Semana política. La huelga de los municipales estalló como una bomba en el rostro de los frentistas que impotentes observan el deterioro del relacionamiento con trabajadores

El Frente con la cancha cambiada

Crece la preocupación en la izquierda respecto al conflicto

SERGIO BERRUTTI

La bomba le estalló en la cara al gobierno frenteamplista de la Intendencia de Montevideo, cuando esta semana los trabajadores municipales decretaron la huelga y le cambiaron la cancha al Frente Amplio como fuerza política, dejando al descubierto graves problemas de gestión gubernamental, y una situación incierta en la izquierda que genera dudas sobre su capacidad de enfrentar particularmente las presiones sindicales.

Pese a que todas las señales anunciaban que la huelga era inevitable, la mayoría de los frentistas hicieron la vista gorda y se negaron a ver la ola que los iba a tapar. Horas antes de que se resolviera la huelga, por ejemplo, algunos jerarcas de la intendencia como la secretaria general María Julia Muñoz manifestaban su confianza en la comprensión de los trabajadores y en que la medida extrema de la huelga no se tomaría, calificando esos anuncios como “una forma de presión”.

Mientras tanto, Tabaré Vázquez en medio de una manifestación de Adeom seguía prometiendo el miércoles 24 “no se preocupen muchachos, todo se va a arreglar”.

Lejos estaba el presidente del Frente Amplio de la realidad, verificando en los hechos lo que días atrás había dicho el intendente interino Ernesto de los Campos, en cuanto a que el líder de la izquierda no dominaba toda la realidad de la Intendencia.

Con incredulidad los frenteamplistas vieron esta semana cómo esa confianza cultivada durante décadas entre la fuerza política y el movimiento sindical quedaba fisurada.

El propio dirigente del Pit-Cnt Juan Castillo, dijo el viernes 25 a El País que existe un gran componente de “desconfianza”.

Pero sin embargo, esta situación que es un “test” para el Frente Amplio, como dijo el senador Enrique Rubio, puede significar una nueva oportunidad para esa fuerza política, crezca en la consideración de la opinión pública si endurece su posición ante un sindicato que aplica una huelga que es rechazada en amplios sectores de la ciudadanía, en la medida que afecta servicios esenciales.

El punto de máxima tensión que se vivió esta semana aconteció el jueves 24, cuando sindicalistas de Adeom, evitaron que algunos trabajadores municipales ingresaran a sus puestos en la Intendencia, lo que generó violencia y forcejeos, que llegaron incluso hasta la persona del suplente del intendente Mariano Arana, el director de Descentralización, el socialista De los Campos, a quien se le pretendió agredir y fue insultado.

Esta situación, hizo recordar a muchos lo que poco tiempo atrás había acontecido con los trabajadores municipales que en un paro general contra el gobierno nacional, se presentaron a trabajar y fueron catalogados de “esquiroles” por parte del director Daniel Lillo, un criterio que si bien provocó una tímida observación al jerarca, fue compartido en voz baja por la mayoría de los frenteamplistas en la Intendencia y fuera de ella.

Para los jerarcas y frentistas que compartieron silenciosamente el señalamiento de Lillo, aquellos funcionarios que fueron señalados despectivamente, se convirtieron ahora, en trabajadores que iban a cumplir con su tarea ejerciendo su derecho al trabajo, a quienes la propia Intendencia busca la manera de proteger de “acciones de disuasión” de los integrantes del sindicato para que no concurran a trabajar.

En medio de esta confusión de posiciones cambiadas, surge la pregunta: ¿qué pensarán los frenteamplistas que siguen creyendo en la lucha de clases?

El tema es objeto de análisis por parte de las autoridades de la Intendencia, que por un lado, procuran la manera de dar garantías de seguridad a los trabajadores que quieren concurrir a trabajar mañana lunes, para lo cual el único camino posible sería acudir a la policía, según señalaron a El País varios ediles frentistas consultados.

Fuentes de la administración municipal, admitieron que con el nivel de “excitación” que hay en el sindicato, con estas medidas se corre el riesgo de tensar más los ánimos todavía.

Mientras tanto, desde el gobierno nacional, se entiende que fue la administración de Montevideo la que se tiene que hacer responsable de solucionar las consecuencias del no cumplimiento con un convenio que el mismo elaboró, sabiendo ya en ese momento que era imposible cumplir, sólo con el objetivo de quedar bien con un sindicato, sin poner una cláusula “freno”, como señaló la semana pasada el ex líder de Adeom, Eduardo Platero.

El tema ha provocado una gran preocupación en el Frente Amplio y se descuenta que el asunto se analizará en la dirección del Encuentro Progresista mañana por la mañana y en la Mesa Política en horas de la tarde.

Pero esta evaluación de la situación el Frente la hará con “suma cautela”, para evitar desencuentros que esta semana obligaron al propio Vázquez a escuchar quejas de la Vertiente Artiguista, calificando como “un error político” su intervención recibiendo a los trabajadores de Adeom y cediendo a su presión, diciendo que el convenio se iba a cumplir, dijeron fuentes frentistas.

En efecto, el senador Rubio en declaraciones públicas y el diputado José Bayardi en la propia Mesa Política, hablaron de que ese movimiento político podía interpretarse como una desautorización a las decisiones que venían tomando las autoridades de la Intendencia de Montevideo.

Vázquez tuvo que aclarar que respaldaba la actuación de Arana y su equipo de gobierno y explicó que había recibido a los sindicalistas para informarles sobre la postura de la fuerza política. Sin embargo, esa postura que pautó la definición de que los convenios que firma son cumplidos por el Frente Amplio cuando se puede, fue asumida por los sindicalistas como una señal de respaldo y de hecho, fortaleció su posicionamiento en las negociaciones con las autoridades comunales. “Cría cuervos y te arrancarán los ojos” fue la frase que en varios ámbitos políticos se escuchó en estos días para hacer referencia a esta actitud del líder frenteamplista.

Este conflicto le movió el tablero al Frente Amplio. De gritar consignas por demandas salariales, pasó a colocarse en el lugar de quien recibe esos reclamos; de hacer alegremente propuestas para pagar más a los trabajadores, pasó a ser el que se ve obligado a cerrar la canilla de esos recursos; de oponerse a la participación de privados en diferentes áreas, pasó a ser el que piensa en echar mano a esos servicios para enfrentar la situación; de mirar para otro lado ante manifestaciones con un fuerte componente de agresividad, pasó a ser quien soporte este tipo de presiones.

El conflicto de Adeom quizás pueda hacer comprender al Frente Amplio que la poco flexible realidad de gobernar está muy lejos del voluntarismo que ha pregonado permanentemente.