DESPEDIDA .Cuatro días antes de cumplir los 90 años, falleció el escritor bahiano Jorge Amado, el más famoso creador de la lengua portuguesa provocando un duelo mundial.

Un bahiano muy amado

El presidente Cardoso lamentó la pérdida de un combatiente que siempre estuvo a favor de la justicia.

Desde ayer las cenizas de Jorge Amado alimentan el viejo árbol de mango que el escritor tenía en el jardín de su casa de Salvador, en Bahía, donde vivió los últimos cuarenta años. Falleció el lunes, a los 89 años, cuatro días antes de cumplir los 90. El escritor más popular de Brasil y el más famoso de la lengua portuguesa del siglo XX fue también un creador multimediático aún antes de que este término tuviera el uso que tiene en estos días. Sus historias que estaban pobladas por personajes inconfundiblemente brasileños trascendieron las páginas de los libros y habitaron también en el cine, en la televisión, en la música, en el teatro y hasta en historietas cómicas.

Fue un escritor refinado y al mismo tiempo un escritor de pueblo. Y si bien describió como nadie el espíritu brasileño, en especial el bahiano, su obra fue universal. Los libros de Jorge Amado fueron traducidos a 48 idiomas y editados en 52 países, donde vendió la friolera de 80 millones de ejemplares. Jorge Amado plasmó a través de su obra la imagen de un Brasil colorido, sensual, rítmico, mágico, pero también injusto y cruel con su gente. Nacido el 10 de agosto de 1912 en una hacienda de cacao cercana a la ciudad de Ilheus, en el estado de Bahía, desde su juventud Amado puso su pluma al servicio de la gente simple del pueblo, a través de una fuerte denuncia social, asociada a un estilo popular, puntuado de humor y fino erotismo. En sus libros, los marginados --obreros, pescadores, campesinos, prostitutas-- se convierten en héroes de sagas épicas en las tierras de Bahía, dominadas por el poder absoluto de los terratenientes (coroneles).

En una de sus últimas entrevistas, concedida en 1998 al diario argentino Clarín, Amado recordó que uno de sus críticos lo acusó una vez de ser el escritor de las prostitutas. "Para mí, fue un elogio", arguyó. "Crecí en los prostíbulos y mi recuerdo de esas mujeres es muy puro, de gran ternura y gratitud", dijo. Prostitutas como las de Tereza Batista, cansada de Guerra (1971) y Tieta do Agreste (1977) se suman a una amplia galería de personajes femeninos fuertes y sensuales, en la que se destacan además las protagonistas de Gabriela, Clavo y Canela (1960) y de Doña Flor y sus dos Maridos (1966).

El otro aspecto de la obra de Amado que fascinó a sus lectores de todo el mundo es el ambiente en que transcurren las historias. Fuertemente influida por la cultura de Bahía --donde está más presente la cultura negra--, su literatura transcurre en un ambiente colorido y marcado por los olores fuertes del arte culinario local y por la magia de las sectas religiosas afrobrasileñas, siempre presente en momentos decisivos. Es una literatura de sensualidad. Su pluma estaba cargada de colores, sonidos, perfumes, sabores y texturas. Pero también de compromiso y política, una condición que lo llevó al exilio y la clandestinidad.

GLORIA. No por mero protocolo el presidente de Brasil, hombre cultivado y estudioso, expresó a propósito de la muerte de Amado: "Brasil perdió a uno de sus mejores escritores", dijo Fernando Henrique Cardoso. "El legado de Jorge Amado trasciende una obra por su riqueza y densidad y es el ejemplo vivo de lo que puede el espíritu humano en sus más elevadas creaciones. Los personajes que creó se volvieron tanto o más reales que su autor. ¿Qué mayor gloria puede tener un escritor?", preguntó el presidente. "El legado que nos deja es de un combatiente, de alguien que siempre estuvo a favor de la justicia, al lado de los oprimidos. Un creador que tuvo el coraje de pintar Brasil en sus colores reales para a partir de ellos proponer su utopía. Brasil pierde a ese hombre. Su legado, entretanto, es una herencia de la que nos enorgullecemos todos. Jorge sentiremos tu falta", se despidió Cardoso.

