Clase
media...alta
Hay embajadas que gastan mucho y venden poco. Hay embajadores que
ganan 17.000 dólares. Mensajeros que ganan 2.000. Para algunos
el servicio exterior uruguayo así está bien. Para
otros es tiempo de una reforma.
ANDREA
TUTTE
EN 1999, LAS EXPORTACIONES
uruguayas a Rumania sumaron 23.860 dólares. Ese mismo año,
el Estado uruguayo invirtió 295.000 dólares en mantener
una misión diplomática en ese país.
El embajador uruguayo
en Rumania gana 9.000 dólares mensuales. Recibe además
el importe del alquiler de su residencia. En la embajada trabajan
nueve personas: dos diplomáticos uruguayos y siete funcionarios
rumanos.
El senador blanco Jorge
Larrañaga cita el caso de Rumania como un ejemplo ilustrativo
del "malgasto" que a su juicio existe en el servicio exterior uruguayo.
"En algunos casos, estamos tirando la plata", afirmó el senador,
que debido a esta convicción no votó los artículos
del presupuesto referidos al Ministerio de Relaciones Exteriores.
"Habría que cerrar
algunas embajadas y quizás abrir otras", prosiguió
Larrañaga. "Hay que reestructurarlo todo: gerenciar nuestro
comercio exterior empresarialmente, mediante la fijación
de metas, exigiendo frente a los altos sueldos resultados, rendimiento
y productividad".
El Poder Ejecutivo ha
anunciado su intención de "reestructurar" el servicio exterior
para darle una orientación más acorde con el objetivo
presidencial, todavía muy lejano, de "duplicar las exportaciones"
en el presente período. Pero las medidas concretas de tal
reestructura no han sido anunciadas. Entrevistar sobre estos temas
al ministro Didier Opertti fue imposible a pesar de los repetidos
intentos y gestiones realizadas. (¡"De esas cosas el ministro
habla en el Parlamento, no con la prensa", afirmó su secretario!).
En el Parlamento, Opertti
expuso en líneas generales la voluntad del gobierno de reformar
el servicio exterior, pero no especificó cuáles serán
las medidas concretas a tomar.
Esplendor y champagne
El presupuesto del Ministerio
de Relaciones Exteriores fue en 1999 de 58 millones de dólares,
y el del 2000 rondó los 57 millones. Es, por ejemplo, apenas
nueve millones menos que el presupuesto del Ministerio de Ganadería,
Agricultura y Pesca (66,2 millones) y siete veces más de
lo que recibe el Ministerio de Turismo (8,2 millones).
El 80% de ese presupuesto
se invierte en el exterior, donde trabajan 172 de los 285 funcionarios
diplomáticos uruguayos. Los demás cumplen funciones
en la Cancillería --cobrando sueldos sensiblemente menores--
hasta que se les asigna un nuevo destino.
El sueldo de los diplomáticos
uruguayos varía según el costo de vida en cada país,
y se fija en base a parámetros establecidos por la ONU, una
organización integrada básicamente por diplomáticos.
El Estado además solventa los gastos de vivienda de los embajadores,
mientras los demás funcionarios diplomáticos en el
exterior reciben una "ayuda de vivienda" equivalente al 20% del
alquiler.
"Eso de que los diplomáticos
llevamos una vida rumbosa, de champagne y esplendor, es una leyenda
que viene del pasado", afirmó Alvaro Malmierca, subdirector
del Instituto Artigas, donde reciben formación quienes recién
ingresan al servicio exterior. "En general, los diplomáticos
llevan un nivel de vida equivalente al de la clase media del país
en el que están".
Los números dicen
otra cosa: la clase media en Rumania no gana 9.000 dólares,
ni siquiera diez veces menos. En Bolivia, donde una persona que
gana 700 dólares casi puede considerarse rica, el embajador
uruguayo gana 5.090 dólares. Y el sueldo del embajador uruguayo
en Cuba es de 9.050 dólares.
Los datos fueron proporcionados
por Larrañaga. "Un cónsul en Rosario o Concordia gana
más que el presidente de la República", agregó
el senador. Según la información en poder del legislador,
cada uno de ellos tiene un salario de 10.000 dólares. "No
es posible que el 46% de los niños uruguayos nazca en hogares
pobres, y nosotros tengamos esos sueldos principescos en el exterior".
El senador citó,
además, el caso de los embajadores en Hong Kong, Japón
y China, que ganan respectivamente sueldos de 17.000, 15.000 y 10.300
dólares mensuales, una secretaria administrativa de la embajada
en Tokio que gana 4.000, cuatro secretarias de la representación
ante la ONU en Nueva York que ganan más de 2.500 dólares,
y un mensajero, también en Nueva York, que gana 2.000.
