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Dos Festivales I EL TEATRO EN PORTO ALEGRE Y BUENOS AIRES
De todo
para ver y admirar
Porteños y 'gaúchos'
coordinan las muestras teatrales para poder mantener sus notables
niveles.
PORTO
ALEGRE I G. A. RUEGGER
Tanto la capital argentina
como la gaúcha se jactan de organizar los mejores festivales
internacionales de teatro en el Mercosur. Pero si alguien quisiera
asistir a los dos, necesariamente va a tener que optar. Porque el
III Festival Internacional de Buenos Aires comenzó la semana
pasada y se extiende hasta el 30 del corriente, mientras que el
octavo Porto Alegre Em Cena arrancó el sábado y también
culmina a fin de mes.
La coincidencia de fechas
no es caprichosa. Siempre estuvieron muy cercanos en el tiempo y
hasta llegaron a "pisarse" en algunos días, pero ahora deliberadamente
coinciden para poder compartir los gastos de algunas propuestas
que de otra manera sería imposible traer por estas latitudes,
y menos en tiempos de recesión. Esos espectáculos
que estarán en las dos ciudades son únicamente cuatro
pero de alta cotización: Zweiland, un ballet alemán
aclamado en todo el mundo por la imaginación y talento de
su creadora Sasha Waltz, considerada una de las mejores coreógrafas
de la actualidad; Hamlet en la concepción personalísima
del director lituano Eimuntas Nekrosius, que, entre otras libertades,
monta la obra sobre hielo; Drácula, donde el compositor y
director norteamericano Philip Glass viene con su propio grupo musical
y ofrece una banda sonora revolucionaria mientras se proyecta el
film mudo de 1931 con Bela Lugosi; y Concierto para casamientos
y funerales, que también es un aporte de gigantesca orquesta
y coro a cargo del famoso Goran Bregovic, el músico de las
películas de Kusturica.
PORTEÑOS. Pero
las coincidencias terminan ahí. Cada Festival tiene su estilo,
trae otras atracciones internacionales exclusivas y complementa
el menú con un importante aporte de espectáculos locales.
El de Buenos Aires es más joven, pero en tres años
ha logrado cimentar una personalidad, se despliega sobre un importante
abanico de salas y si bien sus organizadores no han querido adelantar
cifras, sólo la municipalidad bonaerense ha puesto medio
millón de dólares para solventarlo, por lo que es
juicioso pensar que sale el doble, sponsors mediante.
Su programación
es más ecléctica porque deliberadamente no se lo nombra
sin la debida aclaración de su contenido: teatro, música,
danza y artes visuales. Así se explica que, sobre dieciocho
espectáculos extranjeros invitados, seis sean de ballet,
tres de música y únicamente de teatro los restantes
nueve, aunque haya también en este rubro algunos intentos
combinados. La presencia local se da con veinticinco propuestas
netamente bonaerenses, una en sociedad con Brasil y dos provenientes
de Córdoba.
Fiel a una tendencia
difícil de entender y que ya provocara interrogantes molestas
en las dos ediciones anteriores, el Festival prácticamente
ignora al resto del teatro latinoamericano, representado esta vez
solamente por los chilenos del Teatro La Memoria con Hechos consumados
de Juan Radrigan y por nuestro país con un monólogo,
que por suerte es excelente: la versión de El cerdo por la
gente de Trenes & Lunas con dirección de Alberto Rivero
y actuación de Iván Solarich.
Aparte de lo ya señalado,
entre la múltiple oferta extranjera hay que destacar el ballet
Körper por el mismo grupo germano de Sasha Waltz (no se hace
en Porto Alegre), Algo sobre Bach que es otro ballet por importante
grupo belga, La historia de la oca a cargo de la muy renombrada
compañía teatral canadiense Les Deux Mondes tratando
el urticante tema de la violencia infantil, Conocer gente, comer
mierda por los españoles de La Carnicería Teatro mostrando
la desorientación y el tedio de la vida moderna, House como
presentación del renombrado dramaturgo y director norteamericano
Richard Maxwell y su estilo de la "pausa estéril", Los serenos
que es otro ballet sobre Kafka por el Centro Coreográfico
de Orleans, Las tentaciones de lo atípico por nuestros conocidos
franceses de Ilutopie (estuvieron hace unos meses haciendo "perfomances"
en el Cabildo), Fix y Rusch que es también danza venida de
Inglaterra pero con reputado coreógrafo musulmán,
Extra dry que con un ballet muy libre de Emio Greco une a Italia
y Holanda en su producción, Ugnies veida que en lituano quiere
decir "Cara quemada" y alude a la eternidad de la confrontación
humana y The white cabin que a pesar de su nombre
en inglés viene de Rusia y parece ser la proposición
que cumple con el rubro audiovisual del Festival al utilizar música,
actuaciones, diapositivas, videos y films en tres pantallas simultáneas.
