El nivel del endeudamiento en el agro es tan elevado, que es mayor el incentivo para no pagar que para hacerlo

Vender un bono a descuento para que los productores salden deudas con el BROU

Hoy es clarísimo que los productores fuertemente endeudados no pueden cumplir con sus obligaciones. Pero hay otros que si se les da la oportunidad de saldarlas con una quita lo suficientemente atractiva, es probable que les convenga recuperar su garantía pagando sólo un porcentaje de lo adeudado.

Las objeciones que se le han hecho al plan de refinanciación de la deuda de los productores agropecuarios con el BROU motivaron que ECONOMIA & MERCADO entrevistara al contador Juan Carlos Protasi, que es un reconocido especialista en temas macrofinancieros. Este expresó que si no hay un diferencial significativo de tasas, la única ventaja que va a tener el deudor con el bono cupón cero será diferir el plazo de pago de la deuda, pero al final es posible que termine pagando más que si se le permitiera realizar una cancelación anticipada de toda la deuda. Además, en la actual situación, el deudor no puede pagar y, por tanto, habrá que hacerle quitas en su deuda para inducirle a que pague. De lo contrario, no va a hacerlo como ya ha sucedido tantas veces, sostuvo Protasi.

--¿Qué factores han generado el actual endeudamiento de los sectores productivos, especialmente del agro?

--Esta crisis de endeudamiento no es una novedad, sino que ya ha ocurrido en otras oportunidades en Uruguay y en varios países. La mayoría de las crisis bancarias sobrevienen por un endeudamiento generalizado, que es provocado por la caída de los precios internacionales de los productos exportables y la sobrevaluación del tipo del cambio. En Uruguay en los últimos diez años, los términos de intercambio cayeron 6% y el tipo real de cambio un 23%. Son dos factores comunes que aparecen en la mayoría de las crisis de deuda. No hay duda que nuestro país padece un tipo de "enfermedad holandesa" derivado del flujo de capitales que recibe la economía, tanto a nivel del sistema bancario como a nivel privado. En los últimos años hemos recibido un flujo neto de capitales del orden de tres puntos del PBI, lo que junto a un creciente gasto público, contribuyó a apreciar nuestra moneda significativamente, quitándole competitividad a las exportaciones de bienes y servicios.

--Para que las exportaciones uruguayas puedan volver a ser competitivas, ¿cuánto tendrá que cambiar la relación de precios?

--Si consideramos la relación de precios de bienes transables a no transables de la última década, resulta que se ha perdido un 23% de competitividad desde 1990. Para restablecer el nivel de aquel entonces el tipo de cambio real debería corregirse en una magnitud de ese orden. Pero esa corrección sólo la podría hacer espontáneamente el mercado si las expectativas cambiaran y se comenzara a especular con una crisis cambiaria. Una devaluación sólo ocurrirá cuando los capitales abandonen el país porque consideren que Uruguay dejó de ser competitivo, lo cual le impide crecer por falta de oportunidades de retornos, o porque no haya confianza en el gobierno. Si esto ocurriera, se podría revertir la situación actual porque se recuperaría competitividad de los sectores exportadores y productivos que compiten con las importaciones. Pero eso significaría soportar una crisis de enormes dimensiones, quizás mayor a la que Uruguay tuvo a principios de la década de los ochenta, que también fue provocada por la salida masiva de capitales.

En las condiciones actuales, una devaluación sería fatal y devastadora para la economía uruguaya. Caería de golpe el salario real, las pasividades y la demanda de consumo así como la riqueza real (propiedades y activos en general), pero aún más grave que eso, se provocaría una crisis generalizada del sistema bancario. ¿Quién daría en esas condiciones créditos para importar y producir? Luego de la crisis cambiaria y bancaria en Asia, los créditos desaparecieron, algo similar le ocurriría a Uruguay. El propio Estado tampoco podría pagar su deuda ya que sus ingresos caerían inmediatamente, mientras que el servicio de la deuda --tanto interna como externa-- es en moneda extranjera. Por último y no menos importante, al día siguiente que se devalúa, automáticamente los precios comenzarán a subir y, por los mecanismos de indexación existentes, al poco tiempo volverían a quedar al mismo nivel anterior.

Sobrevaluación cambiaria

--¿Cuáles serían entonces las políticas macroeconómicas adecuadas para ponerle fin a la sobrevaluación del peso uruguayo?

