1947 Elija el año o la decada
En un año de fuerte impacto cultural
Se creó la Comedia Nacional

Hace 51 años, en 1947, con la obra “El león ciego” se inició la actividad teatral de la Comedia Nacional, una institución que le ha dado prestigio internacional al teatro uruguayo, que ha sido un símbolo cultural de nuestro país y por la que han pasado señeras figuras de la escena, desde Margarita Xirgú, Enrique Guarnero y Alberto Candeau hasta China Zorrilla, Estela Castro, Maruja Santullo y Estela Medina, por citar sólo algunas.

El año 1947 fue propicio para los entusiasmos teatrales: en Milán se creó el Piccolo, en Francia se fundó el Festival de Avignon, en Nueva York se abrió el Actors Studio y en Montevideo surgió la Comedia Nacional, un elenco municipal y por lo tanto montevideano que sin embargo desde su nacimiento pareció todo un emblema uruguayo, confirmando el rango que se insinuaba en el adjetivo de su título. Esa Comedia Nacional ya cumplió 50 años en un país cuya historia independiente apenas triplica la cifra, con lo cual se alza como un extraordinario fenómeno cultural. Porque el Uruguay es la comarca de los olvidos y las discontinuidades, empezando por unos menesteres artísticos que suelen desmayarse de manera no siempre reversible. Eso demuestra el daño que la desaparición de una fuente de estímulos provoca al medio cultural, pero por suerte hay excepciones como el elenco oficial.
La Comedia había nacido en el cordial Montevideo de 1947 como reflejo de una etapa de la vida nacional donde también florecía el cineclubismo, brotaban elencos de teatro independiente, se afianzaba el prestigio de las temporadas sinfónicas, emergía el grupo de intelectuales que se conoce como Generación del 45 y aparecía el Salón Municipal de Bellas Artes, como variados índices de la expansión que reflejaba una vitalidad colectiva y tenía sus ecos en un periodismo especializado de creciente influencia y rigor. El país era próspero y confiado: en los años siguientes esos síntomas se ensancharían con la inauguración de nuevas salas de espectáculos, la creación de festivales internacionales de cine experimental, las muestras cinematográficas de Punta del Este y un generoso intercambio artístico con el exterior, abastecido por la llegada de eminentes compañías teatrales y la visita de muchas celebridades musicales.
A partir de su fundación, la Comedia Nacional conoció las dificultades propias de un complicado mecanismo administrativo incrustado dentro de una telaraña burocrática que se llama Intendencia Municipal. Pero participó también de la emancipación teatral montevideana, ciudad que se mostró capaz de crear su propio movimiento escénico para liberarse de la dependencia que la subordinaba a otros centros mayores, permitiéndole asumir un perfil propio y hasta un estilo particular en la materia. Según el optimismo de la época (una época de estabilidad, todavía ilusionada con la eternidad de sus prosperidades) esa conquista teatral capitaneada por la Comedia, contribuiría a afianzar la identidad artística de una sociedad bastante provinciana, favoreciendo de paso la autonomía de una capital como Montevideo, demasiado cercana al absorbente mercado porteño.
El futuro sin embargo descargaría golpes y produciría altibajos que el sosegado Montevideo de 1947 no permitía predecir. Caería sobre el país un deterioro económico que provocó sus primeros sobresaltos cuando la Comedia Nacional cumplía diez años. Vendría asimismo la crisis del propio movimiento teatral y la de su público, como prolongación de unos quebrantos que despertaban a los uruguayos de su largo espejismo primermundista, cuyo epílogo fue abrupto y cuyas consecuencias resultaron arrasadoras en el campo cultural. Mientras la Comedia cumplía veinte años, ese fenómeno arrastró una parte del circuito cinematográfico, liquidado por la retracción del público, y cerró también unas cuantas salitas teatrales que no resistieron las nuevas durezas del proceso devaluador, de la pérdida de poder adquisitivo en las capas ilustradas de la población y la dispersión de quienes hacían teatro a cambio de nada pero dejaron de hacerlo cuando el pluriempleo o el desaliento alejaron a los menos heroicos.
La paradoja de la Comedia Nacional consistió en el creciente interés que tenían sus puestas en escena mientras a su alrededor se degradaban muchas cosas: el año en que el elenco estrenó el mayor número de obras de toda su historia (13 nuevos títulos) fue 1973, el año del golpe de Estado y del desmantelamiento de numerosos organismos artísticos, el año en que comenzaron a alejarse del país muchas figuras del medio escénico. En los años siguientes, la Comedia no perdió su cohesión ni su ritmo laboral, aunque atravesara uno de los períodos más adversos de la historia uruguaya. Ahora, mirar hacia atrás permite echar un vistazo al organismo teatral que se ha mantenido vivo: muchas de las celebridades de su etapa inicial ya han muerto, pero su estampa, su voz y su temperamento siguen suspendidos en el aire, porque el recuerdo los convoca para impedir que se olvide ese pasado.
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