Politólogo Fernando López Alvez: un uruguayo que asesoró al norteamericano Al Gore pronostica cambios sorpresivos.

Un pensador en el siglo XXI

EX ASESOR de Al Gore que FUNDARA UNIVERDIDAD en Punta del Este SACA UN LIBRO fundamental: explica EL MUNDO después DEL NEOLIBERALISMO.

Despide el tufo clásico de los best sellers geopolíticos que entran rápidamente en la categoría de lectura obligatoria. No por novelería, sino porque desde una mente fresca y una inteligencia bien alimentada se proporcionan no sólo una nueva lectura de la realidad sino también otros instrumentos para comprender qué es lo que está pasando actualmente en el mundo y sobre todo en la región.

El politólogo Fernando López Alvez es una figura académica importante en USA, fue asesor de Al Gore, figura al frente de un proyecto universitario que se instalará en Punta del Este, pero más que ese dato lo que interesa es lo que desde fuera, y no desde este interior implosionado, hundido hasta el cuello en la recesión, alguien con la cabeza bien puesta piensa, imagina y hasta hace juicios provocativos sobre zona del mundo que parece haber caído en un agujero negro. "Sociedades sin destino, ¿es responsable América Latina?", de inminente salida en Taurus, grupo Santillana, será el tema obligatorio en los próximos días.

¿Desde qué ángulo y desde qué presupuestos fue pensado y concretado? ¿Se puede ser optimista, medianamente optimista en este castigado país? Más que un politólogo tendría que ser un augur para contestar estas preguntas Fernando López Alvez. Pero hay datos respecto a su libro que lucen como muy prometedores. ¿Es posible intentar una primera aproximación?

--El texto es una reflexión sobre América Latina y su inserción en este mundo que de pronto se ha vestido con el uniforme obligatorio de la globalización. Para eso, primero hay que hablar del mundo y luego encarar a América Latina. El libro lo que hace es plantear escenarios de futuro. Intenta exponer qué es lo que nos espera en el siglo XXI pero desde cosas muy concretas, cifras y números actualizados que yo he ido recogiendo en estos últimos dos años de una base de datos muy completa. Empezamos con los escenarios del futuro.

--Spielberg o Lucas pueden contratarlo.

--Ellos se preocupan por otras cosas, pero éstos son realmente escenarios interesantísimos. USA es el poder más grande del mundo hoy, junto con la Comunidad Europea. Después vienen Asia con China y Japón. ¿Pero qué va a suceder dentro de veinte, treinta años? ¿El mundo va a seguir igual? ¿Cuál será el rol de América Latina en ese futuro? ¿Seguirá en lo mismo?

--La gente teme que sí, tiembla y se descorazona por eso.

--Para contestar esa pregunta hay que ver cuál es la evolución de los grandes poderes. Son ellos los que deciden. ¿Qué va a pasar con USA? ¿Seguirá creciendo? ¿Qué sucederá con la Comunidad Europea? ¿Qué pasará en definitiva con China?

--De seguro China va a crecer aún más.

--Por supuesto. Está llamado en el 2040, quizá antes, a dominar el Asia, volver a ser lo que había sido en el pasado. Ha crecido a un ritmo de 6,5-7% en los últimos años. USA lo ha hecho al 3,1%, ahora el 2,8%. Esa es una diferencia significativa y alertadora. Claro que el crecimiento de USA se distribuye en la población de una manera diferente, mucho más equitativa. Tienen un enorme mercado interno y una clase media fantástica. A China le falta eso y está invirtiendo el dinero en otras cosas. En armamento nuclear, por ejemplo.

--Lo cual la puede llevar a repetir los errores de Rusia. Detrás de esos locos sueños Rusia no sólo dejó de ser una superpotencia sino que se hundió en el marasmo económico.

