También
en este dossier:
- Precisiones
y exageraciones sobre la trazabilidad y sus parientes
- Con
Diego Payssé: la visión oficial
- Europa y
su enemigo interno
- Los cambios
ya iniciados
- Los pies
sobre la tierra
INFORME.
Llegó la hora
TRAZABILIDAD
La vaca
con historial
Por
Jorge Chouy
Finalmente, llegó
la hora: hay que instalar un sistema de trazabilidad, si queremos
vender carne a Europa (y después a todo el mundo).
La trazabilidad, que
más precisamente debería denominarse "rastreabilidad",
implica la posibilidad de conocer la historia del animal, desde
su nacimiento hasta el bife en la góndola, o sea: seguirle
el rastro.
Las demandas actuales
nos obligan a garantizar que los ganados que se faenen con destino
a Europa no tengan aftosa, ni vengan de zonas en que exista la peste.
Para eso se estableció
que los animales deban ser revisados y caravaneados por un profesional,
que certifica los extremos requeridos antes del embarque.
Todavía no tenemos
porqué identificar individualmente a cada animal que exista
en el territorio nacional, pero ese requisito será exigible
para vender a Europa a partir del 1° de enero de 2003, dentro
de un año y poco.
Por eso es que las autoridades
resolvieron adelantarse e iniciar cuanto antes un proceso de identificación
de todo el rodeo, empezando por los terneros de la próxima
parición. De esa forma, se podrá desarrollar un sistema
de trazabilidad individual, de cada animal.
Este asunto de que las
vacas uruguayas, tranquilos rumiantes que caminan libremente por
espacios inmensos, deban tener carné de identidad y currículum,
tan absurdo que parece, inimaginable hasta hace pocos años,
se ha convertido en una burocrática realidad.
La explicación
de algo tan extraño proviene de que el mundo rico ya no confía
en lo que come, luego de los episodios dramáticos que alcanzaron
su punto culminante con la "vaca loca".
El desarrollo tecnológico,
que en su expresión nociva es responsable de la aparición
de la enfermedad, permite, por otro lado, montar un sistema informático
que siga paso a paso cada vaca hasta su destino de churrasco.
El Uruguay, que con
la aftosa sufrió un grave revolcón, revelando falencias
en sus sistemas de control, toma decididamente la delantera, aprovechando
las fortalezas indudables que caracterizan a nuestro organizado
complejo cárnico y se embarca en un programa tan ambicioso
como difícil de instrumentar.
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SOBRE
LA TRAZABILIDAD Y SUS PARIENTES
Precisiones
y exageraciones
Tenemos que familiarizarnos
con algunos términos del nuevo vocabulario.
No hay que confundir
la trazabilidad, que es la historia del animal, o del lote
homogéneo que integra (un camión de novillos gordos
que van a faena), con la identificación individual
de los ganados, la cédula de identidad.
Para los sistemas de
trazabilidad que se plantean, la identificación de cada animal
se hace imprescindible, como la cédula o la credencial para
el ciudadano (o, mejor aún, el carné para un estudiante).
La trazabilidad no informa
nada sobre las condiciones en que fue producido ese animal, qué
tratamientos sanitarios recibió, cómo se alimentó,
ni sobre su faena industrial.
Cuando se incorpora
toda esa información, se habla de trazabilidad de proceso.
Dice el técnico Hugo Durán, especializado en estos
temas, que "el sistema de trazabilidad de producto de la Unión
Europea no tuvo en cuenta los procesos de producción y fue
incapaz de detectar los problemas ocasionados por la vaca loca".
También corresponde
diferenciar estos mecanismos de la certificación de un
producto, procedimiento que permite demostrar que dicho producto
fue realizado cumpliendo ciertos requisitos de calidad establecidos
previamente. Siguiendo el ejemplo, la certificación es como
el título que le otorga la universidad al estudiante cuando
se recibe, que garantiza que aprobó los exámenes del
camino.
La utilidad del conocimiento
El investigador del
INIA, Daniel de Mattos, nos guía para ubicarnos en el contexto:
Un sistema de trazabilidad,
base imprescindible para instrumentar un sistema de certificación
de productos y de procesos, sirve para 'vender confianza'.
Básicamente,
esta confianza se reclama en torno a grandes conceptos, que en el
ámbito técnico se llaman "mega-atributos": seguridad
alimentaria, sostenibilidad ambiental y bienestar animal. La certificación
de que una carne fue producida sin hormonas o antibióticos,
por ejemplo, se encuadra dentro del gran capítulo de la seguridad
alimentaria.