Dentro del marco de
la muestra bonaerense se desarrollan la convocatoria al II Premio
Germán Rozenmacher para dramaturgos de 35 años, el
III Encuentro de Reflexión Teatral, el I Seminario Internacional
de Maestros del Teatro Contemporáneo que consta de dieciocho
clases y los "workshops" a cargo de varios de los artistas huéspedes.
GAUCHOS. Las diferencias
con Porto Alegre Em Cena son muy notorias. Por de pronto este posee
mayor historia, ya que tiene siete ediciones por detrás,
y siempre ostentó el sello y la imagen de su creador y alma
mater, el eficiente y carismático Luciano Alabarse. Pero
para el festival gaúcho la picazón ha sido en el octavo
año, porque como fruto de una situación interna que
no ha sido aun explicada públicamente, Alabarse renunció
hace un par de meses poniendo en duda una realización que
había estado montada hasta el momento sobre su personalidad.
Sin embargo, y con buen criterio, el sector Cultura de la prefectura
portoalegrense decidió mantener el acontecimiento y además
no innovar sobre la programación que ya estaba estructurada,
dada la cercanía de las fechas y los compromisos asumidos.
Por lo tanto están
en los escenarios de la capital riograndense quince espectáculos
extranjeros, de los cuales sólo dos son de ballet y tres
de música y/o música y canto, manteniéndose
una fuerte presencia del resto del Brasil con catorce propuestas
de Río, San Pablo, Brasilia, Minas Gerais y Belho Horizonte,
más el propio teatro local. También se mantiene --diferencia
muy marcada que Alabarse supo imponer sobre Buenos Aires-- la presencia
escénica continental, ya que estarán allí tres
espectáculos argentinos, uno peruano y cuatro uruguayos.
Entre los espectáculos extranjeros que sólo pueden
verse en Porto Alegre cabe destacar a El lago de los cisnes por
el Cullberg Ballet de Suecia que abrió el Festival y Leonardo
por los portugueses de la Companhia do Chapitó que se toman
irreverentemente y con humor la vida de da Vinci.
En el lanzamiento de
esta programación en mayo pasado, al que tuvo oportunidad
de asistir El País, ya trascendió que el 8o. Porto
Alegre Em Cena cuesta unos 800.000 dólares, solventados mayormente
por compañías como Nokia, CRT Brasil Telecom y Petrobrás,
que se benefician impositivamente apoyando a la cultura, aparte
de la prefectura local. Y además de la falta de tiempo para
aburrirse como en Buenos Aires, en el festival brasileño
hay una mayor espacio para los contactos entre sus concurrentes.
La novedad será el Ponto de Encontro-Espaçonave, que
estará ubicado en Largo do Epatur para fomentar la confraternización.
Los
representantes del teatro uruguayo
Es una tradición
del Festival Porto Alegre Em Cena el invitar a varios grupos uruguayos
cada año. Incluso en alguna oportunidad se llegó a
hacer una muestra compatriota paralela.
En esta octava edición
de la muestra la participación nacional está compuesta
por Los lobos de Luis Agustoni en la versión dirigida por
Rúben Yáñez, Jubileo de Georges Tabori por
Trenes & Lunas con dirección de Alberto Rivero, Top dogs
de Urs Widmer por la Comedia Nacional y Salúdenlo, evocación
dramático musical de la vida del compositor y cantante Mateo
que se vió poco en Montevideo y que escribió y dirigió
Adriana Lagomarsino. Cada uno de estos espectáculos hará
dos representaciones en en el festival gaúcho.
También estaba
prevista la presencia de Las reinas de Norman Chaurette con conducción
de Eduardo Schinca y de Ayax de Mûller que creara Mariana
Percovich, pero una divergencia poco clara con respecto a la forma
de pago del cachet dejó imprevistamente afuera a estos dos
espectáculos.
En una línea
totalmente distinta, donde el resto del teatro latinoamericano casi
no pesa, el III Festival de Buenos Aires sólo convocó
a El cerdo, el unipersonal de Trenes & Lunas con Iván
Solarich en la actuación y Alberto Rivero en la puesta.
Lo clásico
y lo moderno
Porto Alegre abrió
su festival con una pieza clásica, El lago de los cisnes
de Tchaikovskii, realizado con una visión enteramente nueva
del baile en escena. Su responsable es la compañía
sueca Cullberg Ballet, dirigida por el también actor y coreógrafo
Mats Ek. Es la versión original de la pieza compuesta en
1875 pero la lectura ha cambiado: se insiste más en la relación
edipiana del personaje central con su madre, se relegó a
un segundo plano el conflicto entre el bien y el mal y se profundizó
el choque entre realidad y sueño.
Lo más notorio,
empero, es que los cisnes acá se han transformado en figuras
grotescas pero en ningún momento abandona el baile realizado
con notable técnica y creatividad.
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