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CADA
VEZ MAS MENORES DE EDAD QUEDAN EMBARAZADAS EN URUGUAY
MI MAMA ES UNA NIÑA
Los embarazos infantiles
y adolescentes van en aumento en Uruguay y contribuyen a perpetuar
el círculo de reproducción de la pobreza. De cada
mil uruguayas de 15 a 19 años, 72 son madres.
VIRGINIA
ARLINGTON
EN URUGUAY, durante
el año 2000, nacieron 8.470 niños cuyas madres son
menores de 19 años. Hace décadas que el "problema
de la maternidad adolescente" llegó para quedarse. Jugar
a las mamás ya no es tan divertido.
El porcentaje de hijos
de mujeres menores de 19 años era 11,3% en 1963. En el 2000
llegó al 16,5%.
En esos 37 años,
las relaciones sexuales afianzaron su proceso de "liberación"
gracias a la píldora anticonceptiva, las mujeres se integraron
al mercado laboral, la aparición del sida fortaleció
el uso del preservativo. Si se observa la evolución, entre
esos años, de las tasas de fecundidad por edad en Uruguay,
todas descendieron. Todas con excepción del grupo conformado
por las menores de 19 años. Es en gran parte gracias a ellas
que la tasa de fecundidad global se sitúa hoy en 2,5 hijos
por mujer.
"El incremento de la
fecundidad adolescente es la expresión de cambio más
sobresaliente en el comportamiento reproductivo de las mujeres uruguayas",
se afirma en el estudio La Fecundidad Adolescente: una expresión
de cambio del comportamiento reproductivo en el Uruguay, elaborado
en 1999 por Carmen Varela, socióloga integrante del programa
Población de la Facultad de Ciencias Sociales. "Esta situación
--agrega el trabajo-- determina que el nivel de reproducción
de la población se mantiene, en buena medida, en función
de la fecundidad adolescente (...) Uruguay ya no está tan
lejos de la media de América Latina, cuyo promedio se sitúa
en 80 por mil. Uruguay, en 1996, presenta una fecundidad adolescente
(10 a 19 años) del 72 por mil. Parece entonces que las y
los adolescentes están alterando los comportamientos 'esperados'".
Los golpes de la
vida
"¡Maestra, maestra!,
¿qué me va a pasar ahora?". Con 13 años, pecas
por toda la cara y uñas pintadas de rosa nacarado, la pequeña
palpó su vientre mientras miraba espantada a su alrededor.
Despertando de una anestesia general se encontró con el rostro
de la ginecóloga --a quien prefirió llamar "maestra"--
que le dijo que se quedara tranquila. Que su bebé ya había
nacido, pero que era muy chiquito. Como ella.
Fue un embarazo rápido.
No sólo porque duró 27 semanas (menos de siete meses),
sino porque la joven se enteró de su estado sólo 11
semanas antes de parir. "Me apretaba la barriga y sentía
que se movía algo". Ese "algo" resultó ser una nena
de apenas 995 gramos que debió ser trasladada al CTI de Casa
de Galicia, porque en el Pereira Rossell las camas estaban todas
ocupadas.
Para el traslado se
recurrió al padre de la criatura que, con 17 años,
esperaba, igualmente aterrado, en la puerta de la sala. Con caravana
y una campera que le llegaba hasta las rodillas, el adolescente
se negó a acompañar a su beba porque le tenía
terror a las ambulancias. Finalmente, el abuelo decidió ir
con su nieta.
Mientras Melanie intenta
sobrevivir, su madre espera que le den el alta del Pereira Rossell
para ir a verla. Dice que ya le empezó a salir leche y se
toca los senos que recién empezaron a crecer. Amamantar va
a ser una experiencia nueva, la única, porque el resto de
las tareas del hogar ya las conoce de memoria. Su tía la
mira con orgullo y cuenta que siempre cuidó a sus cuatro
hermanos, en la vivienda que comparten en el barrio Borro. Tanto
los cuidó que dejó de ir a la escuela en tercero.
No le gustaba y se escapaba, así que terminó por no
ir más. Su madre, ahora convertida en abuela, la mira resignada.
No tiene mucho para decir.