Estas demandas funcionan
también entre nosotros: cuando estalló la aftosa y
el problema monopolizó los encabezados de las noticias, el
consumo interno de carne bajó sustancialmente. Por ignorancia
del público la aftosa es inofensiva para el humano,
pero también por exigencias de seguridad*.
La instauración
de un programa de trazabilidad puede tener otros objetivos adicionales:
un mejor control de la evasión impositiva (a lo largo de
toda la cadena) y de la informalidad en todo sentido; también
puede servir para diseñar y controlar campañas sanitarias
nacionales. Una identificación de todo el rodeo aporta mucho
en este terreno; en Europa, un animal que no esté caravaneado
es automáticamente secuestrado.
De Mattos (que reconoce
su deformación profesional como genetista) aspira a que un
sistema de trazabilidad pueda servir como "vagón de carga"
de otras tecnologías; la base de datos que implica puede
ser base de programas de mejoramiento genético, por ejemplo.
El derecho al uso de
la información supone un valor económico, que puede
dar lugar a una "economía paralela" derivada del sistema
nacional de trazabilidad. Hoy en día, la información
es un insumo valioso para cualquier actividad.
* Tampoco hay que exagerar.
Decía Von Bassewitz, técnico y productor (ver página
14), que una señora en Alemania lo había llamado a
su campo, para preguntarle si el novillo cuyo peceto había
comprado en el supermercado de su pueblo (distante), había
tenido una juventud feliz como ternero. Más allá de
la probable humorada, la anécdota expone flagrantemente lo
ridículo de la situación. Nadie quiere saber cómo
era el novillo que fue degollado y colgado del garrón, desangrado
y descuartizado, para terminar como churrasco jugoso en nuestro
plato: quiere carne sana y tierna, nada más.
Comisión
para la certificación
En el seno del INAC
funciona una comisión interinstitucional, con participación
de representantes de esa entidad, del MGAP, del SUL, del INIA, del
Plan Agropecuario, además de un técnico independiente
invitado.
Integrada por reconocidos
profesionales (agrónomos y veterinarios), tiene por objetivo
elaborar un "protocolo" (conjunto de normas), con vistas a un sistema
de "certificación" de los procesos productivos y de las carnes
uruguayas, que pueda ser acreditado por medio de una marca registrada.
La certificación
requiere necesariamente de un sistema previo de "trazabilidad" de
los ganados, por lo que el tema ha recibido la máxima prioridad
en los trabajos de la comisión.
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CON
DIEGO PAYSSÉ
La
visión oficial
Para analizar el tema
y diseñar una política de trazabilidad, el gobierno
(el MGAP), designó al ingeniero agrónomo Diego Payssé,
director del Prenader, en calidad de asesor. El Banco Mundial, financiador
del proyecto de riego, aportó un crédito de 18,5 millones
de dólares para apoyar al país en la lucha contra
la fiebre aftosa.
La administración
del crédito se va a hacer a través de la oficina del
Prenader, que ya está montada, y no hay que crear nueva burocracia.
Con la contrapartida
nacional, el Programa llega a 24 millones de dólares.
Dice Payssé:
"El crédito ya se firmó y está operativo. Desde
que arrancamos el 12 de mayo, hasta que se firmó a principios
de agosto, se concretaron todos los pasos, que no son pocos ni sencillos.
Es un récord de velocidad".
El Banco financia gastos
concretos: la vacuna que se va a usar este año y el que viene.
Además, refinancia los gastos de la pasada campaña
(unos 7 millones de dólares), en total 16 millones de dólares.
Se va a recomponer lo usado del Fondo por concepto de rifle sanitario,
lo gastado en las barreras (mochilas, remedios), y se va a invertir
en su fortalecimiento en el futuro.
El MGAP pidió
además, para incluir en el préstamo, una partida para
monitorear y supervisar el plan de trazabilidad, para mejorarlo
(en caso de que exista) o crear uno nuevo. Continúa el asesor
gubernamental:
"Le agregamos varios
subcomponentes: compra de software (programas), de
hardware (computadoras), compra de la operación
del sistema (ver página 12) y compra de un 'identificador',
sea el que fuere que se elija: caravanas, chips, etc. (para
la identificación de los terneros nacidos en este año,
que será la primera etapa del programa).
