Publicado el miércoles 13 de febrero en la sección NACIONAL

ESTUDIO | Investigadores concluyeron que hubo manejo "oportunista" de la política fiscal entre 1920 y 2000

Ajuste, recuperación y caída: el ciclo histórico uruguayo

Analistas coinciden en que la falta de políticas de Estado es la clave para explicar la alternancia de ajustes, aumentos del gasto, déficit y nuevos ajustes

IVAN KIRICHENKO

El gobierno de hoy no es el mismo de hace cinco años. Tampoco es el mismo de hace 30, ni el de hace 50 ni 80. Sin embargo, según varios analistas, el próximo ajuste fiscal tendrá mucho que ver con décadas de historia uruguaya.

En la antesala del nuevo ajuste, dos expertos --uno en política y otro en economía-- coinciden en que las medidas servirán de poco mientras en Uruguay no se fijen políticas de Estado, que definan un modelo de país a largo plazo. Al mismo tiempo, un estudio efectuado por cuatro investigadores en economía política, revela que la situación fiscal entre 1920 y 2000 registró ciclos que coincidieron con los períodos de gobierno: se hereda déficit, se ajusta para reducirlo, se recuperan las cuentas, y luego se aumenta el déficit de forma brusca, siempre en el año electoral.

"La evidencia muestra que, en promedio, los gobiernos fundamentalmente de postguerra han desarrollado una política fiscal oportunista. Básicamente, esta conducta muestra que los gobiernos han sido propensos a incrementar el gasto público en los años electorales y preelectorales, desmejorando consecuentemente el balance fiscal. Asimismo, como consecuencia de las políticas expansivas derivadas del ciclo electoral, los segundos años de gobierno verifican en promedio un importante ajuste fiscal".

Esa es una de las conclusiones del estudio que realizaron Diego Aboal, Juan Andrés Moraes, Fernando Lorenzo y Gabriel Oddone, del Centro de Investigaciones Económicas (Cinve) y del Instituto de Ciencias Políticas de la Universidad de la República. El documento está publicado en el sitio del Banco Central en Internet.

Mientras, el economista Jorge Caumont coincide con el diagnóstico, y tiene una visión crítica hacia el sistema político. "En Uruguay es claro que hay que arreglar el tema fiscal y va a llevar muchos años antes de que dé resultados. Entonces ningún partido político se quiere meter en un ajuste del gasto que toque a todos. Lo que falta son políticas de Estado", dijo a El País.

Por su parte, el politólogo Oscar Bottinelli también hace hincapié en la necesidad de fijar objetivos a largo plazo que tengan un "eje central" compartido por todos los sectores políticos, y al mismo tiempo "áreas importantes" en las cuales los gobiernos de turno lleven a la práctica sus diferentes propuestas. Sin embargo, asegura que la definición de metas de largo aliento no implicaría costos políticos para el gobierno que dé el puntapié inicial.

"Cuando Aquiles Lanza inauguró la Oficina Nacional del Servicio Civil, en 1969 o 1970, lo primero que firmó es un plan de incentivación del retiro de funcionarios públicos. Yo no sé cuántos planes de retiro de funcionarios han habido en este país, en lo nacional y en lo municipal, pero han sido decenas. Si desde 1970 se hubieran seguido esos planes sobre el funcionariado, los 32 o 33 años que han pasado habrían sido suficientes para que hoy el problema estuviera solucionado. Y en 30 años, no hay costos políticos", sostuvo.

CADENA. El ajuste que se viene no será el primero. El 6 de agosto de 1875, el Parlamento aprobó la primera ley con un paquete de medidas tendientes a equilibrar las cuentas del Estado en la historia uruguaya. "Hay, forzosamente, que recurrir al impuesto, única fuente que puede proporcionarnos los recursos que necesitamos para dominar la crisis, normalizar la situación y aliviar los sufrimientos del pueblo", argumentaba el gobierno de ese entonces en su informe previo al Parlamento.

