Ernesto de los Campos | Viceintendente de Montevideo

"El Estado no puede hacerlo todo"

El Frente Amplio "algún día va a ser gobierno" y "en todo caso el único que puede impedirlo es el propio Frente Amplio", que "es capaz de hacer de nuevo una macana como la del Hospital Filtro y perder las elecciones".

ALVARO AMORETTI | ALVARO GIZ

El viceintendente de Montevideo y director de Descentralización de la comuna, el socialista Ernesto De los Campos, sostuvo que cuando la izquierda llega al gobierno “la realidad le demuestra” que “el Estado no puede hacerlo todo”, advirtió que hay sectores del Frente Amplio que siguen levantando “banderas de hace cuarenta años” y que no entendieron que “ser de izquierda no es reivindicar la lucha por la lucha en sí misma” y dijo que los trabajadores municipales “no se dan cuenta del país en el que viven” cuando le reclaman a la administración Arana que otorgue este mes el aumento salarial acordado en el convenio firmado con Adeom el año pasado.

En una entrevista concedida a El País, De los Campos dijo creer que el Frente Amplio “algún día va a ser gobierno”, pero aseguró que “en todo caso el único que puede impedirlo es el propio Frente Amplio”, que “es capaz de hacer de nuevo una macana como la del Hospital Filtro y perder las elecciones”.

El que sigue es un resumen de la entrevista que De los Campos concedió a El País.

—La Intendencia de Montevideo se encuentra enfrentada a los trabajadores municipales porque la situación financiera por la que atraviesa la comuna le impide otorgar este mes el aumento salarial que, por el convenio firmado el año pasado, se había comprometido a dar en octubre de 2002 a sus empleados. Ustedes sostienen que no pueden honrar ese compromiso en virtud del impacto que la crisis económica ha tenido sobre sus ingresos. Sin embargo, cuando firmaron este convenio con los trabajadores las cuentas de la Intendencia ya estaban en rojo y el país atravesaba su tercer año de recesión. ¿No fue, en esas condiciones, un acto de irresponsabilidad haber firmado aquel convenio?

—El convenio, en el que se trabajó durante todo un año, fue un intento por pacificar la relación con los trabajadores municipales. Se nos estaba haciendo muy difícil enfrentar un conflicto cada vez que teníamos que sentarnos a discutir los porcentajes de un aumento salarial y nos pareció razonable, al igual que habíamos hecho en la administración anterior, fijar un cronograma de fechas e incrementos.

—¿No era un costo demasiado alto a cambio de la paz con el sindicato?

—No, porque el convenio fijaba aumentos en base a una inflación que, en aquel momento, rondaba el 4% anual. Y eso suponía ajustar los sueldos un 5% o un 6%, lo cual era un aumento razonable, que incluso podíamos trasladar a los impuestos. Lo que no esperábamos, porque nadie esperaba, es que la inflación se disparara como se disparó y que llegáramos a octubre comprometidos a dar un aumento del 20% que no podemos pagar.

—¿Pero no debió la Intendencia haber asumido una actitud de mayor prudencia a la hora de prometer aumentos salariales en medio de una recesión y con un panorama regional que ya exhibía señales de fuerte inestabilidad?

—Y... viendo los resultados uno diría que tomamos un riesgo demasiado grande. Pero en aquel momento no lucía de esa forma.

—Los trabajadores no se resignan a no recibir en el sueldo de octubre el aumento salarial pactado y han planteado alternativas. Una de ellas consiste en que la Intendencia aumente fuertemente la Contribución Inmobiliaria a las viviendas de más de 150 mil dólares, a efectos de hacerse de los recursos necesarios para financiar el incremento en sus remuneraciones. ¿Es de recibo esa propuesta para la comuna?

—Eso está a estudio, pero en lo personal creo que es un planteo equivocado.

—Ellos afirman que es de justicia que quien tiene más, pague más...

