EL PAIS DE LAS COSAS A MEDIAS

En Uruguay se hace de todo, pero todo a medias: desde los cuarteles de bomberos

a las campañas contra el contrabando. Todo queda siempre por la mitad.

4-palacio Justicia

VIDRIOSO. La eterna marcha del Palacio de Justicia uruguayo: vidrios por fuera, aire por dentro.

LEONARDO HABERKORN, GUSTAVO ESCANLAR

HACE POCAS SEMANAS, tres niños murieron calcinados en una vivienda de la calle Teniente Rinaldi, en la Unidad Casavalle. Su madre había ido a buscar a otra hija a la escuela y, por seguridad, los dejó en la precaria vivienda encerrados con llave. Cuando empezó el incendio, no pudieron escapar. La casa se quemó totalmente en 15 minutos. Los bomberos demoraron media hora.

Pero los niños se pudieron haber salvado. Desde hacía años se sabía que en esa zona se necesitaba un destacamento de bomberos, porque si no las casas se terminan de quemar antes de que llegue el primer coche bomba. Por eso, hace 14 años se había comenzado a construir un cuartelillo. Pero la obra se dejó un día por la mitad. Y la mitad de un cuartelillo de bomberos no sirve para salvar la vida de tres niños. Ni de uno. En realidad, no sirve para nada. O peor: es sólo dinero malgastado. Nuestro dinero tirado a la basura y tres niños muertos.

"Para colmo y vergüenza de nuestras autoridades, hace unos meses se incendió otra vivienda frente al cuartelillo sin terminar y falleció una niña de 2 años", relató a El País en la ocasión Elida López, edil y vecina de la zona.

Lo del cuartelillo de bomberos que lleva 14 años sin ser terminado puede ser la historia más dramática del Uruguay a medias, pero no es la única.

En mayo también se informó que en Paysandú se volverá a trabajar para tratar de terminar una obra dejada inconclusa... ¡hace más de medio siglo!

"Tras una suspensión en sus obras de 55 años, será concluida finalmente la construcción de la represa del Chingolo, sobre el arroyo que lleva el mismo nombre...", dijo la crónica. Guy Crouzet, nuevo concesionario de la obra, afirmó que terminar la represa es importante porque ella "en su momento implicó una gran inversión nacional". Es así: millones de nuestro dinero está "depositado" en inútiles obras y proyectos a medio terminar.

Ahí tenemos al Palacio de Justicia. Esa mole de cemento en la plaza Independencia, entre el Solís y la ex casa de gobierno, se comenzó a construir hace cuatro décadas. Durante mucho tiempo fue un esqueleto inmenso en el costado de la plaza. Dicen que Juan Carlos, el rey de España, cada vez que visitaba la ciudad, preguntaba: "¿todavía no lo terminaron?", hasta que al fin se acostumbró y dejó de preguntar. Para evitar incómodos interrogantes, alguien tuvo la idea, genial, de rodearlo de vidrios espejados. Pero adentro sigue vacío.

Un lector de El País identificado como J.R. publicó meses atrás una carta mostrando su preocupación sobre este tópico: "existen edificios en Montevideo que no están terminados. Su construcción se encuentra suspendida. Y es francamente desagradable el espectáculo que brindan".

En el corto plazo, no es de esperar que la situación se modifique. Pero puede solucionarse a la uruguaya: inaugurando los edificios a medio terminar. Como pasó con el auditorio del Sodre, que se incendió en 1971, comenzó a reconstruirse en 1987 y se reinauguró en 2001 con sus obras terminadas... a medias. Y para la ocasión se puso en escena la opera Aída... a medias.

No fue el primer caso, por supuesto. Hace pocos meses vimos al entonces presidente Julio Sanguinetti inaugurando la torre de Antel... a medio terminar. Quien no pudo concurrir a la ceremonia no debe angustiarse: seguramente otro presidente la inaugurará nuevamente luego.

Sí, porque en Uruguay las obras pueden inaugurarse dos veces: como el hospital de Las Piedras, inaugurado primero por el presidente Luis Lacalle en 1995 y luego por Sanguinetti, en 1997.

Pura dinamita

Esto de hacer las cosas a medias viene de lejos. El mismísimo estadio Centenario se inauguró sin estar terminado. El proyecto original preveía una capacidad para 102.000 espectadores, pero la fecha de inicio del Mundial del 30 se nos vino encima y hubo que dejarlo en 70.000. Además nunca se colocó el ascensor que debía llevar la torre de los Homenajes, ni la estatua que ésta debía llevar en la proa que mira hacia la cancha.