--Creo que es una duda muy válida. Los chinos siguen con los planes espaciales y los programas nucleares, en parte porque sobre esas cosas fundamentan sus sueños de superpotencia, pero a la vez han mirado con mucho cuidado el ejemplo ruso y han percibido aterrados lo que sucedió en el 92 y el 93. El ejemplo ruso es un error que no quieren repetir. Por eso la Perestroika de ellos, si se la puede llamar así, es mucho más controlada. No ha habido un proceso de desintegración acelerada como se dio en Rusia. El Partido se las ha arreglado para comandar el proceso de reforma. Si Ud. ve las cifras del miembro del Partido Comunista comprobará que han bajado un poco, pero no sustancialmente, y sigue fuerte en las provincias, en las áreas rurales. Han podido controlar el cambio y muestran una flexibilidad muy grande para atraer a la juventud. Los yuppies, los profesionales jóvenes se han integrado al partido. Incluso los líderes partidarios son mucho más modernos de lo que eran antes. Yo creo que evidentemente en determinando momento el Partido se va a desintegrar y aparecerá otro tipo de coalición de fuerzas.

CULPA FUERTE

--El libro parece preguntarse expresamente sobre la responsabilidad latinoamericana en el futuro.

--Es que esa es una enorme preocupación latinoamericana, especialmente en los países del Mercosur. No saber hacia dónde se va. El de México es otro problema. En estos países australes el destino final del barco es por lo menos confuso. Hay casos como en la Argentina que no se sabe siquiera quién es el capitán del barco. En otros casos se sabe quién es el capitán, pero el capitán no le dice a los tripulantes adonde va. Es como si guardara un secreto. Por otra parte insisto en el futuro porque el futuro es algo que se construye en el presente, aquí y ahora, no una entelequia que germinará después, como salida de la nada.

--Y el sentimiento de responsabilidad, por acción o por omisión, es muy fuerte en América Latina, es cierto.

--Hay anécdotas muy jugosas en el libro respecto al cambio de mentalidad. La mentalidad ha cambiado de una manera increíble, aunque haya gente que todavía no lo advierta. Le aclaro que es un libro optimista. No tiene una visión apocalíptica de las cosas porque las cosas no van a ser apocalípticas aunque esa imagen pesa tanto ahora que parece una segunda atmósfera. Yo creo que hay un cambio de mentalidad en la dirección correcta. En una encuesta de opinión hecha en la Argentina en mayo de 2002, sobre 380 casos, se hacían las siguientes preguntas: ¿Quién tiene la culpa de la situación actual? ¿Un poder externo, USA por ejemplo? ¿Una institución externa, el FMI o el Banco Mundial por ejemplo? ¿La clase política? ¿O finalmente el país tiene la culpa de lo que pasa? El 82% contestó que el culpable era el país.

--También el país, pero demoraron mucho en darse cuenta: el famoso "cada país tiene lo que se merece". ¿Pero se saca alguna conclusión inteligente de lo que pasa?

--Esa encuesta más o menos similar se ha hecho en otros lados. Y la culpa se dirige hacia la dependencia, el capitalismo, la culpa que siempre tiene el otro. No me gusta la palabra culpa, prefiero la responsabilidad. Los argentinos parecen haber asumido la responsabilidad.

--¿Y qué sucederá con el futuro latinoamericano?

--Tiene que ver con cosas que sucederán en el continente y con mucha otra cosa que acaecerá afuera. La globalización plantea esta distribución de roles. El libro describe cuáles son los casos que importan y cuáles no, se ocupa de lo que sucede afuera. Y también da ejemplos de cómo en similares situaciones de disociación social y problemas culturales parecidos América Latina ha podido salir adelante. Pero lo que aqueja al continente además de la coyuntura económica desfavorable es la pérdida de la mística. Como sociedad no tenemos mística, como alguna vez la tuvimos. Y por mística me refiero a un proyecto de futuro.

--Como el que desde el XIX parece dinamizar a los Estados Unidos.

--Exactamente, un proyecto de futuro que comprometa a la sociedad entera. Hay algunas incluso que piensan tener un destino manifiesto. No llego a analizar esos extremos. Pero los americanos han pensado que lo tienen, por supuesto. Y también los alemanes. Y no son los únicos.

--Seguramente América Latina no lo tuvo nunca.

--Ha sido muy ambivalente desde el principio en cuanto si tiene o no un destino manifiesto. No existe como idea, con excepción de las culturas con mucha influencia indígena como pueden ser México o Guatemala. Pero es por la influencia precolombina no por lo que trajo el conquistador. Países como Uruguay y Argentina, de matriz migratoria, no heredan la misión de fundar un país. Aunque hubo períodos de mística, como pasó en la época del primer batllismo, pero eso se perdió.

