Economía
| LOS ESPECIALISTAS NO MUESTRAN UNA POSICION UNANIME EN TEMAS QUE
LA CONCERTACION CHILENA DE GOBIERNO HA HOMOLOGADO
La izquierda tiene pocas coincidencias y varias discrepancias
Dos economistas del
Encuentro Progresista, uno del Nuevo Espacio y un moderado opinan
sobre la política económica chilena
"Lo que los
uruguayos consideran derecha, en mi país es centro", aseguró
el presidente de Chile, el socialista Ricardo Lagos, cuando visitó
Uruguay. Ese comentario generó el espacio para comparar propuestas
y comportamientos de las coaliciones colocadas a la izquierda del
espectro político en ambos países y plantea la interrogante
de hasta dónde esas fuerzas (y lo mismo la derecha) pueden
arrogarse para sí el manejo de determinados instrumentos
de la economía, y hasta qué punto, el hecho de gobernar
no establece condiciones comunes --en el actual contexto mundial
globalizado--, donde se diluyen algunas de las más marcadas
diferencias entre un signo y otro.
El economista uruguayo
Aldo Lema, radicado en Chile, planteó en una columna publicada
el 26 de diciembre del año pasado en Economía &
Mercado, un "test económico" que buscó comparar la
posición ideológica de la izquierda uruguaya versus
la chilena. Ese provocador artículo sirvió de "disparador"
para consultar a diferentes técnicos y observar también
como se reducen algunas diferencias en el plano local, al hacer
referencia a objetivos que trascienden toda ideología.
Meses atrás,
en otros medios se planteó este tema a diferentes actores
políticos de los sectores de izquierda y se recogieron serias
contradicciones. Este suplemento volcó la consulta hacia
cuatro economistas --dos del Encuentro Progresista: Walter Cancela
y Daniel Olesker; uno del Nuevo Espacio, Nelson Noya; y otro que
se autocalificó como moderado, Fernando Lorenzo-- y en ese
trabajo, las coincidencias no son mayoría en las respuestas.
Sí coincidieron
los técnicos consultados en que la antinomia que plantea
el "test" del economista Lema no resulta la forma más conveniente
de plantear un tema de esta envergadura, que presenta muchos matices.
Lo cierto es que las
diferencias que surgen a nivel de las izquierdas ante un planteo
"a trazos gruesos" sobre algunas definiciones económicas,
generan incertidumbre de cara al futuro en un país en el
que la mayoría de las reformas estructurales están
pendientes.
"Acá discutimos
mucho sobre las preferencias y poco sobre la realidad", aseguró
el economista Fernando Lorenzo, director del Centro de Investigaciones
Económicas (CINVE) al referirse a la carga de "ideología"
presente muchas veces en las propuestas económicas a nivel
partidario, que no permiten un debate de ideas económicas
"que sean todas pertinentes".
"En Uruguay hay un claro
posicionamiento de la derecha, y en los sectores de extrema izquierda
una posición diametralmente opuesta, pero unos y otros pecan
de ideologismo --afirmó--; ni la caricatura liberal ni la
visión más arcaica en temas económicos de la
izquierda, dan respuesta a los principales problemas de hoy".
Hay instrumentos que
no son de derecha ni de izquierda en la economía. El principal
asesor en materia económica de Tabaré Vázquez
y director del Instituto Cuesta Duarte del PIT CNT, Daniel Olesker,
se afilia a esa tesis. "Por ejemplo, no me niego a discutir sobre
ancla cambiaria, pero en otro contexto, aunque acá en América
del Sur haya sido instrumento de uso de la derecha", afirma.
Olesker añadió
que el centro de todo está en la distribución de la
riqueza y no en las herramientas que se utilizan. "Todo depende
del modelo, y ciertamente que no son lo mismo la Concertación
chilena y el Encuentro Progresista", comentó.
