1968 Elija el año o la decada
Tanques rusos invadieron el centro de Europa
La Primavera de Praga

El 23 de enero de 1967 el Gobierno de Checoslovaquia fue reorganizado otra vez, culminando así una serie de cambios realizados desde 1964 alrededor de los partidos comunistas checo y eslovaco. Lo que se intentó fue poner en práctica la constitución de 1960 que habría de permitir la definitiva transición de ese país al régimen comunista. A partir de ahí se produjeron algunas sorpresas. El 5 de enero de 1968 Alexander Dubcek fue elegido Secretario General del Partido, en sustitución de Antonio Novotny. El 22 de marzo de ese año Novotny dimitió como Presidente de la República y pocos días después fue elegido el General Ludvic Svoboda en su lugar. El 10 de abril Oldrich Cernik fue nombrado Jefe de Gobierno. El 4 de agosto se acentuaron los verdaderos problemas de una situación que empezó en la primavera de Praga y culminó en el verano.
Al asociarse con los exámenes críticos de épocas anteriores y de las presiones generalizadas para que el Ejército soviético se retire de Checoslovaquia, grupos del antiguo régimen y miembros del Partido del Renacimiento Eslovaco, Partido de la Libertad y Partido Popular organizaron disturbios y manifestaciones. En la Conferencia de Bratislava de dirigentes comunistas checos que se reunieron con comunistas de la URSS, Polonia, Hungría y Alemania del Este salieron a relucir inocultables diferencias ideológicas. El 21 de agosto las Tropas del Pacto de Varsovia entraron y ocuparon diversas ciudades de Checoslovaquia. El 17 de abril del año siguiente Dubcek fue destituido como Secretario General del Partido, seguido de otros cambios en los organismos estatales, sindicales y del Partido. Husak, otro eslovaco, fue elegido Secretario General. El 20 de enero de 1970 Lubomiz Strogval fue nombrado Jefe del Gobierno y en el transcurso del año Dubcek, Cernik y otros fueron expulsados del Partido Comunista. De una manera más explícita, aunque nadie por ese momento lo advirtiera, empezaron cuestionamientos que, aunque resueltos a la fuerza, demostraron el desmoronamiento político del bloque soviético que se inició en la oscuridad y el silencio a partir de la muerte de Stalin en 1953 y sobre todo con los ataques oficiales a la era estalinista que recayeron a lo largo del XX Congreso del Partido Comunista Soviético en 1956. La revolución en Hungría, aniquilada por el ejército ruso, en noviembre de ese año, sirvió para demostrar la estabilidad política de las relaciones Este—Oeste. Pero al mismo tiempo advirtió lo frágil que podía ser un modelo político que parecía funcionar como un chaleco de fuerza para toda la vida. Duró décadas a partir de lo sucedido en las repeticiones de Praga, pero a partir de ese momento el movimiento comunista internacional con sede en Moscú se hundió en el descrédito y caminó hacia la desaparición. Aunque haya pesadillas que parezcan durar milenios.
Lo sucedido en Praga permitió varias lecturas. Los eslovacos nunca se habían sentido a gusto dentro del partido binacional y apoyaron la oposición dentro del Partido que se aceleró en el 68. No fue casual que Dubcek fuera eslovaco. Las presiones en favor de una reforma económica y el pedido de una cierta flexibilidad en el sistema de planificación económico inventado por los soviéticos coincidieron en Praga con el estallido mundial de un radicalismo estudiantil. Los acontecimientos demostraron las diferentes visiones del bloque comunista del Este. Los partidos comunistas europeos, los reformistas húngararios, la Yugoslavia de Tito y el gobierno de Rumania apoyaron directa e indirectamente los planteos de Praga. Los regímenes duros, y sin apoyo popular, de Polonia y Alemania del Este se declararon en contra, en previsión de problemas internos. El asunto se resolvió, como es sabido, con la invasión otra vez de los tanques rusos y el juicio en masa de políticos que ocupaban altos cargos en el PC. El Muro de Berlín había sufrido su primera fractura importante.
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