La joven de 13 años
no pretende otra cosa que eso, ser madre. "Me voy a dedicar a cuidar
a mi hija. ¿Y trabajar? ¿Para qué?. Tengo a mi
marido para que trabaje. No, no me quiero casar todavía,
porque no me gusta casarme, es como estar atada. Voy a mandar a
mi hija a la escuela para que no salga igual que yo, para que no
quede embarazada como yo. La voy a criar como Dios quiera. Fue Él
que me la mandó para ir aprendiendo de los golpes de la vida".
La maternidad en las
menores de 15 años también ha aumentado. Mientras
que en 1963 fueron un 0,2% del total de madres, en 1999 la cifra
fue exactamente el doble, 0,4%. Aunque la menstruación ya
dio la señal de largada para el comienzo de la vida reproductiva,
a esa edad el cuerpo todavía no completó su desarrollo
para albergar a otro ser. Por eso aumenta el riesgo de rotura temprana
de membranas y partos prematuros.
"Preguntale a los
curas"
"¿Por qué
pasa esto? Habría que preguntarle a las maestras, o más
que a ellas a los directores, al Ministerio de Educación
y Cultura, a los que manejan el Codicen, a los curas que, salvo
honrosas excepciones, siguen pensando que el método Billings
es el mejor. Esto es un grave problema de salud pública y
social. También económico, cada niño que está
en un CTI son 1.000 dólares por día y cada uno puede
estar meses". El que habla es Roberto Sergio, ginecólogo
y jefe de la sala para madres adolescentes del hospital Pereira
Rossell. Sergio dirige un equipo de pediatras, sicólogos
y asistentes sociales que trabaja con las jóvenes, una vez
que ya dieron a luz. El año pasado fueron 1.977, 165 por
mes, cinco cada día.
El horario de visita
a esta sala, que según Sergio es la única específica
para adolescentes del país, es de 14 a 15 y de 19 a 20 horas.
Hay visitantes que no se pueden dar el lujo de ir y volver todos
los días por las distancias y por el precio del boleto, pero
el lujo de ver al recién nacido puede más. Por eso
es común ver a los jóvenes padres dormir en el piso.
Pero afuera del edificio, porque en los corredores no está
permitido. Hace cuatro días que Faustino Rodríguez
duerme en las calles internas del hospital Pereira Rossell, recostado
en alguna escalera. En realidad duerme de a ratos, cuando el cansancio
lo vence. Pero encontrarse con ese pequeño paquete rosado
adentro de su cuna todos los días es, al menos para él,
recompensa suficiente. Mientras toca con delicadeza la oreja de
Florencia, mira con adoración casi religiosa a su novia de
17 años. Ella se deja amar y no habla demasiado. Con esa
misma parquedad esperó cinco meses antes de anunciar que
estaba embarazada. Dice que no se había dado cuenta, que
tomaba pastillas anticonceptivas, pero que se debe haber olvidado
de hacerlo algún día. Ambos terminaron sexto de escuela.
Ella sonríe y mira un punto fijo en algún lugar indefinido,
no habla. Él dice que es mecánico y que va a ir juntando
plata de a poco para armar su casa en el barrio Vista Linda --entre
Las Piedras y Progreso-- donde su padre le cederá un terreno.
Mientras tanto, vivirán con la familia de Rodríguez.
"Tengo algunos clientes
y de a poco va a ir saliendo algo. Hasta ahora, haciendo changas,
le fui comprando todo lo que tiene la beba. Lo primero que le compré
fue un conjunto en la feria. Era un enterito con una gorra, que
no venía incluida. Pero se la compré igual porque
era del mismo color. Se siente un poco raro ser papá, tengo
20 años y es la primera vez que me pasa. Para ella quiero
lo mejor, que sea curiosa como yo, le quiero trasmitir inteligencia
y tranquilidad. Que sea secretaria. Si tuviera un buen taller me
gustaría que trabaje para mí".
Embarazos simultáneos
Los nacimientos adolescentes
en el sistema público duplican a los que se producen en la
salud privada. Según los últimos datos del Ministerio
de Salud Pública, en 1999, de cada 100 madres que dieron
a luz en el sistema público 24,1 fueron menores de 19 años.
