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LICEO
JUBILAR | El primer colegio católico gratuito comenzó
a funcionar con 40 jóvenes en un local prestado y ubicado
en una "zona roja"
En
la misa y en la procesión
Se
trata del único centro de secundaria en una zona con 7 mil
niños y alto nivel de deserción en la etapa preliceal
CARINA
NOVARESE
El
"triángulo" concentra 7.000 niños en edad
escolar, entre los 3 y 12 años. El triángulo, como
lo llama el padre Rodolfo, cura párroco de la Gruta de Lourdes,
está delimitado por las calles Aparicio Saravia, Instrucciones
y San Martín. Las cifras derivan de censos realizados por
él mismo y por la congregación de padres dehonianos
que se encargan del santuario.
La
mayoría de esos 7.000 niños asisten a algunas de las
escuelas públicas de la zona. A veces concurren a un colegio
católico, de los que hay tres en esa área. Al llegar
a sexto, sin embargo, se renuevan las preocupaciones para los padres.
La zona no tiene ningún liceo.
Se
calcula que en el triángulo del que habla el padre Rodolfo,
egresan cada año unos 336 niños de sexto año.
Solo en la escuela Rumania, cercana a la Gruta de Lourdes, el año
pasado hubo cuatro cursos de sexto año, con más de
40 alumnos cada uno. El padre Rodolfo dice que esto demuestra que
"es la realidad la que grita: o me atienden o me escupen".
Desde
marzo funciona el primer liceo de la zona. El Liceo Jubilar no es
público, sino privado y católico. Pero es gratuito.
En su primer año se instaló de apuro pero con prolijidad
en los salones cedidos por el colegio Cristo Divino Obrero, en la
esquina de Antillas e Instrucciones, casi enfrente a la Gruta de
Lourdes. Al lado se levantará el futuro Liceo Jubilar, en
un terreno cedido a la arquidiócesis de Montevideo por la
congregación de los padres dehonianos. Al lado también
están las casas inundadas de quienes en estos días
se refugian en la Gruta.
El
proyecto surgió en el año 2000; el arzobispo de Montevideo,
Nicolás Cotugno, irrumpió públicamente con
la idea y explicó una y otra vez que la Iglesia debía
encargarse de una necesidad urgente en la zona. También consiguió
fondos y voluntades que ahora proyectan el nuevo liceo, que se espera
ya esté en funcionamiento el año que viene.
El
reclamo por un liceo viene de lejos en Gruta de Lourdes. Por lo
menos desde que el padre Rodolfo está allí, hace cinco
años y aun antes, cuando trabajaba en el barrio Borro. Rodolfo
Bonci es un sacerdote italiano que vive en Uruguay desde hace 13
años. En ese tiempo comprendió una realidad sencilla,
pero dramática: los niños salen de clases superpobladas,
ingresan al liceo con un gran déficit y suelen abandonar,
por una conjunción de problemas. "Es común que
repitan primer año y si eso sucede, es común también
que los padres, que tienen problemas e hijos menores, les digan
'bueno viejo, un pucherito hay que traer'. Y así salen a
lavar vidrios de autos en las esquinas", explicó. La
seguridad es otro de los problemas. Muchos de estos jóvenes,
sobre todo las mujeres, deben ser acompañados por sus padres
a las paradas de mañana temprano. El viaje se repite para
esperarlos, si llegan cuando ya oscureció.
"La
distancia a los otros liceos no solo es de kilómetros, sino
de cultura, de vida, de ropa, de costumbres", consideró
el párroco de Gruta de Lourdes. Las faltas también
son usuales: porque el hermano menor se enfermó y alguien
tiene que cuidarlo, porque el padre está ocupado y no puede
acompañar a la chica a la parada y varios porqués
más.
"Yo
mismo vi esta realidad, porque necesitaba fundamentos para pelear
un liceo. Ahora estamos todos esperanzados con el Jubilar, pero
eso no significa que nos quedemos quietos, porque con este liceo
no cubrimos toda la demanda ni por asomo", dijo el padre Rodolfo.
Desde
su punto de vista, la suma de todos estos elementos determinan una
"selección buscada. En Europa los trabajos más
feos los hacen los inmigrantes, los extracomunitarios. Aquí
no tenemos inmigrantes, entonces hay que fabricar en casa los extraconstitución.
¿Y cómo lo hacemos? En estos lugares, donde se crean
bolsones de reserva para los trabajos que nadie quiere; los agarra
el bruto, el hambriento, el que tiene muchos hijos y el que no tiene
más remedio".
CIMIENTOS.