En los últimos 20 años se produjeron al menos tres ajustes fiscales, y el cuarto está en camino. El primero lo aplicó el régimen militar en 1982. Pese a ello, el primer gobierno de Julio Sanguinetti heredó en 1985 un déficit equivalente al 3,1% del total de la producción de bienes y servicios en Uruguay (Producto Bruto Interno, PBI). Si bien no se produjo un ajuste fiscal, algunas medidas posibilitaron que ya en 1986 el déficit bajara al 1,3% del PBI. Pero para 1989, los números en rojo volvieron abruptamente al resultado inicial de 3,1%.

Eso obligó a Luis Alberto Lacalle a establecer un severo ajuste en 1990, primer año de su gestión. El shock pulverizó el déficit al 0,1% ese mismo año, y en los dos siguientes hubo superávit fiscal de 0,3%. Empero, para 1994 había nuevamente déficit, en ese caso de 1,9%.

En 1995, a menos de dos meses de haber iniciado su segundo mandato, Sanguinetti dispuso un nuevo ajuste, denominado "Ley de mejora de la competitividad y reordenamiento tributario". Aunque sin variaciones bruscas el déficit bajó en los años siguientes, y en 1998 constituía sólo el 1,2% del PBI. A pesar de ello, 1999 cerró con un déficit fiscal de 3,8%.

"No me interesa a quién le dieron o a quién no le dieron, si fue a tal o cual sector o qué; no me interesa porque no estoy escribiendo un libro, pero miro los grandes números y veo que el déficit aumenta en los años electorales (...) Acá las cosas se hacen así: llegamos, hacemos un ajuste, juntamos plata para el final, la gastamos y el que venga después que se embrome. Ese es el tema, es esencialmente político, porque además la evolución del gasto público no siempre acompaña la evolución de la economía", enfatizó Caumont.

El experto se mostró crítico hacia el gobierno, aunque indicó que el hecho de que el presidente Jorge Batlle no tenga aspiraciones reeleccionistas debería constituir una "cuña" entre las sucesivas administraciones. "Es cuando se tiene que actuar", subrayó.

De todas formas, cuestionó la actuación de los socios del gobierno. "Todos saben que gana el Frente Amplio la primera vuelta (en las elecciones de 2004), y ahora están pensando en quién va a llegar al balotaje. Entonces este país va a ser siempre así: más impuestos, más devaluación, menos gasto privado, menos impuestos recaudados, más impuestos, más devaluación... Pero como hay más impuestos, al cabo de cierto lapso, el ingreso cae y no se gasta, y como no se gasta cae la actividad económica y la recaudación". En esa línea, Caumont concluyó que nada se solucionará mientras no se ejecute una reducción "estructural" del gasto.

El economista Michele Santo vaticinaba a fines de 1999 que el ajuste fiscal era "inexorable", pero que debía ser "contundente". "No hay lugar a medias tintas, y no se puede seguir alegremente endeudando al país, comprometiendo el futuro de las nuevas generaciones, para pagar los graves errores que se cometieron en los últimos 40 o 50 años con el sistema de la seguridad social y con todo el manejo político que se hizo del sector público", escribió para la edición del 2 de diciembre de ese año del semanario Búsqueda.

EL RUMBO. Según Bottinelli, en su cuidado por evitar costos políticos los partidos equivocan sus acciones, en virtud de que tienen una lectura errónea de lo que percibe la sociedad.

"Se sigue hablando de lo obvio. En 1999 era obvio que sólo un inconsciente podía pronunciar la palabra devaluación. En el 2002, es tan obvia la devaluación que nadie puede decir que no se devalúe. El problema es que lo obvio nunca existe. Lo obvio es lo que alguien logra posicionar en determinado momento y hace que todo el mundo lo vea como obvio. Y en ningún momento, ni hoy ni en los años de expansión, se hace una discusión a fondo", sentenció.