--¿Puede un país vivir sin mística, o sólo se sobrevive?

--¿Puede la sociedad latinoamericana salir adelante sin tener un proyecto colectivo de futuro? ¿Puede una democracia funcionar sin ese proyecto de futuro que hable de metas sociales comunes? ¿Puede la democracia ser representativa en estas condiciones? Se hicieron encuestas en Argentina y Venezuela respecto a la siguiente pregunta: ¿Ud. piensa que le debe algo al Estado? El 96% contestó que no.

MIRADA AJENA

--Es que miran al Estado desde los ojos de un huérfano.

--Algo así. Después le preguntamos si sabían cuáles eran sus deberes. Otra vez el 96% contestó conocer sus deberes, sólo que pensaron no deber nada al Estado. Saben cuáles son sus deberes pero no los obedecen, no los llevan adelante.

--¿Ud. no piensa que ahí se da una gran confusión entre el Estado y la política. Como que el Estado y la política son la misma cosa?

--Claro, es exactamente así. Va por ese lado. Es una decisión de rebeldía. No hacen lo que se les manda o lo que se les pide porque a su juicio no han recibido nada a cambio. Y han recibido, sin embargo.

--Volviendo a sus planteos, ¿qué es lo que le espera a América Latina?

--Yo pienso que hay cambios en los mercados internacionales que van a beneficiar a América Latina. Hablo sobre todo de las sociedades exportadoras de bienes agropecuarios, lugar que ocupan Uruguay y Argentina, y que países como México y otros han sustituido por el rol de productos de bienes manufacturados. O exportaciones más diversificadas.

--Como el caso de Chile.

--Como el caso de Chile. Uruguay y Argentina han visto como desde los 30 y los 40 los precios de los productos agrícolas se han ido desplomando. Yo creo que se llegó al fondo de esa caída. Y el tope tiene que ver con dos cosas: el aval proteccionista de USA con respecto a sus bienes agrícolas va a cambiar. El libro predice que esto va a cambiar. ¿Por qué? Creo que el mercado protegido agrícola norteamericano va a caer. Y que Uruguay y Argentina tienen una gran oportunidad para meterse dentro de ese mercado. Pienso que en Europa va a suceder algo similar. El mercado agrícola europeo se va a abrir. El problema es que ahí yo no creo que América Latina tenga tantas oportunidades.

--¿Por qué vaticina esos cambios, aparte de las declaraciones poco oficiales que USA y el Mercado Común Europeo han hecho al respecto?

--Por cosas más profundas. Son cosas que tienen que ver con las corrientes migratorias, con cambios políticos dentro de USA que van a cristalizar en 10 años. Yo creo que esos cambios van a beneficiar a esta parte del mundo. Por lo menos por el lado de las exportaciones.

--¿Y qué pasará en el resto del mundo?

--A eso iba. Yo creo que va a haber oportunidades en términos de otros mercados. Le doy el caso concreto de Medio Oriente que América Latina tendrá que tener muy en cuenta. Y es una cosa que no figura en su agenda. Los mercados de Medio Oriente se están abriendo y se van a abrir más todavía. Y lo mismo sucederá con Asia Central después que Afganistán salga de su crisis económica y se descuenta que saldrá. Esas regiones necesitarán las cosas que Uruguay y Argentina tienen.

--Otra vez la carne y el trigo.

--No necesariamente sólo eso. El agua es un bien fundamental del que todos carecen. El país de esa región con reservas es Turquía, y ya tiene problemas para autoabastecerse. Israel era uno de los países que vendía agua y ahora la importa. Yo creo mucho que el agua es fundamental. Acá tenemos reservas enormes de agua y creo que ahí pueden estar algunas de las grandes industrias del futuro, si es que se cuidan las reservas. Pero también está el producto agrícola fresco. Por ahora Israel lo exporta, pero no lo va a poder hacer por mucho tiempo. Además en 30 años de pronto Israel no exista más como Israel. Es algo que el libro también predice.