Amado publicó su primer libro --El País del Carnaval-- en 1931, cuando tenía solamente 19 años y trabajaba como periodista en Rio de Janeiro. Cinco años antes, había dejado atrás la hacienda de su padre, el coronel João Amado, para buscar su independencia financiera e intelectual en la capital, Salvador de Bahía, donde trabajaba en periódicos al tiempo que participaba en la vida literaria local. El reconocimiento internacional llegó en 1932, cuando su libro Cacao, sobre la vida de los trabajadores en las haciendas de Bahía, fue traducido al español y difundido en varios países sudamericanos.

Cacao es la primera de una serie de novelas de denuncia social, publicadas durante el período en que Amado fue afiliado al entonces clandestino Partido Comunista Brasileño (PCB), una militancia que marcó profundamente su obra literaria así como su vida personal. Por su condición de miembro de un partido clandestino, llegó a ser arrestado diversas veces en 1936, 1937, 1942 y 1945, y cumplió períodos de exilio en Argentina y Uruguay (1940-42), Francia (1948-50) y Checoslovaquia (1951-52). Durante el breve período de legalidad del PCB (1945-46), fue elegido diputado en la Asamblea Nacional Constituyente, en la que logró hacer aprobar varios proyectos importantes relacionados a la vida cultural.

De ese período de militancia comunista nacen algunas de sus principales novelas sociales, como Tierras del Sin-Fin (1943) y Subterráneos de la Libertad (1954), obras que el propio Amado calificaría más tarde como demasiado serias.

El escritor abandonó el Partido Comunista en la década del 60, por discrepar con la línea stalinista del partido y su literatura adquirió un tono menos pesado y más marcado por el humor y la sensualidad, dando lugar a obras más famosas y desenfrenadas.

Un periplo montevideano

Jorge Amado vivió dos años en Uruguay, desde 1941 hasta 1942. De su periplo montevideano quedan, entre otros, dos importantes testimonios. Uno es el que dejó Serafín J. García en su libro Primeros encuentros, el otro es una entrevista que le realizó Pablo Rocca en Málaga, España, y que fue publicada en el semanario Brecha el 23 de abril de 1993. De ese artículo fueron extraídas las siguientes declaraciones en la que el escritor brasileño narra su pasaje por Uruguay.

Según contó Amado, la primera vez que vino a Uruguay fue en 1935. En esa oportunidad le tocó presenciar de cerca un hecho importante de la vida nacional. Había llegado en calidad de periodista, integrando la comitiva del presidente brasileño Getulio Vargas. "A los pocos días de llegar a Montevideo me tocó asistir a un acontencimiento increíble", narró Amado a Rocca. "En el Hipódromo de Montevideo estaba cerca de los presidentes de Brasil y Uruguay, cuando atentaron contra éste último", comentó en alusión al intento de magnicidio que tuvo Bernardo García contra Gabriel Terra.

EXILIO. La próxima vez que el bahiano visitó Uruguay fue para refugiarse como exiliado. Por ese entonces, el autor de Capitanes de la arena era un activo militante del Partido Comunista Brasileño y un periodista molesto para el régimen de Vargas. "No podía vivir tranquilo en Brasil. La dictadura nos creaba dificultades de trabajo, nos metían presos, nos detenían permanentemente. Pese a lo cual yo más o menos podía vivir. En ese tiempo el partido me encomendó que escribiera una biografía del líder comunista brasileño Luis Carlos Prestes, que siguiera la causa de la guerra contra el nazismo. Entonces, para poder trabajar en paz, me fui a Buenos Aires, pasé primero por Montevideo y escribí el libro rápidamente (que publicó en español la editorial Claridad, de Buenos Aires). Una vez aparecido el libro, lo que se hizo de inmediato porque la editorial tenía mucho interés, ya no podía volver a Brasil por mi seguridad personal. En ese momento había un grupo muy grande de exiliados brasileños en Buenos Aires, y otro grupo todavía mayor en Montevideo", recordó Amado.