—... y se olvidan de que esas viviendas están, en su enorme mayoría, en la zona 1. Y se olvidan de que las viviendas de la zona 1 ya pagan más que las ubicadas en otras zonas. Porque la misma casa, con las mismas mejoras, paga seis o siete veces más si está en la zona 1 que si está en la zona 3. Entonces hay que decir que el que vive en la zona 1 ya está pagando mucho más que el que vive en la zona 3. Y hay que decir también que, si se hiciera un ajuste, habría que subir la Contribución en la zona 3, porque el trabajo de la propia Intendencia aumentó el valor de viviendas ubicadas en barrios que ahora tienen saneamiento, pavimento y alumbrado. Y eso también tienen que tomarlo en cuenta quienes realizan esos planteos.

—Los municipales también proponen remunicipalizar algunos servicios que la comuna ha concedido a privados en la zona central de la ciudad, como la recolección de residuos y el estacionamiento tarifado. ¿Ustedes están dispuestos a analizar esas alternativas?

—El contrato del estacionamiento tarifado vence el año que viene y estamos estudiando mantener el sistema, aunque eliminando el cepo, que siempre fue una medida provisoria y que reconocemos como un elemento agresivo. Y estamos evaluando una posible extensión de la zona tarifada que incluya al Cordón.

—¿Pero siempre bajo la explotación de una empresa privada?

—Por ahora sí.

—¿Y están sí dispuestos a analizar la remunicipalización de la zona que hoy limpia la empresa Sur?

—Tampoco. ¿Y saben por qué? Porque yo puedo entender ese reclamo sindical desde el punto de vista estratégico o ideológico, pero no puedo aceptar que se me diga que la Intendencia va a ahorrar dinero dándole a los municipales la zona que hoy limpia la empresa privada. Y no lo voy a aceptar porque no es cierto. Sale mucho más barato limpiar con la empresa privada que hacerlo con los trabajadores municipales.

—Y si sale más barato, ¿por qué la Intendencia no privatiza la recolección de residuos en todo Montevideo?

—Bueno... algo hemos avanzado. Le hemos concedido varias zonas al Movimiento Tacurú.

—¿Pero no es injusto para los contribuyentes que ustedes, pudiendo brindar el mismo servicio por un menor costo, no lo hagan y mantengan un servicio más caro a costa de mayores impuestos?

—¿Y qué hacemos nosotros con los trabajadores del servicio de recolección de residuos? Porque no se los puede despedir, y menos esta administración.

—¿Por qué esta administración no puede hacerlo?

—Porque nosotros, por formación, no despedimos trabajadores si no media un caso de notoria mala conducta. Lo que no quiere decir que no seamos inflexibles a la hora de sancionar al trabajador que no hace su trabajo.

—¿Y ustedes sienten que Adeom ha correspondido a esa actitud de la comuna?

—Nosotros sentimos que a veces, por la propia dinámica interna de Adeom, los trabajadores municipales no se dan cuenta del país en el que viven y actúan como si estuvieran dentro de una burbuja o como si Montevideo fuese Bruselas. Y eso ha llevado a que tengamos algunos choques con un sindicato con el que nos cuesta mucho hablar de aspectos que hacen al mejoramiento de la gestión. Porque es muy difícil lograr que Adeom entienda que lo que antes se hacía con siete funcionarios hoy lo podemos hacer con cuatro, y que los tres municipales restantes tenemos que trasladarlos a otro servicio. Y en esas condiciones es muy difícil negociar.

—¿No pueden los uruguayos pensar que si el Frente Amplio llega a ser gobierno nacional va a ver ese mismo problema corregido y aumentado en la negociación que, necesariamente, va a tener que llevar adelante con todos los sindicatos?

—No, porque no todos los sindicatos son iguales. Si uno mira negociar a los funcionarios de Ancap y Antel, por citar un ejemplo en el Estado, o a los trabajadores de la construcción, se da cuenta que hay gremios que negocian muy inteligentemente sus cosas y que llegan a buenas soluciones. Pero uno no advierte ese mismo espíritu en Adeom, donde además hay una situación interna que también pesa.

—¿Es el peso que los sectores radicales de izquierda lo que transforma a Adeom en un gremio con el que resulta más difícil negociar?

—Puede ser. El problema es que Adeom no ha sido capaz de establecer con la Intendencia un relacionamiento coherente. Porque uno habla con algunos dirigentes de Adeom y encuentra que muchos de ellos son personas muy razonables, pero después los mismos temas llegan al Ejecutivo del gremio o a la asamblea y allí se complica todo.

