MAS DE UN CENTENAR DE NIÑOS DE ESCUELAS PUBLICAS APRENDEN MUSICA Y FORMAN PARTE DE UNA ORQUESTA SINFONICA INFANTIL

Pequeños artistas

La música genera cambios más profundos en la familia, el barrio y todo el entorno social de los alumnos.

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PLAN PILOTO. La orquesta sinfónica infantil de Maldonado fue el primer logro uruguayo de la Fundación que pretende llevar la música a todo el país

MAGDALENA HERRERA

La convocatoria fue un éxito. Más de 400 niños, entre 6 y 12 años, de ocho escuelas públicas de Ciudad Vieja, Cordón, Barrio Sur y Estadio Centenario se inscribieron para participar de una iniciativa que pretende acercar la música sinfónica a los más pequeños. El proyecto de la Fundación Sistema de Orquestas Sinfónicas Infantiles y Juveniles del Uruguay en convenio con Educación Primaria, que apoya OEA, persigue objetivos que van bastante más allá de esa experiencia artística. Los chicos, que aprenderán a tocar el violín, el cello o el contrabajo, formarán parte de una orquesta que a su vez tendrá un impacto positivo en el entorno.

Del total de niños que se inscribieron, unos 120 participarán en una primera etapa. "La idea es que finalmente podamos atender a todos aquellos interesados en la música, pero por ahora debemos restringir el número a los instrumentos con que contamos", explica el director artístico y musical de la Fundación, Ariel Britos. "El objetivo es continuar creciendo, tanto en la escuela pública como en la privada, en el interior y en la capital, e implementar cuantas orquestas sea necesario. Queremos demostrar la factibilidad de la orquesta sinfónica infantil y juvenil en nuestro medio, que prácticamente no existe".

El horario escolar no se modifica para los chicos, quienes tendrán clases por sectores (según instrumento) y luego ensayos semanales, todo en forma extracurricular. Según Britos, el niño trabaja como en un conservatorio aunque el proceso de aprendizaje es diferente. "Se le enseña lo teórico (lecto-escritura) al mismo tiempo que aprende a tocar un instrumento y que integra una orquesta junto a sus compañeros. Parece muy difícil, pero nuestra experiencia es que ello contribuye a una mayor rapidez a la hora del aprendizaje".

IMPACTO. El beneficio que otorga la formación de una orquesta infantil en el esquema social es el objetivo final de la Fundación. "Al tratarse de barrios vecinos, en este caso el impacto se verá en forma más rápida", asegura el director. "La orquesta tiene que estar acompañada por una comisión de padres, que sirva de apoyo. Eso genera un cambio de mentalidad en todo el entorno del niño, de su familia, del barrio y de la escuela".

En primer lugar, los niños y sus familias aprenden a responsabilizarse por los violines, flautas, cellos y contrabajos, que se les entrega para estudiar. También se hace especial hincapié en la importancia de concurrir a clase y mantener una buena escolaridad, evaluación que se irá realizando conjuntamente con Primaria. "Luego, el aprendizaje musical parece un juego y, en definitiva, lo es. Sin darse cuenta, los niños se insertan en un mecanismo cuyas normas se deben respetar pero donde no se distinguen por otra cosa que no sea su preocupación y esfuerzo personal. Los van a aplaudir si tocan mejor y se preocupan. Aspiramos a una sana competencia, que luego aplican en todos los otros órdenes de la vida y que además potencia y fortalece el sistema escolar, la familia y el barrio."

Entre los beneficios del proyecto, que tiene una duración de cuatro años, el director de la Fundación señala que la orquesta infantil incentiva el trabajo de grupo a una edad en que normalmente el niño no la se tiene. "Genera una satisfacción propia que aumenta la valoración personal. Es un ámbito que potencia el desarrollo sano, la salud mental del chico y de sus familias. Hemos tenido alumnos cuyos padres, separados o divorciados y sin relación alguna, ahora ambos integran la comisión de la orquesta", dice Britos.

IDENTIDAD. La otra gran punta de esta iniciativa busca el desarrollo del niño en contacto fluido con la música sinfónica. La asesora y coautora del proyecto, Helena Reyes, señala que los cambios ya pueden observarse en el plan piloto que esta Fundación realiza desde el año pasado en Maldonado. "Esa experiencia modificó hasta el comercio de la zona. Las vidrieras ya no fueron las mismas y algunas tiendas que solo tenían discos y tamboriles, ahora venden cuerdas de violines y anuncian los conciertos para adultos. Este proyecto genera tal interés y entusiasmo que los auspiciantes nos vienen a buscar por motu propio, y no tenemos que golpearles las puertas. Las empresas observan que además de apoyar un emprendimiento noble y simpático, obtienen otros beneficios además del publicitario", dijo.

El apoyo de OEA fue fundamental para la implementación del proyecto en Montevideo. "Es la primera vez que este organismo internacional otorga un premio financiero por arriba del presupuesto solicitado. Además, por su calidad, el proyecto uruguayo fue solicitado para implementarse en otros países de América Latina. Pero igual necesitamos de otros apoyos porque la orquesta tiene una inversión muy importante en instrumentos y en docentes. Se debe observar que esta iniciativa apunta a generar empleos en las artes y eso es importante porque Uruguay ha reducido mucho el número de profesores de música. Para esta primera etapa en barrios montevideanos, van a trabajar 16 docentes y otro número de profesionales en los cuales también nos apoyamos".

La segunda etapa del proyecto presentado ante OEA, apunta a la formación de un taller internacional de docentes, encargado luego de generar estas iniciativas en América Latina. "La orquesta infantil montevideana será la herramienta para que jóvenes docentes de todas partes del continente vengan, participen y aprendan con nosotros y luego apliquen esos conocimientos en sus respectivos países", finaliza Helena Reyes.

El impacto social de una experiencia

El director artístico de la Fundación Sistema de Orquestas Infantiles y Juveniles del Uruguay narra su experiencia con la formación de una orquesta sinfónica con niños de la calle, en Venezuela. "Me interesó especialmente esa orquesta por el impacto social que luego tendría. Se trataba de chicos que tenían graves problemas de drogadicción y prostitución, cuando comenzó la formación de la orquesta en el reclusorio venezolano. Luego de dos años y medio, esos niños no solo mejoraron su comportamiento sino que el 60 por ciento de ellos consiguió la libertad, se reintegraron al aprendizaje formal, a las escuelas y liceos, y además cuando fueron devueltos a su núcleo familiar, que generalmente eran muy conflictivos, se convirtieron en los líderes de su casa, de su familia e incluso de sus barrios."

Lo más curioso fue que la orquesta del reclusorio fue premiada por su talento técnico y musical, pero además, según explica Ariel Britos, dos de sus integrantes hoy iniciaron pequeñas orquestas en sus barrios. "Es como plantar una semillita de buen ejemplo en un lugar donde se necesita".