Al proyecto original del Palacio Municipal se le sacaron 40 metros de altura. La Facultad de Ingeniería nunca fue terminada del todo.

En 1973 se volaron con dinamita las torres del nunca terminado aerocarril que debía unir la playa Malvín y la isla de las Gaviotas. Las obras habían comenzado décadas atrás, pero nunca pasamos de tener instalado medio aerocarril en Malvín. Cuando, tras años y años de contemplar la absurda e inútil estructura nos dimos cuenta de que así, por la mitad, no servía para nada, decidimos hacer algo. ¿Terminarlo? No, tirarlo abajo.

Menos mal que a nadie se le ocurrió demoler el verdadero Monumento del Uruguay a Medias, ubicado en la laguna Garzón, que separa a Maldonado de Rocha.

Para algunos hacer un puente sobre esta laguna es muy necesario: así el turismo que llega a Punta del Este se expandirá también a Rocha llevando dinero y oportunidades de trabajo a ese necesitado departamento. Pero para otros hacer el puente es muy malo: las urbanizaciones crecerían en Rocha de la misma forma desordenada que lo han hecho en Canelones y Maldonado, provocando un severo daño al medio ambiente y destruyendo la costa. Entonces ¿hacer el puente es bueno o malo?

--¡Es bueno!

--¡No, es malo!

--¡Es bueno!

--¡Es malo!

¿Cómo podemos solucionar este dilema? ¡Ya está! ¡¡Haciendo medio puente!!

Ahí en la laguna Garzón está el Monumento al Uruguay a Medias: medio puente, inútil, ridículo, en la mitad de la nada.

Lo que tenemos

No se trata sólo de las grandes obras. Es algo más grave, que afecta todo lo que se hace en el país, incluso las cosas más nimias y cotidianas.

Tenemos un servicio para pedir hora por teléfono para sacar la cédula, pero cuando uno llama casi nunca hay números. Tenemos semáforos pero los respetamos a medias. Tenemos líneas de ómnibus que tienen horarios, pero éstos son secretos.

¿Cree que la solución es viajar en taxi? No se entusiasme: no hay escape del Uruguay a medias. Todos los taxis pusieron mampara, pero muy pocos tienen los cinturones de seguridad para evitar que el pasajero se deshaga el rostro contra ella en la primer frenada. Parece tomada de pelo, pero en muchos casos el taxi tiene colocado en sus asientos posteriores... ¡la mitad del cinturón!

"Le decimos al usuario que use el cinturón de seguridad. Personalmente cada vez que he viajado en taxi he intentado usarlo y no he podido dado que no existe o está incompleto", se quejó por carta Inés Pazos, otra lectora de El País.

Su queja no cambió nada: la misma Intendencia de Montevideo capaz de movilizar a toda una inflexible gestapo para detener (con dudosa legalidad) a los autos empadronados en otros departamentos, no puede controlar que los taxis cumplan con las normas respecto a los cinturones de seguridad.

Independencia

Sucede que, en Uruguay, infinidad de normas y leyes se cumplen a medias. Y no es algo nuevo.

El 25 de agosto de 1825 los patriotas sancionaron simultáneamente dos leyes fundamentales para el destino de esta tierra. Una declaró "írritos, nulos, disueltos y sin ningún valor para siempre" los lazos que ataban a la Provincia Oriental con los imperios que la pretendían. La otra, declaró nuestra unión a las Provincias Unidas del Río de la Plata. No hace falta decir que la voluntad de los patriotas se cumplió a medias: independencia sí, unión no.

Quizás allí esté la clave del asunto: el país nació con un mandato a medias. De allí en adelante todo fue por mitades. Incluso la actual Constitución se cumple a medias.

"Artículo 8. Todas las personas son iguales ante la ley no reconociéndose otra distinción entre ellas sino la de los talentos y virtudes". Esto se cumple... salvo para los ministros y ex ministros, que son inimputables.

"Artículo 26. (...) en ningún caso se permitirá que las cárceles sirvan para mortificar, y sí sólo para asegurar a los procesados y penados, persiguiendo su reeducación, la aptitud para el trabajo y la profilaxis del delito". Las cárceles uruguayas "aseguran" a los presos bastante bien, pero cumplen bastante mal con sus otros cometidos.