—¿Y cómo reciben ustedes las señales que se emiten desde la Mesa Política del Frente Amplio, donde algunos sectores como la Corriente de Izquierda emiten insistentemente mensajes que respaldan la postura de los trabajadores municipales y no la de la administración frenteamplista de Montevideo?

—Y bueno... los compañeros están en su derecho de hacer el pronunciamiento que deseen. Otra cosa sería que la Mesa Política hiciera suyo esos pronunciamientos, lo que hasta ahora no ha sucedido.

—¿Pero se sienten ustedes, en esta pulseada con los trabajadores, apoyados desde la conducción del Frente Amplio?

—Lo que hay que tener claro es que la gestión de la Intendencia se decide dentro de la Intendencia.

—Pero el Frente Amplio dijo, cuando ganó en Montevideo, que su gestión en la capital sería una muestra de lo que la coalición podría llegar a hacer a nivel nacional si alcanzaba el gobierno. ¿No cree que a la conducción del Frente Amplio le puede preocupar la forma en que conflictos como el que la Intendencia mantiene con los trabajadores pueda repercutir en su imagen y en sus posibilidades electorales para 2004?

—Hablemos claro. Yo soy de los que cree que algún día el Frente Amplio va a ser gobierno. Tal vez lo sea en la próxima elección. Pero en todo caso, el único que puede impedirlo es el propio Frente Amplio. Yo a veces le digo a algunos amigos que militan en otros partidos políticos que no pierdan las esperanzas, porque el Frente Amplio es capaz de hacer de nuevo una macana como la del Hospital Filtro y perder las elecciones.

—¿Y qué quiere decir con eso? ¿Que si el Frente Amplio tiene un traspié electoral no va a ser por la forma en que ustedes están gestionando la Intendencia de Montevideo sino por las acciones que los sectores radicales que forman parte de la coalición puedan llevar a cabo?

—Sin duda. Hay gente dentro del Frente Amplio que no tiene la experiencia de gobierno que sí hemos adquirido quienes estamos dentro del gobierno de Montevideo.

—¿Pero no es esa gente sin experiencia de gobierno la que luego termina manejando el discurso del Frente Amplio y acentuando el perfil fuertemente opositor que hoy exhibe la coalición?

—Y... esa gente pesa. Fíjense que uno está acá haciendo una cosa y esa gente sale públicamente y utiliza los viejos códigos de la izquierda para levantar banderas de hace cuarenta años. Y uno levantó esas banderas, y estuvo de acuerdo con todas esas cosas, pero ahora está gobernando y está haciendo otras cosas. Y bueno... eso duele. Y genera larguísimas discusiones. Pero no por ello podemos perder de vista que los que no entienden la lección de los maestros, de que ser de izquierda no es reivindicar la lucha por la lucha en sí misma, son una enorme minoría.

—Pero en algunos temas no parece ser una minoría la que, dentro de la coalición de izquierda, opina y actúa contrariando el rumbo que ustedes han marcado desde la comuna. Por lo pronto, mientras la Intendencia frenteamplista concede a privados la recolección de residuos de una parte de la ciudad, el estacionamiento tarifado, la explotación del Hotel Carrasco y el mantenimiento de espacios públicos, a nivel nacional el Frente Amplio se opone a cualquier intento del gobierno para asociar a las empresas públicas con capitales privados. ¿No sienten que existe en ese sentido una clara contradicción?

—Sí, porque está claro que eso existe. Los frenteamplistas que han pasado por la experiencia del gobierno de Montevideo han entendido que el Estado no lo puede hacer todo. Y por reconocer eso no estamos defendiendo menos que otros el carácter estratégico de las empresas públicas. Pero defender al Estado no equivale a levantar, como en los años ’60, las banderas de que hasta las zapaterías y las panaderías deben estar en la órbita del Estado.

—Sin ir tan lejos en el tiempo, al asumir en 1990 como intendente, Tabaré Vázquez afirmaba que la comuna tenía que tener su propia carnicería, su panadería y hasta su fábrica de juguetes.

—Es cierto. Y eso fue un error que se paró a tiempo.

