Expansión
desordenada. La población de Montevideo abandona zonas
con todos los servicios por otras donde casi no existen. Cada
nueva manzana cuesta 500.000 dólares.
El otro "éxodo" oriental
El área metropolitana
crece, aunque la población se estanca. El resultado es "dramático",
dicen los técnicos.
|
ANALISTAS. Miguel Petit, Mercedes Medina y Edgardo Martínez
son parte del equipo de ITU que investigó la expansión
metropolitana
|
CARINA
NOVARESE
Una ciudad que crece
y se amplía, cuya población se mantiene estable y
que casi no recibe inmigraciones, sería, ante cualquier investigador,
un caso único.
Para los arquitectos
y profesionales del Instituto de Urbanismo (ITU), el caso único
entre las ciudades de América Latina es el de Montevideo.
El arquitecto Edgardo Martínez Camarotte, coordinador del
proyecto, es el primero en definir la situación como "dramática".
"A diferencia de los procesos que se han dado en países latinoamericanos,
Montevideo crea un área metropolitana con su propia población.
Ciudades como México y Lima se expanden alimentándose
de población que viene del área rural o de ciudades
intermedias", sostiene.
El drama deriva del
hecho de que en el período 1963-1996, Montevideo tuvo un
crecimiento poblacional del 3,38 por mil, lo que significa que no
creció casi nada. Entre 1985-1996, creció 2,24 por
mil. Nada.
Entre las conclusiones
a las que han llegado, los investigadores pueden confirmar que la
población de Montevideo se está expandiendo a lo largo
de tres corredores. La constatación no sería "dramática"
si no fuera porque quienes se van salen de barrios totalmente urbanizados,
para terminar en zonas donde los servicios básicos o no existen
o son insuficientes. La consecuencia es la exigencia de inversión
en infraestructura.
Los mapas que hoy muestran
las conclusiones son definitivos: entre 1963 y 1996 las manchas
de colores que identifican tipos de urbanizaciones, han cambiado
radicalmente en los tres corredores. Donde había grandes
zonas productivas, ahora hay áreas ahogadas por los asentamientos
o los centros poblados. Donde no había casi nadie, ahora
hay densidades de población considerables. Areas totalmente
urbanizadas de Montevideo, como La Aguada y la Blanqueada, se han
"vaciado".
MILLONARIA. La urbanización
se produce cuando todos los servicios básicos están
presentes; para ello los lotes y las calles deben estar definidos,
éstas últimas pavimentadas y debe disponerse de agua
potable, saneamiento, conexiones eléctricas, recolección
y tratamiento de la basura, y alumbrado de las calles. Se calcula
que para que una sola manzana disponga de todos estos servicios
se necesitan 500.000 dólares.
Zonas como Rincón
de la Bolsa e incluso ciudades como Las Piedras, presentan diversos
niveles de precariedad. La primera se abastece con dos tanques de
agua que succionan agua del subsuelo; el saneamiento no existe y
la recolección de basura es parcial.
El saneamiento de Las
Piedras, un centro con más de 180.000 habitantes, cubre al
22% de la población. Sólo el 5% del resto de la población
utiliza barométrica. Los demás vierten al suelo, con
la consiguiente contaminación de las napas subterráneas
y la siguiente absorción que hacen las aguas. "Lo que nadie
piensa, porque es algo que no se ve, es que puede terminar en una
contaminación biológica, transformándose en
hepatitis u otras enfermedades", indicó el ingeniero agrónomo
Miguel Petit.
MEJOR VIDA? La investigación
del ITU también reconoció un fenómeno vital
para entender el proceso de metropolización de estos corredores:
las migraciones internas y dentro de ellas, la relocalización
de la pobreza.
Para Martínez,
"la gente se va en base a dos impulsos. Quienes tienen buen poder
económico buscan más espacios y cercanía a
una costa más accesible en precios. Estas personas se van
pero asegurándose, en la mayoría de los casos, los
servicios básicos". El otro impulso es de quienes son "expulsados"
de barrios consolidados por razones económicas.
A pesar de sus diferencias,
los investigadores detectaron que en los tres corredores se inauguró
desde 1985 un fenómeno que se extiende: los asentamientos
irregulares. En 1963 no se los identificaba en ninguno de ellos.
De acuerdo al relevamiento de 1996, la evolución continúa.
Sin embargo, los investigadores
detectaron un fenómeno aún más notorio que
predomina en población y territorio. Lo denominan "urbanizaciones
desganadas"; son zonas que se fraccionaron pero en las que nunca
se definieron los servicios. Todas fueron autorizadas por los gobiernos
municipales respectivos, pero se han extendido en zonas donde los
servicios escasean o, lo que es peor, en áreas donde nunca
se debieron asentar construcciones.
En la ruta 5, explicó
la arquitecta Mercedes Medina, se dió "una especie de corrimiento
de la mancha urbana de Montevideo y de La Paz y Las Piedras". Así
se rodearon zonas que hasta hace pocos años eran unidades
productivas. "Muchos de estos predios han ido cediendo a la presión.
También se han dado situaciones muy abruptas, como las que
derivan de la instalación de canteras, que ocasionan un impacto
en el suelo muy difícil de revertir, explicó Medina.
