Economía | LOS ESPECIALISTAS NO MUESTRAN UNA POSICION UNANIME EN TEMAS QUE LA CONCERTACION CHILENA DE GOBIERNO HA HOMOLOGADO

La izquierda tiene pocas coincidencias y varias discrepancias

Dos economistas del Encuentro Progresista, uno del Nuevo Espacio y un moderado opinan sobre la política económica chilena

"Lo que los uruguayos consideran derecha, en mi país es centro", aseguró el presidente de Chile, el socialista Ricardo Lagos, cuando visitó Uruguay. Ese comentario generó el espacio para comparar propuestas y comportamientos de las coaliciones colocadas a la izquierda del espectro político en ambos países y plantea la interrogante de hasta dónde esas fuerzas (y lo mismo la derecha) pueden arrogarse para sí el manejo de determinados instrumentos de la economía, y hasta qué punto, el hecho de gobernar no establece condiciones comunes --en el actual contexto mundial globalizado--, donde se diluyen algunas de las más marcadas diferencias entre un signo y otro.

El economista uruguayo Aldo Lema, radicado en Chile, planteó en una columna publicada el 26 de diciembre del año pasado en Economía & Mercado, un "test económico" que buscó comparar la posición ideológica de la izquierda uruguaya versus la chilena. Ese provocador artículo sirvió de "disparador" para consultar a diferentes técnicos y observar también como se reducen algunas diferencias en el plano local, al hacer referencia a objetivos que trascienden toda ideología.

Meses atrás, en otros medios se planteó este tema a diferentes actores políticos de los sectores de izquierda y se recogieron serias contradicciones. Este suplemento volcó la consulta hacia cuatro economistas --dos del Encuentro Progresista: Walter Cancela y Daniel Olesker; uno del Nuevo Espacio, Nelson Noya; y otro que se autocalificó como moderado, Fernando Lorenzo-- y en ese trabajo, las coincidencias no son mayoría en las respuestas.

Sí coincidieron los técnicos consultados en que la antinomia que plantea el "test" del economista Lema no resulta la forma más conveniente de plantear un tema de esta envergadura, que presenta muchos matices.

Lo cierto es que las diferencias que surgen a nivel de las izquierdas ante un planteo "a trazos gruesos" sobre algunas definiciones económicas, generan incertidumbre de cara al futuro en un país en el que la mayoría de las reformas estructurales están pendientes.

"Acá discutimos mucho sobre las preferencias y poco sobre la realidad", aseguró el economista Fernando Lorenzo, director del Centro de Investigaciones Económicas (CINVE) al referirse a la carga de "ideología" presente muchas veces en las propuestas económicas a nivel partidario, que no permiten un debate de ideas económicas "que sean todas pertinentes".

"En Uruguay hay un claro posicionamiento de la derecha, y en los sectores de extrema izquierda una posición diametralmente opuesta, pero unos y otros pecan de ideologismo --afirmó--; ni la caricatura liberal ni la visión más arcaica en temas económicos de la izquierda, dan respuesta a los principales problemas de hoy".

Hay instrumentos que no son de derecha ni de izquierda en la economía. El principal asesor en materia económica de Tabaré Vázquez y director del Instituto Cuesta Duarte del PIT CNT, Daniel Olesker, se afilia a esa tesis. "Por ejemplo, no me niego a discutir sobre ancla cambiaria, pero en otro contexto, aunque acá en América del Sur haya sido instrumento de uso de la derecha", afirma.

Olesker añadió que el centro de todo está en la distribución de la riqueza y no en las herramientas que se utilizan. "Todo depende del modelo, y ciertamente que no son lo mismo la Concertación chilena y el Encuentro Progresista", comentó.

"Nadie tiene el monopolio de las definiciones. Lionel Jospin y Tony Blair se llaman ambos de izquierda o de centro izquierda y en un caso --el del británico-- hay una política económica muy similar a la que se expresó en esta nota que aplica Chile, mientras que en el caso del mandatario francés, se asemeja mucho más a lo que nosotros hemos planteado, en cuanto a la redistribución de recursos frente al crecimiento económico", dijo Olesker.

Pero todo cambia. El economista Nelson Noya, investigador del CINVE y asesor del Nuevo Espacio, asegura que hay una redefinición de lo que son políticas de izquierda y políticas de derecha, "y a nivel de la economía también". Puso de ejemplo "lo que está viviendo hace años Europa Occidental, donde gobiernos de izquierda han debido aceptar como buenas algunas críticas hechas desde los sectores liberales".

