EL SECRETARIO GENERAL
DE LA OEA ESTUVO EN MONTEVIDEO Y LE DIO UNA ENTREVISTA EXCLUSIVA
A DOMINGOS DE EL PAIS. SE HABLO DE TODO
Déficit educacional es el centro de la violencia
La tenacidad y la influencia
de Rafael Sardá hicieron posible que el ex Presidente de
Colombia, César Gaviria, aceptara un diálogo en torno
al candente tema de la violencia.
MIGUEL
CARBAJAL
Gaviria, cuando usted
hizo su exposición en B'nai B'rith planteó un tema
casi de confrontación. Dijo que los países tienen
que tener déficit cero pero que ni siquiera eso les asegura
el desempleo ni el crecimiento económico. ¿Cómo
se puede salir de esa encrucijada?
--Bueno, hay una manera
de salir de ese embudo, pero es muy difícil y los latinoamericanos
no hemos podido conseguirlo. Y es que uno puede tener déficits
más altos que cero pero tiene que desarrollar un bajo endeudamiento.
Lo que no puede pretender es tener un alto endeudamiento y un déficit
considerablemente creciente, porque eso genera enormes desconfianzas
en el mercado. Desde que explotaron las crisis económicas
a comienzos de los Ochenta quedó claro que uno de los grandes
problemas que existen en América Latina es la falta de ahorro.
Tenemos muy bajas tasas de ahorro en el continente y ese es un problema
no resuelto. Es un problema que nunca lo hemos resuelto, siempre
lo hemos postergado y no instrumentado. Es como si no se lo visualizara
como un problema, cuando lo es realmente. O como si se lo visualizara,
pero está tan fuera de las posibilidades el solucionarlo
que ni se lo toma en cuenta. Quizá porque es la derivación
lógica del problema inicial de gastar más de lo que
se tiene. En esas condiciones no hay ahorro posible. Muchas de las
dificultades que nos persiguen y que por lo general nos alcanzan
tienen que ver precisamente con eso. Las bajas tasas de ahorro y
las altas tasas de endeudamiento nos vuelven enormemente vulnerables.
--Usted señaló
en la B'nai B'rith una especie de causa capital de esos problemas:
la ineficiencia. La existencia de un estado ineficiente. Ese es
un problema latinoamericano pero fuera de los países desarrollados,
¿no parece más bien ser un síndrome mundial?
--Es un problema más
bien mundial pero tiene características muy nítidas
en América Latina. En muy pocas otras regiones el Estado
ha crecido más, con excepción de lo que sucedió
en los países que cayeron bajo el régimen comunista.
En el resto del mundo que tiene valores occidentales, el Estado
no creció tanto o creció de una manera más
eficiente. El Estado asiático no tiene las mismas características
del Estado latinoamericano. Y en general países como Japón,
Corea, Taiwan y Tailandia tuvieron la capacidad de armar un estado
más eficiente y fueron más exitosos en sus planteamientos.
Pero eso no sucedió en América Latina.
--Dr. Gaviria, se sale
del tema económico y se pasa al de seguridad por razones
obvias. Usted mismo dijo que nunca hubiera pensado estar hablando
de seguridad como eje prioritario en su encuentro con los responsables
culturales de América. Pero hablar de seguridad tiene un
valor especial porque usted proviene de un país donde la
violencia y la falta de seguridad han sido casos paradigmáticos.
Colombia lleva varios cuerpos de ventaja en ese mal sentido. ¿Usted
cree que los sucesos acaecidos el fatídico 11 de setiembre
pasado, terminarán formando, después que se solucione
el problema central en Afganistán y alrededores, una nueva
conciencia en ese sentido? ¿Y que por ese camino se acceda
a una solución general y no sólo a problemas puntuales
que en el continente se pueden acotar a lo que pasa en Colombia
o lo que sucede en Ciudad del Este? Se sabe que en muchas otras
partes hay problemas muy serios de falta de seguridad y de violencia.