"Nadie tiene el monopolio
de las definiciones. Lionel Jospin y Tony Blair se llaman ambos
de izquierda o de centro izquierda y en un caso --el del británico--
hay una política económica muy similar a la que se
expresó en esta nota que aplica Chile, mientras que en el
caso del mandatario francés, se asemeja mucho más
a lo que nosotros hemos planteado, en cuanto a la redistribución
de recursos frente al crecimiento económico", dijo Olesker.
Pero todo cambia. El
economista Nelson Noya, investigador del CINVE y asesor del Nuevo
Espacio, asegura que hay una redefinición de lo que son políticas
de izquierda y políticas de derecha, "y a nivel de la economía
también". Puso de ejemplo "lo que está viviendo hace
años Europa Occidental, donde gobiernos de izquierda han
debido aceptar como buenas algunas críticas hechas desde
los sectores liberales".
Cuestionó que
en la izquierda, "hubo una tendencia en el pasado a elevar al rango
de objetivo cosas que eran instrumentales. Como el control del Estado.
El objetivo es, en realidad, buscar la distribución del ingreso
y la riqueza y no un férreo control público, y si
nos remitimos a eso, no creo que entre la izquierda chilena y la
uruguaya haya diferencias tan dramáticas como las que aparecen
en la nota del economista Lema", enfatizó.
Instrumentos comunes
En opinión del
economista Walter Cancela, asesor del Encuentro Progresista, está
"fuera de lugar" hablar de políticas económicas de
izquierda o de derecha, aunque apuntó que "estas posturas
tienen su correlato en los proyectos económicos, puesto que
éstos deben ser funcionales a sus finalidades generales".
"Los instrumentos de
que dispone la política económica no son ni de izquierda
ni de derecha. Son o no son eficaces para alcanzar los objetivos",
reafirmó Cancela. "No importa cuánto más a
la izquierda o a la derecha se esté --añadió--,
en todo caso eso es relativo a un punto de vista y, como el mundo
es redondo, al fin la extrema izquierda se confunde con la extrema
derecha como el este con el oeste".
Lo que sí importa
es a favor de quiénes se gobierna y qué intereses
se privilegian, remarcó el asesor del Encuentro Progresista.
"Qué problemas se priorizan y por qué, cómo
se usan los instrumentos que la política económica
tiene disponible y cómo se distribuyen los costos de las
crisis y se reparten los beneficios del progreso", enumeró.
Destacó que lo
que aquí --y en casi todo el mundo-- se llama izquierda,
"refiere a la defensa de los derechos y aspiraciones de quienes
menos poder tienen en la estructura social y que, por lo tanto,
son quienes menos acceden a los beneficios potenciales que ofrece
el progreso de la técnica en el dominio de la naturaleza".
"No voy a cometer el
agravio de decir que a la derecha no le importan esos derechos y
aspiraciones, pero su proyecto privilegia la reproducción
de la estructura de poder que ha provocado la inequidad y, sólo
como compensación --en el mejor de los casos--atiende las
necesidades de los menos favorecidos, perpetuando y acentuando las
desigualdades y la exclusión social", concluyó.
Olesker, asesor de Vázquez
y del PIT CNT, admitió la existencia de discrepancias desde
su posición con la Concertación que gobierna Chile,
en especial sus planteos respecto al mercado de trabajo, a las privatizaciones
y a las políticas comerciales externas, "pero lo que importa
es determinar nuestras respuestas a esos problemas en Uruguay que
son de muy similar porte, respecto a las reformas introducidas en
1980", remarcó.
Olesker recordó
que las reformas en materia económica en el país no
corresponden solamente a la dictadura, "ya que fueron profundizadas
por los gobiernos democráticos siguientes". Afirmó
que la no convalidación de esas reformas por parte de la
izquierda no se debe a su origen "sino a que van en la dirección
de consolidar un esquema de crecimiento económico con exclusión,
por ende un gobierno del EP-FA en Uruguay iría en dirección
contraria en materia de privatizaciones, desregulación laboral
y apertura unilateral e irrestricta".