Un tercer componente
del crédito se utilizará para mejorar la relación
con los mercados que habíamos abandonado; traer gente de
allá, y llevar de acá, a Egipto, Irán, Rusia,
etc., mercados que fueron dejados de lado cuando nos concentramos
en el circuito no aftósico. También procuramos conocer
más y mejorar los vínculos con la región.
Estos créditos
se pactan a plazos largos y tasas bajas."
Pero el programa de
trazabilidad planteado por el gobierno es mucho más ambicioso.
Al respecto, Payssé está llevando a cabo múltiples
reuniones con los involucrados y los técnicos (nacionales
y extranjeros), expertos en la materia.
"El MGAP no quiere ceñirse
exclusivamente a este crédito, sino que plantea ir más
allá. Una posibilidad es avanzar a una identificación
total del rodeo. Hay que definir qué alcance darle a la trazabilidad,
qué rol asignarle al Estado, cuál a los particulares,
qué responsabilidad le cabe a cada uno.
Hay una variadísima
gama de posibilidades, de software, de sistemas, de procedimientos.
Un sistema de trazabilidad
tiene tres patas:
- la identificación
de los ganados,
- el software,
- la operación,
la 'exportación' de los datos al software y el uso
correcto de esos datos."
La tecnología
a utilizar debe estar acorde a las características de nuestro
medio: "Hay que ser sensatos, no se trata de poner un sistema satelital
encima de una yunta de bueyes", ironiza Payssé.
Apoyo necesario
Payssé prosigue
con su visión, en diálogo con El País Agropecuario:
"Se requiere un sistema
que le sirva al país, que cuente con el apoyo de los productores
y que sea ajustado a nuestras condiciones, a nuestra realidad.
Muchos dirigentes gremiales
opinan que hay que hacer estrictamente lo que nos exigen y nada
más, porque no estamos en condiciones.
Otros opinan que deben
ser los frigoríficos los que deben encargarse del tema: si
sus mercados les piden trazabilidad, que le compren a quienes lo
hagan, y les trasladen precios."
Payssé expresa
dudas de que se puedan circunscribir las exigencias a determinados
circuitos de productores y de plantas.
"Los mercados implican
relaciones entre regiones o entre países, o sea que el Estado
tiene un papel que cumplir, haciendo cumplir determinadas condiciones".
Exigencias crecientes
"El primer objetivo
es salir de esta trampa, que no le podemos vender a Europa.
Al día de hoy,
ellos no están pidiendo identificación individual
del ganado sino una trazabilidad grupal bien hecha, con un caravaneado
seguro. No creen en el sistema de marcas y guías.
El MGAP opina que cada
vez nos van a ir pidiendo más cosas. John Hall (consultor
australiano que asesora en la materia) decía que a Australia
y Nueva Zelanda los europeos les exigen que todos los animales que
se faenen con ese destino sean trazables individualmente, en forma
electrónica, con garantías absolutas de que no usan
hormonas."
Mal ejemplo
"En la Unión
Europea (UE) le dan mucha importancia a lo que opinan sus
productores. Éstos protestan porque a ellos les exigen cumplir
una serie de pasos de trazabilidad individual y después compran
carne de países que no hacen los mismos esfuerzos, de los
que no hay garantías.
Todos los sistemas europeos
están basados en caravanas, a veces con letras y con barras.
De los 15 países, hay 11 que tienen número y un código
de barras, otros cuatro países tienen sólo número.
Todos tienen un 'pasaporte', un librito con 35 páginas, individual
para cada animal, para asentar cada movimiento. Una carga tan pesada
de información, que se incorpora manualmente, multiplica
la cantidad de errores, a un costo altísimo de corregir.
O se simplifica, o se
hace todo electrónico. Por eso es que hace dos años
están desarrollando un proyecto llamado IDEA, identificación
electrónica de animales.
Este sistema generó
una pesada burocracia y un costo enorme, de entre 13 y 18 dólares
por animal y por año. (N. de R.: Es como si Uruguay invirtiera
180 millones de dólares anuales en un sistema de trazabilidad)
Los europeos que vienen,
nos aconsejan: 'No hagan lo que hicimos nosotros'.
Los europeos empezaron
este sistema de 'pasaporte' en el '92 y en el '97 lo hicieron operativo.
Lleva tiempo y es difícil,
aun en países que tienen una gran experiencia en mecanismos
regulatorios y cuentan con la ventaja de que está todo asociado
a los subsidios. Aun con todo eso se comieron la 'vaca loca' y se
contagiaron de aftosa con ovejas contrabandeadas desde Inglaterra."