--Yo creo que sí.
Desde luego que en el caso de Colombia está referido básicamente
a que el Estado no tiene suficiente capacidad para ejercer el monopolio
de la fuerza. Y también a que Colombia vive un problema de
marginalización muy prolongado. Gran parte de su población
durante décadas ha sido muy marginalizada.
--Desde el punto de
vista económico.
--Desde el punto de
vista económico y por esa vía se pasa al resto de
los aislamientos. Y eso se presta mucho para que los valores de
la gente, sobre todo de la juventud, terminen siendo valores un
poco antisociales y un poco ajenos a los valores del resto de la
sociedad, lo que en definitiva conlleva a que existan varias sociedades.
Pero también hay que reconocer que todos nosotros, los colombianos,
y eso ha pasado también en el resto del mundo, hemos sido
relativamente indiferentes al tema del terrorismo. Los colombianos,
porque hemos creído que podemos convivir con él y
de pronto encontramos que puede llegar a establecer desafíos
que ponen en peligro la propia democracia.
EL MARIDABE.
--A mí me tocó
viajar a Bogotá cuando el asalto a la Suprema Corte de Justicia,
lo cual fue, en otra escala que lo del 11 de setiembre también,
un hecho de una violencia atroz. Gaviria, ¿en este nuevo orden
y reordenamiento, usted cree que también se vaya frontalmente
contra fenómenos paralelos al terrorismo como pueden ser
el narcotráfico, el contrabando, la venta ilegal de armas
y la trata de blancas?
--Es difícil
saber. Lo que es muy probable es que la comunidad internacional
va a ser más severa y se va a preocupar más por el
terrorismo de Colombia y propender a que se lo evite, se lo castigue.
Yo creo que eso es un fenómeno que se va a dar y que está
más allá de la voluntad de los colombianos. Y se extenderá
a los otros temas.
--¿Se puede separar
en Colombia el problema del narcotráfico de los otros temas?
--El problema del narcotráfico
ha alimentado mucho en Colombia la violencia y los fenómenos
terroristas. El origen fundamental del problema de la violencia
colombiana está en el narcotráfico y ese es un problema
que vale tanto para la guerrilla como para los paramilitares. Hay
componentes de narcotráfico muy grandes en los dos lados.
--¿Significa entonces
que no se puede hablar de la violencia en Colombia si no se centra
en el fenómeno del narcotráfico?
--Bueno, ahí
hay una estrategia que pretende controlar el tema del narcotráfico
y disminuir la capacidad financiera de ambos lados, de la guerrilla
y de los paramilitares. Y yo creo que esa estrategia es relativamente
válida. O sea que Colombia tiene que ser capaz de poner bajo
control esos problemas. No es que los vaya a resolver, pero por
lo menos que no desborden la capacidad del Estado.
--Para usted que está
al frente de la OEA, ¿cuáles son los puntos críticos
del continente en torno a la seguridad?
--Yo creo que hay algo
en lo que tenemos que ser conscientes, nosotros, pero también
los países desarrollados, incluyendo a Estados Unidos. Hablo
del fenómeno de la criminalidad internacional. El terrorismo
no se puede combatir sino por medio de una cooperación en
todos los niveles: el que tiene que ver con el nivel financiero,
el nivel militar, el nivel de inteligencia. Lo que de alguna manera
es obvio. Frente a lo que está ocurriendo sólo se
puede ser eficaz si se incrementa enormemente la colaboración.
Un país dentro de sus propias fronteras es incapaz de hacerle
seguimiento a esos fenómenos y combatirlos de una manera
eficaz.
--En el caso concreto
de Colombia queda muy claro que los problemas de violencia instituidos
por el narcotráfico trascienden del todo las fronteras.
--El narcotráfico
es un fenómeno totalmente generalizado. Nada hay más
transnacional que el narcotráfico.
