Oficiales abogados. .Hoy egresan 22 oficiales de Policía que además poseen el título de abogado y procurador. .Trabajarán en las comisarías como un uniformado más.

Policía tira con el código

Esta primera promoción de oficiales se integrará a once comisarías de la capital, para vigilar y patrullar las calles.

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EGRESADOS. Luego de ocho meses de intenso entrenamiento e instrucción policial, los noveles oficiales irán a la "línea de fuego" en el combate a la delincuencia

RENZO ROSSELLO

Cambiaron el maletín por una placa y una pistola 9 milímetros y saben que su destino estará lejos de un escritorio en cualquier firma jurídica del Centro. Los 22 oficiales subayudantes que egresan hoy de la Escuela Nacional de Policía saben además que les aguarda el mayor desafío de sus vidas. Todos ellos poseen el título de abogado, en algunos casos de abogado y escribano, pero serán destinados a la primera línea de fuego en las comisarías montevideanas. "Sólo espero que nos hagan pagar un derecho de piso corto", comentó uno de los flamantes oficiales a El País.

La medida de incorporar profesionales universitarios a las filas de los policías ejecutivos fue puesta en práctica por el Ministerio del Interior el año pasado. La inquietud surgió de un alto oficial que, a poco de encargarse de la dirección de la Escuela Nacional de Policía, encontró una forma de hacer subir un escalón más a la Policía Nacional en su modernización. El inspector principal Celso Rodríguez, impulsor del proyecto, se propone elevar aún más la mira al conseguir que el instituto de educación profesional que dirige adquiera el rango de universitario. "En un futuro nuestros egresados podrán tener, además del rango de oficial, un título universitario equivalente a una licenciatura en seguridad pública", explica Rodríguez al referirse a sus planes para la casa de estudios policial.

Esta primera experiencia tiene, entonces, el carácter de histórico. En febrero de 2001 los 22 egresados lucirán el uniforme y saldrán a la calle con la misión de patrullar, vigilar y detener delincuentes. Once comisarías montevideanas los incorporarán a sus cuadros activos a partir del mes de marzo, entre tanto los noveles oficiales cumplirán tareas en el este, dentro de la cobertura de seguridad conocida por el nombre de "Verano Azul".

LOS NOVATOS. Marina Rocha Herrera (29) es abogada y escribana. Tenía su estudio jurídico en Minas, Lavalleja, pero siempre sintió vocación por la Policía. Su padre fue funcionario policial y cree que ello influyó en forma decisiva. La historia de Guillermo Royes Rodríguez (31) es algo distinta, también es abogado y ejercía en la rama laboral junto a un colega. "Siempre me interesó perfeccionarme en el derecho penal y esto me pareció una buena oportunidad, desde la Policía directamente", apunta Royes.

"Yo ejercía en Minas, tenía mi estudio y trabajaba igual que muchos colegas. Pero a mí siempre me gustó la Policía, mi padre era policía así que conozco bien esta profesión", dice Marina Rocha.

Los dos coinciden en algo, les interesó la convocatoria del Ministerio del Interior precisamente porque no se trataba de "un trabajo de escritorio".

Pero todo tiene un precio. Al principio su presencia en la Escuela Nacional de Policía fue vista con cierta desconfianza tanto por los propios cadetes, como por veteranos funcionarios. "Nos miraban un poco como bichos raros, se preguntaban si éramos abogados ¿para qué queríamos convertirnos en policías?", recuerda Marina, ahora con una sonrisa. "Pero eso fue durante las primeras semanas, después nos integramos sin problemas", acota Guillermo, "es que hay algo que terminaron por comprender y es que, a partir del convenio con la Facultad de Derecho, ellos tienen hasta tercer año de facultad hecho y si quieren pueden terminar la carrera. Nosotros lo hicimos al revés, primero nos recibimos de abogados y después empezamos en la Escuela Nacional de Policía. Esto es todo."

