URUGUAY | DIO TODO, EL MAXIMO, DESARROLLANDO LOS DOS CONCEPTOS BASICOS DEL FUTBOL, QUE SON DEFENSA Y ATAQUE, PERO NO ALCANZO
UN PASO ATRAS

Tras la ausencia en dos ediciones, los celestes ni siquiera pudieron repetir lo de 1986 y 1990

SUWON | JORGE SAVIA

Siempre fue igual. Por un lado, personal, profesional, resulta gratificante, y por otro, más emparentado con las raíces, con el ser nacional que todo el mundo lleva grabado en el alma, es lamentable.

Es así. Seguir --como uno tiene la fortuna de seguir-- en el Mundial, después que se fue Uruguay, cuando Uruguay quedó eliminado, viene a significar algo así como un ejercicio mental parecido al del sicoanálisis.

Esto es: luego de la partida de los celestes, y en los lugares y situaciones que ellos estuvieron antes, como ser en los centros de prensa, en los partidos, en los estadios, uno no precisa al sicólogo para echarse en el diván y preguntarse una y otra vez "¿por qué?, ¿qué nos faltó?, ¿en qué fallamos?, ¿fallamos en algo o sólo fue que resultaron mejores los adversarios?".

Es decir: se compara. Con cada equipo que se ve. A cada paso. ¿Qué tienen los demás, los que continúan, que no tenga Uruguay, que ya está en casa?

Para empezar, algo que uno viene pensando --y escribiendo--desde México 86, hace 16 años: futbolísticamente, somos lo que somos, estamos donde estamos, y los errores, omisiones, o cosas que se pueden hacer diferentes, son de carácter secundario, no fundamentales, a efectos de la obtención de los resultados finales, que es lo realmente importante.

Un cambio que no se hizo, uno que se hizo pero fue tarde, un jugador que está en la lista y no debió ser citado, como otro que no lo llamaron pero tuvo que ser convocado, aunque --como ocurrió, una vez más, para este Mundial-- en ninguno de los dos casos se trataba de un futbolisa que estuvo o estaba entre los titulares.

Nada de eso le hace a la cuestión de fondo, que es que vamos cada vez más para atrás, sin que esto signifique que lo de esta selección que jugó en Corea y no llegó a Japón haya sido un fracaso, porque fracaso es cuando un equipo --o alguien-- rinde por debajo de sus posibilidades. Y si para muestra basta un botón, lo de Uruguay quedó patente ante rivales como Dinamarca y Francia: frente al primero echó el resto atacando, y contra el segundo hizo otro tanto --aunque contragolpeó con verdadero sentido atacante-- tratando de defender el cero en su arco. O sea: dio todo, el máximo, dejó el alma en la cancha, desarrollando los dos conceptos básicos del fútbol de todas las épocas, que son defensa y ataque, pero en ningún caso dio abasto, para lograr --al menos-- un resultado que a la postre le hubiera permitido tener chance de clasificarse. Ante Dinamarca, el empate. Frente a Francia, la victoria.

Muy pocas veces --por no decir nunca-- Uruguay consigue hacer las dos cosas a la vez, con el equilibrio y el balance que son necesarios en el fútbol de los tiempos actuales. Si defiende, no ataca. Y si ataca, como lo hizo ante Dinamarca y en el primer tiempo ante Senegal, le cuesta cubrirse la espalda, por no decir que se regala. Gráficamente, ya lo dijo Púa --irónicamente para con su interlocutor, aunque con su sensibilidad acostumbrada, sin herir a nadie--que "nosotros tendríamos que jugar con 12".

Para el gran nivel que supone llegar a estar entre los 16 mejores equipos del mundo, salvo que toque un grupo "bollo" como el que --¡cuándo no!-- ligó Brasil, o como el que tuvieron la suerte que les tocara a los paraguayos, que se jugaron la vida ante Eslovenia, que perdió de local con los celestes el año pasado, hay que tener --aún con modestia-- un poco de todo. O, si no, mucho de algo. Y esta selección, como todas las anteriores de los últimos años, no representó ninguno de los dos casos. Dio todo lo que tenía para dar. Y no bastó. Pero no alcanzó por eso, no por factores que siempre resultan de más fácil consumo para la polémica, pero que son verdaderamente secundarios.

