BIODIESEL
| Un proceso novedoso para producir combustible fue creado por ingenieros
uruguayos y tiene buenas chances de ser utilizado
Gasoleros sin colesterol
Una comisión
interministerial estudia la alternativa energética y se expidirá
dentro de cinco semanas.
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RECUERDOS DEL
FUTURO. La ingeniera Raffaele afirma que las ventajas del
biodiesel serán cada vez más evidentes en muchos
aspectos
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La idea es ambiciosa:
sustituir el petróleo por girasol para general biodiesel
en lugar de gas-oil. De esa manera se podría aliviar la zozobra
provocada por las eternas y siempre inesperadas subas de precio
de los combustibles.
La realidad es un poco
más compleja que eso, pero las señales del gobierno
apuntan hacia esa solución. Hay un grupo de trabajo integrado
por técnicos de las carteras a las que concierne Agricultura,
Energía y Ambiente, junto con Ancap, que estudia la viabilidad
técnica y económica de abocarse a la producción
nacional de biodiesel.
La comisión se
formó hace tres meses y piensa demorar un mes más
para hacer una primera evaluación y aconsejar o no al gobierno
sobre la pertinencia de invertir en la alternativa energética.
La coyuntura es favorable
a dos puntas: los costos de la industria oleaginosa bajan y los
del petróleo suben. A esto se suma un elemento concreto:
hay interés de empresarios italianos en realizar inversiones
al respecto en Uruguay.
Entre los estudios que
maneja el grupo interministerial de técnicos hay uno que
se destaca por su nivel de innovación científica.
Se trata de la tesis de Roberto Queirolo y las ingenieras químicas
Lucía Raffaele y Martha Carámbula.
El trabajo es de 1991
y desarrollaba un innovador proceso de producción de biodiesel,
que hasta ese momento se podía realizar a costos inviables.
VIEJA AMBICION.
La búsqueda de alternativas a petróleo como combustible
es añeja. Desde poco después de que se empezara a
usar masivamente el petróleo ya se empezaba a investigar
una fuente de energía alternativa.
En lo que tiene que
ver con los motores, se ha buscado especialmente un tipo de combustible
que fuera compatible con el diseño de motor realizado para
combustible como nafta o gas-oil. Las técnicas que se usaban
hasta hace una década tenían que ver con un principio
que se denominaba batch, que se parecía al proceso de cocinar:
se sometía la materia a ciertas condiciones de presión
y temperatura y se esperaba que el mejunje estuviera listo. El problema
es el costo de este tipo de producción.
El otro tipo de producción
es la continua, mucho más apta para los procesos industriales:
se trata de un mecanismo por el cual el combustible se produce de
forma permanente: por un lado entran los elementos y por el otro
sale el producto terminado.
Los que habían
probado esa técnica usaban temperaturas y presiones extremas,
por lo cual también era muy caro. En 1991 Queirolo, Raffaele
y Carámbula prepararon su tesis buscando la forma de sintetizar
en un solo proceso lo mejor de ambos: vale decir, trabajar en las
condiciones de temperatura y presión con las que se trabaja
en el batch pero de un modo continuo.
Fueron los primeros
en lograrlo, en las ocho décadas que hace que se estudia
esa alternativa energética. Lo esencial de la innovación
tenía que ver con la viabilidad misma de la alternativa energética.
Se lograban, de esa manera, las condiciones de producción
a costos razonables, aunque todavía más caros que
el gas-oil. Los cálculos de 1991 establecían una diferencia
de 14 centavos de dólar por litro a favor del gas-oil.
En su momento Ancap
consideró que no valía la pena invertir los aproximadamente
10 mil dólares que costaría un banco de motores de
prueba para mantener la innovación vigente, y mucho menos
los 860 mil dólares que costaba una planta que pudiera producir
a nivel industrial.
Los cálculos
en 1991 indicaban que se podría producir 21.500 metros cúbicos
de combustible por año, (21.900.000 litros), a razón
de 60.000 litros por día. Eso equivalía al 3,5 por
ciento del consumo interno en ese entonces y al 2,5 por ciento de
lo que se consumió en Uruguay en 1999.
A pesar de que el costo
era superior al del gas-oil, la idea era que la producción
propia podía, en un futuro incierto, aliviar las zozobras
provocados por la fluctuación del precio del barril del petróleo.
La falta de interés
de Ancap en invertir siquiera en una planta piloto, provocó
que el proyecto quedará como un material más de la
biblioteca de la Facultad de Ingeniería.
CAMBIOS. Recién
a partir del año pasado, el gobierno comenzó a interesarse
por la alternativa de producción. Gonzalo Souto, integrante
de la comisión interministerial por parte de Ganadería,
Agricultura y Pesca, explicó que el estudio de Ingeniería
es uno de los documentos que se tienen en cuenta, y que hoy las
condiciones son mucho más favorables que las que había
en aquel momento, en materia de costos de un combustible y otro.
Souto señaló
que el trabajo uruguayo tiene "opciones industriales novedosas"
y manifestó estar en contacto con los autores. También
agregó que se espera la llegada a Uruguay de un técnico
alemán, que trabaja en plantas de producción de biodiesel
en aquel país.
El técnico explicó
que desde el punto de vista de su cartera la posibilidad es "muy
interesante", ya que de ser viable industrialmente originaría
una gran dinámica de cultivo de girasol. La ingeniera Raffaele,
por su parte, indicó que los cálculos que se hicieron
en oportunidad de la tesis establecían la necesidad de cultivar
37.500 hectáreas más de girasol para cubrir la producción
de los 21.900 metros cúbicos de combustible al año.
El ambiente
es propicio al girasol
La ingeniera química
Lucía Raffaele (36), una de las autoras del trabajo sobre
biodiesel para la Facultad de Ingeniería, explicó
que el combustible se emplea en Europa y Estados Unidos, principalmente
para usar en el transporte colectivo.
Eso países no
han dado aun con la ecuación económica que les permita
ahorrar dinero con respecto al gas-oil, pero el estado subsidia
su empleo, y se usa mezclado con gas-oil.
El biodiesel es una
reacción de aceite de girasol con un alcohol de bajo peso
molecular, que en el caso del generado por los ingenieros uruguayos,
es etanol. Se usa en motores diesel, y no hay que hacerle ninguna
modificación a los motores para usar el nuevo tipo e combustible.
Eso es así, según
Raffaele, porque el biodiesel tiene características muy similares
a las del gas-oil, en cuanto a la viscosidad y la curva de destilación,
de tal manera que ni las estaciones de servicio ni los motores diesel
se enterarían de la diferencia.
El que sí se
entera es el ambiente, ya que las emisiones de monóxido de
carbono son mucho menores con el biodiesel que con el gas-oil y
además el propio cultivo favorece la limpieza de la atmósfera
mediante la fotosíntesis, al enviar oxígeno y consumir
anhídrido carbónico.
Otros que también
se enterarían serían los agricultores, ya que la producción
industrial necesitaría que se plantaran decenas de miles
de hectáreas más de las que existen en la actualidad.
Raffaele explicó
además que el propio proceso de producción del combustible
es mucho más amable con el ambiente, ya que prácticamente
no genera emisiones, al contrario de lo que sucede con el destilado
del petróleo.
En cuanto a la seguridad
también tendría su ventajas, ya que es menos inflamable.
También tiene entre veinte y cuarenta veces menos azufre,
cuya acumulación en la atmósfera provoca el fenómeno
de la lluvia ácida.
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