De la
calle a las galerías
Milton
Da Luz, "el pintor del Puerto" vivió durante varios años
en la calle
Hoy expone en Europa y tiene su atelier en Punta del Este
Oleos, hambre y adoquín
Pese a que triunfa en
mercados exigentes del exterior, el uruguayo es poco
conocido y casi no expone en su propio país
MARCELO
CUNEO
"El pintor es un obrero",
afirma Milton Da Luz, acodado en el marco de una de sus pinturas.
A los 54 años, puede mirar en retrospectiva y ver una vida
en la que la calle ha sido protagonista principal. Vivió
en ella durante muchos años casi desde la niñez y
sus cuadros la tienen como eje central, con sus muros, sus plazas,
sus veredas, su gente.
Da Luz tuvo siempre
vocación por el arte plástico, pero llegó a
la pintura casi por casualidad cuando encontró tirados una
paleta y veinte pomos, mientras cuidaba ponys en el Parque Rodó.
Vivió todas las
vicisitudes de quien tiene las estrellas como único techo.
Cuando ya era conocido en ciertos ambientes como "El pintor del
Puerto", por su presencia permanente y su temática vinculada
al Mercado, comía de lo que muchos niños de la calle
pedían en los restaurantes y compartían con él.
Hoy expone en galerías
de España, obtuvo un sexto puesto entre 300 participantes
del Salón de Bellas Artes de Zaragoza, tiene su propio atelier
en Punta del Este, entre otras muestras, expuso en la Embajada de
Estados Unidos, donde vendió más de 30 obras, una
de ellas actualmente en manos del ex presidente George Bush.
Una de sus historias
favoritas está relacionada con la imagen del "Papa Luna",
el último pontífice del período del cisma de
la Iglesia en la Edad Media. Esa imagen, que causó sensación
en el pueblo del cual era originario el personaje, le valió
un contrato para pintar los murales del castillo del Papa Luna,
en Illueca, España, donde deberá viajar en breve para
realizar la obra.
También se le
ha comparado con el argentino Benito Quinquela Martín, por
su temática portuaria y el carácter autodidacta, aunque
a diferencia de aquel que tuvo una mínima instrucción
artística, el uruguayo jamás concurrió a una
clase de pintura.
VOCACION. Da Luz mira
sin rencor su niñez en el barrio Aires Puros, aunque recuerda
que en tercer año debió abandonar la escuela para
salir a trabajar. "Estuve varios meses como mandadero en un taller
mecánico, hasta que un día me echaron porque me encontraron
escondido debajo de un auto haciendo dibujos". Agrega que "ese día
me volví a casa en el monopatín en el que iba a trabajar,
loco de la vida porque iba a tener tiempo para lo que quería
hacer, que era dibujar".
Unos años después,
sin embargo, Da Luz cuidaba los ponys del Parque Rodó, y
de paso dormía en las caballerizas. Tenía once años
cuando hacía ese trabajo y un día encontró,
tirados bajo el puente que está junto al lago, veinte pomos
de óleo a medio usar, una paleta y dos pinceles de pelo de
marta.
"Lo primero que se me
ocurrió fue venderlos para comer", explica. "Se los ofrecí
a un viejito que pintaba en el parque, porque era el único
que conocía y que le podía interesar". Sin embargo,
el hombre no los recibió y le respondió proféticamente:
"guardalos que te van a servir".
Así empezó
a pintar sin ayuda de nadie, ni explicación alguna. Su primera
obra fue la tapa de un costurero de su madre.
Explica que "yo siempre
trato de expresar la vivencia callejera, que es mi escenario más
cercano. Me fui alimentando de la ciudad y así deambulé
por las calles con las pinturas abajo del brazo, hasta que llegué
a la Ciudad Vieja, y me quedé porque me atrapó".
Su lugar común
fue desde entonces el Mercado del Puerto. "Los vecinos me veían
pintar y pintar sin comer, y algunos me empezaron a traer comida",
recuerda.