Advirtió que
a diferencia de Uruguay, en Chile el proceso de liberalización
se hizo "sin una gran oposición social", mientras que en
nuestro país "en lo sustancial de las propuestas de la izquierda
hay un gran peso de las organizaciones sociales, sindicatos, cooperativas,
y eso en Chile no pasa".
Experiencias y tentaciones
Nelson Noya ubicó
en otro plano las diferencias. Dijo que hay experiencias notoriamente
disímiles entre la izquierda uruguaya y la chilena que establecen
un punto de partida histórico distinto. Como tema clave "hay
que destacar que en Chile, aunque sin una organización política
como la que presenta hoy, la izquierda ya estuvo en el gobierno".
Noya entiende que a
algunos sectores de la izquierda uruguaya "le es más fácil
presentar determinados planteos precisamente por ser oposición.
Mi impresión es que los márgenes de maniobra que hay
hoy para gobernar en América Latina, son tan estrechos, que
quizás estas posiciones que tiene el gobierno chileno, mañana
las puede tener un gobierno de la izquierda uruguaya. Hoy hay tentaciones
de determinados discursos que luego no es fácil mantener",
aseguró.
Añadió
que "si uno repasa lo que planteaba el Frente Amplio décadas
atrás y ve sus planteos ahora, hay diferencias, y eso es
una tendencia que no lleva a convalidar períodos de reformas
anteriores pero sí que converge hacia propuestas que han
evolucionado. La última etapa de la discusión electoral
pasó por un tema fiscal, concretamente la conveniencia o
no de un impuesto a la renta, y esa es la discusión de la
izquierda europea permanentemente --destacó--, hay un cambio,
es probable que no llegue exactamente al mismo punto que los chilenos
pero es en la misma dirección".
Las diferencias entre
un gobierno de izquierda y de derecha en Uruguay "no serían
tantas como en el discurso", remarcó.
Lorenzo piensa parecido.
El director del CINVE, que se autodefine como moderado, entiende
que hay opciones de manejo de instrumentos de izquierda y de derecha,
pero sostiene que "el espectro de posibilidades que se abren para
unos y otros, si quieren gobernar, los vuelve convergentes. El margen
se vuelve relativamente pequeño".
Mientras tanto, y si
bien asegura que el discurso se alinea con lo que realmente sostendría
la izquierda en un eventual gobierno, Olesker admitió de
todos modos que se pueden dar "matices" a la hora de gobernar. "Si
el EP ganara las próximas elecciones, claramente su plan
de acción inmediata tendría fuertes efectos redistributivos.
Luego, cuando tenga que profundizar y desarrollar el modelo para
gobernar en un marco de funcionamiento político con otras
fuerzas, seguramente algunas de las medidas que se tomen no serían
de su programa y algunas de las suyas no podrían ser tomadas".
"Las propuestas de la
izquierda hacen pagar el costo de la distribución a los sectores
de mayor poder económico", señaló Olesker.
Dijo que políticamente
"son todas sostenibles" sus propuestas."El tema es que pasará
cuando se apliquen medidas que afecten a grandes grupos de poder",
se preguntó. "No sé cuanto pesó ese tema en
Chile, no sé si no cambiaron por una cuestión de oportunidad
económica o de presión".
Cancela también
se mostró cauto en materia de metas para un eventual gobierno
de izquierda. "La cuestión es ponerse metas razonables. Como
espacio progresista se tienen determinadas finalidades que se privilegian
sobre otras y desde ahí uno se apoya en todas las herramientas
de economía; pero bien puede ser que haya cosas que nosotros
entendemos que deben estar resueltas mañana y no lo puedan
estar, por el contexto externo o por la necesidad de negociar políticamente
con otras fuerzas".
"Acá no se puede
hacer magia --expresó--, muchas de las restricciones que
tiene el gobierno hoy las puede tener un gobierno de izquierda mañana".
Inflación controlada
El control de los precios
de la economía no ofrece grandes diferencias con la postura
del gobierno chileno, pero tampoco con la actual administración
de gobierno en el país.
