SANTIAGO | EFE
Pese a que en los últimos años
la derecha chilena se distanció de él,
le reconocen a Augusto Pinochet que su régimen
plantó las bases de la próspera
economía chilena.
Tal vez por eso, aún después de
descubrirse los crímenes atroces de su
régimen y que muy posiblemente acumuló
ilegítimamente una fortuna personal de
28 millones de dólares, muchos chilenos
le son fieles.
Y es que los caminos del libre mercado que recorre
con éxito la economía de Chile conforman
la herencia que dejó el ex dictador.
"Ya no hay trigo para el pan", anunció
el presidente socialista Salvador Allende en una
de sus últimas jornadas, antes del golpe
militar que instaló al general Pinochet
en el poder por 17 años, el 11 de septiembre
de 1973.
Chile vivía entonces sumido en una ola
de huelgas, ocupaciones de tierras y fábricas,
sabotajes y atentados, además de los choques
entre grupos paramilitares de la derecha y la
izquierda.
Tres décadas después, Chile se
proyecta como uno de los países de mayor
expansión en América Latina, con
un crecimiento del Producto Interno Bruto (PIB)
que supera el promedio de la región y que
en 2006 debería fluctuar entre un 4,5 y
un 5%.
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