Los temas de El País. Un proyecto de ley poco difundido despertó una vieja polémica Legaliza el aborto por sola voluntad de la mujer en las doce primeras semanas de embarazo

Uruguay debate otra vez el aborto

Informe: Enrique Etchevarren Rosa Aguirre

Un proyecto de ley que instaura el derecho al aborto por la sola voluntad de la mujer en las primeras doce semanas de gestación se ubicó en el centro de la polémica, luego de ser aprobado por la Comisión de Salud Pública de la Cámara de Diputados.

El texto, escasamente difundido hasta el momento, establece que toda mujer podrá solicitar la realización de un aborto alegando "circunstancias derivadas de las condiciones en que ha sobrevenido la concepción, situaciones de penuria económica; sociales; familiares o etarias".

El proyecto establece como paso previo, que el médico informe a la mujer sobre los planes de adopción y de ayuda económica que existan en el país.

El progenitor o padre no es mencionado en el texto de la ley proyectada que no prevé ni intervención ni notificación de la decisión.

En el caso de menores de 18 años, el proyecto establece que debe completarse el consentimiento con el de uno de los representantes legales (padre, madre, tutor o guardador de hecho). Sin embargo, si el representante no consiente el aborto, prevé que la menor concurra a un juez de familia para que lo autorice en un procedimiento cuya duración se establece en sólo cinco días, para lo cual se autoriza a habilitar días inhábiles.

El proyecto de ley obliga a todas las instituciones médicas, públicas y privadas, a realizar abortos cuando una de sus beneficiarias lo requiera y en forma gratuita.

Los médicos y personal quirúrgico que tengan objeciones de conciencia podrán comunicar su negativa a las instituciones en un único plazo de 30 días a partir de la promulgación de la ley. Si ingresa posteriormente, deberá decirlo al momento de ser contratado.

No se prevé otra instancia para un eventual cambio de posición del médico.

La ley vigente, que data de 1938, pena como delito el aborto, pero exime de pena los que se hayan realizado por causa grave de salud, si el embarazo fue fruto de una violación o si es por grave penuria económica.

El salto al aborto libre en los primeros tres meses de embarazo es justificado por los promotores de la ley, como forma de evitar abortos clandestinos que puedan significar la muerte de la mujer por las malas condiciones de atención.

Una de las escasas cifras oficiales que existen son los registros del Hospital Pereira Rossell que establecen que entre 1996 y 2001 murieron siete mujeres a consecuencia de abortos mal realizados. Cinco de los casos ocurrieron en 2001, con lo que los defensores del proyecto de ley dicen que se "quintuplicó" la cantidad de casos, lo que demanda una política de salud.

El proyecto fue aprobado por 6 diputados de la comisión de salud y votado en contra por los tres restantes. La iniciativa recoge aprobación y rechazo en todos los partidos. Aunque el presidente Jorge Batlle estaría dispuesto a vetar el proyecto si se convierte en ley, no se descartan nuevos debates parlamentarios.

El derecho a la vida de la mujer está amenazado

Luis Gallo es diputado del sector Asamblea Uruguay del Frente Amplio. Integra la Comisión de Salud de la Cámara de Diputados que trata la Ley de Defensa de la Salud Reproductiva, cuya discusión se retomó en marzo de este año, impulsada por el creciente número de muertes de mujeres por aborto, que se quintuplicó en el año 2001.

—¿Cuáles son los argumentos que le llevan a impulsar este proyecto de ley?

—Creo que el detonante fue lo que pasó en el 2001 cuando en el Pereira Rossell mueren siete mujeres en un año por complicaciones en la interrupción del embarazo. Cuantitativamente no es mucho, pero es mucho. Porcentualmente es mucho, porque dentro de todas las muertes maternas, el 48 por ciento es por abortos. Entonces, cuando se empiezan a ver estas cifras, hay una realidad sanitaria por la cual hay que instrumentar medidas. Pasa en cualquier epidemia o en cualquier situación en materia de salud en el país. En cuanto se desvía de determinada media tiene que haber políticas.

—¿Qué políticas?

—En primer término se tiene que apuntar a disminuir el número de embarazos no deseados, un concepto fundamental que manejamos en el proyecto estableciendo políticas muy claras en materia de planificación familiar, políticas de anticoncepción, de educación sexual que hagan que, a través de la información, la mujer logre planificar su vida, inclusive regular su fertilidad, para evitar llegar a algo que, para esa mujer, puede ser un embarazo no deseado.

