El Centro de Farmacias del Uruguay afirma que el 97% de los antibióticos se expende en hospitales y mutualistas

Pastillas a la carta

Un alto porcentaje de uruguayos se automedica. El mercado nacional mueve US$ 320 millones al año

1-1 FERNANDEZ

A LA MESA. En Uruguay la prescripción de medicamentos es frecuentemente realizada por el propio paciente desde una simple aspirina a un potente antibiótico

CARINA NOVARESE

Todos sabemos que los uruguayos nos automedicamos más de lo necesario", afirmó el director General de la Salud, Eduardo Touyá, aunque admitió que no hay cifras que den una dimensión concreta al fenómeno. Los profesionales consultados por El País concuerdan con él.

Según los diccionarios médicos, la automedicación es la ingestión de medicamentos por iniciativa propia y sin que medie evaluación ni orden médica alguna. La conducta, se advierte, podría resultar en efectos colaterales indeseados producidos por las sustancias ingeridas de manera irresponsable.

MAGICOS. "El individuo siempre piensa que el medicamento es bueno y que le va a hacer bien. Esto está muy unido al pensamiento mágico, algo que ha sido estudiado por psicólogos y antropólogos", afirmó Carolina Seade, profesora y directora del Departamento de Farmacología y Terapéutica de la Facultad de Medicina. En su opinión y en la de muchos de sus colegas, consumir cualquier medicamento sin consultar siempre acarrea riesgos. "Todo medicamento es capaz de causar enfermedades tan graves que pueden llevar a la muerte", advirtió.

"Yo sé lo que hago. No voy a tomar cualquier cosa, pero qué te va a hacer una aspirina por día. Al contrario, hasta bien te hace", opinó Virginia Martínez, de 65 años. Las aspirinas --que le recomendó su médico, aclara-- son sólo algunas de las pastillas que toma todos los días. "Estas, las más chiquitas, son para la presión y éstas para el corazón", explica mientras abre uno por uno los ocho compartimientos de su pastillero, un recipiente de plástico transparente en el que guarda cada uno de los comprimidos que "me dieron mis médicos". Cada repartición está identificada por un etiqueta escrita con letras mayúsculas y de buen tamaño. "Nunca me equivoco y eso que son a horas diferentes".

La automedicación es práctica común en casi todas las edades pero son los dos extremos de la vida los que suelen terminar con reacciones adversas: niños y tercera edad. La doctora Mabel Burger, directora de Toxicología y del Centro Coordinador de Farmacovigilancia que funciona en el Hospital de Clínicas, también ha recibido niños con cuadros severos, que fueron medicados por sus padres. "Aunque con ellos se suele ser más cuidadoso, hay muchos padres que dan un jarabe para la tos o un antitérmico porque se lo recomendó un amigo. O aprovechan el medicamento que tenían en la casa porque alguna vez se los recetaron", relató la profesional. "No hay un medicamento de por vida, sin embargo la gente usa y vuelve usar lo que alguna vez le 'hizo bien'".

La automedicación tampoco respeta categorías. Abundan los analgésicos de todo tipo y los antigripales, pero también los antiinflamatorios, los antirreumáticos y antiespasmódicos, estos últimos en muchos casos combinados con psicofármacos. Hasta las pastillas anticonceptivas son "favoritas" a la hora de automedicarse.

Cada uno de estos medicamentos tiene sus efectos adversos, efectos que sólo algunas veces y sólo en algunas personas, se desatarán. Así, explicó Burger, algo tan común como el ácido acetilsalicílico (cuyo nombre comercial más conocido es Aspirina), además de todas sus características benefactoras puede producir sangrados digestivos en ciertas personas. Los antinflamatorios y antirreumáticos también pueden generar sangrados, mientras que la automedicación de psicofármacos puede terminar en depresiones del sistema nervioso central, incluyendo falta de atención o pérdida de memoria. Muy frecuentemente, los efectos adversos se presentan tras haberse automedicado varios remedios.

ANTIBIOTICOS. Otro capítulo de la automedicación son los antibióticos. Según informó Touyá, la decisión de restringir su venta con la exigencia de receta médica responde a una realidad: la creciente resistencia de las bacterias por el abuso en el consumo de estos medicamentos. Así se comprobó que un 40% de las cepas de neumococo son resistentes a los antibióticos. Además, dijo Touyá, los cuadros de resistencia aparecen en infecciones tan importantes como la neumonía, situaciones en las que está en juego la vida de la persona.

Para el presidente del Centro de Farmacias, Eric Bomio, sin embargo, el decreto de Salud Pública no solucionará el tema de fondo, que es la resistencia de los gérmenes a los antibióticos. Aunque considera que son pocas las personas que deciden tomar antibióticos por su cuenta, sí cree que es probable que muchos vuelvan a tomar lo que alguna vez les recomendó el médico. "El médico también receta al voleo. ¿Y nosotros vamos a parar esa automedicación, entre comillas, con medidas como la de los antibióticos?", dijo Bomio. Según informó, las farmacias comunitarias venden el 45% del mercado de medicamentos, mientras que el 55% restante pasa por la farmacia mutual y hospitalaria. "¿Por qué apuntar solo a la farmacia privada, cuando en el caso de los antibióticos venderán un 2 o 3% del total, a reventar?. El enfoque es erróneo", concluyó.

VOLUNTAD. La falta de conciencia de los usuarios y las omisiones de los médicos parecen ser los mayores culpables. En opinión de la doctora Seade, los médicos deben indicar con precisión el período del tratamiento e insistir en eso, además de aclarar que el paciente no puede volver a tomar ese medicamento en otros casos, aún cuando sean similares.