En el marco del sicoanálisis, entonces, el diagnóstico es que aún dando el máximo, vamos cada vez más para atrás. Estamos cada vez más atrás. A despecho de ese casi épico segundo tiempo ante el vicecampeón de Africa, está históricamente y estadísticamente comprobado. Estaba bien pensar que había que venir al Mundial a tratar de llegar lo más lejos posible, y a disfrutarlo más que nada, después de haber estado ausentes durante dos ediciones y doce años, pero lo real, lo cierto, es que en el 86 y en el 90 Uruguay quedó eliminado en la segunda ronda, y acá no pasó la primera fase.

¿El remedio para este mal que surge del sicoanálisis? Hay mucha tela para cortar en el Mundial. Hay, por tanto, mucho tiempo para sicoanalizarse. Quedan otras sesiones por delante. Pero de esta primera consulta surge que lo de Corea y Japón 2002 para Uruguay fue un paso atrás. No será un fracaso, pero es lamentable.

Un balance bien celeste

Diego Forlán se ganó un lugar en el equipo del futuro. Fue despedida mundialista de Darío y el "Chengue"

SUWON | JORGE SAVIA

Análisis individual

Terminó el Mundial para Uruguay. Ya fue, como dicen los botijas hoy en día. Por eso, tal vez, llegó la hora de hacer un balance. Un repaso de cada uno de los protagonistas. De las diferentes actuaciones que le cupo a los celestes que desfilaron por Corea-Japón portando la bandera de la ilusión. Hubo confirmaciones. Algunas "ausencias" y un mensaje alentador de cara al futuro. Es un plantel joven, que tiene mucho por recorrer.

El camino mundialista comenzó frente a Dinamarca. Después llegó nada menos que Francia, el campeón del mundo. Y en la recta final, apareció Senegal. Una de las sorpresas que dejó esta primera fase.

Uruguay tuvo altibajos, claro. También sus jugadores. Y por ahí puede estar la explicación de la eliminación. Porque a los celestes --como a casi todos los equipos del fútbol uruguayo-- les faltó continuidad, regularidad, un rendimiento parejo de principio a fin.

Se terminó el Mundial. Se cerró una etapa. Con luces y sombras, es cierto, pero quedó la experiencia que habrá que aprovechar cuando la pelota comience a rodar pensando en lo que vendrá: en el Mundial de Alemania en el 2006.

MI OPINION
Balance celeste (I)

JORGE DA SILVEIRA

La gran reacción uruguaya del segundo tiempo ante Senegal ya quedó atrás. No alcanzó para clasificar para octavos de final aunque permitió cosas que hacía mucho tiempo no se daban. Hacía 48 años que no se anotaban tres goles en un Mundial, desde la histórica victoria ante Inglaterra en Basilea 4 a 2. La última vez que se convirtieron dos tantos fue en México 70, cuando se venció a Israel 2 a 0. Hacía años que no se oía a espectadores extranjeros corear al nombre de Uruguay como muestra de admiración por la rebeldía, la garra, el fútbol, que permitieron remontar el 0-3 hasta empatar y tener todo para ganar a una Selección de Senegal arrasada en la etapa final.

Pero Uruguay tardó mucho en darse cuenta de sus posibilidades. Cometió errores en la conformación del plantel, del equipo, en los cambios, faltó funcionamiento colectivo, regularidad en el desempeño, hubo bajos rendimientos individuales y solo cuando se vio tres goles abajo apeló a Forlán, que nunca había jugado antes, a R. Morales, encaró con espíritu ofensivo el encuentro y jugó como hacía tiempo no lo hacía.

Ese segundo tiempo es una muestra de lo que se debe hacer en el futuro, de la misma forma que lo anterior es lo que se debe evitar de aquí en más.

Uruguay jugó mal y perdió bien ante Dinamarca. Lo que más molesta es que se cayó por graves errores propios y que el tanto del triunfo llegó cuando el rival estaba muy cansado y hacía tiempo. En defensa se marcó mal. En el primer tiempo el rival penetró siempre por las bandas. Por la derecha todo siguió igual. Méndez confirmó que no está para jugar un Mundial. D. Rodríguez mejoró mucho, mostró su clase y así superó su falta de condición física. Hasta hizo el gol que empató el encuentro circunstancialmente. Los zagueros centrales fallaron en los dos goles, en especial en el segundo. Montero rindió bien en el resto, pero dejó cabecear a Tomasson solo. En el medio, solo P. García se debatió con gran entereza pero no alcanzó. Varela y Guigou tuvieron mal desempeño y allí mandaron los dos rapados daneses. En ofensiva no hubo desbordes toque, encaró muy poco y sin confianza Recoba, se abusó de pelotazos frontales y se falló por Silva en las jugadas claras de gol que se dieron al comienzo. Abreu esperó siempre la falla rival que no se dio. Los cambios fueron tardíos y mal hechos.