Dicose
El ingeniero Payssé
se refiera ahora al sistema de control de semovientes vigente en
nuestro país desde el 1° de setiembre de 1973:
"Es un sistema de trazabilidad
en sí mismo. Tiene cosas muy positivas. Acostumbró
a los productores a llevar contabilidad y a ser relativamente serios
en la documentación del traspaso de la propiedad, cosa que
no pasa con los países vecinos.
Tiene mucha información,
pero falla en la operativa, en términos de seguimiento de
la guía. Teóricamente, Dicose podría tener
día a día todos los movimientos de ganado del país.
El sistema está diseñado para que las guías
vayan a determinados lados, se centralicen y se debería estar
introduciendo la información, que no es mucha -son 50 digitaciones-
en la base de datos.
Se podría saber
de cada número de Dicose, cuántas guías de
entrada y de salida tuvo, e ir llevando el estado de los rodeos
de todo el país, en tiempo real. Pero los datos no se ingresan,
por distintas razones."
¿Sustituir la
marca por caravanas?
"Los industriales del
cuero estuvieron en su momento dispuestos a financiar el cambio,
pero hay mucha gente influyente en el campo que no quiere de ninguna
manera abandonar la marca.
Al no haber una diferencia
en el precio entre un ganado marcado y otro sin marca, no hay interés
en cambiar."
Punto clave
"Un tema importante
es el nivel de error en la introducción de información
en el sistema.
En Europa, los grandes
problemas vienen de esa etapa, cuya corrección encarece mucho
todo el sistema.
La digitación
manual aumenta los riesgos de error en cada etapa. Los sistemas
electrónicos son más seguros, pero de difícil
manejo en las condiciones generales del Uruguay."
Varios sistemas
"Los pedigrés
que lleva la ARU son, en sí mismos, un sistema de trazabilidad,
sobre una base manual, llevando planillas.
La Asociación
de Criadores de Holando, con el MH, lleva 500 mil animales caravaneados,
de los que quedarán vivos la mitad. No llevan muchos registros,
pero es una trazabilidad.
Lo mismo Cofac, que
hace caravanear con código especial a los ganados prendados
a su favor. Los remates por pantalla también suponen cierto
grado de trazabilidad, porque los ganados revisados se caravanearon,
se inspeccionan. Se garantiza a los compradores, con esa caravana,
que los ganados no se cambian.
A nivel privado existen
ejemplos, en concreto uno que, a través de la identificación
de los terneros, consiguió interesar a inversionistas que
compraron animales, con los que se hizo una capitalización.
Es como un fondo de inversión, que tiene una base de datos
muy bien llevada."
Mínimas y máximas
"Hay productores de
punta que requieren cosas mucho más importantes que lo que
el país necesita hoy para abrir los mercados, los requisitos
mínimos que se nos reclaman y no tenemos más remedio
que cumplir.
El país necesita
un sistema de trazabilidad mínimo, que brinde seguridad en
cuanto a la identificación del animal y los movimientos que
tuvo, para saber por dónde anduvo, si eran zonas con problemas
sanitarios, y nada más.
Puede ser una muy buena
ayuda para cualquier campaña sanitaria. Hoy en día
no se piden datos sobre la alimentación de los ganados.
Pero, además,
es bueno que el sistema tenga la suficiente flexibilidad para que,
encima de esos datos, puedan irse incorporando otros, que enriquezcan
esa base de datos y que tengan la finalidad de servir a los privados.
Ahí el Estado no tiene nada que decir.
Puede haber productores
que necesiten datos mucho más detallados sobre los ganados
para planificar manejos, alimentación, etc.
Lo más probable,
para lo que tenemos que estar preparados, es que cada vez tengamos
que enfrentar mayores exigencias, como la identificación
individual, la historia sanitaria y la alimentación de ese
animal."
¿Quién
paga?
"Tal vez no sea necesario
que el Estado se haga cargo de los costos de operación.
Lo mejor podría
ser privatizar el sistema. Puede haber gente a la que le interese
contar con una base de datos de este calibre, para vender insumos,
o identificación de ganados para prendas a los bancos, por
ejemplo."
Nada es perfecto
"Siempre hay un margen
de incumplimiento. Entre nosotros, que hay incumplimientos hasta
en la campaña de vacunación, que no le costaba nada
al productor, se refuerza la necesidad de que haya aceptación
de los productores sobre el sistema que se elija, ya que son los
que van a aplicarlo."