En cambio, en el sistema privado ese mismo guarismo desciende a
menos de la mitad, 10,1.
Muchos especialistas
sostienen que la maternidad adolescente contribuye a perpetuar el
ciclo de la pobreza. Uno de ellos es Bremen de Musio, director del
programa Materno Infantil de Salud Pública. "El embarazo
adolescente se da especialmente en los grupos socialmente más
desprotegidos, es un círculo que mantiene la pobreza. Entre
otros factores, porque la adolescente que se embaraza sale del circuito
escolar, no progresa y termina en un nivel sociocultural totalmente
deficitario".
Coincide con este enfoque,
una investigación del Programa de Investigación sobre
Pobreza y Exclusión Social (Ipes) de la Universidad Católica,
divulgado por el semanario Búsqueda a principios de junio.
Allí se sostiene que la mayoría de los niños
uruguayos son concebidos y criados por madres que no terminaron
la escuela, porque la tasa de fecundidad de las mujeres en edad
fértil --con ese bajo nivel de educación-- duplica
la de las mujeres con educación media y alta.
Hoy el 50% de los niños
uruguayos vive en hogares debajo de la línea de pobreza.
Ruben Katzman, director
del Ipes manifestó que la sociedad "se está privando
de buena parte de la contribución que potencialmente podrían
hacer al perfil de las nuevas generaciones las personas que han
acumulado mayores recursos físicos, humanos y en capital
social y que podrían garantizar una adecuada capacidad de
socialización de esas generaciones. Como contrapartida, la
mayor parte de los niños están siendo criados y socializados
en hogares con una relativamente menor capacidad de socialización.
Es en esos hogares donde nacen las futuras madres adolescentes,
repitiendo la historia de sus propias progenitoras".
Incluso hay madres e
hijas que dan a luz simultáneamente.
"Nos comparábamos
las panzas y ella tenía más que yo porque quedó
embarazada antes". Es el caso de Silvana, una joven de 15 años
que trajeron en ambulancia desde Rocha porque se le adelantó
el parto. Tuvo que venir sola porque su madre, de 31, había
parido 15 días antes un bebé prematuro, su quinto
hijo. Ahora la quinceañera espera que su hijo sea dado de
alta del Pereira Rossell y sigue sola, paseando por los corredores
vestida con una calza y remera negra que deja la barriga, ya chata,
al aire. A duras penas acepta desconectarse de sus auriculares para
conversar un rato. "Yo hice hasta sexto año de escuela, después
no quise ir más, no me gustaba. Lo que sí me gustaba
era ir a bailar, iba los viernes, sábados y domingos. Ahora
ya no voy a poder ir más, voy a tener que cuidar mucho a
mi beba porque tiene nada más que siete meses y sólo
respira con un respirador. De repente si mi madre me la cuida, algún
sábado puedo ir al baile... pero ella tiene que cuidar a
sus otros hijos".
Tampoco el padre se
quedará a cuidar a la beba. "Ya no estoy con él. Era
muy mujeriego y lo dejé. Además él me dijo
que la niña no era de él, pero yo sé que sí.
Cuando se borró al principio me sentí mal, sola...
pero después se me fue porque yo estaba con mi mamá.
Ahora tengo un novio que es albañil, tiene 25 años
y le compró muchos regalos a la beba. Me viene a visitar
los domingos. El año que viene me parece que me voy a casar.
Él me dijo".
Madre con mayúscula
Todos los especialistas
consultados coincidieron en que es necesario diferenciar entre nacimientos
y embarazos. Es que en el tema de las madres adolescentes se cuela
el del aborto.
Según la socióloga
Varela "el embarazo adolescente está en todos los sectores
sociales, pero en general se habla de que es una situación
solamente de los pobres. Cuando hay otros proyectos de vida, el
aborto pasa a ser una elección. Si realmente se supieran
las cifras de las mujeres menores de 19 años que quedan embarazadas,
la problemática seguramente cobraría otra dimensión".