En opinión de los cadetes la posibilidad de que los oficiales egresados continúen sus estudios en la Facultad de Derecho es un acierto, aunque percibieron problemas de orden práctico no previsto. "Es necesario, para la mejor integración de ellos, que no deban concurrir uniformados. Eso coloca al policía en una situación muy incómoda frente al resto de los alumnos de una clase que pueden excluir a los policías del relacionamiento diario. Por eso lo mejor es que concurran de civil y se integren como uno más a los cursos", opinó Royes.

Ello trajo a colación otro obstáculo que todavía están superando los oficiales con formación universitaria. Y son sus antiguos compañeros de estudio y actuales colegas que, de algún modo, también comenzaron a verlos como "bichos raros".

Hubo otro factor que también pesó en la decisión de ingresar a esta nueva profesión. "No hay por qué ocultarlo, lo económico también tuvo que ver. Actualmente es algo a lo que casi nadie escapa", admite Guillermo.

La recesión económica ha golpeado también en las llamadas profesiones liberales. Como muchos de sus colegas, Guillermo Royes recibió su título de doctor en leyes y comenzó a trabajar con otro abogado, con algo más de experiencia en la carrera. "El se encargaba de la parte penal, yo hacía más que nada laboral. Pero el Derecho Penal me sigue interesando y cuando salió esta convocatoria vi una oportunidad", se explica Royes.

Marina Rocha, por su parte, cree que el curso de formación como oficiales fue muy bueno. "Hemos recibido ocho meses de instrucción y fue duro. La jornada empieza a las siete de la mañana y la actividad es intensa", asegura. En contraste con sus compañeros de promoción en la ENP su curso de formación profesional no tuvo una sola clase de Derecho. El acento estuvo en la práctica del oficio policial, en largas sesiones de entrenamiento en tiro de combate y defensivo, con empleo de armas de puño y largas, defensa personal y abundante ejercicio físico.

"Uno no sabe cuánto ha aprendido hasta que sale del aula, pero tuvimos excelentes profesores, muy rigurosos, tanto o más que en la Facultad de Derecho, en materias como criminalística e instrucción policial", apunta la joven abogada.

A LA CALLE. Hoy tiene lugar la ceremonia de graduación. También en sus preparativos han trabajado duro durante toda la semana y muchos saben que sentirán el inesperado nudo en la garganta cuando llegue el momento del juramento.

Los 22 oficiales subayudantes serán asignados a 11 comisarías montevideanas en parejas. Antes tendrán una primera experiencia de contacto directo con las tareas policiales más habituales al participar en el operativo Verano Azul.

Su tarea como oficiales en las seccionales consistirá en una participación activa en los distintos procedimientos, pero también en una preparación adecuada de los elementos probatorios que irán a la sede judicial.

Las comisarías pasaron a ocupar un papel preponderante en la política de seguridad pública impulsada desde el Ministerio del Interior a partir del pasado mes de marzo. La estrategia fue denominada como un proceso de descentralización del servicio policial, que buscaba desconcentrar las unidades de patrullaje motorizado y a pie para reubicarlos en la red de seccionales de la capital. Como primera medida se disolvió el Agrupamiento Táctico de Seguridad que nucleaba a unos 650 efectivos y unos 300 vehículos, los que fueron reasignados a las 24 comisarías.

"Es necesario apoyar más a las comisarías", dice con plena convicción Marina Rocha. Pero el fenómeno delictivo se vuelve más complejo cuando adopta las características del delito organizado. Ello tampoco escapa a la vista de los noveles oficiales.

"El delito va un poco más adelante, por eso hay que especializarse", sostiene por su parte Guillermo Royes. Estos nuevos policías están plenamente convencidos de la necesidad de ampliar su horizonte de conocimientos para hallar caminos más efectivos con los que controlar y combatir los problemas que amenazan a la seguridad pública.

Primer paso en la profesionalización policial

"Esto es la culminación, o mejor dicho se integra a un programa de profesionalización de nuestra fuerza policial", sostuvo el ministro del Interior, Guillermo Stirling. "La política del Ministerio del Interior de jerarquizar cada vez más la carrera incorporando funcionarios que no sólo posean conocimientos en el área policial, sino jurídica", consideró Stirling.