Para Olesker, la meta
de inflación baja no ofrece reparos "y ya nos comprometimos
a eso en la campaña electoral" para las pasadas elecciones,
aunque precisó que "sería de otra forma".
Dijo que desde su sector
"hemos criticado la estabilización de precios por la forma
en que se hizo, que generó disminución de empleo y
una estabilidad cara. Quizás hubiéramos tomado otra
medida con respecto a precios relativos que abaratara aunque eso
implicara el incremento en otros precios", subrayó.
Lorenzo expuso que los
compromisos de estabilización "siempre son compartibles",
y rechazó que el combate a la inflación pueda tener
"un sentido ideológico fundamental".
Cancela coincide con
esa visión. "De hecho, hemos visto procesos de hiperinflación
con gobiernos de ambos signos. Y no sólo en América
Latina. Más aún, en Uruguay, que yo sepa, durante
la segunda mitad del siglo XX no hubo ningún gobierno de
izquierda y fue cuando soportamos las más altas tasas de
inflación".
Asimismo, ratificó
que es importante controlar los precios. "La inflación en
sí misma, no es buena para la izquierda y mala para la derecha",
aseguró.
Explicó que lo
que tiene que estar claro es cuáles son los objetivos prioritarios
en materia económica y en consecuencia actuar. "No interesa
si la inflación es 3%, 5% u 8%, sino que sea previsible.
No digo que haya que llegar --ni mucho menos-- a lo ocurrido en
Brasil, un claro ejemplo de crecimiento con inflación, pero
las metas no sólo se alcanzan con estabilidad de precios".
Sin embargo, dijo que
es partidario, en caso de ser necesario "de incrementar la inflación
en algunos puntos para satisfacer las necesidades de sectores en
malas condiciones".
Por su parte, Noya afirmó
que en la práctica, difícilmente cualquier partido
pueda oponerse a una meta de ese tipo, "el problema surge cuando
se plantean conflictos con otros parámetros de la economía".
Planteó que, "en general, la tendencia mundial es que los
partidos más conservadores son más antiinflacionarios
que los partidos de izquierda".
Insistió en que
es probable que algunos anuncios políticos que se hagan en
Uruguay puedan ser inconsistentes con metas de inflación
baja. "Históricamente, a nivel de la izquierda los primeros
años de gobierno son de exploración, resultan difíciles
en materia macroeconómica, pero luego sobreviene una regresión
de esas políticas hacia el centro del espectro político",
indicó
Temas que separan
"La autonomía
del Banco Central no parece estar en cuestión", sostuvo Noya.
"No hay una gran autonomía del BCU en el país, en
mi opinión es algo endeble, pero no ha estado en el centro
de la discusión".
Remarcó que en
el sistema previsional hay sin dudas diferencias, "pero en el país
es un tema laudado", dijo. Y respecto del grado de apertura a nivel
financiero "es más alto en Uruguay que en Chile, donde existen
algunas medidas de control del ingreso de capitales de corto plazo.
Salvo que haya una situación crítica muy grande en
el país, no parece haber mucho margen para modificar eso",
aseveró.
Para Olesker, es indispensable
que el BCU tenga capacidad de hacer política. "No comparto
la autonomía del Banco Central, porque la política
cambiaria y monetaria es esencialmente eso, política y no
técnica".
Lorenzo a su vez, entiende
que en Uruguay la autonomía del Banco Central "es relativa",
desde el momento en que integra el equipo económico y comparte
la mesa con el ministerio de Economía a la hora de definir
estrategias.
Las diferencias resultan
más notorias si se habla de reforma previsional y privatizaciones,
dos elementos presentes mucho antes en la economía chilena
que en la uruguaya.
Olesker ratificó
la posición crítica de la izquierda en relación
a la propiedad privada del sistema previsional --"es un tema social
y su propiedad debe ser pública", afirmó-- y con respecto
al grado de apertura financiera de la economía se inclinó
por una "apertura selectiva, priorizando el ingreso de capitales
de largo plazo".