--Es toda una noticia.

--Simplemente por una cuestión demográfica. Si uno mira la demografía, que es lo que a los israelíes le tienen realmente miedo, ese factor juega en contra de ellos. Son 5 millones y algo. Y no aumentan. Los palestinos y los árabes aumentan tres veces. El israelí tiene 1 o 2 hijos, que ese también será un problema norteamericano y desde hace años es un problema uruguayo. La zona que rodea a Israel en cambio, vive en permanente explosión demográfica. Entonces, simplemente por una cuestión de números, o Israel tendrá que abrir sus puertas o los palestinos van a tener que aprender a establecer un acuerdo. La demografía va a resolver ese problema político. Y ese es un mercado, el de toda la zona, que América Latina debe cuidar.

--¿Y qué pasa con los otros proveedores?

--El problema grande sería que China se interesara en ese mercado como exportadora de productos agrícolas. Pero China va en otra dirección. China está tratando de salir del corset de los productos agrícolas.

--Eso demuestra las ambiciones de China, pero también señala nuestras propias limitaciones. ¿No tendrían Uruguay y Argentina que escapar también de ese corset?

--Por eso el libro explora los cambios de mentalidad que tiene que haber en América Latina y analiza sobre todo la influencia del neoliberalismo. Yo creo que el neoliberalismo en América Latina entró en una fase de declinación. En los próximos años veremos una declinación mucho más grande del neoliberalismo ortodoxo que ha funcionado en estas latitudes. No sólo porque no ha dado resultados, que no los ha dado, sino porque tampoco ha generado un proyecto nacional, ni viable ni visible. No ha generado la filosofía siguiente: "Bueno, ahora las cosas andan mal, me ajusto el cinturón, aguanto y espero a que las cosas mejoren". Esto es el paso previo a una solución, a una recompensa que vendrá después. ¿Qué es lo que esperamos que venga después? ¿Qué clase de esperanza esperamos que venga después? ¿Qué tipo de sociedad esperamos que venga después? ¿Qué tipo de país nos espera después de todos estos ajustes? ¿Qué vendrá como transición después de esta transición que lleva más de cuatro años?

MAS DISCUSION

--Un libro que habla del mundo después de la globalización, ¿qué dice de las ideologías?

--Es un buen punto. El libro se detiene en este punto. Si Ud. mira las antiguas ideologías latinoamericanas, inclusive las tradicionales, las marxistas o el populismo, todas estas ideologías fueron en un momento cruciales para el desarrollo de América Latina, sobre todo en el caso del Cono Sur.

--Está el caso del peronismo, por ejemplo.

--Estemos de acuerdo o no estemos de acuerdo, no importa, allí había un proyecto de futuro, había una mística de coparticipar en una causa más grande. Había una recompensa de futuro, una zanahoria al final del palo. Ahora no hay nada de esto. Y la pregunta grande es: ¿existe una incapacidad política de generar este tipo de expectativas o eso es una consecuencia lógica de la adopción del neoliberalismo como doctrina? ¿Puede el neoliberalismo generar una visión de futuro indispensable para que un país exista?

--¿Qué va a pasar con las ideologías concretamente?

--En el siglo XX pasó una cosa muy paradójica. A Fukuyama se le atribuye la paternidad de la idea: el fin de la historia. No dijo eso, precisamente. Se la sacó de contexto y se lo desvirtuó. El dijo que habían acabado los ismos, como el comunismo, el marxismo y que el venir el neoliberalismo se llegaba al fin de la historia porque esa era la ideología dominante de la globalización. La del último hombre. No habló del fin de la historia.

--¿Qué es lo que pasa ahora?