Durante su estadía en Uruguay (que también incluyó algunos momentos en Treinta y Tres y en Piriápolis) el escritor entró en contacto con la vida política local, así como con el ambiente cultural. Además escribió la novela Las tierras del sin fin, que está fechada en Montevideo. "Una efervescencia política muy grande sacudía a aquel Uruguay. Pese al régimen dictatorial funcionaba el Partido Comunista y el Partido Socialista. Por eso, un país como Uruguay con su tradición democrática de libertades plenas, con una gente tan respetuosa y solidaria, era más seguro para un exiliado que Argentina", rememoró.

En Montevideo Amado conoció al secretario del Partido Comunista uruguayo, Eugenio Gómez, y a Rodney Arismendi, entre otros. Los exiliados brasileños en Uruguay, además de conspirar contra el régimen de Vargas, organizaban la resistencia contra el franquismo junto a exiliados españoles.

ESCRITORES. Pero, por supuesto, también tuvo importantes vinculaciones con los intelectuales uruguayos. "En ese tiempo conocí a Onetti", le recordó al investigador Pablo Rocca. "Me conecté con Justino Zavala Muniz y traté especialmente a Enrique Amorim, un gran escritor y un amigo querido. Yo hice traducir al portugués El caballo y su sombra. Tanto fui amigo de él como de su mujer, Esther Haedo, quines me invitaron a Salto a su casa Las Nubes. Hice buena amistad con Julio E. Suárez y con un gordo, muy buen poeta... Juvenal Ortiz Saralegui se llamaba, muy buena persona. También en ese momento colaboré con algunos artículos en un diario del partido, Justicia", recordó Amado. El brasileño llegó a colaborar con Marcha y con Mundo Uruguayo.

En agosto del 42 Amado regresó a Brasil. "Fue cuando Brasil entró en guerra contra el Eje nazi--fascista. Poco después de conocida la noticia nos reunimos todos los exiliados y llegamos a la conclusión de que si el gobierno estaba en guerra contra el fascismo, habían desaparecidos los motivos para estar fuera de nuestro territorio. Así que decidimos regresar. No bien llegamos a casa nos metieron a todos presos. De los cincuenta y tanto que volvimos sólo seis no fuimos procesados", contó Amado. El propio escritor narró algunas de estas cosas en su libro Fragmentos de una memoria que nunca escribiré.

 

Su literatura en el cine

El cine fue atraído reiteradamente por la literatura de Jorge Amado. Ya en 1948 el norteamericano Eddie Bernouday hizo una adaptación de Tierras del sin fin, en una proyección internacional que fue seguida por el italiano Alberto D'Aversa (Seara vermelha) y el también estadounidense Hall Bartlett (Capitanes de la arena), y en 1976 Doña Flor y sus dos maridos dio lugar a una famosa versión dirigida por Bruno Barreto y protagonizada por Sonia Braga que abrió al cine brasileño los mercados internacionales. La fama de Doña Flor generó una opaca remake norteamericana (Mi adorable fantasma, 1982, director Robert Mulligan, con Sally Field), y una posterior miniserie televisiva. El francés Marcel Camus tampoco se resistió a la fantasía bahiana e hizo Otália da Bahia.

Entre las nueve adaptaciones realizadas figuraron Gabriela (con Braga y Marcello Mastroianni), Jubiabá y Tienda de los milagros (las dos de Nélson Pereira dos Santos) y la reciente Tieta de Agreste.

La televisión también demandó el imaginario de Amado desde 1961, cuando se hizo la primera Gabriela. Después vinieron en forma de telenovela o miniserie otras diez producciones, entre ellas Tierras del sin fin, Tienda de los milagros, Tieta, Capitanes de la arena, Teresa Batista cansada de guerra, Tocaia Grande y la infaltable Doña Flor.