Varela explicó
que hoy "es imposible cuantificar los abortos. Pero se sabe que
no es lo mismo abortar para una joven de escasos recursos que para
una de sectores más pudientes. Para ellas, el aborto es una
opción más segura. Incluso en muchos casos son los
propios padres los que incentivan esta decisión, porque ven
y presienten que ese nacimiento puede alterar la vida de esa joven,
que no va a poder estudiar, ni trabajar, que va a estar condicionada".
De todas formas, Varela
cree que los embarazos adolescentes son más frecuentes en
los sectores de menos recursos.
Para María Luisa
Banfi, vicepresidenta de la Sociedad de Ginecología de la
niña y la adolescente, no es solo la posibilidad de un aborto
lo que crea la brecha entre el sector público y privado.
Lo más importante es el proyecto de vida.
"Ante la falta de oportunidades,
el único proyecto posible para las jóvenes de sectores
más carenciados, es un hijo. Un hijo que les dará
estatus de Madre con mayúscula, que movilizará una
serie de mecanismos gubernamentales para atenderla". Tal como explicó
Susana Rostagnol, antropóloga e integrante de la organización
Mujer y Salud, "estas chicas no tienen proyectos. No van a ser mujeres
de carrera, no van a ser profesionales exitosas, no van a ser empresarias,
no van a ser políticas, no van a ser nada de lo que la publicidad
y los medios le dicen que tiene que ser. No van a ser lindas, porque
ser linda es caro, no van a ser nada de lo que hay que ser para
ser aceptada en el mundo. Excepto madre. Eso sí pueden cumplirlo,
es el único papel que pueden lograr para legitimar su rol
social. Y cuantos más niños traigan al mundo, tanto
mejor".
En el 2000, de las 54
mujeres menores de 15 años que dieron a luz en el Pereira
Rossell, 49 lo hicieron por primera vez, pero tres iban por el segundo
hijo, una por el tercero y otra más por el cuarto. De las
1.923 madres de entre 15 y 19 años, 1.371 parían por
primera vez, 429 por segunda, 95 por tercera, 18 por cuarta, cinco
por quinta, una por sexta, una por séptima, una por octava
y dos por novena vez.
Cristina Camarano tiene
18 años. Empezó a tener relaciones sexuales con su
actual pareja a los 15 y en seguida quedó embarazada por
primera vez. Ahora acaba de tener su segundo hijo. Dice que se va
a poner un dispositivo intrauterino (DIU) para evitar otro accidente;
ninguno de sus dos hijos fue planificado, en el primero "se dejó
llevar por los impulsos" y con el segundo hubo una confusión
con las pastillas. "En aquella ocasión la espera de la menstruación
fue horrible, iba a cada rato al baño a ver si me había
venido. Finalmente me hice un test de orina en casa, rezábamos
para que saliera una rayita y cuando vimos que eran dos, crecimos
de golpe. Yo dejé de estudiar en segundo de liceo y me dediqué
a malcriar a la nena".
Camarano quiere que
sus hijas estudien para que no repitan su historia. "Yo en el mercado
laboral no soy nadie. Pero como mamá me siento realizada.
Te perdés de salir a bailar. Pero los hijos te realizan,
es algo de uno, que lo tuviste adentro, que los sentiste. Es difícil
de explicar".
Ser madre adolescente
no es vivido como un problema en los sectores más pobres,
según explicó Mariana Aguirre, asistente social del
programa Aprendizaje Extensión de la Universidad. "Cuando
indagamos vemos que no es vivido como una situación conflictiva.
La abuela y la madre fueron madres adolescentes, entonces es una
pauta admitida y esperada dentro de la familia. Asocian ser mujer
con ser madre".
Sin adolescencia
La adolescencia como
tal difiere entre los hombres y mujeres de sectores socioeconómicos
bajos y altos. De acuerdo al informe del IPES, se distinguen trayectorias
de emancipación diferentes. La propia de sectores medios
y altos, se caracteriza por ser extremadamente tardía y con
muy baja fecundidad; mientras que en los sectores menos pudientes
se abandonan tempranamente los estudios y aumenta la tasa de fecundidad.
