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ROCK
IN RIO III
Los
artistas de afuera desde adentro
REM deslumbró, Axl Rose hizo lo esperado, Oasis se mostró
oblicuo, Foo Fighters siguió
el camino correcto, James Taylor mostró que se detuvo en
el tiempo, Sting no pudo florecer a los cincuenta...
Ya pasó el primer
fin de semana de Rock in Río III, signado por altas y bajas
presentaciones y por una majestuosa puesta en escena. El gigantesco
predio de casi 90 mil metros cuadrados recibió a 550 mil
personas, pero todo fue pacífico y el slogan "Por un mundo
mejor" calzó como anillo al dedo. A la hora de escribir esta
crónica quedan aun cuatro días de festival. El siguiente
es un seguimiento que detalla cada show internacional:
JAMES TAYLOR:
De los de afuera fue el primero y, para bien de sus fans, y solo
de sus incondicionales, tocó los mismos temas de siempre,
habló de "North Carolina en su mente" y se fue emocionado.
Después se lo pudo ver por fotos de los diarios en una hermosa
comunión con la ciudad. Es más, estuvo en el ensayo
de una scola do samba y bailó, o más bien, hizo lo
que pudo. Taylor dio la sensación de estar acabado a nivel
creativo y sólo se justificó su presencia como un
histórico de este festival.
STING: El rubio
inglés, quien ha tenido con el público local una relación
de amor y odio -en sus épocas más contestatarias se
puso la camiseta en favor de los indígenas del Amazonas,
lo que para algunos fue falso y en provecho de su imagen- cerró
el primer día de festival ante unas 120 mil personas. Con
una banda multiracial, Sting se colgó el bajo e hizo algo
similar a lo de Taylor, pero con más dinámica y mayor
entrega escénica. Porque en esencia el ex Police recorrió
sus clásicos y dio muy poco más. La platea lo sintió
y sólo siguió con respeto su actuación, sin
demasiada efusividad. Clásicos de Police como "Every little
thing she does is magic" y "Roxanne" e íconos de su carrera
solista como Englishman in New York" dominaron su repertorio. Ojo,
Sting sabe lo que hace y con su excelente banda llegó a momentos
muy gozados. No obstante, cuando más entusiasmó al
público optó por cortes desde el pop hacia tonalidades
de jazz. Conformó lindos pasajes instrumentales, pero se
olvidó muchas veces de la multitud que lo estaba viendo.
BECK: El niño
mimado del pop & rock actual pasó el test según
la prensa brasileña. En realidad, lo hizo, aunque quedó
en evidencia que su voz en vivo está distante del peculiar
registro de sus discos. Capítulo independiente conforman
su postura en escena y la de su banda, una especie de combo setentero
que acudió a toda la parafernalia a disposición para
conformar un ambiente especial. El problema es que los brasileños
conocen los éxitos de Beck y no se colgaron tanto con el
desarrollo íntegro de su espectáculo. El se mostró
ágil e hizo recordar con sus movimientos a los tiempos dulces
de James Brown y la estética que marcó para siempre
la forma glamorosa de ser de Prince. Lamentablemente sus movimientos
y su entrega no fueron reconocidos por el público, hasta
que cantó los grandes éxitos de su carrera: "Loser",
"New pollution", "Devil's haircut" y la aclamada "Where it's at".
FOO FIGHTERS:
La banda liderada por el ex Nirvana Dave Grohl tuvo a favor el amor
que aún profesan los locales por aquella mítica banda
que cambió el rumbo musical de los noventa con una corriente
que fue denominada "grunge". Esa propuesta poderosa, con dominantes
guitarras distorsionadas, sigue siendo el camino de Grohl, aunque
ahora juega muy bien con la fusión del pop -la voz acompasa
coros y momentos suaves-. Arrancó con el clásico "Breakout"
y el resto del show estuvo signado por la dinámica de Dave
a la hora de tocar la guitarra y cantar bonitas melodías
-estaban antes que REM, por lo que la distorsión tuvo sus
cuotas limitadas- o a la hora de volver a su amada batería
para hacer un duelo clásico con el baterista Tayor Hawíins.
Ah, a Dave le cantaron feliz cumpleaños y le regalaron una
torta. Un bonito gesto que cuadró perfecto en un espectáculo,
correcto, simplemente, correcto.
REM: La banda
liderada por el carismático Michael Stipe tuvo un desempeño
brillante y posicionó su show como el mejor del festival.
Con una supuesta humildad a flor del piel, Stipe presentó
el nombre de la banda y agradeció a una platea cercana a
las 200 mil personas. De inmediato puso a todos en su bolsillo y
depositó la confianza de siempre en sus dos socios: el bajista
-también tecladista-Mike Mills y el guitarrista amante de
la guitarras clásicas del rock & roll Peter Buck. Con
el trío a pleno y sendos colaboradores en teclados y batería
REM marchó sobre toda su carrera con tremenda sutileza, bajando
y subiendo los climas, pintando tonos de sus lados más pop,
recorriendo el lugar con suavidad a la hora de interpretar baladas,
metiéndose en una dinámica parafernalia a la hora
de hacer rock & roll. Tocaron temas de casi todos sus discos:
"Murmur", "Document", "Green", "Out of time", Authomatic for the
people", "New adventures in hi fi" y "Up". La banda supo acompasar
la idea de presentar las creaciones más recientes, junto
a un par de temas nuevos que estarán en el próximo
disco -sale en marzo- y a la vez llevar a ese público que
los veía por primera vez clásicos como "Man on the
moon, "The one I love", "Finest worksong", "Find de river", "Losing
my religion" o It's the end of the world" para terminar un show
brillante, con el público extasiado.