Cuestionó que en la izquierda, "hubo una tendencia en el pasado a elevar al rango de objetivo cosas que eran instrumentales. Como el control del Estado. El objetivo es, en realidad, buscar la distribución del ingreso y la riqueza y no un férreo control público, y si nos remitimos a eso, no creo que entre la izquierda chilena y la uruguaya haya diferencias tan dramáticas como las que aparecen en la nota del economista Lema", enfatizó.

Instrumentos comunes

En opinión del economista Walter Cancela, asesor del Encuentro Progresista, está "fuera de lugar" hablar de políticas económicas de izquierda o de derecha, aunque apuntó que "estas posturas tienen su correlato en los proyectos económicos, puesto que éstos deben ser funcionales a sus finalidades generales".

"Los instrumentos de que dispone la política económica no son ni de izquierda ni de derecha. Son o no son eficaces para alcanzar los objetivos", reafirmó Cancela. "No importa cuánto más a la izquierda o a la derecha se esté --añadió--, en todo caso eso es relativo a un punto de vista y, como el mundo es redondo, al fin la extrema izquierda se confunde con la extrema derecha como el este con el oeste".

Lo que sí importa es a favor de quiénes se gobierna y qué intereses se privilegian, remarcó el asesor del Encuentro Progresista. "Qué problemas se priorizan y por qué, cómo se usan los instrumentos que la política económica tiene disponible y cómo se distribuyen los costos de las crisis y se reparten los beneficios del progreso", enumeró.

Destacó que lo que aquí --y en casi todo el mundo-- se llama izquierda, "refiere a la defensa de los derechos y aspiraciones de quienes menos poder tienen en la estructura social y que, por lo tanto, son quienes menos acceden a los beneficios potenciales que ofrece el progreso de la técnica en el dominio de la naturaleza".

"No voy a cometer el agravio de decir que a la derecha no le importan esos derechos y aspiraciones, pero su proyecto privilegia la reproducción de la estructura de poder que ha provocado la inequidad y, sólo como compensación --en el mejor de los casos--atiende las necesidades de los menos favorecidos, perpetuando y acentuando las desigualdades y la exclusión social", concluyó.

Olesker, asesor de Vázquez y del PIT CNT, admitió la existencia de discrepancias desde su posición con la Concertación que gobierna Chile, en especial sus planteos respecto al mercado de trabajo, a las privatizaciones y a las políticas comerciales externas, "pero lo que importa es determinar nuestras respuestas a esos problemas en Uruguay que son de muy similar porte, respecto a las reformas introducidas en 1980", remarcó.

Olesker recordó que las reformas en materia económica en el país no corresponden solamente a la dictadura, "ya que fueron profundizadas por los gobiernos democráticos siguientes". Afirmó que la no convalidación de esas reformas por parte de la izquierda no se debe a su origen "sino a que van en la dirección de consolidar un esquema de crecimiento económico con exclusión, por ende un gobierno del EP-FA en Uruguay iría en dirección contraria en materia de privatizaciones, desregulación laboral y apertura unilateral e irrestricta".

Advirtió que a diferencia de Uruguay, en Chile el proceso de liberalización se hizo "sin una gran oposición social", mientras que en nuestro país "en lo sustancial de las propuestas de la izquierda hay un gran peso de las organizaciones sociales, sindicatos, cooperativas, y eso en Chile no pasa".

Experiencias y tentaciones

Nelson Noya ubicó en otro plano las diferencias. Dijo que hay experiencias notoriamente disímiles entre la izquierda uruguaya y la chilena que establecen un punto de partida histórico distinto. Como tema clave "hay que destacar que en Chile, aunque sin una organización política como la que presenta hoy, la izquierda ya estuvo en el gobierno".

Noya entiende que a algunos sectores de la izquierda uruguaya "le es más fácil presentar determinados planteos precisamente por ser oposición. Mi impresión es que los márgenes de maniobra que hay hoy para gobernar en América Latina, son tan estrechos, que quizás estas posiciones que tiene el gobierno chileno, mañana las puede tener un gobierno de la izquierda uruguaya. Hoy hay tentaciones de determinados discursos que luego no es fácil mantener", aseguró.