--Cuando en una economía ingresan capitales --como ocurrió a comienzos de la década de los noventa-- la única respuesta es reducir el gasto público y aumentar la eficiencia del Estado y del sector privado. Los sucesivos gobiernos hicieron lo contrario. Pero no se debe olvidar que existieron limitaciones institucionales derivadas de los mecanismos de indexación salarial y de las pasividades que limitaron la capacidad de acción. Pero la crítica consiste en que si el sistema político no estaba en condiciones de controlar el gasto público, entonces mantener un tipo de cambio fijo opera como un boomerang. Al principio todo va bien, pero el atraso cambiario se torna un problema imposible de resolver sin una devaluación cuando el gasto público se hace incontrolable.

--¿Por qué pasa eso?

--La sobrevaluación cambiaria resulta de una caída de los precios de los productos que se comercian internacionalmente con relación a los precios de los bienes no transables. El precio de estos últimos depende del nivel de gasto interno, en cambio el precio de los bienes transables depende de los precios externos que están fijos. El aumento del gasto en transables se licúa con importaciones. Se importa más y los precios no cambian. Pero en el caso de los bienes no transables, como la producción no puede reaccionar espontáneamente, el mayor gasto deriva en un aumento de sus precios, que luego se traslada a salarios, etc. Es entonces cuando se produce esa espiral ya conocida en Uruguay, por la cual el productor que quiere competir internacionalmente se encuentra en una situación en que sus ingresos del exterior permanecen fijos y sus costos están en un incesante aumento. La única forma para contrarrestar este proceso derivado del exceso de gasto financiado con un sostenido ingreso de capitales sería que, justamente, el Estado pudiera reducir su gasto para cumplir un rol directriz sólo en las funciones esenciales.

Políticas inconsistentes

--Pero todos sabemos que en Uruguay el gasto no bajó sino que subió...

--Esa es la inconsistencia en que incurrieron todos los gobiernos de turno por no haber sabido reconocer las restricciones con que debían operar. La reforma constitucional de 1989, que indexó las pasividades, disparó un mecanismo perverso que impide limitar el gasto, salvo que se contengan los salarios. Pero esto no es razonable debido a que los salarios deben ajustar en el sector privado de acuerdo con los aumentos de productividad. Observe que si aumentan los salarios en los sectores transables porque se debe aumentar la productividad laboral para poder competir internacionalmente, se dispara el ajuste automático de las pasividades y aumenta el déficit de la seguridad social. Pero, además, los salarios públicos aumentaron más que los salarios privados en los años recientes, lo cual es una doble inconsistencia porque sin aumentos de productividad implica aumento del gasto público, del déficit y de la deuda.

Como la contención del gasto nunca fue posible no se podía esperar otro resultado que el que figura en cualquier libro de texto, o sea gasto público creciente con ingreso de capitales, irremediablemente produce sobrevaluación cambiaria. Aunque las autoridades gubernamentales de la pasada década sabían que al apreciarse la moneda se iba a afectar la competitividad de los productos exportables, nadie puso límite a esa bola de nieve por las razones anotadas.

--¿Eso no habrá ocurrido porque los sectores productivos no aumentaron suficientemente la productividad?

--Eso pudo haber pasado en algún sector, pero, aun con aumentos de productividad, es imposible contrarrestar la política de empobrecimiento que sigue Brasil hacia un socio menor como es Uruguay, con su estrategia proteccionista y de flotación de su moneda. Le voy a citar un ejemplo. Mis alumnos en la Universidad de Montevideo estimaron que la industria manufacturera multiplicó por veinte la productividad laboral medida en dólares por persona ocupada en los últimos diez años, mientras que los salarios promedios en dólares no alcanzaron a duplicarse en el mismo período. Se redujo el empleo en 70.000 personas y el costo laboral unitario cayó a menos de la décima parte de lo que era hace diez años. A pesar de todo esto, la industria no sólo no pudo crecer, sino que cayó en promedio a razón del 1% por año en el decenio. ¿No es esto un absurdo? ¿Cómo se puede ser competitivo en Uruguay? En ningún país del mundo pasa esto. Es casi obvio que el elevado tamaño del Estado con la política de tipo de cambio fijo no nos favorece. El Poder Ejecutivo proyecta reducir algo la presión del Estado, pero lo propuesto se juzga como insuficiente.

Subsidios ocultos

--¿No se podría haber compensado a los sectores afectados con subsidios como hacen otros países?

