INFORME | Comité de erradicación del empleo de niños presentó avances

Trabajo infantil ocupa a 50.000 niños que dejan sus estudios

Según el informe de Unicef trabaja el 4% de la población de 14 años y el 21% de los que tiene 17 años

Unos 50.000 niños y adolescentes de entre 5 y 17 años de zonas urbanas y rurales, trabajan en Uruguay, con jornadas laborales de 7 horas en el caso de los de 14 a 17 años. Los que trabajan y estudian cumplen jornadas de cinco horas lo que constituye un impedimiento para su permanencia en el sistema educativo.

Los datos fueron proporcionados en un seminario que se llevo a cabo ayer en el salón de actos del Edificio Libertad que fue inaugurado por el ministro de Trabajo Alvaro Alonso, la directora de Unicef para Uruguay, Sonia Eljach, la directora del Instituto Nacional de Menor (Iname), Stella López y el inspector Nacional de Trabajo, Alvaro Delgado. Todos son representasen del Comité de Trabajo Infantil que intenta erradicar esa práctica.

El estudio de Unicef sostiene que la reactivación de la oferta de empleo probablemente repercutiría también en el incremento de la ocupación de menores. Ello determina —según el estudio—, que no existen en el país políticas adecuadas dirigidas al tratamiento del trabajo de los adolescentes.

De acuerdo con lo datos en el seminario de ayer se planteó que el Estado y la sociedad se aboquen a adecuar el ordenamiento jurídico ya que existen leyes y decretos que contradicen los derechos de la infancia en relación a la edad mínima de empleo, la extensión horaria y las tareas nocturnas.

El informe plantea un sistema de relevamiento permanente y afirma que la poca información y la insuficiencia de datos desglosados sobre la situación de los niños constituye un obstáculo a la ejecución plena y efectiva de las disposiciones de la convención.

Los datos demuestran que ya en 1999 uno de cada cinco niños de entre 5 y 11 años de edad y uno de cada veinte de 12 y 14 años se encontraba trabajando, al igual que uno de cada cinco adolescentes de entre 15 y 17 años de edad.

En total 34.000 niños de los cuales 10.100 viven en Montevideo, 6.900 en el área metropolitana y 17.000 en el resto del país.

Ello repercutió en la inasistencia escolar ya que el 2,6% de los niños entre 5 y 11 años no asistió a ningún establecimiento educativo, tampoco el 7,8% de los adolescentes de 12 a 14 años. Entre los adolescentes que trabajan la proporción de los que no estudia es cinco veces mayor que entre quienes no trabajan.

En todo el país urbano los adolescentes con dedicación exclusiva al estudio se ubican entorno al 72%.

La proporción de adolescentes que trabajan se incrementa significativamente con el aumento de un año de edad. En el bienio 2000-2001 a los 14 años un 4% de la población trabaja, en tanto a los 17, lo hace el 21%.

En cuanto al sexo son más los hombres que las mujeres que trabajan a edades tempranas. Mientras que un 15% de varones está ocupado sólo un 7% de mujeres lo está.

La decisión de trabajar a edades tempranas depende de un conjunto de factores vinculados al origen de la familia, la valoración que éstas hacen de la educación, las redes de contactos y la situación económica del hogar.

Los hogares con bajos ingresos, monoparentales, extendidos o compuestos y con bajo clima educativo configuran situaciones desfavorables que dan paso a una mayor participación laboral de los adolescentes.

Además el 70% de los padres de los niños que trabajan, no completaron la secundaria.

Aunque los porcentajes de los niños de entre 5 y 11 años, y entre 12 y 14, en Uruguay son menores en comparación con el resto de los países de la región; no obstante, "constituye un fenómeno altamente preocupante que afecta los derechos de aproximadamente 9.300 niños que viven en áreas urbanas", señala el estudio.

En esos hogares trabaja un 13% de adolescentes, en tanto en hogares de mayores ingresos el porcentaje desciende a 8%.

Asimismo en las familias más pobres es menor la proporción de adolescentes que trabajan y estudian (3,8%) que el trabajo exclusivo (8,9%).

La forma en que se insertan en el trabajo es diferente a los adultos. La mayoría de los adolescentes son asalariados. En el bienio 2000-2001 prácticamente uno de cada cinco adolescentes trabajan por su cuenta, en tanto, aquellos que no reciben remuneración representa el 8%.

La remuneración media de los adolescentes se sitúa aproximadamente para el mismo período en $ 1.250 (valor en marzo 1997). Los ingresos por trabajo han disminuido en diez años un 18%. Esta reducción es más importante en los trabajadores independientes (36%) los que a su vez siempre presentan una remuneración media inferior.

Los adolescentes trabajan 5 horas diarias, lo que representa un obstáculo para la permanencia en el sistema educativo.

La infancia en peligro

En ciertos países asiáticos, la producción de determinados bienes logra precios muy bajos y altamente competitivos, por la escasa o nula remuneración que reciben los niños que trabajan en industrias casi como esclavos. Situaciones análogas se han dado en otras regiones del mundo. Pero ahora el problema del trabajo infantil nos escuece a nosotros, a los uruguayos.

Es verdad que no con las características reseñadas en el párrafo precedente, pero aún así, en forma dramática. Sí, dramática, porque unos cincuenta mil niños y adolescentes de entre 5 y 17 años, de zonas urbanas y rurales, trabajan en Uruguay, a menudo dejando de lado sus estudios.

Esta información procede de un seminario donde un estudio de Unicef resultó revelador.

Si bien en todo el país urbano los adolescentes con dedicación exclusiva al estudio se ubican en aproximadamente el 72% del total, entre los adolescentes que trabajan, la proporción de los que no estudian es cinco veces mayor que entre quienes no trabajan. Asimismo, el 2,6% de los niños no asistió a ningún establecimiento educativo y tampoco el 7,8% de los adolescentes de 12 a 14 años.

En un país que soporta un alto nivel de desocupación entre la población adulta, esta situación sólo se explica por razones muy tristes. Concretamente, que a los niños se les paga menos que a los mayores.

Aunque resulta difícil sondear en este terreno, el estudio da cuenta de que la remuneración media de los adolescentes se sitúa aproximadamente en $ 1.250 (valor en marzo de 1997). Cabe suponer que a los más pequeños, se les paga menos.

Vivimos en un país con normas avanzadas en cuanto a la edad mínima de empleo, extensión horaria y demás. También en un país donde la educación es gratuita desde la Primaria hasta la universitaria. Por ello se convierte en una verdadera burla a la sociedad uruguaya, la realidad laboral referida que, por otra parte, se adiciona a otra realidad, espantosa pero comprobable fácilmente: la mendicidad infantil.

Uruguay transita tiempos difíciles. A nadie le cabe duda de ello. Pero eso no puede significar que se hipoteque su futuro, al aprovechar tan malamente a las nuevas generaciones, al arrancarlas de sus ámbitos naturales de juego y estudio, de vida familiar, de existencia digna y adecuada a sus edades.

Afortunadamente, existe un Comité de Trabajo Infantil que intenta erradicar las prácticas descritas. Su esfuerzo merece el máximo apoyo, así como lo merecen quienes luchan por sacar de la calle a la infancia desposeída.