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EL FESTIVAL
"PORTO ALEGRE EM CENA" COMENZO CON ESPECTACULOS LLEGADOS DESDE SUECIA,
YUGOSLAVIA, PERU Y URUGUAY
Despliegue de imaginación
El teatro más
convencional convive con la danza y la música en las salas
y las calles "gaúchas".
PORTO
ALEGRE I G.A. RUEGGER
Vistos cuatro espectáculos
de sala y dos de calle, sobre un total programado de 37 y nueve
respectivamente, la excelencia sería el saldo artístico
resultante. Puede ser que las alternativas de la programación
del festival "Porto Alegre em cena" hayan beneficiado a los espectadores
en los primeros días, pero el entusiasmo del público
aplaudiendo de pie y con bravos cada presentación es un juicio
plenamente compartible.
En la apertura del festival
se presentó el Lago de los cisnes por el Cullberg Ballet
de Suecia. No es, por tratarse de danza, una especialidad de este
periodista, pero ello igual permite apreciar algunos logros que
rompen los ojos. En primer lugar el notable coreógrafo Mats
Ek se permite transgredir la concepción oficial del conocido
planteo sobre música de Tchaicovskii, no sólo alterando
la relación habitual entre los personajes (Sigfrido tiene
una relación edípica con su madre, hay un cisne blanco
y otro negro que en realidad son el mismo, el príncipe se
queda con el segundo, hay cisnes machos y hembras en el coro, etc.)
sino insuflando a su coreografía un erotismo de tal fuerza
que da por tierra con toda una tradición de ballet asexuado
y lo hace más real y creíble.
Lo notable además
es que esa adaptación funciona admirablemente, que está
bailada en una formidable combinación de estilo clásico
y moderno, y que el elenco del Cullberg tiene tal técnica
y perfección en todos sus integrantes, que uno parece asistir
a una velada especial únicamente de bailarines estrellas.
BALCANES. Desde los
Balcanes llegó el Concierto para casamientos y funerales,
de Goran Bregovic y la Funeral Band de Yugoslavia es otro alarde
de perfección, pero esta vez solamente musical. El compositor
de las bandas sonoras en los principales films de Kusturica cayó
por aquí (y también lo hizo por Buenos Aires) con
tres voces femeninas búlgaras, un coro masculino de Belgrado,
una orquesta de cuerdas y su propia banda gitana de metales --en
total cuarenta y un integrantes--, más su alter ego como
conductor, cantante e intérprete de varios instrumentos,
el formidable Ognjan Radivojevic, para ofrecer todas las variantes
posibles de su creatividad, que es como bien sabido va de lo clásico
a lo moderno con claras raíces regionales balcánicas.
Durante cuarenta y cinco
minutos corridos esos grupos, juntos y por separado, formidablemente
amplificados, dieron muestra de inspiración, fuerza y sobre
todo un ritmo arrollador que terminó haciendo bailar a todo
el teatro Sessi, que estaba repleto y donde cabe casi dos mil personas.
Lamentablemente el recital duró más del doble, varios
bises incluidos, y en tal extensión no es posible disimular
el estiramiento y la repetición de técnicas y efectos.
Solamente el tema del film Underground se escuchó tres veces.
La moraleja es: bueno pero mucho.
No fue la única
presencia de los Balcanes en los días iniciales de la muestra.
Los Cuentos pequeños vinieron desde Perú con el Teatro
Hugo & Inés, una propuesta tan simple como la vida del
incaico Hugo Suárez Flores, que un día conoció
a la bosnia Inés Pasic, se casaron y tienen dos hijos. El
problema es que estos no saben que poseen dos padres de rara genialidad.
Porque aunque a causa precisamente de su reciente maternidad, Inés
no pudo venir a Porto Alegre, es la creadora de las insólitas
criaturas que esta vez Hugo expone en solitario para impactar, emocionar
y enmudecer a un público de cualquier edad.
Es un espectáculo
prácticamente sin equipaje porque todos los personajes están
en el cuerpo de Hugo, que transforma a una rodilla en una cara agregándole
sólo una nariz, que puede hacer que su mano desnuda simule
una carcajada, que le pone rostro a un pie con el calcetín
a medio poner como gorro de dormir o que transforma a la vista del
espectador los dedos en una mujercita tierna y adorable. Porque,
aparte del juego, la técnica y la destreza, esos personajes
cuentan historias mudas, son sensibles y hasta reales al punto de
hacer escapar un "pobrecito" desde la platea cuando alguien los
castiga. Y todavía Hugo se da el lujo de oficiar de impecable
ventrílocuo y de hacer pantomima increíble a lo Marceau
luchando contra una galera caprichosa. Simplemente un genio.
