Investigación económica revela que ha disminuido la discriminación salarial contra la mujer en Uruguay

Mayor nivel educativo de las mujeres redujo la brecha salarial en los '90

La tradicional diferenciación salarial entre hombres y mujeres se redujo en la década de los noventa en Uruguay. La mayor parte del estrechamiento de la brecha salarial se debe a la inversión en educación formal hecha por la mujer, mientras continúa existiendo un componente duro de discriminación. Es evidente que se requieren políticas específicas para reducir ese fenómeno.

04 f1

Economista Máximo Rossi: La mujer se inserta en actividades que requieren alta educación y se retribuyen con bajos salarios.

ECONOMIA & MERCADO dialogó con el economista Máximo Rossi, director del Departamento de Economía de la Facultad de Ciencia Sociales de la Universidad de la República, y con la cientista social Nea Filgueira, presidenta de la Fundación Grupo de Estudio sobre la Condición de la Mujer (Grecmu), quienes analizaron, con ópticas diferentes, la discriminación salarial que afecta al trabajo femenino en Uruguay.

Recientemente el economista Rossi, junto con la economista Fernanda Rivas, realizaron un estudio sobre la evolución de la diferenciación salarial entre hombres y mujeres durante los años noventa en Uruguay. El propósito de esa investigación fue analizar si la discriminación salarial contra la mujer experimentó algún tipo de cambio en un marco de creciente apertura comercial, caída de la inflación y descentralización de la negociación salarial.

Oferta de trabajo femenino

¿Cuál es la tasa de participación femenina en el mercado laboral uruguayo?

Si se analiza el mercado de trabajo uruguayo, la característica más destacable es el aumento sostenido de la tasa de participación femenina que comienza en la década de los setenta y continúa hasta hoy, que es sin duda una de la más altas de América. Hay que tener en cuenta que la tasa promedio anual de actividad femenina pasó de 27.4% en 1969 a 46.1% en 1997 en Uruguay, según datos de la Encuesta Contínua de Hogares del Instituto Nacional de Estadística. Es más, durante el período 1991-97 que abarca el estudio sobre discriminación salarial que realizamos junto con la economista Fernanda Rivas, la tasa de actividad de las mujeres entre 25 y 55 años de edad creció 5.1 puntos porcentuales, pasando de 64.6% a 69.7%. Esta cifra confirma la persistencia de la tendencia histórica de la participación femenina en el mercado laboral iniciada a principios de los años setenta.

¿A qué obedece la alta oferta de mano de obra femenina en nuestro país?

La hipótesis que se manejó originalmente, sobre el aumento de la oferta de trabajo por parte de las mujeres, estaba basada en la estrategia de recomposición de los ingresos familiares. En el contexto de la crisis económica de fines de los años sesenta y principios de los setenta, se interpretaba que la caída del salario real y de los ingresos de los hogares había sido el disparador del incremento de la tasa de participación laboral femenina. Sin embargo, años después de haberse recuperado los niveles de ingresos en Uruguay, aquella tasa ha continuado creciendo sostenidamente. Por lo tanto, ese fenómeno está vinculado a razones que trascienden el campo de la economía, como por ejemplo las de índole cultural.

¿Cómo ha evolucionado la inserción de la mujer en el mercado de trabajo uruguayo?

En los resultados de nuestra investigación pueden observarse diferentes comportamientos laborales según los diferentes niveles educativos. (N. del R.: Se refiere a los tramos de 0 a 5 años de estudios, de 6 a 9 años, de 10 a 12 años y de más de 13 años.) Tanto para los hombres como para las mujeres, las tasas de actividad más elevadas se verifican en los niveles educativos altos. En el caso de los hombres, se destaca una fuerte caída de la tasa de actividad laboral en aquellos de menor nivel educativo, que pasó de 94.0% a 89.5% en el período 1991-1997, mientras los restantes niveles educativos presentan caídas más leves, siendo de 2.1 puntos porcentuales para aquellos que cursaron el Ciclo Básico de Educación Secundaria y de 1.1 y 0.1 para quienes tienen el Bachillerato completo y estudios universitarios, respectivamente. En el caso de las mujeres, por el contrario, la tasa de actividad crece para todos los tramos educativos a excepción del más bajo --o sea con Educación Primaria incompleta-- que cae 0.3 puntos porcentuales. La tasas de actividad de los niveles de 6 a 9 años de estudios, de 10 a 12 años y de más de 13 años crecen 4.4, 5.1 y 0.4 puntos porcentuales respectivamente, mostrando que los mayores crecimientos se comprueban en los dos niveles intermedios de educación formal.

¿Cuál es el perfil actual de la mujer trabajadora uruguaya?

Si uno no toma en cuenta al sector servicio doméstico, que es una ocupación casi exclusivamente femenina, el mercado laboral uruguayo nos muestra que la mujer se inserta en actividades que requieren alta educación y se retribuyen con bajos salarios, como es el caso de todo el sistema educativo, la salud y otros servicios.