Ante Francia se mejoró en defensa al cambiar el sistema y entrar Lembo y M. Romero. Si bien Sorondo no actuó bien, puso temple y realizó providencial salvada al final. En la zaga Montero fue el mejor y Lembo tuvo buen desempeño hasta que en la etapa final cometió un par de errores por su excesiva confianza. El mediocampo mejoró tras los quince minutos, en los que no pudo con el toque, velocidad y precisión de Francia. En ofensiva, siguió faltando desborde, hubo algo más de toque y profundos pases que crearon situaciones de gol. Pero se definió mal casi siempre y no se ligó en un par de ocasiones. No se aprovechó el hombre de más que se tuvo desde el minuto 23. Si bien Francia no vio resentida su estructura pues el expulsado fue un punta, se pudo arriesgar con otro hombre de ofensiva más agresivo, veloz y profundo, como Forlán, ya que se podía tener un marcador menos. No se hizo y fue aun peor, pues cuando salió D. Silva se puso a Magallanes, lo que le quitó velocidad y sorpresa a la ofensiva. Se perdió así una oportunidad histórica de vencer al Campeón del Mundo.

En el primer tiempo contra Senegal hubo graves fallas defensivas en los tres goles, más allá de lo errores referiles que llevaron a cobrar un penal que no fue y en el tercer tanto a no sancionar el fuera de juego. En ofensiva siguió faltando el desborde por derecha, la profundidad y el discernimiento a la hora de definir o de colocar el último pase. Casi no se llegó en acciones de pelota en movimiento.


MI OPINION

Balance celeste (2)

JORGE DA SILVEIRA

Es bueno realizar un análisis de los futbolistas celestes al cabo de los tres partidos en el Mundial 2002, tras haber referido ayer a la actuación del equipo en los mismos.

Carini no estuvo bien en el primer partido ante Dinamarca. No salió nunca pese a la cantidad de cabezazos daneses cerca de nuestra valla. Tampoco estuvo feliz en el segundo gol, en el que nada intentó. Ante Francia y Senegal mostró toda su clase y sus condiciones para el puesto. Lo perjudicó mucho la escasa competencia que tuvo.

En la zona de zagueros, Méndez solo disputó el primer partido, en el que evidenció que no está en condiciones de intervenir en un certamen de esta exigencia. Fue claramente superado en todo sentido. Montero falló en el segundo gol de Dinamarca, rindió muy bien contra Francia y tuvo errores decisivos contra Senegal, impropios de un jugador de su experiencia. Le pasa muy a menudo en la selección. Sorondo reaccionó luego de flojo comienzo ante Dinamarca, no anduvo bien frente a Francia aunque luchó siempre y estuvo poco en la cancha contra Senegal. Los errores allí no fueron de su lado. Lembo entró en el segundo partido, en el estuvo bien hasta que en el segundo tiempo cometió dos errores por exceso de confianza. No jugó bien ante Senegal en el primer tiempo y en el segundo mostró su clase siendo importante en la reacción. D. Rodríguez, pese a su falta de forma física, fue de lo mejor. Mostró clase siempre. Superó el mal comienzo en el primer tiempo ante Dinamarca, hizo el gol, rindió bien contra Francia y fue de los que lideró la gran reacción espiritual y futbolística ante Senegal.

En el medio, el mejor de nuevo fue Pablo García, aunque sin jugar como lo hiciera en la Eliminatoria. Sintió la falta de competencia y de compañeros que le ayudaran a luchar contra rivales poderosos, en especial ante Dinamarca. Frente a Senegal fue el que llevó el estandarte de la gran reacción. Ratificó su clase. Varela no justificó su titularidad. Le pesó su debut en un Mundial. Careció de la confianza necesaria para desbordar como sabe y puede por su potencia física. No gravitó en ofensiva más que en algún momento ante Senegal y no fue mucho lo que mostró en defensa. Guigou no anduvo bien cuando actuó ante Dinamarca. Marcelo Romero estuvo muy lejos de mostrar lo que otras veces exhibió con la celeste. En esa zona ingresó Diego Forlán en el último cotejo y fue gran figura. Hizo un golazo, estuvo a punto de convertir otro, jugó bien todos los balones, impuso velocidad y criterio. Demostró que los que lo pedíamos teníamos fundamentos. Ante Francia debió ingresar en el tiempo final. Mucho más cuando salió D. Silva y se quedó el equipo sin velocidad ni profundidad.