Incluso hay quienes
cuestionan la propia existencia de esa etapa en estos últimos
sectores. Rostagnol es una de ellas. "Si yo pienso que la adolescencia
es una etapa de transición entre niño y adulto, que
están bajo la responsabilidad familiar, que puede estudiar
y que no necesariamente tiene que trabajar y que, en definitiva,
está intentando ubicarse en el mundo. Todas estas características
no coinciden con ellos. En realidad su microsociedad los pone en
un lugar de adultos. La maternidad no es tan distinta a la de las
mujeres más grandes".
El "deseo de ser adulto"
tiene mucho que ver con esos ritos de pasaje entre la niñez
y la madurez. En una investigación realizada por la psicóloga
Cristina Perrone, la enfermera Susana Coitinho y la ginecóloga
Estela Conselo, entre 1999 y 2000 en el Pereira Rossell, se constató
que tanto los padres como las madres menores de 19 años sienten
ese deseo muy intensamente. La investigación dice que los
varones adolescentes al tener un hijo dicen sentirse hombres, adultos
y responsables.
"Lamentablemente --afirma
la investigación--hemos comprobado a través de los
años de experiencia clínica que esta responsabilidad
suele ser poco duradera, alcanzando, de realizarse, poco más
de un año del nacimiento del hijo".
Al menos por el momento,
Milton Moraguéz, de 18 años, ha sabido dar muestras
suficientes de responsabilidad. Ni bien se enteró que su
novia, dos años menor que él, estaba embarazada dejó
de estudiar --cursaba cuarto año de liceo-- para buscar trabajo.
Al principio estaba angustiado y no le contó a nadie. Pero
todo comenzó a ser mejor cuando se desahogó con sus
padres y hermanos que lo apoyaron. Habla fuerte, rápido y
parece tener muy claro cuál es su camino: convertirse en
soldado. "Ahora soy militar. Entré a la Brigada de Caballería
número tres. Estuve como escribiente y ahora estoy en trabajo
de carpintería. No me gusta, pero necesito el trabajo. Ahora
me pagan 1.800 pesos como soldado de segunda. Pero cuando llegue
a soldado de primera paso a ganar 2.700 y, después de un
año, 3.300; más la prima técnica --si me especializo
en algo-- que son otros 300 pesos. Además, nos vamos a casar.
Porque estoy enamorado de mi señora y para mejorar el sueldo.
Tendré hogar constituido, se agranda la asignación,
canasta familiar y mi señora se atenderá en el Hospital
Militar".
"Jamás pensé
en abortar, la culpa fue nuestra, no de la criatura", dice el soldado.
"Después de hacerlo, no hay arrepentimiento que valga. Además
ahora es una gran alegría, no me puedo despegar de la nena".
Aunque no siempre, suele
suceder que el entusiasmo inicial es derribado por las carencias
y dificultades que rodean a estas parejas o mujeres solas con hijos.
"Ellas aceptan a sus hijos, mientras es recién nacido y toman
teta, cambiamos el muñeco de goma por uno lindo de verdad.
Pero el tema es después, cuando empiezan otros cuidados.
No pueden salir a bailar, a hacer otras cosas y ahí empiezan
los problemas, el maltrato o el abandono", explicó Coitinho.
Anticonceptivos para
todos
Actualmente, ya son
varias las mutualistas que han incorporado policlínicas especializadas
en embarazos adolescentes, mientras que las intendencias y Salud
Pública ofrecen programas que apuntan a prevenir los embarazos.
"Las políticas consisten en, primero darle las herramientas
a los adolescentes para que, si se van a embarazar, que sean conscientes
de ello y si no desean hacerlo, que tengan los anticonceptivos necesarios",
explicó De Musio. Desde el 8 de marzo, el Ministerio implementó
la obligatoriedad de que en los 400 centros de todo el país,
donde hay parteras y ginecólogos, se asesore y se brinden
anticonceptivos gratuitamente a todas aquellas usuarias del sistema
público que lo soliciten. Se invirtieron 70.000 dólares
en importar preservativos, anticonceptivos orales e inyectables
y Dius.
Además, De Musio
adelantó que se está intentando establecer un programa
con el Banco de Previsión Social especialmente dirigido a
evitar segundos embarazos. "Una vez que la joven se embarazó,
le ofreceríamos un contrato con el BPS, el Codicen y Salud
Pública, donde ella se compromete a la crianza de su hijo,
a completar su nivel liceal, a cambio de una pensión y guardería
para el niño".