--Para eso, en primer lugar, se requiere tener recursos y hoy es indudable que no existen. Los sucesivos gobiernos asumieron una posición ortodoxa estableciendo que no se darían subsidios de ningún tipo. Tengo serias dudas de que haya sido efectivamente así en la realidad.

--¿Quiere decir que los sucesivos gobiernos, a pesar de que declararon que no darían subsidios, lo hicieron por otra vía?

--Creo que, con algunas excepciones, se mantuvo la ortodoxia fiscal, pero no fue así en el área financiera, donde se otorgaron subsidios ocultos. No tengo la menor duda que en todos estos años el BROU ha dado créditos a algunos sectores, sabiendo a priori que éstos no iban a poder cumplir sus obligaciones por la pérdida de competitividad que implica el modelo de política en aplicación. Entonces, llegamos a la situación actual, en la cual los deudores no pueden pagar y el BROU se descapitaliza como ya ocurrido otras veces.

Posición muy comprometida del BROU

--¿De dónde van a salir los fondos para paliar el endeudamiento de los sectores productivos?

--En esto no hay magia. Es evidente que el BROU está técnicamente en una posición muy delicada y comprometida. El Presidente de la República lo ha reconocido públicamente. El BROU va a estar obligado a otorgar una refinanciación a un plazo larguísimo sin contar con recursos durante un período similar porque el BROU no puede tomar depósitos a veinte años. Es decir que va a tener un descalce de recursos. Si el público retirara los depósitos, el BROU no tendría cómo responder porque sus colocaciones van a ser a veinte años contra depósitos a noventa días. También, el BROU va a incurrir en una pérdida de capital de giro porque, en el mejor de los casos, con esta refinanciación va a recuperar en cuatro años un 30 % del valor de sus carteras y el resto lo recuperará en veinte años. Pero el BROU no tendrá fondos prestables para mantener su actual nivel de carteras. Esto le originará una pérdida, ya que deberá continuar pagando intereses a los depositantes sin generar en contrapartida intereses en sus carteras. Esta pérdida de patrimonio la tendrá que pagar la sociedad por dos vías: una por la garantía implícita del Estado de los depósitos en bancos estatales y la otra por una suba de las tasas activas de interés al disminuir los fondos prestables de todo el sistema.

--Si los sucesivos gobiernos uruguayos sabían que se iba a llegar a una situación de falta de competitividad, ¿por qué se permitió que el BROU siguiera concediendo créditos a los sectores productivos durante tanto tiempo?

--Diría que hasta se fomentó esa gestión del BROU por cuestiones de política partidaria. El mayor problema del BROU es que tiene que funcionar simultáneamente como un banco de fomento y como banco comercial. Habría sido mucho más lógico incluir esos subsidios en el Presupuesto Nacional, estableciéndose claramente que la política oficial era proteger al sector agropecuario como se hace en tantos países del mundo, incluso en los más desarrollados. La experiencia con subsidios no fue buena en Uruguay y, prácticamente en todos los casos, el subsidio no le llega a quien produce sino al dueño de la tierra. Pero la transparencia de la política es un principio al que no se debería renunciar. La forma como procedió el Estado uruguayo sólo sirvió para que muchos se hicieran la ilusión de que esos préstamos iban a ser devueltos algún día. Eso no es ni será factible mientras las funciones de banca comercial y de fomento sigan mezcladas.

Incidencia en la moral de los deudores

--¿Los solicitantes de créditos al BROU no sabían de antemano las dificultades que tendrían para poder cumplir con sus obligaciones financieras?

--El productor que tomó su préstamo lo pudo haber hecho con la expectativa de que una mejora de la situación económica le iba a permitir pagar o de que como era un préstamo del Estado la obligación de devolverlo no era tan estricta. Sin duda, esta última debe haber estado en el espíritu de muchos clientes del BROU. Los sucesivos planes para refinanciar la deuda del sector productivo en los últimos quince años no pueden dejar de considerarse como un paliativo del riesgo de incumplimiento. Como se comprenderá, la política oficial --no sólo de esta administración, sino de las que la precedieron-- ha sido doblemente equivocada porque, además de sus consecuencias negativas en la economía, incidió en la moral de los deudores.

--¿Qué mensaje se les está transmitiendo a los buenos deudores, que hicieron grandes esfuerzos para cumplir con sus obligaciones, con este nuevo plan de refinanciación que, si bien no significa un perdón como dijo el ministro Bensión, representa una ayuda de grandes proporciones?