AHOGADOS. "En algunos
casos los productores se vieron agredidos por la gente del lugar,
que les robaban la fruta por ejemplo, y en otros casos jugó
la especulación: conviene más vender que producir",
agregó la arquitecta. Para los investigadores, una de las
principales causas del surgimiento de esos "fraccionamientos desganados",
además del movimiento de la población, fue el escaso
respeto de las autoridades a la ley de Centros Poblados. Aprobada
en 1947, su objetivo fue fijar las condiciones de urbanización
de la tierra. Para Martínez, "desde ese año a la fecha
se ha evaluado que se cumplió medianamente bien en Montevideo
mientras que en el resto del país apenas fue respetada. Canelones
ha sido el ejemplo más claro y contundente de no observar
la ley".
Las perspectivas a futuro
no parecen ser mucho mejores. Tal como señala Medina, "el
estudio de campo nos muestra que el proceso sigue, sobre todo en
el caso de los asentamientos y los conjuntos de viviendas privados.
Quizás el proceso no se dé con la misma intensidad
que en los últimos 30 años, pero seguirá si
no hay controles".
A las preocupaciones
ya existentes se agregan otras. Mientras que la mancha urbana se
extiende, los investigadores también detectan un cambio de
calidad en la ocupación de los suelos. "Lo que se da en los
últimos tiempos es la ocupación irregular de suelos
no fraccionados", analizó Martínez. La otra gran tendencia
a futuro es la ocupación de suelos en zonas de riesgo, junto
a arroyos o bajo tendidos de alta tensión, con las consiguientes
consecuencias para la salud de los ocupantes. En esos casos, el
dinero necesario para hacerles llegar los servicios será
mucho más.
Y los números
vuelven a asustar. Si se considera que una manzana tradicional abarca
40 padrones y que en cada padrón hay unos cuatro habitantes,
unas 160 personas necesitan de los servicios básicos en cada
manzana que se crea. "Si pensamos en que hay casi medio millón
de personas viviendo en esta situación, la cifra es millonaria.
Y sigue siendo millonaria si la inversión en cada manzana
no tuviera que ser de medio millón de dólares sino
de un cuarto", consideró Martínez.
Para Medina la conclusión
parece clara: "más vale controlar que luego pagar". Para
Martínez, en tanto, "si la tendencia a futuro es que el suelo
urbanizado va a tener mucha población de bajo ingresos, hoy
no están dados los marcos de una política habitacional
que permita dar solución. Y eso no es solo tarea del Estado.
También puede ser un negocio para los privados
Diferentes núcleos
de población
* Los investigadores
del ITU que estudiaron las formaciones urbanas sobre tres corredores
metropolitanos de Montevideo, identificaron nueve tipos de asentamientos
en "hábitats precarios". Tal como explicó el arquitecto
Edgardo Martínez, la primera diferencia se establece entre
cantegriles y asentamientos irregulares. Los primeros son asentamientos
de población pobre sobre terrenos que no fueron loteados.
"La gente que allí vive suele estar relacionada entre sí,
por parentesco o amistad. Otra de sus características es
que admiten a quienes clasifican basura y a quienes crían
cerdos", señaló Martínez.
En un asentamiento,
en cambio, los terrenos están perfectamente marcados, en
lo posible con un área de unos 300 metros. "Alguien se encargó
de lotearlos y los vendió", dijo el profesional. En ellos
no se admiten a personas que críen chanchos o clasifiquen
basura y como extracción social se detectan muchas personas
con empleo pero con ingresos insuficientes. Por último, las
inversiones que se hacen en vivienda en un asentamiento son muy
superiores a las realizadas en cantegriles.
Para los investigadores
hoy proliferan los asentamientos, aunque muchos terminan conviviendo
con cantegriles. Nueva Esperanza por ejemplo, ubicado cerca de Punta
Rieles, sobre ruta 8, es un asentamiento cruzado por una cañada.
En los lugares más secos se ubican figuras de asentamiento
y en los más húmedos rancheríos tipo cantegril.
Entre las categorías
definidas se incluyen los cantegriles y asentamientos ubicados en
zonas de "alto riesgo", fundamentalmente cerca de arroyos y cañadas
y bajo tendidos de alta tensión.
Otra de las variantes,
que se da tanto en el área metropolitana de San José
como en Ciudad de la Costa, incluye terrenos que durante años
no pagaron la contribución inmobiliaria. "La información
se vende --por supuesto ilegalmente--desde la Intendencia, por 5.000
o 6.000 dólares y el terreno es ocupado", explicó
Martínez.
El siguiente fenómeno
detectado por los investigadores son los procesos de subdivisión
y expansión de los grandes conjuntos habitacionales del pasado,
como los del INVE. Viviendas que fueron concebidas para un núcleo
familiar terminan alojando a dos o tres familias.
A las anteriores formas
se agregan las ocupaciones de espacios públicos, con ejemplos
evidentes en el Parque Rodó y en el Parque Batlle y la ocupación
de edificios a medio construir o abandonados.
De la investigación
surge que cerca del 29% de la población del área metropolitana
habita en alguna de estas formas de hábitat precario. Considerando
que en 1996 la población total del área metropolitana
ascendía a 1.684.121 personas, el porcentaje equivale a 484.164
pobladores que viven en suelos no completamente urbanizados.
|