"Me gusta mucho más
la reforma uruguaya que la chilena", asegura por su parte Lorenzo.
"Aunque las dos comparten algunos elementos en común, la
uruguaya es claramente preferible, los problemas de cobertura en
Chile son similares y hasta superiores".
Los contrastes más
marcados entre las posturas de la Concertación en Chile y
la izquierda uruguaya pasan por los procesos de privatización.
La venta a capitales
privados de las empresas públicas, la salud y la educación
como ocurrió en Chile, no encuentran un correlato en Uruguay
desde el punto de vista de la izquierda, como ha quedado a la vista
en más de una oportunidad.
"Acá habría
diferencias grandes", expresó Noya refiriéndose a
la postura tradicional de la izquierda uruguaya. Destacó
que a su juicio, existen "criterios no demasiado económicos,
principios políticos que no quedan totalmente claros. O son
resabios del pasado o responden a núcleos de presión
específicos que resultan relevantes en la interna política".
"Y ahí aparece
un tema interesante", apuntó el investigador del CINVE: "¿cómo
contendría la izquierda esas presiones sociales que no siempre
representan al interés global, más allá de
que sean justas o no?"
Para Fernando Lorenzo,
uno de los redactores sobre la reforma de los organismos públicos
que surgió del seminario organizado hace algunas semanas
por el general Líber Seregni, "el problema de la propiedad
no es el importante, el verdadero problema es la eficiencia de cómo
se proveen los servicios".
Compromiso fiscal
Los compromisos fiscales
no parecen arrojar opiniones muy disímiles. Desde la izquierda
uruguaya se entiende que resulta lógico comprometer un superávit
fiscal del gobierno general, por ejemplo del 1% del PBI como ocurrió
en Chile, para los próximos años, "pero haciendo hincapié
en el equilibrio intertemporal --precisó Olesker--; proponemos
un presupuesto quinquenal que finalice equilibrado, lo que no obsta
incurrir en déficit anuales, sobre todo en las fases recesivas
como la actual, contando con el margen suficiente para aplicar medidas
--en esos casos-- que puedan incrementar el déficit. Hay
que cumplir al final del período", enfatizó.
Puntualizó asimismo
que el tema de reducir el déficit "no va sólo por
los compromisos y el control del gasto, sino por cambios más
profundos". Afirmó que "mientras no haya impuesto a la renta
va a haber déficit fiscal, mientras haya quienes generan
dos tercios del ingreso y no contribuyen como personas, será
difícil evitar el déficit".
Por su parte Cancela
afirma que la izquierda no descuidaría las metas en materia
de cumplimiento fiscal. Apuntó que los desequilibrios de
balanzas de pagos "no tienen signo político o ideológico".
"Contra ellos se protegen los países con políticas
aperturistas o proteccionistas, según venga la mano", en
todos los países del mundo, tengan gobiernos de derecha o
de izquierda. "¿O alguien puede pensar que De Gaulle, uno de
los mayores proteccionistas de la posguerra, era de izquierda?",
se preguntó.
El economista Cancela
admitió que "hay poco margen de maniobra" en materia fiscal,
"pero lo que cobra mucha importancia es cómo se maneja la
distribución de los recursos, el gasto público, la
tributación, la recaudación, para guiar el gasto hacia
los sectores más productivos y definir cómo se reparte
la carga entre la población".
Según Lorenzo,
la sustentabilidad de las cuentas fiscales a medio plazo debe ser
"un compromiso de todo gobierno responsable". Si la situación
fiscal estuviera comprometiendo las cuentas públicas "sería
inadmisible".
Para Noya, este es un
tema que no dio lugar a posiciones distanciadas. "La gestión
fiscal de los estados está sujeta a un margen de maniobra
muy pequeño. Hay un crecimiento muy grande de los mercados
de capital lo que brinda oportunidades a los gobiernos, que pueden
endeudarse y ejecutar inversiones sin depender solamente de sus
recursos. Esa tendencia a utilizar los mercados financieros, que
tiene como contrapartida la valoración permanente que se
hace de su solvencia, acota las posibilidades de maniobra de los
gobiernos en materia de gasto público, más allá
de banderas políticas".