Las
prioridades
Las define Diego Payssé:
"En primer lugar, definir
claramente la estrategia de país de corto, mediano y largo
plazo. Se requiere el convencimiento de los productores, para que
acompañen. Definir una base mínima de responsabilidad
del Estado, sobre la que se puedan ir construyendo relaciones dinámicas
entre privados, para mejor gestión de los establecimientos,
y hacia una mayor integración vertical y horizontal.
Y, lo más importante:
la operativa. Hay que invertir mucho tiempo en la responsabilidad
de cada parte, que cada uno cumpla lo que le corresponde, y, si
no lo hace, que sea castigado.
A todos toca: a los
productores, a los consignatarios, a los técnicos, a los
frigoríficos. Hay que crear un sistema en el que la gente
sepa que, si incumple, puede ser sancionada. Es la única
base para que pueda hacerse un sistema de control eficaz, que cuando
detecte una falla pueda sancionar sin que le tiemble el pulso al
responsable."
Payssé
por cuatro
"No tengo de ninguna
manera una posición asumida con respecto al mejor sistema
a utilizar: caravanas, chips, imagen retinal, ADN."
"El sistema tiene que
tener utilidad para la ganadería uruguaya."
"Puede preverse una reducción
como tendencia de las ferias ganaderas, por razones
de seguridad sanitaria."
"El mercado que reconoce
la seguridad alimentaria que le garantizamos tiene que pagar más.
Y ese mayor valor debe ser traspasado al productor."
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LA TRAZABILIDAD
DE AQUÍ Y DE ALLÁ
Europa
y su enemigo interno
Los que empezaron con
esto de querer saber el origen de la carne fueron los europeos de
la Comunidad, que temen a su comida más que a los inmigrantes
clandestinos de Albania o del Magreb, más que a los salteadores
nocturnos y a los accidentes automovilísticos.
Los episodios de carne
de pollo contaminada con dioxina en Bélgica, o el aceite
de colza adulterada en España, la salmonella en las aves
y huevos, la peste porcina, la Escherichia coli en carne
vacuna, las hormonas detectadas en terneros criados en Europa, fueron
paparruchas comparadas con la brutal confirmación de que
la carne vacuna producida en Inglaterra durante toda una década
podía provocar una enfermedad mortal en los humanos. Una
inocente hamburguesa juvenil podía transformarse en una pesadilla
monstruosa al cabo de unos años.
En una encuesta realizada
en 1996 en Alemania se reveló que 60% de la población
tenía miedo de los alimentos y que este miedo superaba estadísticamente
al que provocaban los accidentes de auto, las enfermedades, el cigarrillo
y el alcohol. Y todavía les faltaban a esos alemanes casos
autóctonos de "vaca loca" como los que después tuvieron
en algunos animales, lo que llevó el temor al grado de histeria.
Respuesta veloz
En una conferencia brindada
en noviembre del '97, durante la conmemoración de los 30
años de la Cámara de la Industria Frigorífica
(CIF), el experto alemán H. Von Bassewitz, anticipaba muchos
de los sucesos que hoy se están viviendo. El temor creciente
se reflejaba ya entonces en el derrumbe del consumo y los precios
de la carne vacuna.
La respuesta fue la
creación de marcas de carne. Ya en ese momento había
en Alemania 69 marcas en el mercado, pero para aportar más
seguridad inventaron el "pasaporte de la vaca", donde constan los
datos del animal y los detalles de cada traspaso de propiedad, que
luego se incorporan a un computador central (ver página 12,
Mal ejemplo).
Con un rodeo comunitario
de 160 millones de animales, los problemas de identificación
y registración, los aspectos operativos y económicos
involucrados, no son menores. Con realismo y presteza instrumentaron
la respuesta. En todos los países europeos existen sistemas
de trazabilidad. Todos sus animales están identificados y
cuentan con su correspondiente pasaporte.
Pero eso no quiere decir
que en la etapa industrial consigan seguir la pista de ese animal
en cada uno de los cortes en que se desposta (una res produce unos
100 cortes diferentes).
El consumidor manda
El concepto de trazabilidad
supone que, desde la góndola del supermercado, el ama de
casa pueda saber hasta el origen, dónde fue criado el animal
cuyo bife, cortado finamente y envasado en una bandeja de atmósfera
modificada, va a comprar.