"Artículo 45. Todo habitante de la República tiene derecho a gozar de una vivienda decorosa". Según los últimos datos, 373.000 uruguayos viven en condiciones de hacinamiento.

"Artículo 55. La ley reglamentará la distribución imparcial y equitativa del trabajo". En principio, cualquier uruguayo puede conseguir cualquier empleo. Pero tener el padre, esposo, hermano, tío, padrino adecuado ayuda en todas las empresas, públicas y privadas. En el Estado basta repasar la lista de beneficiarios de los "contratos de obra" para ver cómo se respeta la imparcialidad y equidad que ordena la Constitución.

Para el empresario Alfredo Etchegaray en esa forma de repartir el trabajo está una de las claves de por qué nos va como nos va. "Las personas son colocadas en los cargos porque son amigos de alguien. Esto es así desde hace décadas. En vez de poner al mejor técnico para la tarea, ponemos al amigo del amigo de un amigo. Y así no se puede llegar a ningún lado".

Todo se arregla

Otro artículo de la Constitución que se cumple a medias es el 267. Dice que "para ser intendente se requerirán las mismas calidades que para ser senador, necesitándose, además, ser nativo del departamento o estar radicado en él desde tres años antes..." Pero ya hemos visto que, cuando el candidato o la candidata son importantes y no cumplen con el requisito, el asunto se arregla.

Todo se arregla en Uruguay, aunque casi siempre a medias.

Algunas, pocas, líneas de ómnibus publicitan sus horarios, como sucede en los países civilizados. Eso ocurre por ejemplo con el D1, el rápido que une Ciudad Vieja y Carrasco.

Es una línea que cumple su servicio, generalmente con eficacia y regularidad. Pero cada tanto un coche se rompe y el usuario debe permanecer en la parada otros 21 minutos esperando la próxima frecuencia. Tras el plantón, usted puede telefonear a un número que Cutcsa pone a su disposición para averiguar qué pasó con el coche que no pasó.

--Ese coche tuvo una panne. Panne es una palabra que tenemos nosotros para decir que el ómnibus se rompió.

--¿Y no tenían otro coche para poner?

--No, no tenemos.

--¿No hay nada previsto para cuando falta un coche?

--Lamentablemente no.

--Pero esa es una línea con horarios. Uno va confiado a la parada y no puede quedarse media hora parado esperando al próximo coche.

--Lo entiendo perfectamente, pero si hay una panne no podemos hacer nada.

--¿No pueden poner otro coche?

--No tenemos.

--¿No pueden avisar?

--¡No!

O sea, un gran servicio... a medias.

Otro caso de este tipo es el de los cajeros automáticos. Tenemos decenas de cajeros automáticos distribuidos a lo largo y ancho de la república... pero cuando uno los necesita no tienen plata, o están fuera de servicio, o están siendo objeto de tareas de mantenimiento, o no tienen papel para darte el recibo, o tienen papel pero la cinta de la impresora está gastada, o la impresora está mal programada y desde hace meses escribe en un idioma inintelegible.... ¡Incluso dan billetes falsos y después nadie se hace responsable!

El lector Líber Trindade contó a El País una experiencia típica del mal funcionamiento de estos cajeros. "Realicé una extracción el día 17 de abril y (el cajero) me emitió un comprobante, pero no me dio el efectivo. Estuve 15 minutos para lograr comunicación por el teléfono, presenté nota al banco, con la queja por todas las irregularidades y recién el 27 se me acreditó la plata en la cuenta".

Para el periodista Tomás Linn este mal servicio de los cajeros automáticos uruguayos es sintomático de un estado de las cosas, tal como escribió en una columna que se publicó el 22 de febrero en Búsqueda: "El sistema de cajeros automáticos fue un sistema que parecía revolucionar la vida cotidiana de la gente. Pero si para ello hay que recorrer tres cajeros al día (...) para encontrar al que tenga dinero, o si el papel que indica los movimientos de la cuenta aparece en blanco porque se acabó la tinta, entonces por más moderno que sea el sistema, es otra cosa la que falla".

Consultado al respecto, Linn sostuvo que lo que falla es nuestra mentalidad. "Podemos traer la mejor tecnología al país, pero si la aplicamos con la misma cabeza de siempre no va a funcionar. Lo que está haciendo falta es la modernización de nuestras cabezas. Esa es la materia pendiente para los uruguayos".

