El primer
Iris de Oro del siglo
Jaime y su merecida estatuilla dorada
Todos en la fiesta lo
sospecharon desde un principio: Jaime Roos parecía el candidato
más firme para el Iris de Oro. Y el jurado lo entendió
igual: el cantautor uruguayo tuvo suficientes méritos en
el 2000 para alzarse con el máximo premio.
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1-FELICIDAD. Jaime
demostró estar enormemente emocionado y feliz con el
premio.
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La llegada de Jaime
Roos a la fiesta en el Flamingo generó tremenda expectativa,
porque muchos suponían que la estatuilla de oro que reconocería
las cualidades de determinada figura por su trabajo en el 2000,
iría para el creador de "Amándote". No obstante, el
cantautor entró al salón Flamingo con la timidez hacia
los medios a flor de piel. Saludó a todos y entre besos y
abrazos logró alcanzar la mesa que le asignaron, en la que
-entre otros-estaban consagradas figuras del tango, como Olga Delgrossi
y Aníbal Oberlín.
A la hora de recibir
el Iris de Bronce, la ovación de los presentes tiró
los primeros hilos de oro. Jaime dijo que en nuestra revista siempre
hay un lugar "para cubrir" lo de este lado del Plata y citó
a Jimmy Page, máximo creador de Led Zeppelin, con la clásica
frase: "La canción sigue siendo la misma". Minutos después
los hilos de oro que salieron de las palmas del público se
unirían para poner en las manos de Roos el Iris de Oro.
LA CONSAGRACION.
Cuando subió por segunda vez, ahora para recibir el Iris
de oro de manos de Emilio Vidal Scheck, el público le pidió
que cantara y Jaime respondió riendo: "Sería mucho
más fácil cantar" y entonó brevemente "En el
tumulto, de los húsares de Momo....". A lo que siguió:
"Ya canté". Roos, tipo tímido como pocos, no ocultó
su felicidad: "Es un premio entrañable. Sé que hay
una sola persona que está más feliz que yo, mi madre,
que espero que me esté viendo por televisión", y hablando
a la cámara dijo: "Te lo voy a regalar para que lo pongas
en la repisa, mamá. También quiero agradecer a mis
tías (y nombró a cada una de ellas) y muchas gracias
a ese jurado 'invisible' que siempre se equivoca y esta vez se equivocó".
Y a continuación,
los aplausos, la ovación y la sucesión interminable
de abrazos. Fue un más que merecido Iris de Oro.
Sucesión
de abrazos
Apenas recibido el Iris
de Oro, Jaime fue envuelto en una maraña de abrazos; todos
en la fiesta querían felicitar al primero que obtiene los
tres Iris: fue de Plata en la fiesta de 1995 (cuando el Oro lo ganó
Federico García Vigil) y fue ahora Oro, además de
que en ambas ocasiones recibió de bronce, para totalizar
entre todos cuatro Iris.
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