Nada nos dice el conocer
la historia de la vida del animal orígenes, propietarios
sucesivos, planta de faena sobre sus condiciones de salud,
cómo fue su alimentación, ni de cómo fue procesada
su carne. El consumidor deposita su confianza en el comercio que
lo provee. Si esto no fuera suficiente, el sistema requiere de una
certificación, por parte de quien tenga suficiente credibilidad,
que asegure las virtudes del producto y de los procesos. La certificación
es una actividad de creciente importancia en el mundo de hoy y las
certificadoras son empresas claves en el funcionamiento de la producción
a nivel mundial.
El mercado de la carne
involucra enormes sumas de dinero, además de aspectos puramente
alimentarios, de calidad de vida. La pérdida abrupta de 70%
de la demanda, como ocurrió inicialmente en varios países
europeos por el empuje de la "vaca loca", hace menos de un año,
supone un golpe demoledor para el ingreso de varios sectores de
la economía, no sólo rural, sino también industrial,
comercial y de servicios.
Recuperar ese público,
ese consumidor desconfiado, que ya no cree en discursos ni gestos
políticos, implica incorporar a terceros acreditadamente
confiables para controlar los procesos y los productos; estas nuevas
etapas son tan importantes como las productivas, porque sin ellas
no hay mercado.
Los europeos tienen
un alto nivel de vida. Lo que gastan en alimentación representa
muy poco de su ingreso, en términos porcentuales. De modo
que están dispuestos a gastar más si un producto les
interesa por alguna razón; y no debe haber razón de
más peso que la de cuidar la salud.
El costo fenomenal de
los subsidios agrícolas, que recae sobre el consumidor, acostumbró
al europeo a gastar más de la cuenta en sostener a su economía
rural, con todo lo que esto supone en términos sociales,
poblacionales y económicos. Pero, si la producción
artificialmente sostenida termina envenenando al ambiente (al agua,
al suelo y hasta a la atmósfera), y ahora resulta que también
a la gente, se vuelve inadmisible.
Por eso mismo es que
la "vaca loca" acarrea una buena dosis de crítica y revisión
de la política agrícola, que está generando
grandes polémicas en todos los países europeos, con
un fuerte acento en la preferencia por los productos certificados
orgánicos.
Desde ese punto de vista,
una vez que se hayan superado los dramas de la actualidad, puede
esperarse que esta situación devenga en una oportunidad para
nuestros países, que, aún desordenadamente, producen
en forma mucho más natural.
Subsidios subsistentes
Una delegación
uruguaya del ámbito cárnico estuvo hace pocas semanas
en España, recorriendo establecimientos de producción
y frigoríficos, para observar el funcionamiento del sistema
de trazabilidad y certificación de carnes allí utilizado.
Uno de los integrantes del grupo, el doctor Luis Ignacio Castro,
informó a El País Agropecuario sobre las complejidades
del sistema y los elementos económicos vinculados.
El sistema, en realidad,
sigue detrás de los subsidios, que se resisten a desaparecer.
En España, un productor ganadero recibe unos US$ 250 por
vaca de cría, por año. Por criar un ternero hasta
los 10 meses de edad, se le entregan US$ 120 y, en distintas etapas,
va recibiendo otros US$ 103 (US$ 223 en total), por distintos motivos,
tan extraños como la "habitabilidad", o sea la disponibilidad
de espacio para que el ternero pueda disfrutar de la vida.
Por supuesto que los
vacunos se identifican caravanas con barras y chips
y tienen su pasaporte individual, como en el resto de los países
europeos.
"El origen de la exigencia
de trazabilidad está en la sanidad, en la necesidad de asegurar
la salubridad de la carne. Desde que apareció la 'vaca loca'
no hay más remedio que llegar a estos mecanismos, que incluyen
la certificación de la carne que está dirigida al
consumo. El 40% de la carne que se vende en España tiene
trazabilidad y el 20% es certificada", explicó Castro.
En EE.UU.,
paga el consumidor
En noviembre del '99,
El País Agropecuario entrevistó a Gary Smith, el investigador
estadounidense de la Universidad de Colorado que expuso en Uruguay
sobre la trazabilidad y el sistema de control de puntos críticos
(HACCP), invitado por el Instituto Uruguay XXI.
Entonces alertaba sobre
las exigencias, que se iban a incrementar, así como sobre
los problemas y las dificultades para realizar una correcta identificación
y trazabilidad. Un vacuno proporciona carne que será consumida
por no menos de 540 personas diferentes. Una hamburguesa se produce
con la carne de entre 56 y más de 1.000 (!) animales; si
uno solo está enfermo, puede contaminar todo el producto.
