo, "aunque suene antipático por el gasto que supone",
y si bien considera más urgente legislar sobre el financiamiento
de las campañas, "esta segunda etapa podría quedar
para después de las elecciones".
Los
proyectos de ley sobre financiación de partidos políticos
presentados en el Parlamento incluyen normas sobre la financiación
permanente, para la cual establecen los mismos límites que
para las donaciones de campaña. Todos los proyectos prohíben
los aportes de empresas o entidades extranjeras, que según
Abdala han existido en el pasado. "Eso fue lo que ocurrió
durante años con el Partido Comunista, que recibía
recursos de otro país con un partido comunista que funcionaba",
dijo. "Si ya vivimos ese tipo de experiencias, por favor, no
las reeditemos".
|