Mientras, la policlínica
y la sala de puérperas para adolescentes del Pereira Rossell,
no para de recibir jóvenes asustadas. Asustadas con ese nuevo
poder que no saben cómo manejar: el poder de crear vida.
Una niña de 14
años se sienta en el consultorio y dice que está embarazada
de dos meses. A veces llora porque no sabe si lo que está
haciendo está bien o está mal. Dice que tiene un novio
que es precioso pero que no quiere casarse porque todavía
es muy chica, que quiere pelearse con su pareja. Se disculpa por
vivir en el Cerro, le da vergüenza. También le da vergüenza
su próxima panza, por eso dejó de ir a la escuela,
estaba en sexto. Tiene miedo que sus compañeros de clase
se burlen. Para su hijo quiere lo mejor. "No le voy a pegar, le
voy a dar mucho cariño para que no salga, con perdón
de la palabra, ni chorro, ni drogadicto. No quiero que salga como
muchos, que matan. Jamás pensé en abortar, eso es
para las madres que son muy malas".
Frente al consultorio,
sentados en un murito, una pareja observa confundida un bulto pequeño.
Lo sostiene con torpeza Mario da Silva, 19 años, con la camiseta
de Brasil en el pecho y el pelo atado en una colita de caballo.
La madre, Leticia, de 16, se sienta a su lado, fuma y observa. No
hablan, sólo miran a la recién llegada. No van a poder
vivir juntos, no tienen dónde. Ella se va con sus padres
y él con los suyos. Contestan con monosílabos y no
levantan la vista de su niña. No tienen trabajo, ella está
en tercero de liceo y él hace changas. Él dice que
le va a enseñar a no fumar y a que estudie como la madre.
Apenas recuerdan que concibieron a la pequeña pensando "a
mí no me va a pasar". "Pero pasó", dicen. Sonríen.
Y repiten como para confirmarlo: "y ahora está acá".
EDUCACION
SEXUAL
Historia
de nunca acabar
LOS INTENTOS POR EDUCAR
SEXUALMENTE a niños y adolescentes han sido infructuosos
a lo largo de toda la historia de la enseñanza. El último
intento ocurrió el año pasado cuando se intentó
distribuir en los liceos el libro ¡Escucha, aprende, vive!.
La obra, elaborada por
el Programa Nacional de Sida, Onusida y Codicen, provocó
el inmediato rechazo de la Iglesia, entre otros sectores. El obispo
Luis del Castillo, dijo que el texto "parte de una visión
de persona reduccionista, sin enmarcarla en una escala de valores
y sin apertura a la trascendencia, que no es a la que apunta nuestro
quehacer educativo". Además hizo referencia a la larga trayectoria
que poseerían los colegios católicos en materia de
educación sexual.
Eduardo Touyá,
director nacional de Salud, agregó a la polémica que
la educación sexual era un tema inevitable porque "a diario
aumentan los embarazos precoces, las enfermedades de transmisión
sexual y el sida".
Los especialistas en
el embarazo adolescente se enojan cuando se les pregunta por los
repetidos fracasos de los intentos por incluir la educación
sexual en la educación de niños y adolescentes uruguayos.
Algunas opiniones
recogidas:
"Nos parece sumamente
importante la enseñanza a nivel de primaria. En secundaria
llegamos tarde. Pero encontramos escollos gubernamentales. En general
no está autorizada por el Codicen la educación sexual".
(Selva Lima, presidenta de la Sociedad Uruguaya de Ginecología
de la Infancia y de la Adolescencia). ®
"Este libro que están entregando en tercero de liceo, dicen
que es un buen material. Pero llegamos tarde. Ellas no pueden darse
el lujo de bancarse seis años de liceo, porque salen de ahí
sin saber hacer nada, no saben ni siquiera sentarse delante de una
computadora a hacer una carta de solicitud de trabajo". (Nybia
Decastelli, asistente social del Pereira Rossell).