Añadió que "si uno repasa lo que planteaba el Frente Amplio décadas atrás y ve sus planteos ahora, hay diferencias, y eso es una tendencia que no lleva a convalidar períodos de reformas anteriores pero sí que converge hacia propuestas que han evolucionado. La última etapa de la discusión electoral pasó por un tema fiscal, concretamente la conveniencia o no de un impuesto a la renta, y esa es la discusión de la izquierda europea permanentemente --destacó--, hay un cambio, es probable que no llegue exactamente al mismo punto que los chilenos pero es en la misma dirección".

Las diferencias entre un gobierno de izquierda y de derecha en Uruguay "no serían tantas como en el discurso", remarcó.

Lorenzo piensa parecido. El director del CINVE, que se autodefine como moderado, entiende que hay opciones de manejo de instrumentos de izquierda y de derecha, pero sostiene que "el espectro de posibilidades que se abren para unos y otros, si quieren gobernar, los vuelve convergentes. El margen se vuelve relativamente pequeño".

Mientras tanto, y si bien asegura que el discurso se alinea con lo que realmente sostendría la izquierda en un eventual gobierno, Olesker admitió de todos modos que se pueden dar "matices" a la hora de gobernar. "Si el EP ganara las próximas elecciones, claramente su plan de acción inmediata tendría fuertes efectos redistributivos. Luego, cuando tenga que profundizar y desarrollar el modelo para gobernar en un marco de funcionamiento político con otras fuerzas, seguramente algunas de las medidas que se tomen no serían de su programa y algunas de las suyas no podrían ser tomadas".

"Las propuestas de la izquierda hacen pagar el costo de la distribución a los sectores de mayor poder económico", señaló Olesker.

Dijo que políticamente "son todas sostenibles" sus propuestas."El tema es que pasará cuando se apliquen medidas que afecten a grandes grupos de poder", se preguntó. "No sé cuanto pesó ese tema en Chile, no sé si no cambiaron por una cuestión de oportunidad económica o de presión".

Cancela también se mostró cauto en materia de metas para un eventual gobierno de izquierda. "La cuestión es ponerse metas razonables. Como espacio progresista se tienen determinadas finalidades que se privilegian sobre otras y desde ahí uno se apoya en todas las herramientas de economía; pero bien puede ser que haya cosas que nosotros entendemos que deben estar resueltas mañana y no lo puedan estar, por el contexto externo o por la necesidad de negociar políticamente con otras fuerzas".

"Acá no se puede hacer magia --expresó--, muchas de las restricciones que tiene el gobierno hoy las puede tener un gobierno de izquierda mañana".

Inflación controlada

El control de los precios de la economía no ofrece grandes diferencias con la postura del gobierno chileno, pero tampoco con la actual administración de gobierno en el país.

Para Olesker, la meta de inflación baja no ofrece reparos "y ya nos comprometimos a eso en la campaña electoral" para las pasadas elecciones, aunque precisó que "sería de otra forma".

Dijo que desde su sector "hemos criticado la estabilización de precios por la forma en que se hizo, que generó disminución de empleo y una estabilidad cara. Quizás hubiéramos tomado otra medida con respecto a precios relativos que abaratara aunque eso implicara el incremento en otros precios", subrayó.

Lorenzo expuso que los compromisos de estabilización "siempre son compartibles", y rechazó que el combate a la inflación pueda tener "un sentido ideológico fundamental".

Cancela coincide con esa visión. "De hecho, hemos visto procesos de hiperinflación con gobiernos de ambos signos. Y no sólo en América Latina. Más aún, en Uruguay, que yo sepa, durante la segunda mitad del siglo XX no hubo ningún gobierno de izquierda y fue cuando soportamos las más altas tasas de inflación".

Asimismo, ratificó que es importante controlar los precios. "La inflación en sí misma, no es buena para la izquierda y mala para la derecha", aseguró.

Explicó que lo que tiene que estar claro es cuáles son los objetivos prioritarios en materia económica y en consecuencia actuar. "No interesa si la inflación es 3%, 5% u 8%, sino que sea previsible. No digo que haya que llegar --ni mucho menos-- a lo ocurrido en Brasil, un claro ejemplo de crecimiento con inflación, pero las metas no sólo se alcanzan con estabilidad de precios".

Sin embargo, dijo que es partidario, en caso de ser necesario "de incrementar la inflación en algunos puntos para satisfacer las necesidades de sectores en malas condiciones".

Por su parte, Noya afirmó que en la práctica, difícilmente cualquier partido pueda oponerse a una meta de ese tipo, "el problema surge cuando se plantean conflictos con otros parámetros de la economía". Planteó que, "en general, la tendencia mundial es que los partidos más conservadores son más antiinflacionarios que los partidos de izquierda".