Apuntó que en
el caso de Chile, se hizo una transición costosa a comienzos
de 1981 a nivel de la seguridad social "y eso lo limita a nivel
fiscal, en términos de endeudamiento. En algunos campos como
educación e infraestructura hay serios déficits y
el volumen de recursos destinados a esos fines no pudo crecer mucho".
"Para la izquierda uruguaya,
el quid de la cuestión es la solvencia que puedan tener las
medidas propuestas. Sin recurrir a endeudamiento, las posibilidades
son más estrechas y ahí es que uno duda de las posibilidades
de aplicar medidas que resulten costosas al país".
Defensa del salario
En materia de salarios
públicos y austeridad fiscal, Olesker entiende que una cosa
no va con la otra. "De ninguna manera nuestra señal de austeridad
fiscal es una señal de buen gasto. Hubiéramos cambiado
el sistema de compras, eliminado privilegios, restringido el plantel
de asesores captados por el sector público, pero en materia
de salarios públicos, en los escalafones inferiores hubiéramos
recuperado el salario real", más allá de la necesidad
de abatir el gasto.
En el plano laboral,
el asesor de Vázquez ratificó la postura de la coalición
de izquierda de una regulación laboral con negociación
colectiva, contrariamente al régimen flexible imperante en
Chile heredado del período dictatorial.
El economista Lorenzo
advierte que las políticas de retribución de los funcionarios
públicos "deben estar orientadas a promover la eficiencia
y rediseñarse para conseguir el mejor rendimiento", y no
atadas a un compromiso de resultado fiscal.
Añadió
Lorenzo que Uruguay tiene un mercado laboral "altamente flexible".
"Los acontecimientos
de los años noventa son un ejemplo de la capacidad de ajuste
del mercado laboral uruguayo --afirmó--, excesos de desregulación
y flexibilidad no serían una opción para atacar los
problemas". Se mostró partidario de la negociación
colectiva, "y que esa negociación se realice a nivel de empresas
y con un marco legal estable".
Noya insistió
con la falta de espacio de maniobra de la izquierda en estos temas.
"Lo que hizo la izquierda en materia salarial en la IMM no es reproducible
a nivel nacional, por las dimensiones y por los límites que
impone la presión fiscal que no tenía la comuna capitalina
hace diez años", aseguró.
Pero Cancela remarcó
que en el mercado laboral uruguayo "no se puede hablar de que haya
rigidez".
"No podemos asimilar
el mercado de trabajo al de papas, si sube el precio se compra menos
o sino se compra más --argumentó--, debemos asimilarlo
más al mercado de inversión, son medidas que se toman
con un horizonte más a largo plazo, y en condiciones de crecimiento,
la flexibilidad laboral se produce sola".
¿Sólo antiimperialismo?
La política de
Chile de promover un tratado de libre comercio con Estados Unidos,
no es compartida por Olesker, que calificó esa posibilidad
como "un certificado de defunción de la política comercial
autónoma". Si bien destacó que para Uruguay el compromiso
debe ser con el Mercosur y priorizar el comercio sur-sur, admitió
que no es mala cosa "la diversificación" de lazos y acuerdos
comerciales para un país.
El proceso de apertura
chileno, con muy bajos aranceles, no resulta un buen modelo para
las propuestas de la izquierda uruguaya. "Nuestra visión
es regional y de bloque e incluye un arancel externo lo más
alto posible para los bienes competitivos con la economía
regional", sostuvo Olesker.
Sin embargo, el economista
Noya piensa que las críticas de la izquierda a las relaciones
comerciales con Estados Unidos provienen más de una posición
"antiimperialista que de temas político estratégicos.
No sé si hay una racionalidad económica detrás
de esto", indicó.