--¿Cuál
diría usted que es el problema central de Colombia: el narcotráfico
o la guerrilla?
--Están ambos
retroalimentados. No se puede decir que en Colombia no hay guerrilla
que no tenga valores o principios políticos, como tampoco
se puede decir que del otro lado no hay una reacción política
a los abusos que causa la guerrilla. Pero digamos que el ímpetu
que ha tomado ese problema, que en cierto momento pareciera desbordar
la capacidad de nuestras fuerzas militares, tiene que ver en gran
medida con el narcotráfico.
--Perdón, es
una cosa curiosa como en Colombia...
--Me está preguntando
demasiado sobre Colombia.
--No, perdóneme,
esto no es una pregunta, sino un comentario.
--Pero no quiero hablar
sobre Colombia fuera de Colombia.
--Ahora soy yo el que
va a hablar. Usted sólo va a escuchar. Lo que quería
decirle es lo extraño que el violentismo no haya hecho caer
a Colombia en una situación de militarismo. Por el contrario,
mantiene su tradición democrática.
MOMENTO DIFICIL.
--Colombia ha tenido
una enorme planificación democrática. El país
ha mantenido su crecimiento económico, ha hecho avanzar sus
indicadores sociales en medio de problemas de violencia guerrillera
o como se quiera denominar. Sin embargo, en los últimos años
los problemas han empezado a quitarle mucha fuerza a la economía
colombiana. Ya hace varios años que la economía colombiana
empieza a tener problemas para crecer a las tasas que usualmente
crecía y que son necesarias para hacerle frente a los problemas
del país.
--Dr. Gaviria, Ud. en
la conferencia de la B'nai B'rith habló de un fenómeno
que no tiene --y por ahí tiene-- que ver con estos temas.
Habló de un problema educativo.
--Es el tema madre.
--Respecto a ese tema
usted habló en la conferencia sobre un experimento chileno
en torno a tests culturales aplicando programas de otros países,
y de los bajos resultados logrados.
--Sí, conté
de la experiencia en Chile y de los bajos puntajes obtenidos obviamente
enfrentados a preguntas culturales estructuradas en los países
desarrollados. Está claro que no son mundos comparables.
Pero lo que hace Chile es una experiencia valiosa. Hay que prepararse
para la competencia internacional y nuestros ciudadanos, los jóvenes,
tienen que estar capacitados para eso. Si no se pasan los standares
internacionales, si no se superan, va a ser muy difícil que
nuestros países compitan. Yo creo que nuestros sistemas educativos
le tienen que perder el temor a participar en esas competencias
"comparativas".
--Pero se puede mirar
desde otro punto de vista. Si Chile, que es un país educativamente
desarrollado tuvo problemas en el test, ¿qué es lo que
puede esperar el resto de los países latinoamericanos? Sólo
saber que se sabe menos y poco.
--Es probable que haya
problemas muy parecidos e inclusive mayores a niveles educativos
del continente. Y en el juicio no incluyo al Uruguay, por cierto.
Lo que pasa es que los temas de la educación pública
en América Latina son muy significativos. Ha habido muchos
problemas de financiamiento durante muchos años, por lo menos
durante las últimas dos décadas. Casi podría
asegurar que el problema mayor de América Latina es justamente
el déficit educativo. Parte de la desigualdad continental
se origina en problemas educativos e ineficiencias educativas que
no son capaces de crear una movilidad social. También ahí
nace la tendencia a la injusticia tan grande, lo que sin duda causa
conmoción social y multiplica la pobreza, todos esos aspectos
negativos de América Latina.
--Gaviria, ¿cómo
se pueden encarar cambios educativos a partir de una situación
económica tan crítica?
--Yo creo que la educación
es un componente importante de toda la problemática. Obviamente
hay medidas económicas para aplicar y yo creo que ésas
son relativamente conocidas por lo que no caigo en explicarlas.
