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La
Revolución Cubana El engaño de Sierra Maestra A pesar del total tropiezo comunista, a pesar del anacronismo de las dictaduras en un mundo cada vez más globalizado, Cuba y Fidel Castro son la misma y el mismo de la revolución iniciada en 1959. Un caso de perdurabilidad que los siglos venideros estudiarán como fenómeno raro de este siglo. Una posible definición de la Revolución Comunista Cubana es que fue el más grande juego de mosqueta histórica que se dio en el Hemisferio americano. Cuando Fidel Castro Ruiz llegó al poder (enero, 1959) es justo sostener que prácticamente nadie en las Américas (salvo quizás Richard Nixon en Washington y la derecha más ultra sudamericana) era ni podía ser antifidelista. Los jóvenes héroes de la Sierra Maestra, llenos de figuras carismáticas el propio Fidel, Che Guevara, Camilo Cienfuegos habían expulsado a Fulgencio Batista, uno más en la larga lista de tiranuelos caribeños corruptos y represores. Hasta podía entenderse, si bien no justificarse, la serie de juicios y ejecuciones sumarias de los torturadores batistianos más conocidos. La Revolución encerraba una promesa de libertades para todos, de tierras para el campesino, de educación para el analfabeto. Si los cubanos lo creyeron, ¿podría pensarse que otros no cayeran en el engaño? Porque Castro, desde el primer día el jefe indiscutido, en su primer año en el poder armó un gobierno liberal pour la galerie pero exento de poderes mientras preparaba como se supo mucho después la toma del poder absoluto mediante una alianza con los comunistas locales, que suministrarían el know-how y los cuadros, mientras el castrismo proporcionaba el liderazgo y el personal. En 1959 Castro recorrió las Américas incluso Estados Unidos proclamando el carácter democrático de su Revolución y prometiendo elecciones libres, primero en dos años y luego en cuatro (todavía se están esperando). En poco menos de tres años (enero 1959-diciembre 1961) Castro se había declarado marxistaleninista de siempre y prometió serlo hasta el fin de sus días (una promesa de las que cumplió). Al final Nixon tenía razón cuando en 1959 ya había definido al cubano como un pequeño comunista, aunque le haya errado en el primer calificativo. Después del fracasado intento de derrocarlo mediante una expedición de exiliados cubanos orientados por la CIA, el régimen se consolidó en su antinorteamericanismo y se fue acercando al bloque soviético, al que terminó entregándose de manos y pies después de algunos roces provocados, entre otras cosas, por el revolucionarismo a ultranza de Ernesto Che Guevara, cuyo ejemplo fue seguido en otras partes del mundo, especialmente en América Latina, donde desencadenó rebeliones que no sólo fracasaron (como la propia del Che en Bolivia) sino que fueron el preludio de una década y media de gobiernos militares represivos. El apoyo de la URSS a cuya política mundial Castro prestó carne de cañón cubana en nombre del internacionalismo proletario no le sirvió a Cuba para solucionar sus graves problemas económicos: después de casi cuatro décadas de Revolución, se ha vuelto al principio: caña de azúcar, turismo, prostitución y una dictadura de izquierda en vez de una de derecha. Y con aspiraciones dinásticas: ya en 1959 Raúl Castro, hermano menor del Número Uno, fue proclamado sucesor al frente del Estado cubano para el momento en que Fidel Castro se deba inclinar ante las leyes naturales. |
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