PAPA ROACH: Sinceramente
no dan ganas de comentar la insulsa propuesta de esta banda estadounidense,
que está muy lejos del sonido infernal de Rage Against the
Machine o de la clase a la hora de hacer rock & roll metálico
de Faith No More. El rap metal de esta banda es lo mismo monótono
que hemos escuchado en años. Porque la nueva brecha que ha
tomado el metal en los últimos años de la mano de
Korn o de algunos pasajes de Limp Bizkit, están mucho más
arriba de lo que puede dar la banda liderada por Coby Dick.
OASIS: Los pedantes
hermanos Gallagher se mostraron tal cual, pero se portaron bien
y entregaron un show que dejó bien en claro la reinterpretación
que hace la banda de la música anglo de los sesenta. Aunque
era peligrosa su presentación en un día en el que
muchas de las 200 mil personas presentes querían ver a Axl
y los suyos, los Gallagher plantearon un show tranquilo, con extensas
versiones de sus éxitos y por momentos absoluta monotonía.
Además, Liam no estuvo en su noche más inspirada y
no brillaron temas como Wonderwall" y "Don't look back in anger",
introducida por fragmento de Imagine". Tampoco brilló la
versión de "Hey Hey my my" de Neil Young. Fue un concierto
correcto, durante el cual se portaron bien. No sucedió mucho
más con los chicos malos de Gran Bretaña.
GUNS N'ROSES:
El final de los tres primeros días de rock & roll fue
también el final de una larga espera para los fans de Guns
N' Roses y de Axl. La banda arrancó con "Welcome to the jungle"
y explotó la Ciudad del rock. Después Axl se dedicó
durante diez minutos a maltratar a sus ex compañeros y presentó
a la nueva banda. Seamos claros: Axl Rose llegó a Río
para presentar todos los éxitos de Guns y para ello se rodeó
de excelentes instrumentistas que se aprendieron al pie de la letra
todas las notas. Y no hubo versiones. Lo único diferencial
fue la presentación de dos temas nuevos cercanos al sonido
del rock industrial, incluso con una fuerte maquinación detrás.
A la gente le importó poco la escasa originalidad del show
y coreó y bailó todos los clásicos: "Sweet
child of mine", "Live and let die", "Knocking on heavens door",
"November rain", "Paradise city", etc. Axl demostró tener
el timbre y la capacidad vocal intactos. Sólo queda esperar
cómo se puede desarrollar esta nueva brecha de su carrera.
En próximas ediciones
daremos nuestra versión de lo que fueron las presentaciones
de artistas brasileños, con Barao Vermelho, Daniela Mercury
y Ultraje a Rigor como principales exponentes. Además, los
lectores accederán a todos los detalles de las presentaciones
del segundo tramo de uno de los festivales de rock más majestuosos
de la historia del rock & pop.
En Río
de Janeiro
Adrian
Minutti
El fin de un mundo, después de siete días que sacudieron
a Brasil
Marcelo Kanhan / O Globo (GDA)
Una gran fiesta musical cerró con gran estilo el festival
que hizo al país cantar, bailar y vibrar durante siete días.
Delante de un show magistral de los Red Hot Chili Peppers, una de
las muchas presentaciones memorables de este Rock in Rio, cerca
de 240 mil personas dieron adiós al sueño que transformó
la Ciudad Maravillosa en la capital mundial de los sueños.
Los números son brutales, a comenzar por las dimensiones
del escenario mundo, registrado en el Libro Guiness como
el mayor construído en todos lo tiempos. Un público
total de casi 1,3 millones de personas para nada menos de que 160
horas de música, divididos entre escenarios y tiendas. Y,
claro, innumerables momentos que escapan a la aritmética
pero van a quedar en la memoria del público durante un buen
tiempo.
Algunos shows antológicos. ¿Qué decir de la
presentación de Iron Maiden, nuevamente con Bruce Dickinson
en vocales, rescatando hits infermales, algunos con más de
15 años de antigüedad?. ¿O del primer show de
R.E.M. en Brasil, regado con caipirinha?. ¿ O aún
del renacimiento de Axl Rose y de su nueva banda?. ¿ O de
la masacre sonora que proporcionó Neil Young y la Crazy Horse
Band?. Difícil de decir.
Para algunos otros episodios, no en tanto, sobraron palabras. Los
marketineros hallaron extraño que la famosísima
Britney Spears no tuviese tanto apoyo, lo que no impidió
que el festival que tiene "rock" como nombre viviese una
noche teen, la de segunda mayor concurrencia, con 200 mil personas.
La muchachada dio un mensaje: pueden hablar lo que quisieran, pues
ellos aún gustan de la banda mágica que vuela sobre
el escenario y canta. Literalmente un no.
Algunas estrellas se apasionaron por el Brasil, otras simplemente
tocaron y dijeron chau, como en el caso de Liam Gallagher. Otros,
más cálidos, mantuvieron su voluntad en el escenario,
como el ahora famoso Nick Olivieri. Unos que van a dejar recuerdos,
por lo menos hasta 2003, para cuando está prevista la nueva
apoteósis en el Rock in Rio
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