Según Malmierca,
estas cifras tienen una razón de ser. "Ningún país
puede darse el lujo de enviar diplomáticos que no puedan
alternar con las personas o entidades influyentes del país
en el que están acreditados", afirmó."Y lo mismo pasa
con las embajadas: no se puede abrir una embajada en un barrio reconocido
por sus carencias".
El ex canciller Héctor
Gros Espiell coincidió. "Hay que salir del simplismo de pensar
que nuestros diplomáticos ganan demasiado. Ganan lo necesario",
afirmó. "Hay algunos países donde los diplomáticos
ganan menos que los de Uruguay, y las consecuencias son lamentables,
porque entonces en muchos casos viven de la importación de
autos y de whisky. Es preferible que tengan un nivel adecuado".
Otro argumento tiene
que ver con el costo de vida en los distintos países. Ese
argumento fue usado por el propio Opertti en un reportaje que concedió
en noviembre a El Día. "Un embajador que vive afuera (...)
muchas veces debe pagar un kilo de carne por lo que aquí
cuestan diez kilos".
El argumento de Opertti
es puesto en cuestión por una de las mayores curiosidades
del servicio exterior uruguayo. Aunque parezca mentira, Uruguay
tiene un embajador en su propia capital. Se trata del representante
uruguayo ante la Asociación Latinoamericana de Integración
(Aladi), cuya sede está en Montevideo. Aquí un kilo
de carne vale igual a un kilo de carne. Y el embajador uruguayo
en Aladi (Uruguay) gana 4.380 dólares mensuales, más
que un senador o un ministro.
"Yo no quiero ofender
a los diplomáticos, pero con los sueldos que ganan y las
casas en que viven no pueden decir que llevan una vida de clase
media", afirmó Larrañaga.
"Hay destinos que son
extremadamente caros, donde la vida es muy cara. ¡Pero los
embajadores uruguayos ahí están ganando 17.000 dólares!
¡Son 17.000 dólares por mes! ¿Es bueno apretarle
la cincha y exigirle a los uruguayos que quedamos en el país
y no exigirle a los uruguayos que nos representan en el exterior?"
Naranjas en la valija
El senador nacionalista
no es el único en cuestionar la actual organización
del Ministerio de Relaciones Exteriores.
"Me gustaría
saber cuántos negocios se cerraron este año, cuantas
inversiones llegaron a Uruguay gracias al servicio exterior", preguntó
el senador colorado Pablo Millor. "Si se exigiera en función
de lo que se paga, creo que el servicio exterior debería
estar dando otros resultados".
Muchos diplomáticos,
sin embargo, discrepan con esta visión y señalan que
no hay que confundir un embajador con un agente comercial.
"Un logro muy concreto
de la diplomacia uruguaya, por ejemplo, fue que Estados Unidos reanudara
sus importaciones de carne uruguaya al cumplirse sólo 45
días del brote de aftosa", afirmó la embajadora Diana
Espino, presidenta de la Asociación de Funcionarios del Servicio
Exterior. "Al mismo tiempo que en Uruguay se ponía en marcha
un dispositivo para controlar el brote, los diplomáticos
se pusieron a trabajar para asegurarle al mundo que las cosas se
manejarían con seriedad y transparencia".
También Gros
Espiell cree que no se puede medir la importancia de una embajada
de acuerdo a los negocios que concreta. "El diplomático no
es un vendedor que va con una valijita ofreciendo tomates, cebollas
y naranjas. La diplomacia tiene un componente político ineludible".
La función del
diplomático, según el ex canciller, es abrir los caminos
para que las exportaciones uruguayas accedan a los mercados sin
limitaciones. "Las restricciones en el acceso a los mercados internacionales,
por ejemplo, no son un tema comercial sino político, que
solamente puede resolverse políticamente".
Según el ex canciller,
si se tomara en cuenta solamente la balanza comercial, pocas embajadas
quedarían en pie. "Al Vaticano no exportamos ni un chocolate,
así que habría que cerrar la embajada allí,
lo cual sería un disparate porque es un centro diplomático,
informativo y de presencia internacional excepcional", aseguró.
"No podemos pretender ser distintos a todos los demás con
argumentos de almacenero minorista".
Pero muy pocos países
tienen la importancia política del Vaticano. Larrañaga
ha insistido con el ejemplo rumano: Uruguay no le vende casi nada,
no es un país de importancia geopolítica, no es un
país vecino, no hay una colonia uruguaya numerosa. Pero sí
hay una embajada uruguaya que gasta casi 300.000 dólares
al año.
Para Millor la tesis
de Gros Espiell de minimizar el rol comercial de las embajadas no
es de recibo. "Se trata de ponerle el hombro al país. Con
ese criterio, yo podría pedir que las embajadas no sean,
tampoco, simplemente un ámbito social".
El diputado del Nuevo
Espacio, Iván Posada, integrante de la Comisión de
Asuntos Internacionales coincidió con Millor.
