1945 Elija el año
La voracidad de Stalin
El mundo tras Yalta y Postdam

Culminada la Segunda Guerra, en el encuentro de Yalta se perfiló el nuevo mapa europeo: la voraz e inflexible posición de Stalin quedó de manifiesta ante Roosevelt y Churchill, que habiendo ganado la guerra comenzaban a perder la paz.

La posterior reunión de Postdam (donde ya no estaban los dos líderes aliados) determinaría la victoria política de la URSS.febrero de 1945 los Tres Grandes (Churchill, Roosevelt, Stalin) se reunieron en el balneario de Yalta, ubicado en Crimea, sobre el Mar Negro, para decidir el futuro de la Alemania derrotada en un nuevo mapa de Europa que sufriría severas transformaciones. La actitud de Roosevelt frente a Stalin era mucho más confiada que la de Churchill: el presidente norteamericano creía que en la post-guerra sería viable una cooperación amistosa con la Unión Soviética, ingenuidad de cuyas consecuencias no tuvo que hacerse cargo porque murió dos meses después. El primer ministro inglés veía a Stalin con ojo mucho más receloso, pero a pesar de la tenacidad que lo caracterizaba, su opinión no pesó demasiado en Yalta: a esa altura ya se perfilaba la condición de superpotencias que sólo Estados Unidos y la URSS mantendrían en los años siguientes, frente a una Gran Bretaña disminuida.
Nadie quiso ni pudo resistir la embestida de Stalin en aquella reunión de Yalta que las fotos oficiales se encargaron de divulgar por el mundo como un encuentro de aliados y amigos. Al finalizar las deliberaciones, los dos líderes anglosajones ya sabían que el dictador soviético no se retiraría de esa Europa oriental y central (Polonia, Rumania, Bulgaria, Checoslovaquia, Hungría, parte de Alemania y de Austria) que el Ejército Rojo estaba ocupando. Fue Stalin quien se empecinó en delinear a lo largo de los ríos Oder y Neisse la nueva frontera de Alemania con Polonia, quitando al Reich vencido algunos territorios como Silesia, Pomerania y Prusia Oriental que no sólo habían sido alemanes durante siglos sino que estaban poblados por alemanes. Eso implicaba un castigo para Alemania y obligaría al desplazamiento de varios millones de personas que no quisieron quedarse a vivir en lo que pasó a ser Polonia o Rusia, pero correr las fronteras hacia el Oeste le permitía a Stalin avanzar con la frontera rusa sobre Polonia y ensanchar el territorio soviético a expensas de los vecinos.
El hombre que en agosto de 1939 había firmado con Hitler un pacto de no agresión que lo habilitó a tragarse los países bálticos y ocupar la mitad del territorio polaco, en 1945 había cambiado de bando y volvió a sacar provecho geográfico ante sus dos interlocutores occidentales. La reunión de Yalta finalizó con una victoria estratégica de Stalin, pero en julio del mismo año hubo otro encuentro: tuvo lugar en Potsdam, cerca de Berlín, dos meses después del armisticio, aunque allí los Tres Grandes ya eran otros. El presidente Roosevelt había muerto en abril y fue sustituido por Truman; el primer ministro Churchill había perdido las elecciones y unos días antes de Potsdam debió ceder su cargo al laborista Clement Atlee. Esos dos cambios de personas debilitaron todavía más a la presencia anglosajona en la reunión cumbre, delante de un Stalin que no había sido sustituido por nadie y que luego de la victoria parecía más inflexible que cinco meses antes.
Sus presiones fueron determinantes para que el territorio alemán se dividiera en tres zonas de ocupación (Estados Unidos al Sur, Inglaterra al Norte, la URSS al Este) que poco después serían cuatro (los norteamericanos cedieron dos porciones de su zona a Francia, para devolver a ese país un rango protagónico). Otras presiones de Stalin consolidaron la enorme área de influencia soviética en Europa Oriental, seis países donde Moscú colocaría gobiernos dependientes, imponiéndoles el sistema de partido único y la persecución de los disidentes: el eufemismo marxista permitiría conocer a esos satélites bajo el rótulo de “democracias populares”, aunque la URSS sabría reprimir brutalmente cualquier brote democrático y/o popular, como lo hizo en los años 50 en Polonia, Alemania Oriental y Hungría, y en los años 60 en Checoslovaquia.
Los dos bandos de la futura Guerra Fría quedaron trazados en Potsdam, que fue un triunfo táctico para Stalin. En aquel momento, las ventajas que obtenían los soviéticos podían parecer una reparación por los desastres sufridos bajo la invasión alemana de 1941-1944, pero en años inmediatos podría comprobarse cómo el expansionismo stalinista tenía otras metas, cuya consecuencia fueron el bloqueo de Berlín, la división de Alemania en dos Estados y la presencia militar soviética hasta el río Elba y los Sudetes durante los 44 años siguientes. Los Estados Unidos y Gran Bretaña habían ganado la guerra, pero en Europa perdieron la paz.
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