De todos modos, dijo
estar convencido de que "no hay espacio" para acuerdos bilaterales
con Estados Unidos en América Latina. "Y tengo dudas si sería
conveniente un acuerdo de esa naturaleza; ¿porqué Estados
Unidos no propone una unión aduanera en lugar de una zona
de libre comercio si resulta tan ventajoso como sostienen?", se
preguntó.
Lorenzo tiene una posición
disímil: "si Estados Unidos ofrece acceso al mercado en los
productos en los que nosotros tenemos ganancias para realizar, hay
que apoyar". Pero apuntó que "si el capítulo agrícola
está fuera de un eventual acuerdo, es muy poco atractivo".
Socialismo
y globalización
El último Congreso
de la Internacional Socialista (IS), reunido en París en
noviembre de 1999, admitió que las políticas macroeconómicas,
"constreñidas por el funcionamiento de los mercados financieros
globales, han visto reducir sus márgenes de maniobra, obligadas
a cumplir severos requerimientos en materia de déficit, inflación,
etc. La declaración final firmada por más de 140 partidos
políticos de todo el mundo", dice que en materia económica
"el terreno de las alternativas se ha trasladado, no sin dificultades
conocidas, a la discusión sobre la mezcla de ingresos y gastos
que han de producir el resultado macro requerido, no al resultado
mismo que nadie cuestiona seriamente. Hay también, dificultades
para armonizar políticas monetarias de estabilidad de precios
y políticas de crecimiento generadoras de empleo".
En otro pasaje de la
declaración se establece la necesidad de alcanzar "un orden
económico y financiero global, que exige la adaptación
de los organismos nacidos hace cincuenta años (el FMI y el
Banco Mundial), así como el desarrollo de la Organización
Mundial del Comercio. Todos han sido sobrepasados por las nuevas
realidades y necesitan nuevos instrumentos de prevención
y acción".
Se establece como prioridad
de política económica para las fuerzas socialistas
"asegurar una mayor transparencia del sistema financiero internacional",
y destacan su preocupación por "la inexistencia de un marco
regulatorio para los impresionantes movimientos de capital a corto
plazo".
"La gran paradoja, dice
la declaración, es que nunca antes se había ofrecido
a los seres humanos más posibilidades de luchar contra problemas
ancestrales de desigualdad... pero las oportunidades están
siendo utilizadas para aumentar las distancias, no para acortarlas".
Son miembros de la IS,
las fuerzas integrantes del Encuentro Progresista, varios de los
movimientos y partidos integrantes de la Concertación chilena
y la Unión Cívica Radical del presidente argentino
Fernando de la Rúa, entre otros.
Sólo
hay capitalismo
Reconocido como el principal
polemista de Francia, el escritor Jean Francois Revel alude a lo
que considera la supervivencia de la utopía socialista en
su último libro, "La gran mascarada".
Revel asegura que --ante
el fracaso socialista-- sólo existen diferencias en el mundo
sobre el modo de aplicar el capitalismo "con más o menos
mercado, con más o menos impuestos o con una u otra forma
de distribución".
"Las ideologías
como elaboraciones teóricas --dice Revel-- son perfectas.
La realidad nunca lo es. Adam Smith no postuló una teoría.
Simplemente observó qué era lo que había permitido
a unas sociedades volverse más ricas que otras, y extrajo
las consecuencias. Y son, por cierto, las sociedades liberales las
que establecieron los grandes sistemas sociales, a ellas pertenecen
la seguridad social, los subsidios familiares, las indemnizaciones
por desempleo y otras prestaciones sustanciales. Claro que para
lograr eso hay que crear riqueza, y la riqueza se crea dejando trabajar
a la empresa privada y no ahogándola. No se puede proteger
a los pobres con una economía deficiente".
El pensador francés
remarca que "en todas partes se liberaliza, se privatiza, se acepta
la apertura al mercado internacional... Chile, Argentina, Uruguay,
donde estuve hace poco, esperan que les compremos, sin trabas, sus
productos agrícolas. Nadie es tan loco como para encerrarse
en sus propias fronteras... la globalización es un hecho
irreversible".
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