"Uruguay --dijo-- debería
desarrollar una política exterior mucho más orientada
a los aspectos comerciales. Las embajadas no deberían ser
solamente elementos dinamizadores de la política internacional
sino también oficinas de venta de los productos uruguayos.
Si el mismo nivel de gasto actual estuviera al servicio de las exportaciones
uruguayas, el rendimiento de ese dinero sería otro. En las
exportaciones le va la vida al país".
Tanto Posada como Larrañaga
señalaron que el dinero que puede ahorrarse en la Cancillería
no será la clave para sanear las finanzas del Estado. "Alguien
puede decir que con 56 o 57 millones de dólares que se gastan
al año, no vamos a impulsar las grandes transformaciones
que necesitamos los uruguayos. Eso nadie lo discute", dijo Larrañaga.
"¿Pero es lógico que sigamos aceptando este malgasto
que se demuestra con las propias cifras del servicio exterior uruguayo?"
¿Demasiadas embajadas?
Uruguay tiene 49 embajadas.
Son más que las que tiene Paraguay (27) y menos que las de
Argentina (80).
"Hay embajadas que sobran
y embajadas que faltan", reconoció Gros Espiell. "Por ejemplo,
las misiones en Europa Oriental habría que reestudiarlas:
implican un despliegue quizás excesivamente alto" (Uruguay
tiene embajadores en Rusia, Polonia, República Checa, Bulgaria,
Rumania y Hungría).
En cambio, para Gros,
"nos falta, por ejemplo, una representación diplomática
en Turquía, que es hoy un país fundamental por su
proyección en el Mediterráneo, el Cercano Oriente
y algunos países que pertenecían a la Unión
Soviética". (Uruguay no tiene embajada en Turquía,
pero tiene un consulado en Ankara y otro en Estambul).
Para Larrañaga,
lo ideal sería "tener embajadores que puedan estar acreditados
en más de un país, en virtud de la proximidad. La
embajada en Rumania podría atenderse desde un país
vecino".
En realidad, este mecanismo
ya existe: se trata de las "misiones concurrentes", es decir, dependientes
de un embajador uruguayo acreditado en otro país. La representación
en Albania, por ejemplo, es "concurrente" de la embajada en Italia.
Gros Espiell cree que
sería posible profundizar en este camino, reforzando las
representaciones ante organismos multilaterales ante las Naciones
Unidas o la Unión Europea. "Así podrían hacerse
las gestiones bilaterales con aquellos países en los que
no tenemos embajadas", afirmó.
Pero no todos están
de acuerdo en reducir el número de representaciones diplomáticas.
"Ya hemos cometido errores por tratar de reducir gastos", afirmó
un embajador que prefirió no decir su nombre. "A comienzos
de los 90 se cerró la embajada en El Salvador, y luego se
volvió a abrir. Esas cosas generalmente se hacen buscando
un efecto político inmediato, para decir 'se cerraron tantas
embajadas, se cortaron los gastos' y en los hechos tienen sólo
un impacto cosmético".
"Para países
chicos como Uruguay, las embajadas son un elemento de prestigio,
como el número de compañías aéreas que
llegan a sus aeropuertos. ¿Por qué? Por el efecto multiplicador
que eso tiene en materia de atracción de inversiones y otros
rubros", agregó el diplomático.
Pero el ciudadano legítimamente
podría preguntarse qué efecto multiplicador de las
inversiones han tenido las embajadas en El Salvador, Polonia, República
Checa, Austria, Bulgaria, Hungría, República Dominicana
o el Líbano, por nombrar sólo algunas.
"No hay ninguna duda
que existen embajadas que sobran, que deberían ser cerradas",
dijo otro ex embajador consultado.
Según lo expuesto
por Opertti en el Parlamento, el actual gobierno pretende reformar
radicalmente todo el servicio exterior. "La reforma no es sólo
necesaria, sino también inaplazable. A partir de esta ley
de presupuesto, el Ministerio tendrá la obligación
de reasignar recursos, porque con menos más forzado se va
a ver a establecer mejor sus prioridades".
Según Opertti,
"eso va a significar meterse en la radiografía específica
de cada unidad ejecutora, de cada misión, de cada embajada,
de cada plantilla de personal asignado, de cuáles son los
objetivos políticos, comerciales, culturales y de integración
que se buscan según sea el lugar en que está acreditada
la misión".
Sin embargo, Gros Espiell
--que cuando estuvo al frente del Ministerio de Relaciones Exteriores
envió al Parlamento un proyecto de reforma del estatuto diplomático
que nunca fue considerado-- se muestra escéptico. "Desde
que el Uruguay nació se habla de reformar a fondo el servicio
exterior", aseguró. "Yo, hasta que no lo vea, no lo creo".
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