Fatalidad. El integrante de la Comisión para la Paz falleció víctima de un accidente en Costa Azul. El suceso fue el jueves y recién ayer por la mañana se conoció la noticia.

Trágica muerte de Pérez Aguirre

Fue arrastrado por un ómnibus cuando conducía su bicicleta. Una distracción fatal del sacerdote sería la explicación.

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AUSENCIA. Sus compañeros de la Comisión para la Paz, José D' Elía, Soledad Cibils, Carlos Ramela y José Claudio Williman no ocultan su dolor antes de ingresar al velatorio

Venía subiendo la ligera pendiente desde la rambla. Eran las 18.20 del jueves 25 de enero, hacía mucho calor y estaba nublado. Como solía hacerlo durante el último año, había salido con su bicicleta para completar su rutina de ejercicio y meditación, escuchando música en su walkman. Había salido de la casa de descanso de la comunidad La Huella, en Guazuvirá Nuevo, pedaleando hasta Costa Azul. Durante el descanso sus paseos no tenían rumbo fijo, esta vez llegó hasta el balneario vecino y se disponía a regresar cuando llegó a la calle Lavalleja. Los testimonios más firmes sostienen que no miró hacia su izquierda, por donde venía el ómnibus de Copsa que toma por esa calle para entrar en La Floresta.

El chófer del ómnibus se había detenido unos cuarenta metros antes para dejar pasajeros, por ello venía a baja velocidad. De todas formas no tuvo tiempo de frenar antes de embestir el hasta entonces anónimo ciclista. La fuerza del impacto arrastró el cuerpo unos diez metros, donde finalmente cayó exánime con la cabeza destrozada por la colisión. Tres niños que también pedaleaban en sus bicicletas se quedaron atónitos viendo la escena. La poblada esquina del balneario no pudo conciliar el sueño esa noche.

Todavía pasarían varias horas, no menos de quince, antes de que se supiera que el fallecido era el padre jesuita Luis Pérez Aguirre, conocido por todos como Perico.

¿QUE PASO? "Nos extrañamos mucho de que anoche no llegara, él era muy metódico en sus cosas y nunca se hubiera quedado en otro lugar sin avisar", comentó Sara Medeiros, una integrante de la comunidad La Huella que se encontraba en la residencia de Guazuvirá donde el padre Pérez Aguirre pasaba unos días de descanso. La casa ubicada en la calle 2 y la 6 de Guazuvirá no guarda grandes diferencias con el resto de las casas de veraneo.

El religioso había decidido extender su descanso hasta el fin de semana ya que su congregación tenía previsto un encuentro para el próximo lunes.

Sara Medeiros exhibe un rostro cansado, pero a poco de hablar se evidencia lo abrumador de la noticia que pocas horas antes había recibido.

"Cuando volvimos de la playa con los chicos (que integran la comunidad) el no había llegado y con la otra señora que está con nosotros comentamos lo extraño de la demora", recordó. "Pensamos que podía haberse quedado conversando con alguno de los otros padres, aunque nos parecía raro que no avisara. Como volvimos a salir un poco más de noche, le dejé una nota en la puerta de la heladera. Ahora pienso que fue algo tonto. Le había puesto: "¿Qué pasó? Llámanos en cuanto vuelvas".

Pero la incertidumbre se prolongó por varias horas más. A las siete de la mañana de ayer Sara Medeiros sintió que debía hacer algo y llamó al padre Armando Raffo, provincial de los jesuitas que se encontraba en la residencia que la congregación posee en La Floresta. "Fuimos a la comisaría de La Floresta y al entrar ya vimos su bicicleta en la puerta", recordó Medeiros. "Allí nos informaron del accidente y de que no habían podido identificar a la víctima". Sólo la gorra que acostumbraba a usar y el walkman completaban las escasas pertenencias devueltas por la comisaría.

El padre Raffo tuvo que viajar hasta la morgue judicial de Pando para reconocer el cuerpo de la víctima y confirmar lo que para entonces ya era una certeza. En posteriores declaraciones, el padre Raffo señaló que los documentos de Pérez Aguirre no habían aparecido. "Pudieron haber caído cuando se produjo el accidente y alguien tal vez los agarró", comentó Raffo.

"Trabajaba como nadie por los Derechos Humanos y la justicia social", recordó Raffo con emoción, "el trabajo que él hacía no lo va a poder hacer otro, entre otras cosas por los contactos, por el prestigio y por tantas cosas. No hay ningún otro que pueda brindar el servicio que él prestaba".

LA ESQUINA.La esquina de Lavalleja y Rivera se ubica prácticamente en el centro del balneario Costa Azul. Se trata de una zona residencial cuyas fincas están, en su mayoría, ocupadas por quienes toman su descanso veraniego.

La familia Bernardi tiene su casa en ese punto desde hace 23 años. "Dos niñas fueron testigos, una tiene 11 y la otra 12, están desechas pobrecitas, no pudieron dormir anoche", contó una integrante de esta familia.

A los pocos minutos del contacto de los periodistas con los vecinos la esquina se llena de niños, entre ellos las pequeñas que vieron el choque. "El ómnibus venía suave", insiste una de las niñas, "y el señor venía de la rambla".

Según el relato de las niñas el chófer del ómnibus no vio al ciclista que se aproximaba por su derecha y al advertirlo apenas tuvo tiempo para frenar.

Los vecinos de esta esquina se quejan de la velocidad con que los ómnibus, que pasan cada quince minutos por este punto, atraviesan el lugar.

Según la investigación del accidente hecha por la Seccional 23a., Policía Técnica y el Juzgado de la Costa, el conductor del ómnibus, A.F.C.S. (34), no tuvo responsabilidad en la colisión. El chófer fue sometido a un examen espirométrico que dio negativo y el juez de la Costa dispuso, luego de las actuaciones, que el funcionario de la empresa transportista recobrara la libertad.

Una distracción fatal por parte del conocido religioso es la explicación sobre la causa de este lamentable accidente.