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El
caso de las botellas envenenadas En agosto de 1978, dos de los integrantes del Triunvirato que intentaba mantener al Partido Nacional activo en plena dictadura Carlos Julio Pereyra y Mario Heber y uno de los ex diputados blancos de mayor actividad en la política de las sombras que se vivía en aquel tiempo, Luis Alberto Lacalle, recibieron un misterioso regalo. A cada uno de ellos les llegó una botella de vino blanco Riesling de los Cerros de San Juan con una tarjeta que decía: El jueves 31 al mediodía brindemos por la Patria en su nueva etapa. Los tres pensaron que alguien quería avisarles de algo que iba a suceder. Lacalle no abrió su botella porque su señora, Julia Pou, desconfiada se lo impidió. Carlos Julio postergó la apertura por un viaje al Interior y en el caso de Mario Heber la decisión adoptada fue fatal. El 5 de setiembre la esposa de Heber tomó apenas un trago del vino y murió al instante. La botella contenía un insecticida llamado Fosdrin, usado para combatir la cotorra, una plaga nacional. Dicho veneno presente en las tres botellas de vinoprovoca una parálisis del sistema respiratorio y por tanto la muerte inmediata. El caso pasó a la justicia, pero nunca se descubrió al autor del atentado. Incluso, con el retorno de la democracia, se formó una Comisión Investigadora para aclarar el asunto, pero la misma no tuvo éxito y el Juez decidió archivarlo. |
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