Durante años
la calle, especialmente en ese lugar fue su hábitat, y de
a poco se comenzó a hacer conocer entre quienes frecuentaban
el Mercado del Puerto. "Es la boca del país, y por ahí
pasa muchísima gente. Además mi trabajo era una cosa
pintoresca, porque me veían pintar ahí mismo".
Así comenzó
a vender algunos cuadros, pero la situación era igualmente
difícil. "Yo pintaba a algunos de los gurises que andaban
en la calle, y ellos compartían conmigo la comida que mangueaban
en el Mercado. Comíamos escondidos atrás de los cuadros",
explica y agrega que "dormía en la calle con las telas como
colchón.
La zona en que se desenvolvía
y la temática frecuente en sus obras, no tardaron en hacer
de él "El pintor del Puerto", como se le pasó a conocer.
Incluso la revista argentina Noticias vino a buscarlo para hacer
un reportaje sobre él, comparándolo con el argentino
Benito Quinquela Martín, el pintor de la Boca.
Milton Da Luz es dueño
tanto de una técnica como una temática absolutamente
eclécticas. Sus obras pueden reflejar desde el paisaje de
los barcos en el puerto, la zona del Mercado y las callecitas de
la aduana, hasta una fiesta de negros en un conventillo, escenas
de candombe, una tropilla de caballos en el campo bajo un cielo
tormentoso o Cristo en el monte de los olivos.
Pinta habitualmente
al óleo con espátula. "Yo comencé con pinceles,
pero un día se me terminaron y no tenía plata para
comprar otros, así que seguí pintando con el mango
de los pinceles. Un día en Buenos Aires, ya que en la dictadura
me tuve que ir porque no me dejaban pintar en la calle, fui a un
comercio donde me hicieron conocer la espátula, que funcionaba
como lo que yo venía haciendo", explica Da Luz.
DESPEGUE. Poco a poco,
turistas de diversas partes del mundo, y diversas organizaciones,
como embajadas, comenzaron a comprarle cuadros. "De la Embajada
de Estados Unidos iban siempre a comprarme cuadros al Puerto".
El interés que
despertó terminó en una exposición en el edificio
diplomático, durante la cual se vendieron unas treinta obras,
a compradores de diversos países.
Mientras tanto, cada
vez más personas comenzaron a acercarse a su ámbito
creativo, en las afueras del Mercado del Puerto. Entre otros, a
comienzos de la década del 90' conoció al matrimonio
de origen polaco radicado desde hace años en Uruguay que
componen Juan José Zagorski e Irene Blasiak.
Desde un primero momento
ellos se interesaron por su obra, comenzaron a comprarle pinturas
y terminaron siendo verdaderos mecenas para el artista callejero.
Gracias a ellos pudo
viajar a España en 1999 para participar del Salón
de Bellas Artes de Zaragoza. Obtuvo el sexto puesto entre 300 artistas
plásticos y eso le abrió varias puertas en el viejo
continente.
"En Zaragoza nadie me
podía creer que nunca había estudiado ab-solutamente
nada de artes plásticas", recuerda Da Luz.
Luego vino su vinculación
con el poblado de Illueca, del cual es originario el único
papa aragonés de la historia (ver nota aparte).
También durante
1999 expuso en los estudio de la cadena Cope de radio y televisión
de Catalyud, en España, y su muestra fue visitada por más
de 3.000 personas, según consignan los diversos diarios que
comentaron el hecho alabaron su obra, y que hoy son exhibidos por
el artista como parte de su currículum.
Actualmente, trabaja
además en reproducciones de obras de Francisco de Goya, para
un museo en su homenaje que se montará en una antigua posada
española por la que supo pasar el creador de las "majas".
"Ya pinté una reproducción del 'Fusilamiento del 2
de Mayo' y alguna otra obra", explica.