Linn cree que la actual mentalidad uruguaya es más poderosa que las mejores tecnologías que hay por el mundo. "Siempre encontramos la vuelta de tuerca que permite arruinar lo que parece ser un avance genial. Ahora tenemos el ejemplo del comercio por internet: parecía ser una maravilla al alcance de cualquier ciudadano de clase media. Pero ya le encontramos la vuelta para trancarlo".

"Esto que pasa con los cajeros automáticos y con el comercio por internet --agregó Linn-- pasa con muchas otras cosas. Pero nadie parece darle importancia. Muchas cosas se hacen a medias en Uruguay, con una evidente desconsideración al usuario, al cliente. Pero el uruguayo las toma como si fuera algo natural. La reacción típica es decir: 'que le vas a hacer' o 'las cosas son así'. Nadie se indigna. El uruguayo está resignado".

Casi pronto

Incluso para protestar hacemos las cosas a medias. ¿Cómo se hace una huelga de hambre en Uruguay? A medias. El 22 de junio, el semanario Brecha describió así la huelga de hambre que hoy está realizando el periodista José López Mercao en reclamo de los haberes que le adeuda el Sindicato Médico: "... ingiere su litro diario de caldo de verduras colado al que se le agregan cuatro claras de huevo, sal y dos cucharadas de aceite, bebe hasta un litro de té azucarado y deja derretir en la boca 50 gramos de chocolate en barra".

Y es que hacer las cosas a medias es casi un santo y seña oriental.

Medio país trabaja a medias. Trabajan a medias los inspectores de la DGI que auditan al pequeño comerciante y hacen la vista gorda con las grandes empresas, tal como reseñó un informe reproducido recientemente por Búsqueda. Trabajan a medias los policías que cuando uno hace una denuncia prefieren quedarse en la seccional haciendo tiempo, anotando tu nombre, el nombre de tus padres, tu dirección y tu teléfono, en vez de salir a buscar a los que te robaron hace cinco minutos en la otra cuadra. Trabajan a medias los inspectores de tránsito que multan pero no ordenan la circulación. Trabajan a medias miles de funcionarios públicos que, con total descaro, todavía cuelgan en la oficina ese cartelito, que usted habrá visto mil veces, en el que hay cuatro muñequitos tirados en el piso, muriéndose de risa, con la leyenda. "¿para cuándo dijo que lo quería?".

Quizás el resumen más perfecto de este modo uruguayo de encarar la vida a medias fue plasmado en una mítica frase atribuida al presidente Lacalle: "Yo hago como que les pago y ellos hacen como que trabajan".

Pero no sólo los empleados públicos trabajan a medias: trabajan a medias decenas de empresas privadas que pueden darse el lujo porque no tienen competencia, monopolios u oligopolios amparados en leyes abusivas. Trabajan a medias los médicos que te dicen que te operan dentro de dos meses por la sociedad, pero mañana si les mostrás los billetes. Trabajan a medias muchos pseudo-periodistas radiales o televisivos que lo único que hacen es leer lo que otro escribió antes en un diario. Hasta los mediocampistas uruguayos trabajan a medias: son "volantes de creación" o "volantes de recuperación", pero las dos cosas al mismo tiempo nunca.

"Es un problema de actitud ante la vida", reflexionó el médico y ocasional candidato político, Roberto Canessa. "Una vez, cuando hacía campaña, dije en una radio que había que trabajar 12 horas por día. Cuando salí y vi a toda la gente en la playa, pensé: 'estoy loco, no me va a votar nadie".

Y tuvo razón: no lo votó nadie.

Gobiernos a medias

Los votos se fueron para otro lado y permitieron que Jorge Batlle lograra por fin ser presidente y tener las riendas del gobierno.

Desde la Presidencia, Batlle ha denunciado muchas incongruencias uruguayas del tipo de las arriba reseñadas, pero casi todo ha quedado... a medias.

Entre setiembre y octubre se divulgaron los escandalosos detalles de la escala salarial de los funcionarios públicos. Los datos revelados eran casi insultantes para el sentido común: mostraban que mientras un ascensorista del Banco Central gana 17.000 pesos, una maestra gana menos de 3.000. Pero la campaña quedó ahí, a medio camino: no se cambió nada y los sueldos del Estado siguen distribuyéndose de la misma escandalosa forma.