--Estas refinanciaciones no pueden ser de carácter genérico porque afecta la moral de los deudores y se puede afectar el sistema de pagos. La fijación de un tope para refinanciar el endeudamiento tampoco tiene mucho sentido. Lo importante es que se haga un estudio caso por caso para determinar a quién se puede refinanciar, a quién no y a qué costos. Se debe establecer una diferenciación y así lo aseguró el ministro Bensión que se hará.

--¿Por qué se le tiene que dar tantas oportunidades al agro y no a otros sectores como el industrial que tuvo que enfrentar el proceso de reconversión en la primera mitad de la década pasado y tantas empresas quedaron por el camino?

--No veo más razón que la enorme pérdida de competitividad del sector agropecuario, que fue casi el doble que la de otros sectores, a lo que habría que agregar el efecto de las sequías y, más recientemente, el virus de la aftosa. A pesar de esto, no me caben dudas de que la refinanciación de las deudas sean del sector que sean, sólo deben realizarse entre las partes y no por decisión política. Es por esta razón que las funciones de fomento y comercial del BROU deberían separarse definitivamente.

Recuperación de carteras

--Si los productores agropecuarios no pudieran pagar sus deudas, ¿cómo hace el BROU para recuperar sus carteras?

--Hoy es clarísimo que los productores fuertemente endeudados no pueden cumplir con sus obligaciones. Existe un argumento que se utilizó para resolver los problemas de endeudamiento en varios países que fue el Plan Brady aplicado a fines de la década de los ochenta y que Uruguay lo usó en 1992. Creo que esa es la idea que, quizás, haya que manejar en este problema porque el nivel del endeudamiento en el agro es tan elevado, que es mayor el incentivo para no pagar que para hacerlo. El BROU no es el único responsable, pero debe contribuir con una parte. Los deudores deben aportar otra parte y el Estado podría vender a descuento un bono con el cual el deudor pueda cancelar parte de su deuda con el BROU. El Estado uruguayo tendrá una pérdida. No obstante, la justificación no es fácil. Se podría reconocer que el problema de la aftosa implica una pérdida equivalente a una catástrofe --aunque en los hechos parecería que no va a ser tan grave-- y, por tanto, compensaría a los productores con un descuento para que cancelaran su deuda. En este punto, hay que tener presente que muchos deudores no pueden pagar sus deudas, pero, seguramente, habrá otros que estén en mejores condiciones. Si se les da la oportunidad de pagar con una quita lo suficientemente atractiva, probablemente les convenga recuperar su garantía pagando sólo un porcentaje de lo adeudado.

--¿Qué opina de la sugerencia hecha por el gobierno a los bancos privados para que también refinancien la deuda de los productores agropecuarios que asciende en su conjunto a más de U$S 300 millones?

--No está mal mientras sea sólo una sugerencia. En cierto modo, a la banca privada tampoco le sirve estar manteniendo carteras que no se van a recuperar y, además, muchos de estos deudores tienen obligaciones tanto con la banca privada como con la oficial. Si la banca privada no participa de esta operación, corre el riesgo de que esos deudores sólo le paguen al BROU, aunque un comportamiento de ese tipo les quitaría el acceso al crédito. Pero en un período tan difícil como el que estamos viviendo, supongo que los bancos privados deben estar pensando que es mejor recuperar algo que mantener una cartera que, finalmente, tendrían que clasificar como morosa, lo cual tiene un costo porque habría que hacer las provisiones en cada caso.

--Ud. señalaba que el BROU está en una posición muy comprometida. ¿Cómo deberá actuar esta institución bancaria en lo sucesivo?

--Buena parte de la deuda de los productores del BROU se va a financiar a veinte años durante los cuales sólo va a cobrar intereses (N. del R.: Recién va a recibir algún capital importante en 2005 cuando el deudor adquiera un bono cupón cero), pero no va a recuperar la totalidad del capital adeudado hasta 2021, lo que le impedirá tener suficientes fondos para efectuar nuevos préstamos. Esto significa una contracción sustancial de las operaciones de esta institución, lo cual representa un golpe durísimo para el mercado de crédito. Las tasas de interés tenderán subir a pesar de que internacionalmente estén bajando, y en algún momento, el Estado va a tener que replantearse qué hace con el BROU. Muchos sugieren venderlo al sector privado. Otros proponen separar sus actuales funciones, quitándole el rol de banco de fomento y dejándole solamente para que desarrolle una actividad comercial.