Para otros profesionales, la imagen corriente de una consulta repleta de gente y una enfermera que pregona "para repetir medicamentos", es otra de las realidades del sistema de salud que genera un mal uso de los remedios. Y las dificultades económicas también se suman. Concurrir a un médico para consultar sobre lo que se considera es una enfermedad simple, cuesta unos cuantos pesos.

Si se trata de evaluar soluciones sobre un problema que no todos perciben como tal, los profesionales de la salud creen que la educación, tanto del usuario como del propio médico, es la única respuesta. "Hubo intentos de campañas sobre el tema, pero nunca se logró. Sin duda hay intereses económicos", dijo Seade. "Nunca hubo voluntad política de transitar por ese camino. Ahora la hay".

 

"No los vendemos nosotros"

Eric Bomio trabaja en farmacias desde hace 36 años y desde hace 20 es presidente del Centro de Farmacias del Uruguay. Se define a sí mismo como "boticario" y desde su experiencia está convencido de que la automedicación "no se da en las cifras y con la peligrosidad con que se piensa, aunque los médicos se horroricen cuando lo digo. ¿Automedicarse es tomar algún antigripal, algo para disolver en la boca cuando a uno le duele la garganta o algún analgésico para cuando duele la cabeza o la muela?", se pregunta. Y se responde a sí mismo que si esas son automedicaciones entonces son "imposibles de regular, porque la gente no tiene ni tiempo ni dinero para consultar al médico por temas menores".

A pesar de su opinión, Bomio no rehúye responsabilidades y considera que los farmacéuticos deben saber lo que venden. Así como toda la vida se negó a "dispensar recetas de vecina", considera que el resto de sus colegas actúan de igual. Para estar al frente de una farmacia es necesario ser químico farmacéutico o idóneo (una persona con cinco años de experiencia, que debe contar con un certificado del químico).

Bomio, al igual que la mayoría de los profesionales consultados, considera que los controles sobre los medicamentos que requieren receta para su venta, son estrictos. Cada farmacia debe llevar un balance de lo comprado y vendido y archivar las recetas correspondientes, para luego dar cuentas ante el Ministerio de Salud Pública.

"En todos mis años en la farmacia y como presidente del Centro, nunca escuché de ningún problema que se haya suscitado por la incorrecta dispensación de un medicamento", dijo Bomio y agregó: "Me gustaría que se comprobara históricamente qué casos graves o de muerte se han producido por una automedicación o por una mala dispensación". Al final concluye: "Yo creo que la gente no es estúpida y que no toma cualquier cosa.

 

REMEDIOS

Para el profesor de Psiquatría Pedro Bustelo, los datos de la realidad industrial farmacéutica demuestran que en Uruguay hay un elevado consumo de medicamentos; el mercado uruguayo es de unos 320 millones de dólares anuales, para 3.300.000 habitantes. En Chile, con una población cercana a los 15 millones, es de unos 720 millones. Bustelo advierte que no todo es malo ya que el consumo de remedios es un índice de desarrollo. Sin embargo, dice, "debe controlarse".

Según una encuesta telefónica realizada por la consultora Datos para El País, la mitad de los montevideanos manifiesta que "casi ninguna" de las personas que conocen se automedica, mientras que un alto porcentaje (38%) dice lo contrario: que dentro de las personas que conocen son "bastantes" las que se automedican.

Más de ocho de cada diez montevideanos declararon que no toman medicamentos por su cuenta. Sin embargo, a la hora de opinar sobre si debería controlarse más la venta de medicamentos, 64% lo considera necesario.

La consultora analiza: "Si no se consume tanto como parece, entonces ¿por qué se cree que es insuficiente el control que existe actualmente?; ¿no será que a los montevideanos les cuesta describir tal cual la realidad que viven en torno al tema, por prejuicio o por otra razones?".

 

En Uruguay se prefiere la calma

En 1993, el psiquiatra Pedro Bustelo se doctoró en Epidemiología con una tesis que estudió el consumo de tranquilizantes entre la población montevideana. La investigación fue realizada por el Instituto de Estadística y financiada por la Organización Mundial de la Salud y entre los resultados se supo que el 21% de los habitantes de la capital habían consumido este tipo de medicamentos en los 30 días previos.

En términos absolutos, esto representa unas 250.000 personas. Entre ellos, un 91,1% lo hacía con prescripción médica, un 5,9% por cuenta propia, 1,4% porque se lo recomendó un pariente y un 0,9% porque se lo dio el farmacéutico. En total, casi un 7,5% de quienes consumieron tranquilizantes lo hicieron sin una receta médica. La cifra puede parecer menor, pero adquiere relevancia cuando se la traduce a números absolutos: casi 19.000 personas consumieron medicamentos severamente controlados sin haber consultado al médico.

Bustelo considera que muchas veces las automedicaciones diversas a las que recurren personas que dicen sentir "ansiedad" o "nerviosismo", contribuyen a esconder depresiones que deberían ser tratadas. Según las investigaciones, explicó, entre los integrantes de una comunidad que padecen depresión, un 80% no sabe que lo que sufre es una enfermedad y por eso se automedica. "Los varones veteranos mayores de 40 toman alcohol, los más jóvenes tienden a usar sustancias psicoactivas ilícitas, como la marihuana, mientras que las damas mayores de 40 recurren a tranquilizantes autoprescriptos o hacen un uso irracional de los mismos", dijo Bustelo.

AUTOTILO. Para el psiquiatra Eugenio Bayardo, si de automedicación se trata también es necesario considerar a los llamados medicamentos naturales o alternativos. "También hay automedicación cuando se usa extracto de boldo, de pasionaria, de valeriana o de tilo. También son medicamentos", afirmó el especialista.