Insistió en que es probable que algunos anuncios políticos que se hagan en Uruguay puedan ser inconsistentes con metas de inflación baja. "Históricamente, a nivel de la izquierda los primeros años de gobierno son de exploración, resultan difíciles en materia macroeconómica, pero luego sobreviene una regresión de esas políticas hacia el centro del espectro político", indicó

Temas que separan

"La autonomía del Banco Central no parece estar en cuestión", sostuvo Noya. "No hay una gran autonomía del BCU en el país, en mi opinión es algo endeble, pero no ha estado en el centro de la discusión".

Remarcó que en el sistema previsional hay sin dudas diferencias, "pero en el país es un tema laudado", dijo. Y respecto del grado de apertura a nivel financiero "es más alto en Uruguay que en Chile, donde existen algunas medidas de control del ingreso de capitales de corto plazo. Salvo que haya una situación crítica muy grande en el país, no parece haber mucho margen para modificar eso", aseveró.

Para Olesker, es indispensable que el BCU tenga capacidad de hacer política. "No comparto la autonomía del Banco Central, porque la política cambiaria y monetaria es esencialmente eso, política y no técnica".

Lorenzo a su vez, entiende que en Uruguay la autonomía del Banco Central "es relativa", desde el momento en que integra el equipo económico y comparte la mesa con el ministerio de Economía a la hora de definir estrategias.

Las diferencias resultan más notorias si se habla de reforma previsional y privatizaciones, dos elementos presentes mucho antes en la economía chilena que en la uruguaya.

Olesker ratificó la posición crítica de la izquierda en relación a la propiedad privada del sistema previsional --"es un tema social y su propiedad debe ser pública", afirmó-- y con respecto al grado de apertura financiera de la economía se inclinó por una "apertura selectiva, priorizando el ingreso de capitales de largo plazo".

"Me gusta mucho más la reforma uruguaya que la chilena", asegura por su parte Lorenzo. "Aunque las dos comparten algunos elementos en común, la uruguaya es claramente preferible, los problemas de cobertura en Chile son similares y hasta superiores".

Los contrastes más marcados entre las posturas de la Concertación en Chile y la izquierda uruguaya pasan por los procesos de privatización.

La venta a capitales privados de las empresas públicas, la salud y la educación como ocurrió en Chile, no encuentran un correlato en Uruguay desde el punto de vista de la izquierda, como ha quedado a la vista en más de una oportunidad.

"Acá habría diferencias grandes", expresó Noya refiriéndose a la postura tradicional de la izquierda uruguaya. Destacó que a su juicio, existen "criterios no demasiado económicos, principios políticos que no quedan totalmente claros. O son resabios del pasado o responden a núcleos de presión específicos que resultan relevantes en la interna política".

"Y ahí aparece un tema interesante", apuntó el investigador del CINVE: "¿cómo contendría la izquierda esas presiones sociales que no siempre representan al interés global, más allá de que sean justas o no?"

Para Fernando Lorenzo, uno de los redactores sobre la reforma de los organismos públicos que surgió del seminario organizado hace algunas semanas por el general Líber Seregni, "el problema de la propiedad no es el importante, el verdadero problema es la eficiencia de cómo se proveen los servicios".

Compromiso fiscal

Los compromisos fiscales no parecen arrojar opiniones muy disímiles. Desde la izquierda uruguaya se entiende que resulta lógico comprometer un superávit fiscal del gobierno general, por ejemplo del 1% del PBI como ocurrió en Chile, para los próximos años, "pero haciendo hincapié en el equilibrio intertemporal --precisó Olesker--; proponemos un presupuesto quinquenal que finalice equilibrado, lo que no obsta incurrir en déficit anuales, sobre todo en las fases recesivas como la actual, contando con el margen suficiente para aplicar medidas --en esos casos-- que puedan incrementar el déficit. Hay que cumplir al final del período", enfatizó.

Puntualizó asimismo que el tema de reducir el déficit "no va sólo por los compromisos y el control del gasto, sino por cambios más profundos". Afirmó que "mientras no haya impuesto a la renta va a haber déficit fiscal, mientras haya quienes generan dos tercios del ingreso y no contribuyen como personas, será difícil evitar el déficit".