También conviene
destacar que los dos espectáculos uruguayos presentados hasta
ahora dentro de la Muestra (Top dogs por la Comedia Nacional y Jubileo
por Trenes & Lunas) fueron aplaudidos largamente de pie por
plateas repletas. El comienzo no puede ser mejor.
Un uruguayo
con sabor brasileño
* Dos grupos brasileños
han participado del festival en sus primeros días. Una es
la Companhia dos Sonhos, de Brasilia, que con Arlequín servidor
de dos patrones y Album Wilde dio dos demostraciones de singular
talento, para calle la primera y en espacio no tradicional la segunda,
que permitieron el reencuentro con uno de los tantos uruguayos que
salieron del país mucho tiempo atrás para triunfar
lejos de su tierra. Hace veinticinco años que este compatriota
de notable creatividad que es Hugo Rodas estudiaba teatro entre
nosotros con Bernardo Galli, con Pablo de Béjar, con María
Minetti y con Omar Grasso, que lo incluyó en el elenco de
varias de sus puestas de entonces. Ahora hace tiempo que ha sentado
sus bases en Brasilia, donde enseña en la Universidad, lo
han declarado ciudadano ilustre, gana casi todas las temporadas
los premios de la crítica y desde hace dos años conduce
esta compañía propia integrada por excelentes intérpretes.
Su Arlequín goldoniano
está notoriamente planteado sobre las reglas de la 'commedia
dell'arte', pero al ser pensado como espectáculo itinerante
y de calle le ha agregado hábilmente una cuota de grotesco
y otra de didáctica aproximación al espectador que
lo hacen igualmente disfrutable para públicos no iniciados.
Puede objetársele cierta excesiva extensión dentro
de esas condicionantes, pero lo compensa con una interpretación
muy pareja y un delicioso vestuario totalmente impostado sobre blanco.
HACIENDO WILDE. Es una
formidable experiencia ver horas más tarde a esas mismas
actrices y actores transformarse para dar vida a la feérica
concepción biográfica de Oscar Wilde que Rodas monta
en un galpón con cuatro estaciones: un Narciso reflejándose
en el agua que recibe al espectador como premonición de la
vida a contar, sigue con un efebo desnudo en medio de pétalos
en el texto de El Ruiseñor y la rosa como alusión
al amor que no osa decir su nombre, continúa el infierno
concebido como cabaret a la alemana con el notable Alessandro Brandao
(canta, baila y actúa de manera asombrosa) travesteando hasta
descubrir su verdad y culmina en una penetración finísima
de la literatura brillante y la vida atormentada del escritor con
una concepción escénica (uso del espacio, iluminación,
vestuario, interpretación) que redondean una concepción
tan original como lograda y conmovedora. Es hora de que alguien
haga bajar a Rodas a la tierra natal, con o sin su elenco, para
que todos puedan apreciar al hijo pródigo.
De San Pablo llegó
el Grupo Lume presentó Parada na rua, la más exacta
demostración de lo que debe ser un espectáculo de
calle para interesar y hacer detener realmente a transeúntes
preocupados o distraídos, divertirlos, conmoverlos y entretenerlos
con elementos sublimados de su propia realidad cotidiana.
El secreto del grupo
Lume es no contar una historia, argumentalmente hablando, intento
en el que suelen perecer muchos de los que hacen la experiencia
teatral callejera, sino armar secuencias mudas de irresistible comicidad
satirizando cosas de la vida (la lucha entre los sexos, el militarismo,
el orden preestablecido, etc.) con un estilo donde priman el canto,
la música, una estupenda técnica de uso del cuerpo
y la gestualidad y el hábil recurso de desarmar cada una
y volver a armar la próxima en un espacio cercano para obligar
a que el casual espectador los siga. Este lenguaje preciso no es
casualidad.
Hace muchos años
que el pequeño grupo viene trabajando junto bajo el auspicio
de la Universidad de Campinas, experimentado lo que ahora es admirable
realidad.
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