En EE.UU. había
entonces 35 programas que ponían su nombre específico
sobre el producto (carne Angus, o Hereford, etc.), buscando justamente
aportar un grado de confianza superior.
El costo de la trazabilidad,
en EE.UU., es pagado por el consumidor.
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DEL
PELO QUEMADO A LA COMPUTADORA
Los
cambios ya iniciados
El sistema de trazabilidad
con que cuenta el Uruguay, que le había servido hasta ahora,
es el de Dicose, que documenta la propiedad de cada animal y los
traspasos sucesivos que hubieren. La señal externa que acredita
la propiedad es la marca a fuego: cada ganadero tiene registrada
una propia.
El año pasado,
cuando el MGAP propuso un sistema de identificación por caravanas
de los terneros que nacieran, se modificaron las guías de
propiedad y tránsito, agregando al dorso espacios para incorporar
los números de las caravanas de los animales que se movilizaran
con ese documento. En realidad, este sistema de caravanas no llegó
a implementarse e, interín, la situación se complicó.
En el marasmo de la
aftosa y el cierre de mercados, fue tomando cuerpo el convencimiento
de que las soluciones debían ser más drásticas.
A partir del traspié
sufrido en la última inspección, puede decirse que
el sistema de trazabilidad por "lote", identificado exclusivamente
por la marca a fuego, no es suficientemente confiable para las demandas
actuales del mercado europeo.
Para enfrentar la situación,
se estableció que los ganados que se remitan a frigoríficos
exportadores (una vez que se reanuden las compras) deberán
ser identificados y certificados en su sanidad por un veterinario,
antes del embarque con caravanas que provee el Ministerio.
Una experiencia nacional
En el país existen
algunas experiencias de identificación y trazabilidad individual
de ganado.
Una muy notoria fue
la desarrollada por el Frigorífico Tacuarembó, con
más de mil novillos de siete productores del Norte. Cuando
ingresaron a la fase de engorde, los animales fueron individualizados
por medio de un microchip ubicado subcutáneamente
en la oreja izquierda. Esos novillos fueron objeto de seguimiento
en los pasos sucesivos: faena, desposte en cortes diversos envasados
al vacío, y presentados luego a la venta al público
en un supermercado.
El consumidor podía,
enfrentando a un visor especial la etiqueta que identificaba al
corte, conocer los datos del animal que lo proporcionó.
La doctora Georgina
Weston, encargada del área correspondiente del laboratorio
participante de la experiencia, afirmó a El País Agropecuario
que el sistema demostró su viabilidad y aplicabilidad, y
que no sólo sirve para controlar sanidad y poder reclamar
en caso de problemas, sino también para identificar y diferenciar
los buenos productos, promoviendo una demanda específica.
Hay otra experiencia
en marcha, con participación del mismo laboratorio y del
Instituto Plan Agropecuario, con unos 400 terneros de los que estuvieron
en el "hotel" de Paso de los Toros.
El chip
Uno habla de chip y
espera que todos entiendan. En realidad, el fenómeno es tan
novedoso como puede serlo la invención del avión,
sólo que no nos damos cuenta por la velocidad con que se
incorporan los adelantos tecnológicos hoy en día,
y, además, chips hay por todos lados.
El adminículo
en cuestión, que puede ser todo lo pequeño que la
operativa requiera, es un artefacto electrónico algo mágico,
capaz de almacenar numerosos datos de información: en el
caso, la identificación de un animal con un número
único e irrepetible para todo el mundo. Se coloca con una
pistola debajo de la piel, generalmente en la oreja izquierda, para
facilitar la lectura electrónica en los corrales. Otras veces
se incorpora a una caravana inviolable, aunque también suele
ponerse en un bolo especial que traga el vacuno.
Para conocer el número
del animal en los corrales, hay que tener un "lector". Tienen distinta
forma, pero todos son como pistolas que se apuntan hacia la zona
donde está colocado el chip y registran electrónicamente
el dato, almacenándolo en la memoria.
Estos aparatos pueden
juntar miles de datos, que luego se descargan en una computadora;
así que se puede trabajar varios días a campo, sin
necesidad de enchufes ni electricidad.
Cada chip de los que
acá se usan tiene hasta nueve campos en los que puede incorporarse
información relevante: por ejemplo, fecha de nacimiento,
tratamientos sanitarios, origen, alimentación, pesadas y,
sobre todo, la propiedad y los traspasos sucesivos, que pueden visualizarse
en la pantalla del aparato lector, campo afuera, junto al mismo
tubo donde está encerrado el animal.