De no haber comenzado a funcionar el Jubilar, los 40 alumnos que
ahora asisten a su primer año deberían haberse trasladado
a algunos de los liceos cercanos, como el Nº 45 de San Martín
y Santa Ana, al 60 que está bastante cerca, en Camino Santos
e Instrucciones pero para el que no hay buen transporte, o a uno
que se encuentra cerca del Palacio Legislativo. La zona de influencia
del Jubilar es amplia y abarca no solo Gruta de Lourdes sino también
el barrio Borro, Casavalle, Bonomi, parte del Lavalleja, el barrio
Municipal y el que algunos llaman del Padre Cacho. Son áreas
"periféricas" y "carenciadas", bautizadas
recientemente como "zonas rojas". El padre Rodolfo es
claro al respecto: "la fama nos ha puesto el título
de zona roja. Nosotros estamos queriendo darle una mano de verde.
Acá me dedico a pintar de verde".
Este
año la demanda excedió largamente los 40 alumnos que
finalmente entraron y tanto el padre Basilio Ivanov, director del
liceo, como Rodolfo, ya están recibiendo los pedidos de los
padres para el año que viene. El padre Basilio llama a los
40 primeros alumnos los "fundadores" y confía que
sepan guiar a las siguientes generaciones. Ellos se muestran orgullosos
de su papel precursor y, como casi todos los de su edad, se confiesan
más o menos estudiosos dependiendo de la materia. Buena parte
de estos jóvenes de entre 12 y 14 años provienen de
los colegios católicos de la zona, el Banneux, el Cristo
Divino Obrero y el Santa Bernardita. Otros vienen de escuelas públicas.
El Liceo Jubilar también es atípico porque a pesar
de ser privado también es gratuito; "los padres ponen
lo que pueden pero no hay cuota", explicó el padre Basilio.
Sin embargo, la ausencia de obligación no significa que no
se sientan comprometidos. A la primera reunión asistieron
casi todos los padres, algo inusual en cualquier zona de Montevideo.
El
terreno pronto comenzará a prepararse para construir el nuevo
liceo, pero los cimientos ya existen. Están en una clase
recién pintada con bancos impecables pero usados, donados
por otro colegio católico. Y en los 40 adolescentes vestidos
con camisas celestes y corbatas azules. Son Catalina Badalá,
de 14 años, que vive en el Borro y pasó por varias
escuelas públicas y el Banneux, que tiene dos hermanos y
"como diez más", medio hermanos. Son Jorge Casuriaga,
también de 12 años, que vive en el barrio Padre Cacho
y que se define como "más o menos estudioso". Mariana
Córdoba, que fue a la escuela Alemania, pasó con muy
bueno y vive con su mamá en las viviendas de San Martín.
Y otros 37 que ya están en el primer año del Jubilar.
Colegios
en zonas carenciadas
En
Montevideo hay numerosos colegios católicos y en todas las
zonas, destacó el padre Basilio Ivanov, quien además
de director del Liceo Jubilar es desde hace años el vicario
encargado de educación de la arquidiócesis.
"Cuando
se piensa en educación católica la gente a veces solo
se acuerda de los colegios de la costa, que son muy importantes.
Pero también hay un sin- fín de colegios en la periferia,
cuyo trabajo es realmente maravilloso, sobre todo porque cuentan
con recursos ínfimos y atienden poblaciones muy carenciadas",
dijo.
En
esos casos los colegios subsisten como pueden, ya que la morosidad,
aún con cuotas muy bajas, es muy alta.
Según
un estudio realizado por la Universidad Católica, la educación
primaria católica le cuesta un promedio de 456 dólares
anuales por alumno a las familias carenciadas, en tanto que la escuela
pública implica un costo para la sociedad de 608 dólares
por alumno. El informe abarcó zonas tales como Nuevo París,
La Teja, Manga, Toledo, Melilla, Lezica, Barrio Borro, Aparicio
Saravia, Cerrito de la Victoria y Casavalle. El estudio también
constató mejores rendimientos en varias materias en los colegios
católicos.
El
futuro Liceo Jubilar pretende ser un centro educativo tradicional,
pero también un lugar donde los jóvenes se formen
en oficios y puedan compartir otras actividades sociales. "Queremos
apostar a la convivencia, sin por eso bajar el nivel educativo.
Al
contrario, si el muchacho se siente en familia, con límites
marcados y en un clima cálido, rendirá lo máximo
que pueda. Así también combatiremos la deserción
que se da en esta zona", dijo el padre Basilio.
El
nuevo liceo también pretende mantener un contacto permanente
con los padres, para lo cual les entregará personalmente
los carnets con notas todos los meses, aunque normalmente esto se
hace tres veces al año.
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