Adelante, D. Silva mostró muy poco. Contra Dinamarca tuvo claras oportunidades de gol en los minutos iniciales y no supo definir. Lo mejor suyo fue en el primer tiempo ante Francia. Luego debió ser expulsado y fue sustituido. Contra Senegal fue el peor. Remató en el primer tiempo sin ángulo cuando estaba solo Abreu en el primer palo y perdió un gol hecho tras pase de Recoba en el tiempo final. Le faltó clase. Abreu no hizo nada en el primer partido. Contra Francia luchó más y se movió pero sin éxito. Lo mejor lo aportó contra Senegal, hizo un par de pases buenos y estaba solo cuando no lo habilitó Silva. R. Morales hizo más que los otros dos, en especial en el último partido. Metió el primer gol, casi hace el segundo de cabeza poco después, forzó el penal, las peleó todas, les faltó el respeto en el buen sentido a sus rivales. Con García y Rodríguez fueron claves en la reacción celeste que casi nos clasifica ante Senegal.

MI OPINION

Balance celeste (3)

JORGE DA SILVEIRA

Nunca se le dio tanto a una selección como a ésta, que disputó primero la Eliminatoria en Sudamérica, luego la repesca contra Australia y ahora el Mundial. La historia marca siempre reclamos de todo tipo realizados por los técnicos y en especial los jugadores por falta de comodidades y facilidades para realizar su tarea. En un país como el nuestro en el que no sobran los recursos económicos, muchas carencias son entendibles, aunque otras se debieron a falta de previsión, imaginación y organización.

En esta ocasión se brindó lo que nunca. Empecemos por la afición, que apoyó en forma conmovedora durante toda la Eliminatoria, mucho más que lo que mereció el plantel por lo que jugó y retribuyó con gestos de gratitud a su gente. A este plantel por influencia de sus referentes, Montero, Méndez, Silva y Magallanes, le cuesta enormemente saludar en la cancha y afuera de ella. Las demostraciones de agradecimiento fueron mínimas en el campo siempre. Ni hablar afuera del mismo. La situación es aun más irritante cuando se está en el exterior. Quienes viajaron desde nuestro país siempre tuvieron dificultades para conseguir un autógrafo. Mucho más una foto. Pocos fueron los que saludaron en el lobby del hotel a quienes llegaron desde tan lejos. Más molestó a quienes viven en el exterior y viajaron, por amor a su país y a la celeste, con la ilusión de recibir ese saludo de quienes eran sus ídolos a la distancia y que dejaron de serlo por su mala educación y su insensibilidad. Apenas Abreu, R. Morales, Forlán, De los Santos y D. Rodríguez, 5 de 23, tuvieron muestras de sensibilidad. En la lejana Corea hubo banderas varias y más gente de la esperada en las tribunas. No se les fue saludar cuando se entró al campo, de la forma en lo que lo hicieron los demás equipos.

La AUF hizo todo lo posible porque nada faltara. Lo resolvió el Consejo Ejecutivo y lo realizó con gran eficiencia el Gerente Deportivo, Osvaldo Giménez, quien trabajó muy bien con la gente de Tenfield, que mucho colaboró en lo relacionado con la obtención de los jugadores el mayor tiempo posible antes de los encuentros por la Eliminatoria y el mismo Mundial.

Ningún equipo de los diez de América dispuso de sus futbolistas tanto tiempo como Uruguay. Se trabajó con orden y tiempo. Se cultivó una muy buena relación con los técnicos y managers de los clubes donde había jugadores de selección, tarea en la que también tuvieron que ver Púa y Gesto.

Ni hablar de las comodidades brindadas. Se viajó en avión en clase ejecutiva o primera, se tuvieron siempre hoteles de la mejor calidad, todas las previsiones en materia de comida, la tranquilidad necesaria antes de los partidos, vuelos charters cuando fue necesario para llegar con tiempo suficiente y a las horas más convenientes a los lugares donde se debía jugar.

Surge de todo lo dicho que se contó con todos los elementos. La responsabilidad total corrió por tanto por cuenta de los técnicos y los jugadores. Por testimonios de primera línea, confirmados por el propio técnico, Púa recibió el respaldo total de Figueredo y Nelson Gutiérrez por el lado de Tenfield, centro de poder indudable, para actuar según su leal saber y entender en materia de citaciones, formación del equipo y cambios, como debe ser. Por trascendidos, esa promesa solo se violó en el caso Fonseca, en el que se le pidió por Casal que lo probara hasta último momento para ver si podía ir a Corea.

Si alguna influencia hubo fue mucho más por autocensura que por presión directa.