Se prometió colocar al frente de las empresas públicas a los más capaces: no se lo hizo, pero el presidente se consuela diciendo que quienes están al frente de estas empresas no saben nada.

Se gastó mucho dinero en combatir el contrabando, pero en todas las ferias se siguen vendiendo los productos contrabandeados. Algunos bagayeros fueron presos, pero todo parece indicar que los grandes empresarios del contrabando siguen tan campantes. "En el Uruguay siempre termina faltando la localización de los responsables. Muchas veces. Demasiadas veces", se lamentó el periodista Emiliano Cotelo cuando analizó el tema en radio El Espectador.

No es un problema de partidos: la Intendencia de Montevideo demostró que también sabe hacer las cosas a medias. Por ejemplo: tercerizó la recolección de residuos... en media ciudad.

Hoy tenemos media ciudad donde la basura se recoge más eficientemente y a menor costo. Y media ciudad donde sucede todo lo contrario. La mitad de los basureros (los de la Intendencia) recogen menos basura pero ganan tres o cuatro veces más que la otra mitad (los que trabajan para las empresas privadas).

Diciendo defender al obrero, la Intendencia creó un sistema en que dos trabajadores que hacen el mismo trabajo ganan salarios muy distintos.

Socialtalismo

Uruguay no es capitalista ni socialista... es mitad y mitad. Pero a diferencia de otros países que han tratado de tomar lo mejor de cada modelo, nosotros elegimos lo peor de cada uno. Del capitalismo tenemos desempleo y desigualdad social. Del socialismo, burocracia y nomenklatura.

Sancionamos una ley de estímulo a las inversiones, pero cuando viene un inversor a reclamar los beneficios que le otorga la ley, la burocracia lo tranca.

El suplemento Economía y Mercado de El País relató el 18 de junio lo que pasó con el proyectado estadio de Peñarol en Solymar. "Fuentes vinculadas al grupo inversor señalaron que esperaron ocho meses la aprobación por parte del Ministerio de Economía de los beneficios fiscales establecidos en la Ley de Inversiones, sin obtenerse resultados positivos. Luego de dicho período los empresarios decidieron trasladar la inversión a otro país de la región".

Para Etchegaray ahí está la clave del Uruguay a medias: "Trancamos todo de tal modo que la gente que hace cosas sólo sueña con irse. Toda empresa es inviable. Uruguay es una máquina de impedir. Si usted va a comprar un quiosco no se le ocurre contratar mil empleados. Uruguay es eso, un quiosco con mil empleados. Hay 300.000 empleados públicos donde debería haber 50.000. Tenemos un presupuesto de Defensa de 400 millones de dólares para mantener barcos viejos, pero ni siquiera ponemos un museo para cobrar entrada por ver a los barcos viejos. ¿Para qué los queremos?".

El empresario Julio Sánchez Padilla coincidió en que "la burocracia frena muchas cosas" pero también señaló que "otras muchas cosas quedan a medio camino por culpa de la acción extremadamente político partidaria que tiñe todo el quehacer nacional. Acá el gobierno dispone algo y es tanto lo que se hace en contra de lo dispuesto, que al final no se termina de cumplir ni lo que quiso el gobierno ni lo que pretende la oposición".

"Además --agregó-- los uruguayos se oponen tenazmente a cualquier iniciativa que pueda ser exitosa".

Para Canessa, las cosas vienen más por ese lado: un problema de mentalidad. "Nos falta tenacidad para cumplir nuestros objetivos. En vez de estudiar vemos Gran Hermano. En vez de discutir a Sócrates o Platón, hablamos de Tamara y de Gastón. Somos especialistas en las angustias existenciales del Río de la Plata. Tenemos un país maravilloso, pero no vemos sus ventajas comparativas y no sabemos aprovecharlas. Vivimos paralizados por el permanente análisis. Y el mundo no se va a detener para ver qué le pasa a la gente del Uruguay".

Hace muchos años, el fundador de la ciencia uruguaya, Clemente Estable, escribía y aconsejaba: "en el culto apasionado de la Ciencia debemos buscar el correctivo y el remedio de nuestra inteligencia indisciplinada, de nuestra dispersión mental..."

Hoy en honor y recuerdo de Clemente Estable tenemos un instituto de investigaciones científicas que lleva su nombre... pero que funciona a medias. Porque no hay presupuesto para la investigación científica.