--Se habló del fin del pensamiento mágico, justo en esta época de realidades económicas en donde lo único que importa son la Bolsa, si suben o bajan las acciones, si un país se ajusta o no a la globalización y cuán rápido un país pueda reaccionar a un estímulo económico. Eso es lo que importa más. Si Ud. reacciona rápido le va bien, si Ud. reacciona lentamente, le va mal. Lo que se recompensa entonces es la rapidez de la reacción a los estímulos del mercado y el parámetro universal parece ser el neoliberal. Pero ese fue el sistema de castigos y recompensas que se implantó urbi et orbi a partir del 92 cuando empezó la globalización y se nos dijo: Se cayó el mundo comunista, se cayó el Muro de Berlín, cambió el mundo. Y la verdad es que cambió pero trajo cosas diferentes. Estamos en un momento 10.000 veces más complejo que el de la Guerra Fría, mucho más difícil, con más opciones, más caro, más embromado, más intrincado con mecanismos que los superpoderes no entienden muy bien y conocen peor. En el mundo anterior había un mundo dividido, con un acuerdo tácito y explícito entre los dos poderes. Y lo que pasaba en cada parte del mundo se monitoreaba cuidadosamente desde las dos partes.

--¿Qué sucede ahora?

--Ahora no hay monitoreos, no hay un acuerdo entre los poderes. Todo el mundo está en los mismos clubes como los llamo yo: el club del armamento nuclear, el del mundo financiero, el del punto com. Son clubes selectos donde unos países están y otros no. Estos clubes y estos socios cambian todos los días. No es como cuando la URSS y el bloque occidental se dividían el planeta. Ahora son clubes muy volátiles, donde los socios entran y salen, y los que no están quieren ingresar y como pasa con India y Pakistán, aunque le nieguen el acceso los países nucleares en realidad le hacen el testeo armamentista y esas pruebas terminarán apurando sus respectivos ingresos. O sea que a mí me sorprende que se diga que es el fin de las ideologías cuando se vive un mucho más complejo, más absorbente, menos manejable y del todo desafiante.

--Que necesita de ideologías para explicarse.

--Claro. En el mundo actual debe haber más ideologías, más variedad de ideas, más variedad de doctrinas. Y más que nunca la gente necesita lo que se llama magia, una mística de la cual agarrarse para creer en algo.

--Eso que pasa con las religiones.

--Lo que pasa. Fíjese que en Texas y en Arizona están los templos budistas más grandes del mundo. Y que el 16% de la población chilena es protestante. Para no hablar de las neoiglesias que se mueven a nivel local. Justo cuando se pensaba que esas eran cosas primitivas decapitadas por el positivismo, las religiones vuelven. Es que la gente busca algún mensaje, algo que la sostenga fuera del mercado de valores. El mercado de valores no tiene mística ninguna. Y ahí radica un problema de los políticos contemporáneos. Ahí se armó la distorsión de lo que dijo Fukuyama. Se terminó el mundo anterior, se dijo, y viene un mundo sin historia. Llegó el fin de la historia, se dijo como eslogan. En realidad es al revés: se está al principio de una historia mucho más complicada, donde las ideologías no han muerto sino que han renacido con más fuerza que nunca, y donde ya no existe un mercado ideológico con grandes polos dominantes que mandaban sobre la Guerra Fría.

--¿Qué es lo que existe?

--Se lo aclaro bien. La gente cree que en la globalización lo que existe como ideología dominante es el neoliberalismo. Y sí, es la dominante en los círculos financieros del poder, y en lo que tiene que ver con una política exterior de USA que empezó con Clinton y que todavía impera. En ese sentido sí es dominante. Pero hay ideologías de rebelión con esto, existen contraculturas. Entonces es un mundo mucho más complejo, más caro de mantener, mucho más difícil de estar informado aunque se crea lo contrario. Mire lo que pasó con Afganistán y con Bin Laden. Sobró información pero faltó conocimiento. En el espacio pupulan los satélites pero el buen dato lo proporciona en voz baja el vecino de al lado. En pleno siglo XXI. Los superpoderes no saben todo. El libro destaca la complejidad de este mundo, el rol que va a tener en él América Latina, que tiene como flaqueza su mayor fortaleza. Tiene estados débiles, está fuera de la carrera armamentista, le faltan guerras en serio. Convulsionada y todo vive en paz. Resultado: los que mandan se preocupan por mirar los escenarios realmente agitados, en donde se juegan los grandes intereses. ¿No vio la rapidez con qué se actuó en el paquete de rescate de Turquía?

--Un escenario estratégico si lo hay.

--Realmente. Pero las estrategias cambian. Y el rol de América Latina pasa por otro lado, por suerte.