En febrero de 1993, el ex dictador chileno Augusto
Pinochet realizó una visita "sorpresa"
a Uruguay. En el país fue acompañado
por el coronel Tomás Casella, hoy implicado
en el secuestro y muerte del ex químico
chileno, Eugenio Berríos.
"Vine para recordar los viejos tiempos porque
yo tengo amistad con el general. Estoy acá
cumpliendo una obligación de amigo",
dijo el ex dictador uruguayo Juan María
Bordaberry, según consignó El País
en su edición del 26 de febrero de 1993,
cuando se dirigía al Hotel Victoria Plaza,
donde estaba alojado Pinochet. En la Plaza Independencia,
una multitud repudiaba tanto la presencia del
chileno como la llegada de Bordaberry.
El 24 de febrero, cuando arribó, Pinochet
había dicho que su visita era "privada"
y "de descanso". Según expresó,
había llegado invitado por "varios
amigos" civiles y castrenses a los que no
identificó. A la luz de hechos que ocurrieron,
o fueron conocidos, posteriormente esa estadía
cobró una nueva dimensión.
Durante el periplo de Pinochet por Uruguay, que
incluyó paseos por Montevideo, Punta del
Este y Piriápolis, el coronel Tomás
Casella fue su acompañante, haciendo las
veces de edecán. Ambos quedaron retratados
juntos en varias fotografías caminando
por la Peatonal Sarandí e ingresando al
Hotel Victoria Plaza.
Hoy retirado, Casella es uno de los tres militares
uruguayos extraditados en Chile por el secuestro
y crimen del ex agente de la dictadura de Pinochet,
Eugenio Berríos, considerado un experto
en el uso del gas sarín para eliminar opositores
al régimen. Su cadáver apareció
en las playas de El Pinar, atado y con impactos
de bala, en abril de 1995.
Según la pericia forense, la muerte de
Berríos ocurrió entre marzo y junio
de 1993, poco después de la visita de Pinochet
a Uruguay. Berríos debía declarar
por el asesinato de Orlando Letelier, canciller
chileno durante el gobierno de Salvador Allende.
Berríos -que había sido sacado
clandestinamente de su país en 1991 y enviado
a Uruguay con documentación falsa- había
sido visto por última vez en una comisaría
de Parque del Plata en noviembre de 1992, donde
había denunciado estar secuestrado por
militares uruguayos y chilenos. Aseguraba que
su vida corría peligro. Inmediatamente,
un grupo de militares llegó a esa seccional
a llevarse al químico. Uno de ellos era
Casella.
En Santiago, el juez Alejandro Madrid estudia
si Casella y los otros dos militares uruguayos,
Eduardo Radaelli y Washington Sarli -en libertad
condicional en ese país- formaban parte
de una maniobra entre ejércitos de ambas
naciones que determinó la muerte de Berríos.
Aún hoy, se especula que en esa visita
de Pinochet de febrero de 1993 se decidió
el destino del ex agente chileno.
PRIMER ENCUENTRO. No era la primera vez
que Bordaberry tenían un encuentro de amigos.
El 21 de abril de 1976, cuando ambos gobernaban
de facto a sus países, Pinochet realizó
una visita de cinco días al país.
En ese entonces, la dictadura argentina tenía
menos de un mes de implantada y el Plan Cóndor
vivía su apogeo.
Según crónicas de la época,
unas 30 mil personas saludaron el pasaje de los
dos presidentes en un vehículo descapotable
durante un trayecto de 10 cuadras a lo largo de
18 de Julio.
Papel picado, banderas de ambos países,
palomas soltadas al aire y la presencia de alumnos
de escuelas públicas conformaban, básicamente,
el paisaje callejero.
Ese mismo día, Bordaberry le entregó
a su par chileno la condecoración "Protector
de los Pueblos Libres, General José Artigas".
Al otro día, en el Batallón de Infantería
N°13, recibió la mayor distinción
del Ejército, el Diploma y Distintivo de
Oficial Mayor ad Honorem, de manos del Comandante
en Jefe, Julio César Vadora.
Durante su primer día en el país,
Pinochet dijo que "nuestros pueblos han sufrido
la acción del marxismo leninismo y dan
un verdadero ejemplo de democracia".
Bordaberry le respondió en consonancia
en un discurso el 23 en la entonces Casa de Gobierno:
"Nuestras repúblicas están
dispuestas a mantener su ideal de vida democrática.
Pero han adquirido conciencia que ésta
no se confunde con la mera forma de gobierno denominada
democracia".
DESAPARECIDOS URUGUAYOS EN CHILE
Según dijo a El País Mara Martínez,
de Familiares de Detenidos Desaparecidos, son
nueve los uruguayos calificados como "desaparecidos"
durante la dictadura chilena. Todos estos casos,
siete hombres y dos mujeres, ocurrieron durante
1973, en el mismo período histórico
de la "Caravana de la Muerte", en los
primeros tiempos del régimen de Pinochet.
Se trata de siete militantes del Movimiento de
Liberación Nacional, uno del Partido Obrero
Revolucionario y otro de filiación política
no conocida. La última desaparición,
una mujer de nombre Nelsa Gadea, ocurrió
el 20 de diciembre de 1973.
En Valparaíso hay dos hermanos que hoy
tienen más de 30 años, Anatole y
Victoria Julien Grisonas. Ellos son uruguayos
("dejados en Chile", según Martínez)
e hijos de un matrimonio de desaparecidos secuestrado
en Argentina en setiembre de 1976. Esta familia
estuvo en Automotores Orletti.
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