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DUDAS
Y RESERVAS
Los
pies sobre la tierra
Es fácil decirlo:
hay que identificar los dos millones y medio de terneros que van
a nacer en la primavera y luego los otros 10 millones.
El tema es que después
hay que saber qué hacer.
Cada vez que haya una
operación relevante con ese animal hay que anotarla, ingresarla
en un archivo de computación, con todo el riesgo de error
que conlleva. Basta pensar en la operativa de las ferias ganaderas:
ver a los escribientes anotando cada número de caravana,
de cada animal que pase por pista.
La solución alternativa
pasa por la lectura electrónica (de un chip) a la
salida del ganado. A menor intervención del lápiz
y la mano (no siempre experta), menor riesgo de error.
Atrasos varios
Es difícil introducir
cualquier novedad en una realidad que suele ser primitiva y carente.
En las recientes campañas contra la aftosa hubo gente que
ni siquiera vacunó. A veces por desidia, a veces porque no
tenía siquiera instalaciones aptas, o por falta de personal;
o hasta por pobreza.
Un caso entre tantos:
recientemente apareció un foco de aftosa en un predio cercano
a un pueblo de la cuenca lechera. El propietario de las vacas, ocho
animales en total, cuidaba un campito cercano, ordeñaba unas
vaquitas y vendía leche en el pueblo.
Pero no había
vacunado. La razón que dio es que no tiene número
de Dicose, porque si declara ganado no puede tener carné
de asistencia gratuita en el hospital. Creyó que no podía
sacar vacunas y, por las dudas, mejor no llamar la atención,
porque, después de todo, está prohibida la venta de
leche cruda al consumo.
Despacio, que hay
apuro
La incorporación
gradual del sistema parece inevitable. Pero no necesariamente adoptando
una gradualidad del tipo de la planteada. En el mundo real existen
productores de muy distinto cuño; algunos están en
la cúspide tecnológica y pueden adoptar este sistema
hoy mismo, ya. Ese segmento de élite es el que proveería
los ganados con trazabilidad.
En la otra punta, existen
muchos productores que jamás lo van a hacer. Son los "informales"
del sector, como los hay en todas las otras actividades.
Tenedores de pocos animales,
que pastorean en la calle, o de gracia en una estancia vecina; ganados
de "firmas chicas" (capataces, caseros, domadores), en ocasiones
son terneros guachos que crió la cocinera o el puestero,
beneficios que en las estancias suelen darse al personal de confianza.
Allí están
quinteros, chacareros, gente que completa la olla trabajando en
las estancias de la vuelta, pero que tiene unas vacas en su campito.
Sus animales se transan
sin más formalidad que la palabra, a veces orejanos, porque
su dueño no tiene marca registrada ni número de Dicose,
ni se entiende bien con los papeles. No son bandidos, son trabajadores
respetables, con escasa calificación para manejar reglamentos
y ordenanzas.
Su trabajo es el que
mueve la economía del campo, no se puede pensar en prescindir
de su aporte. Tampoco se puede prohibir que tengan animales. Obligarlos
a identificar sus animales y a seguir luego una registración
de todos los movimientos no parece muy viable.
Dos circuitos
La responsabilidad del
Estado es la de establecer un sistema nacional, pero ya sabemos
que van a haber escapes, incumplimientos, trampas.
Lo que puede asegurarse
es que los que no pueden o no quieren formalizar un funcionamiento
acorde a los requisitos, no tengan llegada al circuito de privilegio.
Por eso pensamos en
dos mercados que funcionen paralelamente: uno, para la exportación
fuera de la región; otro, para todo lo demás. Los
frigoríficos que compren para Europa sólo podrían
adquirir ganados con origen y movimientos conocidos. Simétricamente,
el productor que quiera vender a ese mercado tiene que cumplir con
todos los requisitos.
En el otro mercado se
transarían los ganados que no pueden justificar su trayectoria
ni su origen, destinados al abasto interno o a la región.
Desde los locales feria
no pueden cargarse ganados para los frigoríficos exportadores
de primera línea. En cuanto a los ganados de reposición,
se ofrecerían en todas las variantes. Si cuentan con suficiente
identificación y documentación, pueden adquirirse
para el circuito de exportación; de otro modo, habrán
de seguir su camino en el otro circuito.
Con el tiempo, si el
circuito de privilegio paga más, se generalizará el
sistema. De otra forma, los productores no tendrán estímulo
para encarar complejos sistemas de identificación y registro,
y todo seguirá igual.
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