"Este es un emergente
de una sociedad que está muy mal en muchas cosas. Por un
lado aquel país tan homogéneo, tan todos iguales,
se está evidenciando que n es de verdad. No sé si
no estamos en un proceso de animalización de algunos sectores
de la sociedad. Porque si todo les es vedado, les estamos quitando
ciudadanía a la gente". (Susana Rostagnol, profesora de
antropología e integrante de la organización Mujer
y Salud).
"Preocuparnos porque
nuestros jóvenes sepan inglés es fantástico
y deseable, pero ojalá nos preocupáramos además
de darnos cuenta de cómo es nuestra propia biología,
de que tenemos órganos de los sentidos y emociones y que
todo esto necesita también, una guía racional y comprensiva.
Desconocer la naturaleza humana, es dejarlos a la deriva, que se
arreglen como puedan, que se embaracen, que pasen por abortos provocados
y que padezcan enfermedades de transmisión sexual. Lo básico,
lo primero es la educación sexual. Si no lo hacemos, estamos
viviendo una real hipocresía". (María Luisa Banfi,
ginecóloga y vicepresidenta de la Sociedad de Ginecología
de la Niña y la Adolescente).
RÉCORD
URUGUAYO
Diez
veces más que Italia
Número de nacimientos
por cada 1.000 adolescentes de entre 15 y 19 años, por países:
Angola 219
Sierra Leona 202
Uruguay 72
Estados Unidos
59
Nueva Zelanda 34
Islandia 24
Canadá 23
Azerbaiján 17
Chipre 17
Camboya 14
Italia 7
China 5
Holanda 4
Suiza 4
Japón 4
Fuente: Fecundidad
adolescente, Carmen Varela; Unicef
TRES
POR MES
Hijos
de una violación
EN URUGUAY nacen unos
tres niños por mes como consecuencia de violaciones a adolescentes
de hasta 18 años. Eso es lo que se desprende de un estudio
realizado sobre 715 casos de la sala de puérperas adolescentes
del hospital Pereira Rossell, entre febrero y julio de 1999. La
investigación, realizada por la psicóloga Cristina
Perrone, la enfermera especializada Susana Coitinho y la ginecóloga
Estela Conselo, fue presentada en las IV Jornadas del Interior de
la Sociedad Uruguaya de Ginecología de la Infancia y la Adolescencia,
entre el 4 y 5 de noviembre de 2000, en Fray Bentos.
El relevamiento reveló
que un 73,4% de los embarazos adolescentes no fueron planificados
por los integrantes de la pareja y que, de ese porcentaje, un 4%
fue producto de una violación. Es decir que, en el lapso
de esos seis meses, nacieron 21 niños producto de una violación.
Más de tres por mes. Casi uno por semana.
"SI
ES UNA NIÑA, ABORTO"
Las
mujeres perdidas de Asia
CELIA
W. DUGGER, THE NEW YORK TIMES
AQUI, en el estado norteño
del Punjab, las parejas que abortan a sus fetos femeninos son conocidas
como "kudi-maar", o "asesinas de hijas".
Gurjit Kaur, de 22 años,
dice que pagó 500 rupias --unos 11 dólares-- para
un examen de ultrasonido hace un año, y luego puso fin a
su embarazo después de que un médico le dijo que tendría
una hija. Ahora su vientre ha empezado a crecer nuevamente, esta
vez con el tan esperado hijo varón, y su rostro redondo luce
radiante de felicidad. "Nuestros mayores deseaban un hijo", explicó.
"Los hijos son importantes porque tienen que cuidar de todas las
propiedades".
Aunque India proscribió
en 1994 todos los exámenes para conocer el sexo de un niño
no nacido, su uso se ha hecho una práctica común a
medida que la tecnología de ultrasonido --disponible en las
ciudades desde la década de 1980-- se ha extendido hasta
abarcar los pueblos pequeños que dependen de los servicios
de médicos itinerantes, quienes cargan consigo, de clínica
en clínica, las compactas máquinas.
Cifras preliminares
del censo del 2001, efectuado en febrero y marzo, han dejado en
claro que los fetos femeninos están siendo abortados en forma
habitual, como continuación de una tendencia ya registrada
en los años '80. El número de niñas por cada
1.000 niños descendió a 927 este año, de 945
en 1991 y 962 en 1981. El descenso de la proporción de niñas
sobre niños durante la década pasada, cuando la población
de India creció en nada menos que 181 millones, ha sido más
extremo en los estados ricos del norte y el oeste, donde son más
las mujeres que pueden pagar los exámenes y abortos, dicen
los demógrafos y economistas.