—Pero eso no es lo único que dispone el proyecto.

—Hay otro aspecto, que es la realidad: existen mujeres que interrumpen su embarazo, y lo van a interrumpir siempre. Nosotros tenemos una ley que tiene 64 años que criminaliza a la mujer que aborta. Eso no ha significado que hayan disminuido los abortos. No hay estadísticas, esa es la realidad, pero uno supone que hay muchos. El tema es que la ley que penalizó el aborto ha significado que las mujeres que deciden interrumpir su embarazo, lo han logrado en la clandestinidad.

Esa realidad involucra a dos tipos de mujeres: aquellas que pueden pagar determinados niveles de asistencia, y un gran número de mujeres —que son la mayoría— que por falta de recursos económicos tienen que recurrir a maniobras de gente sin escrúpulos y en condiciones higiénicas lamentables.

Desde nuestro punto de vista es necesario sacar la criminalización del aborto, y crear las condiciones adecuadas para que la interrupción del embarazo se realice en condiciones equitativas y de accesibilidad similar y uniforme para todas las mujeres.

—¿Por qué ante eso se adopta una posición tan radical como legitimar por la sola voluntad de la mujer cualquier tipo de aborto en las doce semanas del inicio del embarazo?

—Creo que la ley llega a un equilibrio entre dos bienes jurídicos. Esta ley defiende el bien jurídico "derecho a la vida". La interpretación que nosotros hacemos de la vida, es que hay vida desde el momento de la concepción hasta el fallecimiento. Hay una vida intrauterina dependiente y hay una vida extrauterina autónoma. Ahora, acá hay que mantener un equilibrio entre el derecho a la vida del no nacido y el derecho a la vida de la mujer. El derecho a la vida de la mujer está amenazado por todas estas situaciones que la realidad nos dice que existen.

—El derecho a la vida de la mujer está amenazado en los casos a que usted hacía referencia de mala atención. Pero la ley también permite abortar gratuitamente a una mujer de buena posición económica cuya vida no corre riesgo. En ese caso no es una decisión entre dos vidas.

—Siempre es una decisión entre dos vidas en peligro, porque toda la maniobra de interrupción del embarazo es potencialmente peligrosa, aún en las mejores condiciones. Hay más posibilidades en esas condiciones que citaba.

—Pero entonces, siguiendo su razonamiento, ¿siempre que hay un embarazo hay riesgo de vida?.

—Si, siempre que hay un embarazo hay riesgo de vida. La mortalidad materna se produce en tres circunstancias: en el embarazo, en la interrupción del embarazo o en el parto. Dentro de esa mortalidad materna global, las estadísticas muestran que hay un sector de mayores posibilidades de complicación que es el del aborto. Yo entiendo porque he discutido mucho y seguramente voy a discutir con usted.

—Yo pregunto para entender cuál es el argumento.

—El argumento es ese. Se defiende no solamente la vida del ser intrauterino, sino que se defiende la vida en todo su ciclo. Yo creo que hay una mayoría de la ciudadanía que, si usted le pregunta, le dice que no está de acuerdo con el aborto. Yo no estoy de acuerdo con el aborto, pero si usted me pregunta si la mujer que lo hace es una delincuente, le contesto que no. Inclusive dentro de los conceptos modernos de derechos humanos está la libre decisión de una mujer sobre su cuerpo. Eso también influye. La mujer en ese ciclo de su vida, defiende su vida, también tomando una decisión conciente que no la transforma en una delincuente.

—Usted decía que en su opinión la ley establece un equilibrio: ¿cuál es?

—Desde nuestro punto de vista la ley defiende el derecho del no nacido y el derecho de la mujer. ¿Cuál es el punto de inflexión? Son las doce semanas. Hay explicaciones científicas, ya que el sistema nervioso central se consolida después de las doce semanas. Eso determina la viabilidad y la conciencia. Es un caso similar a la muerte cerebral.

Sólo en esas doce semanas se está defendiendo el derecho a la vida de la madre; después de esas doce semanas se está defendiendo el derecho del no nacido.

—¿La ley no prevé ninguna instancia de consulta o intervención de los padres?

—No, porque esto está en un entorno de la defensa del derecho a la libre determinación de la mujer. Esa es la filosofía. Se podrá estar de acuerdo o no, pero esa es la filosofía que viene de las conferencias internacionales de Beijing y de El Cairo, donde todo este tema se desarrolló y, además, esas conferencias aconsejaban a los países introducir en sus legislaciones este tipo de protección. No es obligación de los países, sino que son sugerencias.