Por su parte Cancela afirma que la izquierda no descuidaría las metas en materia de cumplimiento fiscal. Apuntó que los desequilibrios de balanzas de pagos "no tienen signo político o ideológico". "Contra ellos se protegen los países con políticas aperturistas o proteccionistas, según venga la mano", en todos los países del mundo, tengan gobiernos de derecha o de izquierda. "¿O alguien puede pensar que De Gaulle, uno de los mayores proteccionistas de la posguerra, era de izquierda?", se preguntó.

El economista Cancela admitió que "hay poco margen de maniobra" en materia fiscal, "pero lo que cobra mucha importancia es cómo se maneja la distribución de los recursos, el gasto público, la tributación, la recaudación, para guiar el gasto hacia los sectores más productivos y definir cómo se reparte la carga entre la población".

Según Lorenzo, la sustentabilidad de las cuentas fiscales a medio plazo debe ser "un compromiso de todo gobierno responsable". Si la situación fiscal estuviera comprometiendo las cuentas públicas "sería inadmisible".

Para Noya, este es un tema que no dio lugar a posiciones distanciadas. "La gestión fiscal de los estados está sujeta a un margen de maniobra muy pequeño. Hay un crecimiento muy grande de los mercados de capital lo que brinda oportunidades a los gobiernos, que pueden endeudarse y ejecutar inversiones sin depender solamente de sus recursos. Esa tendencia a utilizar los mercados financieros, que tiene como contrapartida la valoración permanente que se hace de su solvencia, acota las posibilidades de maniobra de los gobiernos en materia de gasto público, más allá de banderas políticas".

Apuntó que en el caso de Chile, se hizo una transición costosa a comienzos de 1981 a nivel de la seguridad social "y eso lo limita a nivel fiscal, en términos de endeudamiento. En algunos campos como educación e infraestructura hay serios déficits y el volumen de recursos destinados a esos fines no pudo crecer mucho".

"Para la izquierda uruguaya, el quid de la cuestión es la solvencia que puedan tener las medidas propuestas. Sin recurrir a endeudamiento, las posibilidades son más estrechas y ahí es que uno duda de las posibilidades de aplicar medidas que resulten costosas al país".

Defensa del salario

En materia de salarios públicos y austeridad fiscal, Olesker entiende que una cosa no va con la otra. "De ninguna manera nuestra señal de austeridad fiscal es una señal de buen gasto. Hubiéramos cambiado el sistema de compras, eliminado privilegios, restringido el plantel de asesores captados por el sector público, pero en materia de salarios públicos, en los escalafones inferiores hubiéramos recuperado el salario real", más allá de la necesidad de abatir el gasto.

En el plano laboral, el asesor de Vázquez ratificó la postura de la coalición de izquierda de una regulación laboral con negociación colectiva, contrariamente al régimen flexible imperante en Chile heredado del período dictatorial.

El economista Lorenzo advierte que las políticas de retribución de los funcionarios públicos "deben estar orientadas a promover la eficiencia y rediseñarse para conseguir el mejor rendimiento", y no atadas a un compromiso de resultado fiscal.

Añadió Lorenzo que Uruguay tiene un mercado laboral "altamente flexible".

"Los acontecimientos de los años noventa son un ejemplo de la capacidad de ajuste del mercado laboral uruguayo --afirmó--, excesos de desregulación y flexibilidad no serían una opción para atacar los problemas". Se mostró partidario de la negociación colectiva, "y que esa negociación se realice a nivel de empresas y con un marco legal estable".

Noya insistió con la falta de espacio de maniobra de la izquierda en estos temas. "Lo que hizo la izquierda en materia salarial en la IMM no es reproducible a nivel nacional, por las dimensiones y por los límites que impone la presión fiscal que no tenía la comuna capitalina hace diez años", aseguró.

Pero Cancela remarcó que en el mercado laboral uruguayo "no se puede hablar de que haya rigidez".

"No podemos asimilar el mercado de trabajo al de papas, si sube el precio se compra menos o sino se compra más --argumentó--, debemos asimilarlo más al mercado de inversión, son medidas que se toman con un horizonte más a largo plazo, y en condiciones de crecimiento, la flexibilidad laboral se produce sola".

¿Sólo antiimperialismo?

La política de Chile de promover un tratado de libre comercio con Estados Unidos, no es compartida por Olesker, que calificó esa posibilidad como "un certificado de defunción de la política comercial autónoma". Si bien destacó que para Uruguay el compromiso debe ser con el Mercosur y priorizar el comercio sur-sur, admitió que no es mala cosa "la diversificación" de lazos y acuerdos comerciales para un país.