En el Punjab, por ejemplo,
el estado agrícola más próspero de India, nacen
sólo 793 niñas por cada 1.000 niños. En Gujarat,
un importante estado industrial, la proporción es de 878
mujeres por cada 1.000 nacimientos de varones.
India tiene la menor
proporción de mujeres entre los diez países más
poblados del mundo. El descuido de la salud y nutrición de
las niñas y mujeres y los altos índices de muerte
materna en los partos han contribuido a dar a los varones una ventaja
en términos de supervivencia. Ahora la tecnología
de ultrasonido está dando un nuevo impulso a la discriminación
contra las mujeres.
"India se está
poniendo a la par con otras sociedades modernas sexistas como Corea
del Sur y China en lo relativo a los abortos basados en el sexo
del feto", dice Amartya Sen, la economista india ganadora del Premio
Nobel. "Es una revolución tecnológica de tipo reaccionario".
Sen, quien ha estado
escribiendo desde hace una década sobre las decenas de millones
de mujeres "perdidas" en Asia, señala que el sorprendente
deterioro de la proporción de sexos entre los niños
en China, India y Corea del Sur ha ocurrido incluso mientras la
proporción de sexos en esos países ha mejorado modestamente
para las mujeres. Pero un mayor lapso de vida para las mujeres y
crecientes índices de alfabetismo no han cambiado la fuerte
preferencia cultural de tener hijos varones, quienes trasmitirán
el nombre familiar, heredarán la propiedad ancestral, cuidarán
de sus padres en la vejez y encenderán las piras funerarias
de sus padres.
Una amplia gama de grupos
en India, entre ellos la Asociación Médica India,
los altos sacerdotes de la religión sikh y organizaciones
sin fines de lucro están realizando campañas contra
los abortos basados en el sexo. Pero los medios para hacer cumplir
la ley de 1994 contra los exámenes para conocer el sexo del
feto pecan de ineficaces.
A.R. Nanda, alto funcionario
civil en el Ministerio de Salud, dice que, hasta donde él
sabe, nadie en este país de más de 1.000 millones
de habitantes ha sido declarado culpable de violar esa legislación.
Tampoco existe ningún sistema para supervisar el sexo de
los fetos abortados. En Punjab, el doctor Joginder Singh, director
estatal de los servicios de salud para el bienestar de la familia,
afirmó que el Estado enjuicia un caso sólo si una
mujer denuncia que fue obligada a someterse a un examen y luego
a abortar a un feto femenino... y que, también hasta donde
él sabe, ninguna mujer ha presentado nunca una denuncia de
ese tipo. "Son las damas las que tienen que dar el primer paso",
insistió Singh.
Los expertos señalan,
sin embargo, que es muy poco probable que las mujeres se quejen,
dado que frecuentemente ellas desean un varón tan intensamente
como sus esposos y suegros, o bien no pueden resistir la implacable
presión de los miembros de la familia de la que dependen
para su supervivencia.
Aquí, en un grupo
de aldeas y pueblos en el distrito de Patiala, el proscrito uso
de exámenes de ultrasonido para identificar a los fetos femeninos,
y los abortos ilegales que son su consecuencia, ocurren en forma
clandestina, aunque casi todos saben lo que ocurre. En tan sólo
diez años, el número de niñas por millar de
niños ha descendido de 871 a 770. Nadie tiene la menor duda
de cuál es la causa de este desequilibrio. "Todo se debe
a los exámenes", dice el ginecólogo Amarjeet Chander.
"Las máquinas (de ultrasonido) están ahora en todas
partes". De hecho, grandes anuncios en los que se anuncian los exámenes
de ultrasonido son claramente visibles. En un maltrecho centro comercial
en Dera Bassi había dos clínicas médicas con
ese servicio. Radiólogos de la ciudad de Panchkula, a 25
kilómetros de distancia, visitan esas clínicas cada
semana, llevando consigo sus máquinas de ultrasonido.
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