Diferenciación salarial por sexos

Según sus investigaciones, ¿cuáles son las diferencias salariales entre el hombre y la mujer?

La diferencia salarial entre hombres y mujeres con las mismas características en términos de educación formal y experiencia laboral cayó dramáticamente en la década de los noventa. En 1991, los hombres percibían un salario promedio que estaba un 26% por encima del de las mujeres, mientras que en 1997 la brecha se había reducido a un 13%. Esa caída fue mucho más abrupta en Montevideo, donde la diferencia salarial hombre-mujer era del 30% en favor del trabajador masculino en 1991 y cayó 16 puntos porcentuales en 1997. Como siempre la capital lidera los cambios en Uruguay. Lo fue con la inserción laboral de la mujer y también lo ha sido con la reducción de la brecha salarial.

¿La diferenciación salarial se torna más aguda cuanto más baja o más alta sea la educación formal de la mujer?

Las diferencias salariales son mucho más notorias en los estratos educativos más altos. Por lo tanto, la brecha es mayor a ese nivel, pero en ese caso la diferenciación salarial es prácticamente pura discriminación. La brecha salarial del tramo educativo más bajo está en el entorno de 17%, mientras la del mayor nivel educativo se aproxima al 32% para el total del país.

Además existe un problema de segregación, ya que son pocos los casos que conocemos de mujeres que ocupan cargos de alta gerencia. Tampoco es muy común encontrar mujeres en cargos relevantes a nivel de dirigencias políticas, lo cual es un fenómeno que no sólo puede percibirse en Uruguay sino que sucede mundialmente.

¿Existe discriminación salarial contra la mujer en el sector público?

La posibilidad de discriminación no es tan alta por parte de lo que vendría a ser el empleador porque los cargos estatales están estandarizados en cuanto a remuneraciones. Hay más potencialidad de encontrar fenómenos de segregación ocupacional que de discriminación salarial en el sector público, pues no son muchas las mujeres que ocupan cargos gerenciales en la administración pública.

Discriminación y educación

¿Cómo puede explicarse la discriminación salarial contra la mujer?

Existen diferentes teorías que tratan de explicar esa situación. Incluso hay una discusión académica en cuanto a si esta diferenciación salarial constituye una discriminación. Por ejemplo, G. Becker pone especial énfasis en que la discriminación es el resultado del menor esfuerzo que las mujeres realizan en el mercado de trabajo como consecuencia del rol que tienen en el hogar. Otras teorías lo atribuyen a la preferencia del empresario por determinadas características de la mano de obra, que reúnen con mayor frecuencia los trabajadores hombres.

¿Cuál es su posición al respecto?

Justamente en nuestro estudio hemos tratado de desentrañar si esa situación se debe a fenómenos de diferenciación o a fenómenos vinculados con la distinta calidad de la mano de obra, básicamente referidos a la educación formal y la experiencia laboral. Cuando analizamos el período 1991-97 en Uruguay, observamos que el fenómeno discriminatorio en sí se mantuvo en gran medida. Sin embargo, lo que podemos intuir es que la inversión en educación que hicieron las mujeres --una decisión muy racional por cierto-- determinó una reducción de la brecha salarial.

¿De qué forma una mayor escolaridad de la mujer contribuyó a reducir la diferenciación salarial?

La demanda de mano de obra en los Estados Unidos y el Reino Unido tiene un sesgo notorio hacia las personas con mayor educación. Si una situación similar empezó a darse en Uruguay a partir de la década de los noventa, no me quedan dudas que la cantera de mano de obra a la que hay que recurrir está en el sector femenino, que ha hecho una mayor inversión en educación formal que los hombres. Este cambio en la demanda, asociado al aumento en el nivel de educación de las mujeres, tiene que haber tenido un impacto significativo en la reducción de la brecha.

¿Cuál es la principal conclusión que surge de su investigación?

Lo único que queríamos testear es si el fenómeno de discriminación salarial que existía desde mucho tiempo atrás había cambiado en la década de los noventa. Un primer resultado que ya mencioné es que se redujo la brecha salarial entre hombres y mujeres. Pero al analizar ese fenómeno con mayor detalle, encontramos que la mayor parte del estrechamiento de la brecha salarial está ocasionado por la inversión en capital humano por parte de la mujer, mientras continúa existiendo un componente duro de discriminación. Es evidente que se requieren políticas específicas para reducir ese componente.

¿Qué políticas específicas serían más eficaces para generar un mayor equilibrio en materia de remuneraciones salariales entre los sexos?

Las políticas específicas a nivel mundial han ido asociadas a las leyes que establecen igual remuneración a igual característica de la función. Este tipo de normativa requiere de un muy buen funcionamiento judicial ante eventuales reclamos que pueda hacer la persona que se siente discriminada.