El proceso de apertura chileno, con muy bajos aranceles, no resulta un buen modelo para las propuestas de la izquierda uruguaya. "Nuestra visión es regional y de bloque e incluye un arancel externo lo más alto posible para los bienes competitivos con la economía regional", sostuvo Olesker.

Sin embargo, el economista Noya piensa que las críticas de la izquierda a las relaciones comerciales con Estados Unidos provienen más de una posición "antiimperialista que de temas político estratégicos. No sé si hay una racionalidad económica detrás de esto", indicó.

De todos modos, dijo estar convencido de que "no hay espacio" para acuerdos bilaterales con Estados Unidos en América Latina. "Y tengo dudas si sería conveniente un acuerdo de esa naturaleza; ¿porqué Estados Unidos no propone una unión aduanera en lugar de una zona de libre comercio si resulta tan ventajoso como sostienen?", se preguntó.

Lorenzo tiene una posición disímil: "si Estados Unidos ofrece acceso al mercado en los productos en los que nosotros tenemos ganancias para realizar, hay que apoyar". Pero apuntó que "si el capítulo agrícola está fuera de un eventual acuerdo, es muy poco atractivo".

Socialismo y globalización

El último Congreso de la Internacional Socialista (IS), reunido en París en noviembre de 1999, admitió que las políticas macroeconómicas, "constreñidas por el funcionamiento de los mercados financieros globales, han visto reducir sus márgenes de maniobra, obligadas a cumplir severos requerimientos en materia de déficit, inflación, etc. La declaración final firmada por más de 140 partidos políticos de todo el mundo", dice que en materia económica "el terreno de las alternativas se ha trasladado, no sin dificultades conocidas, a la discusión sobre la mezcla de ingresos y gastos que han de producir el resultado macro requerido, no al resultado mismo que nadie cuestiona seriamente. Hay también, dificultades para armonizar políticas monetarias de estabilidad de precios y políticas de crecimiento generadoras de empleo".

En otro pasaje de la declaración se establece la necesidad de alcanzar "un orden económico y financiero global, que exige la adaptación de los organismos nacidos hace cincuenta años (el FMI y el Banco Mundial), así como el desarrollo de la Organización Mundial del Comercio. Todos han sido sobrepasados por las nuevas realidades y necesitan nuevos instrumentos de prevención y acción".

Se establece como prioridad de política económica para las fuerzas socialistas "asegurar una mayor transparencia del sistema financiero internacional", y destacan su preocupación por "la inexistencia de un marco regulatorio para los impresionantes movimientos de capital a corto plazo".

"La gran paradoja, dice la declaración, es que nunca antes se había ofrecido a los seres humanos más posibilidades de luchar contra problemas ancestrales de desigualdad... pero las oportunidades están siendo utilizadas para aumentar las distancias, no para acortarlas".

Son miembros de la IS, las fuerzas integrantes del Encuentro Progresista, varios de los movimientos y partidos integrantes de la Concertación chilena y la Unión Cívica Radical del presidente argentino Fernando de la Rúa, entre otros.

Sólo hay capitalismo

Reconocido como el principal polemista de Francia, el escritor Jean Francois Revel alude a lo que considera la supervivencia de la utopía socialista en su último libro, "La gran mascarada".

Revel asegura que --ante el fracaso socialista-- sólo existen diferencias en el mundo sobre el modo de aplicar el capitalismo "con más o menos mercado, con más o menos impuestos o con una u otra forma de distribución".

"Las ideologías como elaboraciones teóricas --dice Revel-- son perfectas. La realidad nunca lo es. Adam Smith no postuló una teoría. Simplemente observó qué era lo que había permitido a unas sociedades volverse más ricas que otras, y extrajo las consecuencias. Y son, por cierto, las sociedades liberales las que establecieron los grandes sistemas sociales, a ellas pertenecen la seguridad social, los subsidios familiares, las indemnizaciones por desempleo y otras prestaciones sustanciales. Claro que para lograr eso hay que crear riqueza, y la riqueza se crea dejando trabajar a la empresa privada y no ahogándola. No se puede proteger a los pobres con una economía deficiente".

El pensador francés remarca que "en todas partes se liberaliza, se privatiza, se acepta la apertura al mercado internacional... Chile, Argentina, Uruguay, donde estuve hace poco, esperan que les compremos, sin trabas, sus productos agrícolas. Nadie es tan loco como para encerrarse en sus propias fronteras... la globalización es un hecho irreversible".