—¿Y qué es lo que llevó a que ustedes, que fuera del gobierno de Montevideo levantaban las banderas del estatismo total, una vez en el poder cambiaran su punto de vista y abrieran las puertas a la inversión privada? ¿La realidad?

—Sí. La realidad le demuestra a uno, cuando llega al gobierno, que el Estado no puede hacerlo todo. Y eso hay que entenderlo.

Aumento de tributos desde enero

—¿Van a aumentar los impuestos municipales en enero de 2003?

—Vamos a tener que aumentarlos, porque a nosotros también nos sube el combustible, la electricidad y todo lo demás.

—¿En qué porcentaje de aumento están pensando?

—No tenemos definido el porcentaje, porque en el Uruguay de hoy es muy difícil planificar a futuro. Pero está claro que vamos a ajustar los impuestos por debajo de la inflación de este año. ¿O alguien se piensa que como están las cosas podemos ajustar los tributos un 30%?

—¿Ese aumento de tributos permitirá financiar un futuro incremento de salarios para los trabajadores municipales?

—Con el aumento tenemos que financiar los gastos de funcionamiento de la Intendencia. Y quizás podamos darle algo a nuestros trabajadores.

Hay zonas en las que uno de dos no paga

—¿Con qué niveles de morosidad está trabajando la Intendencia de Montevideo?

—Depende. En materia de Contribución Inmobiliaria hay zonas suburbanas y periféricas de Montevideo en las que uno de cada dos montevideanos no está cumpliendo con sus obligaciones con el municipio en estos momentos.

—¿Y en materia de Patente de Rodados?

—Allí la situación es un poco mejor, y las cifras nos muestran que uno de cada tres contribuyentes es moroso actualmente.

—¿Han considerado llamar a instituciones financieras interesadas en comprar la cartera de morosos de la Intendencia?

—No. No lo hemos considerado necesario.

—¿Y en qué están pensando para reducir la morosidad que enfrenta la IMM?

—El año que viene tenemos planificado lanzar un plan de facilidades de pago para los deudores morosos. El que quiera pagar va a poder hacerlo en 36 o 48 cuotas, sin multas ni intereses. Hay que recordar que planes de esas características ya están vigentes.

—Y al que, de todos modos, no pague, ¿lo van a ejecutar?

—Ya hemos ejecutado a algunos morosos. Pero hay que ser cuidadoso y elegir muy bien a quién se ejecuta, porque uno puede terminar quedándose con la casa de una familia humilde, que tiene ese único bien, en el cual además reside.

Y también hay que ver que este es el peor momento para ejecutar a alguien, porque uno se queda con una vivienda que en esta coyuntura es muy difícil de poder colocar en el mercado. Pero bueno, si hay que hacerlo, cuando llegue el momento se hará.

Tras una exoneración impositiva

—En más de una ocasión el intendente Arana se ha quejado de la “discriminación” que supone el hecho de que la Intendencia de Montevideo sea la única que debe pagar IVA por las obras que realiza. ¿Es una batalla que dan por perdida?

—No.

—¿Hay gestiones con el gobierno central para buscar una salida?

—Sí. Estamos dialogando y nos han prometido algunas cosas que esperemos puedan hacerse realidad.

—¿Con quién están dialogando?

—Con el nuevo director de la DGI, Eduardo Zaidensztatque nos ha parecido una persona muy abierta y a la que hay que desearle todo el éxito que merece en su gestión. Estamos trabajando juntos en temas que nos preocupan a las dos partes. Y confiamos en llegar a buen puerto.

“Arana está amargado”

—¿Cómo ha asumido el intendente Mariano Arana el hecho de que, su segundo mandato, esté pautado por dificultades económicas que impiden a su gobierno encarar algunos de los planes que había esbozado al comienzo del período?

—Arana está amargado. Y es lógico, porque ve que la mayoría de los proyectos que tenía no se van a poder hacer en esta administración.

—¿Cree que, al final de este período, la evaluación de la gestión del intendente será favorable?

—Creo que al final del período la gente va a juzgar a esta administración por la forma en que se manejó en tiempos de crisis. Y no sólo a nosotros, sino a toda la izquierda. Porque la izquierda tiene que demostrar que sabe gobernar también la crisis.