Pese al éxito
logrado en ambientes más que exigentes, la postura de Milton
Da Luz dista mucho de la del "consagrado", se considera a sí
mismo un obrero que no se puede comparar con los grandes maestros.
Mantiene sí en
el debe el reconocimiento en su propio país. Pese a que él
sólo comenta lacónicamente que "siempre tuvo como
miedo de exponer y aquí lo hico muy poco", Juan e Irene Zagorski
agregan que "es increíble que ya tenga un gran reconocimiento
en Europa y aquí sean muy pocos los que lo conocen".
Entre otros logros,
también con el apoyo de Juan e Irene, abrió su atelier
en Punta del Este, ubicado en Gorlero y Parada 29, donde expone
en forma permanente. "Es como el sueño del pibe", repite,
mientras observa a una virgen negra, "la virgen polaca", que hizo
exclusivamente como obsequio y homenaje a sus mecenas.
Su exposición
en la Junta Departamental
Más allá
de que sus obras estuvieron durante años a la vista de miles
de personas en plena calle, no han sido muchas las exposiciones
de Milton Da Luz en Uruguay.
La última de
ellas acaba de terminar hace unos días en la Junta Departamental
de Montevideo, con gran éxito según comentó
a El País uno de los impulsores de la muestra, el edil José
Carrasco.
Hace once años
había expuesto en la Embajada de Estados Unidos, donde logró
vender treinta obras a coleccionistas de diversos países
en todos los continentes. Entre otros, llevaron obras de Da Luz
coleccionistas y representantes diplomáticos de Francia,
México, Sudáfrica, Colombia y países asiáticos.
En 1992 se montó
una muestra en la Sociedad de la Raza Negra y ese mismo año
Da Luz participó de una exposición colectiva en el
Automóvil Club del Uruguay. En 1998 hubo una nueva oportunidad
de apreciar su obra en la Alianza Uruguay-Estados Unidos, y en 1999
expuso en Mundo Afro. Esa fue su última exposición
en dos años en el Uruguay.
El alcalde
español, el "Papa
Luna" y Artigas
Un día, hace
poco tiempo, el poblado de Illueca en Zaragoza, se decidió
a homenajear al figura de Pedro de Luna, el llamado Papa Luna, que
pontificó bajo el nombre de Benedicto XIII, en los últimos
años del cisma de la Iglesia católica.
Pedro de Luna fue el
único papa aragonés y comandó la Iglesia de
Avignón, opuesta en ese entonces a la de Roma, hasta que
fue depuesto por el Concilio de Constanza, que terminó con
el cisma. Murió en el año 1423 y durante siglos su
figura quedó sumida en el olvido.
Ahora, la alcaldía
del pueblo de Illueca, dominado por el imponente castillo que fuera
de Pedro Luna, se decidió a recuperar la memoria de este
pontífice. Entre otras acciones se convocó a un concurso
de artistas plásticos para recrear su imagen, ya que no existe
iconografía, más allá de un pequeño
grabado.
Después que había
terminado el concurso, Da Luz llegó al pueblo, con "su" imagen
del Papa Luna bajo el brazo.
"Fue increíble,
porque la gente se comenzó a juntar en plena calle, y cada
vez venían más, hasta que llamaron al propio alcalde,
que vino y decidió ahí mismo que esa era la imagen
del Papa Luna".
Hoy el cuadro se expone
en el castillo de los Luna, y Da Luz fue contratado para pintar
los murales de la majestuosa construcción.
"En cierta forma yo
descubrí un rostro del Papa Luna", explica Da Luz. "Es algo
como lo que pasó con (José) Artigas. De él
hay sólo un retrato de la época, tomado cuando ya
era muy viejito y a partir de ese se hicieron todas las otras representaciones".
Concluye el artista
que "hoy tengo el orgullo de decir que la imagen que tienen en España
de este papa, es la que yo hice".
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