Pero si América Latina no mejora su estructura educativa
va a seguir tremendamente rezagada respecto a los países
desarrollados.
--¿Ud. habla específicamente
de la educación pública o de la educación en
general?
--En el área
privada también hay problemas similares. Pero la educación
pública tiene una inmovilidad, una incapacidad de transformación
enormes. A nivel privado hay mayor flexibilidad, mejor poder de
adaptación. Si un programa no marcha se lo retira, si una
Facultad no funciona se la cierra. Uno de los mayores problemas
de la Universidad pública es que le da mucho trabajo cambiar,
es muy difícil transformarla, es muy difícil transferir
recursos de un lado al otro. Estos no son los únicos problemas.
Están los presupuestos escasos, la falta de recursos, otros
obstáculos. Todo esto, claro está, no tiene la misma
magnitud en el Uruguay donde existe un estado público más
eficiente, donde hay una tradición y una política
educativa que ha funcionado bien. Pero es una excepción a
lo ancho de América. Sólo Costa Rica muestra circunstancias
similares.
--Gaviria, ¿cuáles
diría usted que son las tareas prioritarias de la OEA en
la actualidad, después de lo sucedido el 11 de setiembre?
--Yo no creo que se
vayan a abandonar los temas en que hemos venido trabajando, de los
cuales los principales son la democracia y el comercio. En este
campo tenemos una vasta tarea por hacer. De seguro, claro, que el
problema de la seguridad colectiva y el tema del terrorismo va a
pasar a ser también prioritario, ahora. Yo creo que hay ahí
un objetivo que exigirá un esfuerzo continuo y será
un eje de trabajo para los próximos meses y años.
Es indudable que en ese frente los vínculos que hay son todavía
muy débiles y no permiten establecer una cooperación
efectiva.
--Es que no había
sido un tema importante para América Latina.
--El tema de seguridad
no había sido importante ni para América Latina, ni
para la totalidad del continente a lo largo del siglo pasado.
--En cambio, lo que
parece ser un tema importante desde hace unos años para la
OEA es la democracia.
--La democratización
y la consolidación de esa democratización y la voluntad
colectiva para defender la democracia ha sido una meta de OEA en
la última década. La democracia en todos los aspectos
es una voluntad política colectiva y consiste en no permitir
que ninguno de los 34 países que conforman el organismo tenga
un retroceso en materia democrática.
--¿Qué pasaría
si uno de los países miembros lo tuviera? ¿Cuál
sería la reacción del organismo?
--Es difícil
decir algo en términos generales porque no existe una política
uniforme sino una para cada caso en particular. Cada vez que surge
un problema los países del organismo se reúnen y toman
las medidas más apropiadas para cada caso. Pero no le será
fácil a nadie consolidar un régimen antidemocrático
en estos momentos. Hay que pensar en lo que sucedió en Haití
y los casos críticos, siete u ocho que se han enfrentado
en la última década.
--El problema es a veces
que los matices pasan, de pronto, más que por la falta de
una democracia formal, por formas huidizas pero igual de peligrosas.
--Claro. La falta de
independencia de los poderes públicos, los ataques a la libertad
de expresión y la libertad de prensa, el uso indebido de
los recursos públicos de inteligencia del Estado o el indebido
uso de los recursos estatales en general son síntomas antidemocráticos.
Ante esas cosas el Hemisferio tiene que reaccionar con energía.
--A veces no es suficiente.
--Entonces el organismo
tendrá que encontrar la forma eficaz. De alguna manera fue
lo que se hizo en Perú. Pero la búsqueda de la eficiencia
llega a otros lados. Ahora estamos valorando multilateralmente el
tema del narcotráfico. Antes era imposible pensarlo de otra
forma que en forma bilateral. Y hablo de pocos años. Un organismo
sólo sobrevive si se adapta a los cambios que sobrevienen.
Suplemento
Domingos de El País- Domingo 4 de Octubre
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