"La ciencia no tiene dudas que hay vida desde la concepción"

Orlando Gil Solares es un médico, diputado por Colonia y contrario al aborto, que dijo en la comisión de salud que estaba dispuesto a cambiar su voto si alguien le demostraba que en el útero materno no había un ser humano. Ese es el tema básico y es un tema científico. Ninguno de los demás integrantes de la comisión contestaron esa pregunta.

—¿En qué argumento basa su oposición a la ley que despenaliza el aborto?

—El argumento de la organogénesis es tan rústico como creer que un hombre porque es chiquito no es humano. La organogénesis tiene lugar entre las 8 y las 12 semanas a partir de la concepción. Pero antes de esa etapa también hay vida. La historia de la ciencia, si uno la puede resumir comenzó siendo la historia de la medida. La ciencia se dedicó a cuantificar el espacio y el tiempo. Después dio otro salto que fue medir probabilidades estadísticas de ocurrencia de fenómenos espacio tiempo. Y el último salto fue cuando se comprobó científicamente que no todo se agotaba en la cantidad, sino que había otra realidad objetiva, valiosa y fuerte que era la cualidad. Cuando Mendel empezó a hablar del código genético, quedó en evidencia que el azar no era todo. Después, en 1953, se descubre el ADN. Esa molécula de ADN está presente desde el primer segundo de la concepción hasta que la persona muere y es lo que identifica al ser humano. Así que si el embrión no es humano, ¿qué es?.

—Pero el aborto, ¿es una discusión científica o filosófica?

—No hay argumentos lógicos, ni de sentido común, ni científicos para apoyarla, incluso se ha tratado de llevar a una discusión filosófica o religiosa que no existe. En estos días se está involucrando a la Iglesia Católica. El problema no es la iglesia católica. Hipócrates existió 500 años antes de Cristo y el punto número 4 del juramento de Hipócrates prohíbe terminantemente realizar aborto y eutanasia porque considera que el médico no puede actuar en contra del ser humano. Hoy en día ese compromiso médico es mucho mayor que entonces, porque se conoce muchísimo mejor lo que implica la comunidad humana básica y elemental que es la de la madre con el hijo.

—¿Cree que el anuncio de veto del Poder Ejecutivo pone fin a la discusión?

—Yo creo que más allá de la importancia que tiene una ley como enseñanza y como reguladora de la conducta humana, el problema más importante es la cultura de la cual la ley es la punta del iceberg, pero debajo hay una brutal falta de cultura asistencial.

Si yo trato a la persona más indigente, más débil, más necesitada de asistencia y de cuidados que es el que no tiene ni la posibilidad de gritar para defenderse, y la mato en la impunidad más absoluta sin que pueda gritar, en el silencio, que pase desapercibida, ¿qué esperanza creo para el resto de las personas después de haber nacido?, ¿cómo voy a justificar después cuando esa persona tenga 75 años y esté enferma yo no pueda actuar de la misma manera?.

—Se afirma que se usa el mismo criterio de falta de conciencia en el caso de transplante de órganos de una persona que tiene muerte cerebral.

—No es exactamente. Ahí hay una grave confusión. Una persona para que pueda ser donante de organo único y vital, necesariamente tiene que estar muerta. Si yo le saco a una persona que considero que está viva un órgano único y vital estoy cometiendo un homicidio.

—¿Y no es paralelo a la situación del embrión antes de la formación?

No, para nada, absolutamente no, porque el embrión está vivo.

Si tengo una persona de 85 años que hizo una muerte neurológica o cerebral, tengo un integrante de la especie humana que está muerto, pero yo no dispongo de la muerte, es una muerte espontánea. El embrión es un ser humano vivo.

—Hay muchos abortos clandestinos que no se pueden controlar y que terminan con la muerte de la madre.

—Exacto, entonces sería un argumento lógico proponer que se legalicen las rapiñas porque hay muchas en Uruguay, provocan violencia y muertes y son todas clandestinas. ¿Qué mujer quiere abortar?, la mujer que es abandonada por el esposo, la que está en situación de penuria económica, la que está agraviada por presiones familiares, laborales, etc. Entonces lo que hay que hacer es encararla desde el punto de vista positivo y asistencial ayudándola a superar sus problemas.