Prólogo
de un doloroso éxodo
Desde que
empezó la guerra en Irak, 13 mil personas han cruzado la frontera.
Ciudadanos sudaneses y jordanos, con la ayuda de sus respectivos gobiernos,
han sido los primeros en ponerse a salvo
Aman. (Por Patricia Castro Obando, enviada de El Comercio de Lima, GDA).-
Mientras el Mullah llama a la oración del viernes en cada rincón
del mundo musulmán, la frontera de Karama en Jordania, se ha convertido
en el lugar de salvación. Grupos de sudaneses han sido los primeros
en cruzar el puesto fronterizo, tras ocho horas de viaje y bombardeos,
desde la embajada de Sudán en Bagdad hasta los campos de refugiados
en el territorio de Jordania, donde permanecerán temporalmente
hasta que puedan regresar a su país de origen.
El gobierno
de Sudán contrató buses para transportar a las familias
sudanesas que residen en Iraq. Sin embargo, cualquier esfuerzo parece
poco. La embajada calcula que existen cuatro mil ciudadanos sudaneses
a lo largo del territorio iraquí, contando a los ilegales. La mayoría
de ellos trabaja en el campo de la construcción o en oficios menores.
Faltan muchos por salvar pero estamos haciendo lo humanamente posible,
declaro muy preocupado Mohammad Zawaq, miembro oficial de la embajada
de Sudan en Jordania.
La misma
tarea emprendió el gobierno de Jordania desde que empezaron a sonar
los primeros tambores de guerra para salvar a sus ciudadanos en territorio
iraquí. Caravanas de buses y camiones han desfilado desde la embajada
de Jordania en Bagdad hasta Aman. Muy pocos han retornado a la nación
por sus propios medios, cargando la casa entera. Localizado a 267 kilómetros
de Aman, el pueblo de Ruweished en Jordania, con una población
de 10,000 habitantes ha vuelto a ser territorio de los desplazados, tras
la primera guerra del Golfo hace 12 años. Dentro de los márgenes
de la localidad, a 50 kilómetros del puesto fronterizo con Iraq,
se levantan los tres campos de refugiados administrados por la media luna
roja y la organización caritativa del reino hachemita. Cada uno
de ellos cuenta con 100 carpas, comedores comunes, servicios higiénicos
y postas medicas.
De los tres
campamentos, solo aquel destinado para refugiados que no sean iraquíes,
se está empezando a llenar. Hasta el momento hemos recibido a 80
familias desplazadas. De este número 68 son sudanesas, 10 somalíes
y 2 del reino del Chad, aseguró el mayor Adnan Awwad, del gobierno
de Jordania. Según los reportes oficiales que proporcionaron las
autoridades en Aman a la prensa extranjera 13, 217 personas han cruzado
la frontera de Karama desde que empezó la guerra en Iraq. De esta
cantidad 6,815 son ciudadanos jordanos que retornan al país. La
mayoría de ellos residían en Bagdad por motivos de trabajo
o estudio. Como por ejemplo los 2,117 jóvenes muchos de ellos becados
por el gobierno iraquí, que cursaban altos estudios islámicos
o asignaturas relacionadas, otros 6,300 pertenecen a distintas nacionalidades,
entre los cuales 102 son diplomáticos de países extranjeros.
Lo que sorprende
es que hasta el momento no existe un número considerable de iraquíes
cruzando la frontera de Jordania. Peter Kessler, miembro del Alto Comisionado
para los refugiados, a dicho que las carpas preparadas para las familias
iraquíes siguen casi vacías. Tampoco existen reportes de
iraquíes abandonando su país a través de otros puesto
fronterizos. Se cree que el motivo más grande, es el constante
bombardeo y un desierto que puede ser mortal. En Karama no llegan las
bombas pero si
la desesperación de algunos que pretenden salir y otros entrar.
El oficial de la frontera Ahmed Hazaineh declaró que los periodistas
de medios extranjeros que han intentado cruzar rumbo a Bagdad han sido
contenidos con medidas de fuerza. Sin embargo, no han podido hacer lo
mismo con los 82 ciudadanos iraquíes que en los últimos
tres días han vuelto a su país por decisión propia.
Como Abed
Kathem, de 32 años, un iraquí como muchos, que trabaja en
Aman para sostener a su familia en Iraq. A pesar de que miembros de organizaciones
humanitarias lo trataron de convencer que no retorne a Bagdad, nada ni
nadie lo ha podido detener. Frente a las cámara de televisión
dijo con lágrimas en los ojos: "Tengo tres hijos pequeños
e indefensos que deben estar llorando no puedo quedarme aquí cuando
no sé si mi familia está a salvo. ¿Para qué
quiero vivir sino los voy a ver crecer?"
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