Pero la incorporación de abogados y procuradores a los cuadros policiales no fue la única medida tomada en este sentido. Durante el año pasado se integraron a la plantilla de profesores los doce notables, catedráticos de primer nivel de la Facultad de Derecho que impartieron cursos en las promociones normales de la Escuela Nacional de Policía. Los académicos expusieron a los cadetes una amplia gama de especializaciones jurídicas que van desde la rama penal, obviamente, al Derecho Constitucional, Internacional, ciencias forenses, los Derechos Humanos a través de los pactos internacionales suscriptos por el gobierno uruguayo.

"Hay más proyectos de cambio en los planes de estudio, el objetivo de los que se imparten actualmente es que el cadete salga con media carrera de Derecho que luego podrá completar en la Facultad", agregó el secretario de Estado.

"Cuando asumí la dirección de la Escuela", dice por su parte el inspector principal Celso Rodríguez, "me encontré con una cantidad de convenios que nunca se habían llegado a concretar. Así que después de interiorizarme de la realidad del centro, comencé por concertar una entrevista con el decano de Derecho. La respuesta fue inmediata, me quedé sorprendido por lo rápido que pudimos ponernos de acuerdo en un plan de trabajo".

Con la suscripción de varios convenios, tanto con la Universidad de la República como con la Universidad Católica, la Escuela Nacional de Policía logró en poco tiempo elevar el nivel de los cursos de formación, más allá de la mera instrucción policial.

"Ahora estamos abocados a transformar la EPES (la escuela de estudios superiores, para oficiales de mayor graduación que aspiran a ascender de rango), en un centro de nivel universitario", comenta Rodríguez.

 

De policía de calle a educador

El inspector principal Celso Rodríguez (55), nació en Paso de los Toros, pero realizó el grueso de su carrera profesional en la Policía en Montevideo. Ingresó a la Escuela Nacional de Policía en marzo de 1964 y egresó en enero de 1966, donde como oficial subayudante comenzó a prestar funciones en la Jefatura de Policía de Montevideo. Ya con el cargo de comisario inspector fue el primer director de la fuerza policial que tuvo el Comcar de Santiago Vázquez en el período 1987-1991, entre 1991 y 1993 fue director del penal de Libertad. Posteriormente fue director de Policía Caminera y en marzo de 1997 fue designado subjefe de Policía de Canelones, en 1999 asumió como jefe. El 17 de marzo de 2000 fue designado director de la Escuela Nacional de Policía.

Los civiles de las comisarías

El 27 de marzo de 2000 el Ministerio del Interior llamó a un concurso para proveer 170 vacantes como funcionarios administrativos destinados a las comisarías. La convocatoria tuvo una respuesta inesperada, más de cuatro mil aspirantes se presentaron.

Los requerimientos básicos consistían en conocimientos de informática, ciclo de enseñanza secundaria completa, que serían examinados en una prueba general. Muchos estudiantes universitarios, y también profesionales con título universitario, se presentaron al llamado. Finalmente, tras una cuidadosa selección se llegó al número de 170 aprobados que realizarían un curso básico de instrucción.

Entre diciembre y enero comenzaron a prestar servicio en diez comisarías de la capital.

"Los resultados hablan por sí mismo", apuntó el ministro Guillermo Stirling al ser consultado sobre la marcha de este programa. "Hace poco un comisario me comentó que con el ingreso de uno de estos funcionarios logró sustituir a cuatro policías ejecutivos", señaló Stirling, "eso lo consiguió una persona con suficientes conocimientos de computación que simplificó el trabajo y con beneficios dobles: la posibilidad de procesar más trabajo y de poner más policías en la calle".

Los nuevos funcionarios administrativos se irán incorporando a la red de comisarías en tanto concluyan los cursos de instrucción básica que realizan en la Escuela Departamental de Policía. Estos funcionarios ingresaron con el grado de agente de segunda, en el escalafón administrativo y perciben un sueldo nominal de $ 3.088,98.