FENOMENO
LIRICO | Varias voces uruguayas se consolidan en el competitivo
mundo de la ópera
El
canto de exportación
Se
los escucha en Europa, Estados Unidos y hasta en Brasil, pero en
Uruguay la posibilidad es casi nula
JUAN
H. DESIDERIO
Talentos
surgidos en la lírica uruguaya siguen cosechando importantes
reconocimientos internacionales. En la temporada 2002 que anunció
la Opera de Roma subirá a escena en diciembre Madama Butterfly
de Puccini, figurando dos uruguayos en el elenco: el tenor Carlos
Ventre como Pinkerton y en el papel de Sharpless el ascendente barítono
Darío Solari.
El
caso de Solari es un ejemplo de lo que comenzó a ocurrir
con jóvenes cantantes uruguayos que recientemente han dado
el salto a escala internacional. Sus notables dotes vocales y condiciones
interpretativas pudieron apreciarse en Montevideo hace pocos meses
cuando Darío Porro (Solari es su nombre artístico)
vino para casarse. La fugaz estadía en nuestra ciudad representó
un verdadero acontecimiento artístico porque en esos días
ofreció un admirable concierto de tango en la Sala Zitarrosa
y después actuó en lucido recital organizado por ArsLyrica
en el Radisson Victoria Plaza.
Solari
había partido para Italia a fines de 1998, con 22 años
de edad, en uso de la beca de veinte días otorgada por la
soprano Katia Ricciarelli cuando lo oyó en la Escuela Nacional
de Arte Lírico. Continuó intensos estudios europeos
que fructificaron en la conquista de concursos internacionales a
partir del 2000, el primero en Austria y los dos siguientes en Italia.
Acaba de presentarse en Mónaco (donde el año pasado
hizo su exitoso debut operístico con el Figaro de El barbero
de Sevilla de Rossini), ahora con resonante triunfo como Conde Robinson
de El matrimonio secreto de Cimarosa, ópera que próximamente
volverá a cantar en Mónaco y más adelante en
Italia. A los concursos se suma esta inteligente iniciación
profesional, siendo un espaldarazo en su carrera la mencionada contratación
en la Opera de Roma, donde coincidirá con Ventre.
TRIUNFADORES.
Otras coincidencias, aunque no se encuentren en los mismos escenarios,
son las del mencionado tenor y el bajo Erwin Schrott, quienes actualmente
actúan en Estados Unidos. Cabe consignar que en agosto pasado
cantaron en los mismos días bastante cerca de aquí:
uno en São Paulo y otro en Rio de Janeiro.
En
aquella oportunidad este cronista pudo apreciar el notorio desarrollo
artístico de ambos cantantes, ausentes desde hace tiempo
de los escenarios uruguayos. En el Municipal de São Pablo
se presentó La Traviata con una actuación de Carlos
Ventre muy superior a la realizada en el Colón de Buenos
Aires en 1999, formando una notable pareja con la joven soprano
norteamericana Patricia Racette. La ópera, dirigida por el
maestro argentino Reinaldo Censabella, tuvo como Germont al gran
barítono italiano Renato Bruson. Al día siguiente,
en el Municipal de Rio se pudo ver a Erwin Schrott como puntal --por
la nobleza de su canto y lo acertado de la composición del
conde Rodolfo-- en La sonámbula de Bellini con elenco encabezado
por la soprano local Rosana Lamosa (Amina) y el tenor argentino
(radicado en España y de gran trayectoria internacional)
Raúl Giménez, dirigidos musicalmente por el maestro
brasileño Luiz Fernando Malheiro.
Ventre
venía de San Francisco alternando varias funciones de Traviata
con otra creación de Verdi, Simón Boccanegra, en reparto
que integraba el bajo Samuel Ramey y después lo esperaba
intensa actividad hasta fin del 2001 en Europa. Ya en el 2002 cosechó
un extraordinario triunfo en Trieste con su primer Trovatore. Está
ahora en Dallas con Tosca y sigue durante marzo y abril en la New
York City Opera con el mismo título que después hará
en Busseto (julio), Lucca y Livorno (octubre). En el ínterin,
además de Carmen en Palma de Mallorca (su gran éxito
del 2000 en Gales) tendrá varias actuaciones en el Teatro
Regio de Parma cantando Alzira de Verdi, dirigida por Bruno Bartoletti,
--producción que será grabada en DVD y transmitida
en Mundovisión-- y seguirá a Frankfurt para la Butterfly,
que luego irá en noviembre y diciembre a Roma.
CONSOLIDACION.
Lo de Erwin Schrott representa la ratificación de una carrera
encarada con solvencia y gran visión de futuro. Su intensa
trayectoria europea tiene desde hace dos años un paréntesis
asegurado: el periódico regreso a Estados Unidos al participar
como Colline en elencos de La Bohème del Metropolitan (lo
acaba de cantar en esta temporada junto al tenor mexicano Ramón
Vargas), siguiendo a la ópera de Chicago donde vuelve a interpretar
el mencionado personaje.
Además
deben sumarse sus invalorables logros mozartianos, constando en
publicaciones especializadas su protagónico en Las bodas
de Figaro en el Kennedy Center de Washington y su afirmación
en Don Giovanni. Encaró de entrada a Masetto en La Bastilla
de París y en Hamburgo, entre otras salas, con numerosas
reposiciones. Tal como consta en el programa del MET, la misma producción
lo llevó como Leporello a Israel y ahora está contratrado
para Don Juan en el Covent Garden de Londres. Esta capacidad de
representar tres personajes con sus diversas características
vocales e interpretativas (el campesino, el sirviente y el señor)
en esta gran creación de Mozart, es claro ejemplo de que
además del impulso que significa para una voz de privilegio
(recordemos que fue ganador del premio Operalia 97 de Plácido
Domingo) la inteligencia y el permanente estudio son factores determinantes
de su indiscutible crecimiento artístico.
Finalmente,
hay que agregar los logros de otro joven cantante uruguayo. El tenor
Juan Carlos Valls realizó diversas audiciones en Italia y
cantó cinco funciones de Rigoletto en el teatro Pergolesi
en Jesi (Ancona) y la misma producción lo llevó a
Venezuela donde encarnó nuevamente al Duque de Mantua en
Caracas. Un serio problema de salud hizo que el propio Valls resolviera
cantar una sola función (para no arriesgarse ante su notorio
éxito) de los varios I Puritani comprometidos en la ópera
de Trieste. Hay tratativas para su regreso, pero mientras tanto
sólo anuncia lo ya concretado: ha sido contratado en Caracas
para el estreno del musical El Conde de Montecristo, así
como un posterior concierto en el Covent Garden de Londres.
En
clave femenina
Al
menos una cantante con ascendente trayectoria fuera del país,
pronto podrá lucir sus condiciones ante el público
compatriota. La joven fernandina Luz del Alba Rubio, que mientras
estudiaba en Italia había sido seleccionada para la Opera
de Washington por Plácido Domingo e integró el elenco
de Parsifal de Wagner encabezado por el tenor español. El
año anterior fue solista, junto a famosos del canto internacional
en un homenaje a Verdi realizado en el Gran Estadio Bercy de París
y transmitido en directo por televisión, con la Orquesta
Real de Torino dirigida por Tiziano Severini. Su actuación
fue deslumbrante en opinión de Juan Carlos Gebelín,
quien tuvo oportunidad de presenciar el memorable espectáculo.
En
su edición de febrero la Revista Sinfónica publicó
un reportaje a la soprano, quien además de referirse a los
conciertos que realizará en Alemania, Bélgica, Francia
y Ucrania, menciona las actuaciones cumplidas en Estados Unidos,
donde reside actualmente (por ejemplo, Cuentos de Hoffmann en el
Kennedy Center), las obras que hará este año como
Lakmé y Rigoletto y algunas de las que ya cantó en
Italia (Traviata y Lucia) y también el compromiso concretado
con el presidente del Sodre, arquitecto Falco, y el director de
la Filarmónica, maestro García Vigil, para presentarse
en nuestro país en el transcurso del corriente año.
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